Polvazo en el area de servicio

Aquel camionero buenorro tenía mucho vicio

-¡Me meo! ¡Me estoy meando! Era lo único que pasaba por mi mente, iba de camino a aquel pueblucho a hacer unos asuntos y tenía la vejiga para reventar. De repente vi un área de descanso “un poco más y me meo encima” así que intermitente y parada. Salí del coche muy rápido y me adentré un poco entre los arbustos para no ser visto. Había dos o tres camiones y no era plan de ponerme a la vista de todos.

Ya aliviado, me apoyé sobre mi coche y me encendí un cigarro y fue entonces cuando oí abrirse la puerta de la cabina  de uno de los camiones y descender de ahí a un tipo de unos 45 años, muy mal llevados por cierto, barrigón, descuidado… se acercó hasta mí como muy amigablemente, saludando con la cabeza.

-Buenas. Dije yo tímidamente y pensando “¿Qué coño querrá éste?”

Se estaba acercando mucho, yo que precisamente no sea  de buenas a primeras un tío majo y simpaticote, si no todo lo contrario, especialmente cuando veo “cosas raras” pues no sabía a qué cojones venía ese tío, si a robarme, a pedirme un cigarro o a saber. Así que digamos “estaba en guardia”.  Ya muy cerca de mí y con una leve sonrisa hizo otro movimiento de cabeza, como de saludarme. Me tenía desconcertado, era un hombre sólo y aunque hacía ya tres o cuatro años que había dejado de entrenar artes marciales mixtas y podía quitarme al tío ese de encima en un plin temía que fuese el gancho de una banda o algo así (tampoco soy Chuck Norris).

-¿Quieres? Dije ofreciéndole un pitillo.

Negó con la cabeza

-¿Y qué…por aquí? Me preguntó

-Sí, es que he parado a echar un meo y a fumarme un piti

-Ah.

No entendía nada de ese camionero, no sabía si iba a acabar metiéndome en algún lío, o simplemente quería conversar un poco mientras estiraba las piernas. Así que decidí darle un poco más de conversación:

-¿Y tú qué? ¿Muchas horas de ruta y haciendo un descanso?

-Sí. Bueno… es que cuando paso por aquí, si puedo paro un rato a ver qué hay, y te he visto y he dicho, voy a ver con éste a ver si quiere algo.

Me quedé perplejo. No sabía si me estaba ofreciendo droga o sexo o a saber qué.

-Pues no, no quiero nada gracias.

-¿No? Bueno… dijo con apenas un hilo de voz, sin variar para nada la expresión ni nada. “Puto colgado” pensé yo. Y se dirigió hacia su camión, abriendo la puerta pero sin subirse. Apuré las últimas caladas a mi cigarro y al ir a subirme a mi coche lo vi que estaba sobándose el paquete. “¡Qué asco joder!” pensé y me fui de allí un poco nervioso por la tensa situación.

El resto del viaje fui pensando en lo que  había pasado, no era la primera vez que pasaba por ahí pero desconocía por completo que se hiciera “cruising” en esa área de descanso.

Por fin terminé las gestiones que había ido a hacer y en el camino de vuelta decidí curiosear un poco así que paré en la misma área de descanso. Esta vez había 5 o 6 camiones y tres camioneros dando vueltas. “¡Qué cancaneo!” me dije a mi mismo mientras salía del coche encendiéndome un cigarro y apoyándome en la puerta del conductor. Miraba de reojo a los camioneros que merodeaban por allí, la verdad es que no iba a hacer con ellos nada de nada, no me ponían lo más mínimo. Pero sin darme cuenta, por un lado se había acercado un tío un poco más joven que yo, de unos 30 o 31, muy atractivo, con barbita, el pelo rapado, unos vaqueros algo viejos ya y un polo un poco estrecho y desabrochado, que le marcaba unos pectorales impresionantes cubiertos por un poco de vello. “Joder, qué tío” dije para mis adentros. Él, muy seguro de sí mismo, sabiendo que era lo mejor que estaba ahí (y de lo mejorcito que te puedes encontrar en cualquier sitio) me miró fijamente y mientras se ponía un pitillo en los labios me preguntó:

-¿Me das fuego?

Acerqué mi mano hasta su cigarrillo y él, al taparse un poco para que no se apague la llama acariciaba suavemente mi mano.

Me estaba poniendo nervioso y todo, ¡joder qué pedazo de tío! No paraba de pensar. Iba a empezar a parecer tonto si no tomaba un poco las riendas y controlaba mis nervios, así que empecé a hablarle.

-¿Mucho curro?

-Bueno, ahora ya está. Voy de vacío.

-Así descansas un poco

-Sí, me relajo un poquito, que siempre viene bien. ¿Y tú? ¿Paras mucho por aquí?

-No,no…  Es que hoy he tenido que ir a un pueblo a hacer unas cosas… Si ni sabía que se paraba aquí

Esbozó una sonrisa de medio lado y me dijo

-¿Quieres ir a la cabina?

Asentí. La verdad es que me sentía un poco nervioso, nunca antes había hecho algo así.

Nada más sentarse se desabrochó el botón de sus vaqueros y se recolocó todo el paquete. Su creciente erección iba abultando ese pantalón. Yo hice algo parecido. Empecé a sobarme el paquete por fuera y enseguida ya me estaba empalmando y  fui agarrándome la polla. Así estuvimos un par de minutos, mirándonos a la cara y a nuestros paquetes, mientras nos íbamos poniendo a tono. Ya muy excitado, aquel joven camionero bajó la cremallera de sus pantalones, sacando de una sola vez polla y huevos, no llevaba calzoncillos. Su polla era una auténtica maravilla, de unos 18 o 19 cm, bastante gruesa y venosa. Siguió masturbándose. Ahora era mi turno, hice lo mismo, botones desabrochados y polla y huevos fuera. Otra sonrisita de medio lado por parte del camionero, esa sonrisa me volvía loco. Seguimos masturbándonos hasta que me dijo

-¿Me la comes?

Tenía unas ganas de comérsela increíbles. Así que no tarde ni dos segundos en tener tan magnífico rabo abriéndose paso entre mis labios, jugueteando con mi lengua. Se quitó el polo y con los pies, de descalzó y acabó de sacarse los pantalones. Su alterada respiración lo decía todo acerca de lo bien que lo estaba pasando. Yo seguía con lo mío, dale que te dale (la verdad, no sabía decir quien estaba disfrutando más de esa mamada, si él o yo ) cuando noté que buscaba algo en la guantera. De reojo, vi que sacaba una caja de preservativos y un sobre de  lubricante que abrió con su boca para luego impregnar sus dedos y de ahí, al centro de mis nalgas, al mismo tiempo que bajaba mis pantalones. Estuvo un rato jugando con mi ojete, por fuera, para lubricarlo bien, cuando me pidió que me pusiese de lado. Accedí al momento, desnudándome ya por completo mientras aún se estaba poniendo el condón y después vertía el resto del lubricante sobre su erecta polla. Ya detrás de mí y notando su calor, apuntó y ¡zas! Para adentro. Era indescriptible el placer que estaba sintiendo en aquellos momentos, no sé qué zona o zonas erógenas me estaba tocando pero mi capullo no paraba de chorrear y chorrear, estaba gozando como nunca había gozado de pasivo. Su polla seguía taladrando y taladrando mi culo sin compasión, cambiando de ritmo y de profundidad de la metida constantemente, el pulso lo tenía a mil. Poco a poco se iba poniendo más encima de mí y yo me iba girando, hasta quedar con mi pecho apoyado en el asiento, con la cabeza de lado y la sien en el respaldo y el culo en pompa, con ese machazo ibérico dando buena cuenta de él. Gozaba y gozaba, tenía ya la boca seca de tanto gemir, el placer era tan, tan intenso que sin ni siquiera llegar a tocármela estaba teniendo un orgasmo increíble, tenía ganas de correrme incluso hasta que así lo hice:

-¡Ostias! ¡Que me corro!

-¡Ah! ¡Ah! Empezó a gemir el camionero, excitado aún más al ver que me corría y acelerando sus embestidas hasta que

-¡¡¡Aaaaggghhh!!! ¡Joder, si me he corrido! Dije mientras un cordón de semen emanaba de mi polla y caía en la alfombrilla

-¡Ah! ¡Ah! ¿Qué me corro yo también! Y noté su polla dentro de mi culo, convulsionándose y estremeciéndose.

Se retiró y se quitó el condón, haciéndole un nudo y tirándolo por la ventana

-¡Joder, qué gustazo! Exclamé mientras me obsequiaba de nuevo con su sonrisa de medio lado. Ese cabrón me volvía loco. Unos segundos después, mientras intentaba recuperar algo del ritmo normal de la respiración, me plantó un  paquete de tabaco delante de la cara, para que cogiera uno. Así lo hice. Me encendí aquel cigarro y le fui dando caladas mientras comenzaba a vestirme, con mi culo aún dilatado, y observaba el cuerpo de aquel camionero, musculoso sin ser de gimnasio, con algo de vello, tremendamente masculino y con esa sonrisa tan embaucadora.

-¿Ya te vas? ¿Tan mal lo hago? Dijo

-Fatal, lo haces fatal

-Ja ja ja (y otra vez esa sonrisa) Pues le voy a pedir a mi jefe que me dé esta ruta más a menudo. ¿No pasas mucho por aquí, dices?

-Igual ahora me dejo caer más a menudo, porque ¡vaya follada!

-Pues avisa. Dijo mientras bajaba el parasol y me daba una tarjeta.

-Ok.

Me terminé de vestir, mientras él seguía todavía desnudo, con la espalda apoyada entre la ventanilla y el respaldo, con uno de sus brazos abiertos hasta tocar con la mano el reposacabezas de mi asiento y el otro apoyando en la pierna que tocaba el suelo, la otra, semiapoyada en el asiento. Sus ojos decían satisfacción. Abrí la puerta y mientras me bajaba me despedí

-Bueno tío. Cuídate. Que vaya bien

-Tú también. Llámame. Y guiñó un ojo