Polvazo con la madura del gimnasio

Después de la cuarentena conocí a una mujer madura de mi pueblo en el gimnasio, después de tantos meses encerrados necesitábamos desfogarnos sexualmente, yo era un yogurín para ella y al final me cazo bien cazado.

Soy Alex un chico joven de 24 años, vivo en un pueblo cerca de alicante de pocos habitantes, corrían los tiempos de la pandemia de 2020, hacia poco que nos dejaban salir de casa, bares abiertos, llegaba el verano y empezaban a liberar-nos un poco más. En el pueblo tenemos un gimnasio público, nada del otro mundo, unas máquinas, pesas y unos sacos. Yo iba a entrenar solo por las tardes, utilizaba los sacos y alguna máquina, pero nada en serio. Antes de la pandemia al ser gratis tenías que guardar algunas horas para que no se llenara de gente, pero después de la cuarentena fui un día a probar y seguía abierto, sin ningun tipo de control, así que empecé a ir por las tardes sin preguntar, total estaba solo.

Unas semanas después se presentó Maira, una mujer del pueblo, apenas nos conocíamos, pero al menos de verla por el pueblo pues ya la reconocí. Maira es una mujer que estaba muy bien, yo no recuerdo haberla visto nunca por el gimnasio, pero estaba muy bien para su edad, rondaría los 40 y pico, que yo supiera no tenía hijos, pero sí que vivía con alguien, rubia con el pelo rizado, 1,70 más o menos, delgada y con un par de tetas de escandalo, sin ponernos hablar de su culo, que esto vendrá más adelante. Es la típica mujer que en la piscina te la quedarías mirando y en invierno pasa desapercibida.

Llego tímidamente, saco la cabeza y saludo, me preocupé por si era algún tipo de responsable del ayuntamiento y me echaban del gimnasio, ya que yo iba sin avisar.

- Alex? Me pregunto.

- Si! Perdona no me acuerdo de como te llamas. Simule yo.

- Soy Maira, amiga de tu madre,

-Ah vale! ¿Dime, vienes a entrenar?

Estuvimos hablando un rato y me pregunto que como funcionaba esto del gimnasio ahora después de la cuarentena, que al gimnasio que iba ella ahora estaba cerrado y mi madre le había dicho que yo venía aquí. Le expliqué que más o menos me había colado, que venía sin avisar, pero que preguntara en el ayuntamiento como debía funcionar, pero que por favor no me delatara. Total que se fue porque no venía con la ropa de entrenar.

Yo por dentro pensé, vaya, ojalá venga y se quede todo tal y como esta, porque la tía está en mallas estará tremenda y al menos vengo y me alegro la vista.

Un par de días Maira volvió y coincidimos, seguía estando solo, entro despampanante, con una camiseta de tirantes ajustada que por poco se le iban a salir las tetas por arriba, unas mallas i en tanga, me ponía malísimo, para rematar llevaba una coleta que le apretaba todo el pelo rizado, perfecta para agarrarla y darle unos empujones allí mismo.

Nos saludamos, le pregunté que como iba a funcionar lo del gimnasio a partir de ahora, me dijo que había pasado de ir, que estaba mejor allí sola y no quería perder otro gimnasio, así que hasta que alguien no se interese, íbamos aprovechar el gimnasio solos.

Quedamos en ir 3 días a la semana, así había menos riesgo de que la gente se diera cuenta de que íbamos, nos cambiábamos en el vestuario y aquí nadie sabe nada.

Hablamos un rato sobre lo que hacíamos, yo le explique que boxeaba para desfogarme en los sacos y hacia un poco de todo en las máquinas, sin pasarme que tampoco quiero ser un toro, a lo que me dijo, pos estás muy bien eh, tocándome los brazos, me puso bastante burro, pero claro era un cumplido y aproveche para decirle que ella también estaba de lujo, que no hacia falta que perdiera el tiempo en el gimnasio, se sonrojó, peor me explico que le gustaba la disciplina de ir al gimnasio motivarse con su música y así salía también de casa, ya que teletrabajaba.

Sin conocernos de casi nada nos fuimos llevando bien los días que íbamos, ella por un lado y yo por el otro, pero siempre con el ojo puesto en ella, sus piernas, su culo, sus tetas, cada día con algo de ropa diferente que acentuaba una cosa u otra, un sueño vaya.

Pasaron las semana y un viernes al irnos me comento, nos vamos a tomar algo? Que esto de venir al gimnasio sin el after gym no tiene tanta gracia, le dije, que encantado, pero con la normativa los bares estaban cerrados. Vaya, pues vamos a casa si quieres, que seguro que tengo algo en la nevera! Me encanto la idea así que acepte y fuimos a su casa, vivía al lado casi, al fin y al cabo es un pueblo pequeño, subimos al piso, me ofreció una cerveza o un refresco, pero era viernes así que nos animamos con la cerveza.

A lo que ella me dijo, no nos hemos duchado después de entrenar, si quieres ya que llevas la ropa, pasa por la ducha. Le dije, que me sabía muy mal utilizar su ducha, pero insistió, así que una ducha rápida y nos tomamos esto.

Me parecía surrealista, pero realmente estábamos sudados, me iba genial la ducha. Me preparé la ducha como si en el gimnasio estuviera y entre, mientras me daba un agua, entro Maira por atrás sin hacer ruido, se desnudo entro en la ducha, me sorprendí, calle y me cogió de la polla por atrás.

Me giré y le dije enserio?

Su cuerpo desnudo era una pasada, 40 y pico, pero allí estaban esas tetas mojadas relucientes enormes que se aguantaban espectacularmente. No me lo pensé, nos liamos como si no hubiera mañana, agarrándole las tetas como si me las fueran a quitar, mordiéndole los pezones mientras ella suspiraba.

-Loquita me tienes Alex... te tengo que aguantar allí todos los días sin poder comerte entero

-Anda que tú, que vas provocando Maira, tengo la polla como una vara de aluminio cada día joder.

A lo que me contesto, a ver si es verdad, se arrodilló, me cogió los huevos con una mano y con la otra se metió la polla en la boca, entera. Con una arcada se la saco, me dijo, vaya monstruo, no se te marcaba tanto en el gimnasio. Se la volvió a meter en la boca. Me empecé a preocupar, y si me corro? Quedaré fatal... y encima todo lo que me pierdo.... Me concentré y supongo que tuve suerte, porque con esa boca y esos movimientos me iba a morir de aguantar.

Salimos de la ducha, nos secamos entre caricias, besos y Maira seguía cogiéndome de la polla, no me lo puedo creer, que tengo aquí, repetía.

Me cogió del brazo y me llevo a su cama, la empujé, le abrí las piernas y le dije, te voy a devolver lo de la ducha...

Me amorré a su coño como si fuera lo último que me iba a comer en mi vida, entre gritos dijo, joder des de joven que no me hacían esto, no pares, le deje el coño como una fuente, jugando con los dedos a la vez que con la lengua, me apretaba la cabeza con las piernas entre gritos de placer, que se le escapaban aún tapándose la boca con las manos.

Me levante, deje su coño hecho una fiesta, la cogí de las piernas me la acerque, me cogí la polla y cuando iba a metérsela, me paro, despacio Alex por favor, que me vas a matar, eso me puso muy cachondo, aun más de lo que estaba, la perfore lentamente para que no se me quejara, pero entre los nervios de correrme y que la tenía delante, la agarre de las piernas con fuerza y mientras le miraba ese pedazo de tetas rebotar, la empecé a empujar cada vez más bestia, entre pequeños gritos de placer, me agarre a sus tetas que no iba a olvidar jamás, se las pellizque ligeramente y se le pusieron los ojos en blanco mientras ultimaba su orgasmo, no puedo más Alex, hazme lo que quieras.

La levante la miré a la cara y le dije, no sabes lo cachondo que me ponía tu coleta en el gimnasio, acto seguido se agarro el pelo, le de la vuelta,

  • A cuatro patitas campeón? Destrózame.

Se me puso la polla durísima, ni lo dude un segundo, la agarre del pelo y empezó a follármela como nunca había follado. Entre gritos de placer empezó, para para para para.

Pare, que pasa pregunte?

  • Que tarde es! Mi marido llegará pronto, lo siento lo siento lo siento.

Le dije, no pasa nada, suerte que te has dado cuenta, mientras ella pedía perdón, nos calmamos un momento. Y me dijo, bueno tampoco voy a dejar que te vayas a medias. Me agarro la polla se puso de rodillas me la puso entre sus tetas y me dijo, supongo que esto también te gusta no? Y yo, pf lo que más Maira, par de tetas. Me pones cachondisima Alex, mientras me hacían la paja de mi vida entre tremendas tetas. Me corrí, dejándola chorreando, suerte que me voy a duchar, porque madre mía Alex....

Me vestí y mojé un poco la cara, salí casi corriendo de ese piso.

Nos vemos el lunes en el gimnasio me dijo dándome un beso.

Salí de allí temblando, con el tiempo suficiente para que ese hombre no nos pillara.

Sabía que eso era un rollo de un día, pero claro no me lo podía quitar de la cabeza, lo rápido que había ido todo, era increíble. Tenía marido, pero esto que había hecho conmigo lo hacia con los chicos del otro gimnasio? Ha estado toda la cuarentena en casa y no se ha podido desfogar hasta ahora? Estaba muy nervioso de camino a casa y no me podía quitar de la cabeza tremendo polvo. Me pasé nervioso todo el fin de semana pensando si el Lunes iría al gimnasio o con que actitud me trataría a partir de ahora.

Paso el fin de semana y el Lunes por la tarde yo pretendía seguir haciendo vida normal fuera o no fuera Maira al gimnasio, no me lo podía quitar de la cabeza, pero para mí ya era algo pasado.

Cambiándome en el gimnasio de repente aparece Maira, nos saludamos efusivamente, me abrazo, aplastando esas tetas que aún recordaba como me las había comido apenas unos días. Se acercó a mi oreja y me dijo.

  • Llevo todo el fin de semana subiéndome por las paredes,

Se me pasaron todas las dudas de golpe y me agarré a su culo.

  • Te bajaba ahora mismo los pantalones y te comía la polla como el otro día, que por cierto, vaya una te calzas, como te la escondes.

Dentro de las duchas, después de una maravillosa comida, me dispuse a follármela contra la pared agarrándola del moño que llevaba ese día. Ella y yo solos, mis huevos rebotando, entre cachetadas al culo, follando de pie con una mano la cogía de la cintura y con la otra le tapaba la boca para que se escucharan sus gemidos. Y en un momento de éxtasis, se apartó, nos miramos a la cara cachondeamos, y me dijo, esto está fatal, y si ahora entra alguien? Vamos a casa...

¿Y tu marido pregunté? Bueno un rápido me contesto. A lo que le dije, en mi casa no hay nadie. Se puso cachondisima, y me dijo, te voy a cabalgar toda la tarde esa tremenda polla que tienes, pero dame un poco más que me has puesto a 100.

Y así fue la post cuarentena, entre entrenamientos y follando con una madura tremenda, todo acabará cuando encuentre otro o se canse de mí, pero yo me voy sirviendo de momento.