Polarium II

El legado Jasper.

Paula despertó asustada por segunda vez, pensó que era otro terremoto, pero se tranquilizó cuando notó que solamente era el sonido de alguien golpeando su puerta.

No tenía idea de la hora que era, el día difícilmente lo recordaba. Se levantó y abrió la puerta. Allí estaba Sam.

  • ¿Qué quieres? – Preguntó confundida.

  • Debemos ir a desayunar – Dijo mirando sin disimular el interior de la habitación de Paula - ¡Que suerte! – Exclamó – Tienes una habitación para ti sola – Dijo sonriendo.

Paula aún tenía la ropa con la que la habían rescatado y no se había dado cuenta. Cuando intentó salir, Sam la detuvo.

  • ¿Saldrás así? – Preguntó mirándola de arriba a abajo.

Paula se miró y volvió a entrar, dándose cuenta de que no tenía ropa. Giró a mirar a Sam quien aún se encontraba en el marco de la puerta y la miraba divertida.

  • Aquí al lado hay un closet oculto – Dijo pasando y cerrando la puerta – Te muestro.

Efectivamente, justo al lado de la puerta, había un marco que casi no se notaba por estar del mismo color de la pared, blanco.

Deslizó su mano y logró abrirlo. Dentro había un montón de pantalones y camisas, exactamente iguales. Pantalones militares, camisas blancas y a un lado, en una pequeña gaveta, estaban dos pares de botas negras.

  • Cámbiate – Le dijo – Muero de hambre.

Sam salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. El golpe de la puerta hizo abrir otra que Paula no había notado. Al pasar, cuidadosamente, notó que era un baño. Suspiró aliviada, pues le hacía falta darse una ducha.

Al salir Sam la miró – Podrías haber tardado más – Dijo de forma sarcástica.

Paula la miró con reproche, ella pudo haberse ido a desayunar sola, no entendía la amabilidad de esa chica que en su infancia le hizo la vida imposible.

Había un enorme patio circular, rodeado de habitaciones. Cada cinco o seis habitaciones había un pasillo para salir. Sam se dirigió por uno de ellos, un largo y ancho pasillo, cubierto de ventanales de vidrio que dejaban ver lo que sucedía al otro lado.

Se veían diversos ecosistemas, mares inmensos, montañas enormes, desiertos, bosques. En cada uno había un cierto grupo de personas. Parecía una especie de entrenamiento y eso a Paula le aterró. Lo único que ella había hecho en su vida era trotar por la playa, no sabía nada más.

Sin notarlo, ya habían llegado a un enorme comedor, aunque no había muchas personas en él. Todos vestían uniformes iguales, excepto que algunos usaban franelas verdes y otros, como ella y Sam, de color blanco.

Se sentaron a comer, pero inmediatamente fueron interrumpidas. Cristina y sus dos acompañantes de siempre llegaron hasta donde estaban.

  • Jasper – Dijo Cristina llamando su atención – Te esperamos en la central en 30 minutos.

Paula no le dijo nada, continuó desayunando, mientras Cristina se marchaba.

  • Ella es una teniente Paula – Le dijo Sam en voz baja – Debes respetarla.

  • No he hecho nada que le haya faltado el respeto – le dijo tomando un sorbo de jugo - ¿Dónde queda la central? – Preguntó.

Sam le sonrió negando con la cabeza – No tengo idea – Eso sí que era un problema.

Por un momento Paula olvidó todo lo desagradable que había sido la noche anterior. Sam en realidad era una chica agradable y le gustaba decirle cosas que la hicieran enojar, como una pequeña venganza por su actitud de años atrás, pero se divertía haciéndolo.

Había pasado una hora cuando se decidieron buscar la central de Polarium. Encontraron a unos chicos que lucían mayores y les preguntaron. Ellos amablemente le respondieron, sonriéndole pícaramente.

  • Ya tienes admiradores – Le dijo Paula a Sam.

  • No me van – Dijo sonriendo orgullosa.

Paula le sonrió aunque sin entender bien lo que había querido decir. Llegaron a una enorme puerta de vidrio que se deslizaba hacia los lados. Entraron corriendo por miedo a que la puerta las aplastara, entre risas pasaron, llamando la atención.

Una voz carraspeó – Llegas tarde – Le dijo Cristina con cierto enojo en el rostro.

  • Nos perdimos – Dijo Paula sosteniéndole la mirada.

  • Tal vez si se juntara con personas más responsables recordaría llegar temprano a donde le piden – Atacó mirando con reproche a Sam – Sígueme, tu amiga puede retirarse.

Paula se despidió de Sam.

  • Te esperaré – Le dijo dulcemente, haciendo que Paula le sonriera, esta vez, con sinceridad.

Entraron a una oficina donde se encontraba un hombre mayor, canoso, con un uniforme elegante lleno de condecoraciones. Al verla entrar, le sonrió.

  • Señorita Jasper – Dijo alegremente levantándose para saludarla – Yo soy el coronel Miles, director del Polarium suramericano.

Paula no dijo nada, se sentó ante la seña que le hizo el coronel.

  • Seguro te preguntarás el porqué de tu estadía aquí – Dijo tomando asiento de nuevo – Lo que te diré ahora es información completamente confidencial, agradecería que no lo comentaras con nadie más – agregó.

Paula solamente asintió.

  • Verás, hace un par de años un grupo de ingenieros en Asia encontraron una nueva forma de energía. Tu padre estaba encargado de espiar los movimientos de la expedición – A Paula se le hizo un nudo en el estómago – No sé si sabrás que murió en la tercer viaje que realizó y no solo él, no hay registros de ningún ingeniero que haya sobrevivido a aquello. Sabíamos que habían empezado a usar la energía renovable, llevaban meses en eso. Tu padre nos informó que habían usado componentes tóxicos para extraer el mineral y que esos desperdicios fueron dejados allí – Prosiguió, levantándose del asiento – Estamos seguros de que los desastres naturales que han ocurrido son consecuencia de esos componentes que fueron absorbidos por la tierra. Jack Jasper era uno de nuestros mejores hombres y sé que tenía un gran amor hacia su familia – El coronel se levantó y se sentó en la silla al lado de Paula - ¿Nunca comentó nada al respecto contigo? – Preguntó deseoso de obtener una respuesta afirmativa.

Paula empezó a recordar los escasos momentos en los que su padre hablaba con ella, pero no recordó nada relevante con respecto a lo que el coronel le pedía. Negó con la cabeza, haciendo un esfuerzo por recordar.

El coronel se levantó y volvió a sentarse detrás del escritorio con rostro derrotado – Que empiece a entrenar luego del almuerzo – Le indicó a Cristina – Irá a Asia.

  • Pero señor – Dijo Cristina – Eso es en tres meses.

  • Estoy seguro de que para entonces habrá aprendido lo suficiente – Interrumpió el coronel – Es una Jasper – Dijo sonriéndole a Paula.

Cristina y Paula salieron de la oficina. Sam estaba allí esperando y fue inmediatamente hacia ella cuando la vio salir.

  • Pasaré por tu habitación luego del almuerzo – Dijo fríamente Cristina.

Sam y Paula salieron de la central y se fueron al enorme patio.

  • ¿Y bien? – Preguntó Sam cuando se hubieron sentado bajo un árbol frondoso.

  • Me quieren para una misión – Dijo Paula evitando contar más de la cuenta – Es en tres meses – Agregó.

  • Eso es muy poco tiempo ¿Ya viste los entrenamientos? Es una locura – Dijo sorprendida Sam.

  • Lo mismo dijo la teniente – le respondió – Pero al parecer el coronel tiene mucha fe en mí, solo porque soy una Jasper – Agregó haciendo énfasis en su apellido y con gesto aburrido – Es escalofriante que pongan sus esperanzas en mí. El hecho de que mi padre haya sido excelente en lo que hacía, no significa que yo haya heredado lo mismo – Dijo un poco furiosa.

Durante la mañana, las chicas se pasearon por los pasillos de entrenamiento, observando cómo 4 o 5 chicos corrían hacia una montaña escapando de un tsunami. Todo era programado, en realidad aquellos desastres no eran naturales, pero igualmente daba terror.

Las veces que se cruzaba con Cristina ésta le lanzaba una mirada severa, como de enojo. Paula llegó a pensar que a la chica le faltaban unos cuantos tornillos.

Luego del almuerzo Paula se fue a su habitación acompañada por Sam.

  • ¿Por qué no vas a descansar? – Le preguntó al notar que la seguía.

  • Iré a tus entrenamientos – Le respondió como si fuese lo más obvio – No irás a Asia sola – agregó guiñándole un ojo a lo que Paula se sintió agradablemente extraña.

Cerca de 30 minutos conversando sobre una cantidad incontable de temas, tocaron la puerta.

Paula salió, seguida de Sam. Cristina volvía a su mirada de enojo y confusión.

Durante el camino, Paula llegó a dos conclusiones. Hablar con Sam era increíblemente sencillo y que a Cristina le molestaba que ella estuviera siempre con Sam, o que Sam siempre estuviera con ella. Probablemente era lo primero, pero sin querer parecer egoísta, descarto su segunda conclusión. Debía concentrarse en su primera prueba de entrenamiento, que la llevaría a un desastre emocional.

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@thundervzla

Gracias a todos lo que leen, comentan y valoran. Espero este capítulo tambien guste.