Poesía 1
poesía 1
Allí va de nuevo,
Cortas ropas viste
rodeada de penes en ristre.
Con hielo en los ojos
y fuego en las piernas,
me hiela los huevos
a la vez que los calienta.
Falos blandos ¡en guardia!
pues llega mi reina,
señora de todo esperma.
Quien ose mirarla endurecerá,
pero no dulcemente
sino para la eternidad,
sus pechos yo vi
pero no recordaré
pues del súbito empalme
un ojo me saqué.
Mala suerte por perderlo,
aunque ciego no quedé,
pero fue lo suficiente
para no verla hacer.
Con mi cuerpo doblado
y ella a mi espalda
no percibí el vaivén,
un moviento que delataba,
que no era ella sino él.
"Muy duro"-sopeché,
"inapropiada postura"-comenté,
"pues cuando el hombre penetra,
es la mujer la que se ha de ofrecer"
"Cierto es"-me contestó,
"pero dejame aclararlo,
no eres tu quién me abrirá,
sino quién probara mi falo"
Dura sorpresa para mi,
y voto a Dios que grité
pues sin poder comprenderlo,
desflorado me quedé.
"No llores"- me susurraba,
"siempre duele la primera vez"
y bajo esas falsas compasiones,
sentí cómo hasta los huevos entraban.