Poemas de José Ángel Buesa (3)

Cada vez que leemos, encontramos algo que nos llega cerca o nos cala profundamente... José Ángel Buesa, mas que un predilecto, es casi una adicción, sana, pero adicción al fin y, como veo que somos varios los adictos, he aquí otra pequeña dosis...

Como he notado que José Ángel Buesa es un poeta tan admirado por algunos amigos de TR, pues les traigo otras dos joyitas de ese sublime poeta del dolor y del amor.

Dedicados, el primero a ti, mujer, porque sé cuan cerca te llegan

El segundo, a ti, amigo, que quizás estás viviendo lo que retrata el autor

POEMA DEL PECADO

JOSÉ ÁNGEL BUESA (cubano)

"Vamos, que se hace tarde", me dijiste;

pero yo me quedé mirando el mar,

con el hastío de una tarde triste,

pues no hay nada mas triste que un pecado vulgar.

Tú, la mujer ajena;

yo, el hombre sin ayer;

ya el mar borró tus pasos en la arena,

pero hay cosas más hondas en un atardecer.

Yo me imagino como fue el regreso,

si ya él estaba allí;

si tú, como otras veces, pudiste darle un beso,

y si al besarlo no pensaste en mí.

Y me imagino lo que habrás sentido

si después,

al quitarte el vestido,

rodó un poco de arena hasta tus pies.

Ya sé que fue un pecado

triste y vulgar;

pero el viento soplaba de aquel lado

y se llevó el pecado sobre el mar.

Y al cruzar una acera,

ladrón de cosas que no tienen fin,

para pagarte un beso a mi manera,

fui cortando las rosas de un jardín.

Tal vez mañana,

como hay sueños que han sido y que no son,

tú abrirás como siempre la ventana

y saldrás a esperarlo en el balcón.

Y como una sorpresa,

como una burla fina y cruel,

colocarás mis flores en la mesa,

sin que tiemble tu mano en el mantel.

Tal vez vuelva a la playa

por andar en la arena, no por ti;

ya me dijiste que aunque yo no vaya,

tú irás todas las tardes por allí.

Y si nos tienta un pecado

triste y vulgar,

el viento sopla siempre de aquel lado

y se lo lleva todo sobre el mar.

CARTA SIN FECHA

JOSÉ ÁNGEL BUESA (cubano)

Amigo: sé que existes, pero ignoro tu nombre.

No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.

Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,

que es el único modo de hablar de una mujer.

Esa mujer es tuya, pero también es mía.

Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.

Solo sé que me quiere como ayer te quería,

aunque quizás mañana nos olvide a los dos.

Ya ves: ahora es de noche. Yo te llamo mi amigo;

yo, que aprendí a estar solo para quererla más;

y ella en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;

y tú, que no lo sabes, no las despertarás.

Que importa lo que sueña! Déjala así, dormida.

Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.

Y ella irá de tu brazo para toda la vida,

y abrirá las ventanas en el atardecer.

Quédate tú con ella, yo seguiré el camino.

Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,

y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,

ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

Y pasarán los años favorables o adversos,

y nacerán las rosas que nacen porque si;

y acaso tú, algún día, leerás estos versos,

sin saber que los hice por ella y para ti