¿Podrías darme un abrazo?

...la imagen de mis dedos en esos dos hoyuelos sensuales donde me gustaba poner mis pulgares mientras… la agarraba por la cintura y la movía a mi antojo sobre mi virilidad vino de inmediato a mi mente, ¡dios hacia cuanto no le hacía el amor! ¿En qué momento nos habíamos alejado tanto?...

Me acuesto de espaldas a ella e intento encontrar la posición perfecta para dormir, suspiro cuando al fin lo consigo y cierro mis ojos cansados buscando el reposo que el cuerpo ya me pide ¡Vaya día que he tenido! Pasados algunos minutos siento como poco a poco el sueño va apoderándose de mí y voy perdiendo consciencia de mi alrededor. De repente algo me devuelve de mi ensoñación, la siento moverse inquieta a mi lado, su movimiento perturba mi sueño, espero con molestia a que termine de acomodarse ¿tiene que moverse tanto? Me lleno de impaciencia cuando veo a través de mis ojos el reflejo de una luz. Vuelve a voltearse inquieta.

-¿Te puedo pedir un favor?-escucho que me dice. Me volteo a verla tratando de controlar un poco mi molestia.

-¿Qué pasa?-exclamo de mala gana mientras me doy vuelta; su rostro esta a contraluz de la lámpara a su espalda, con su cabeza aun sobre la almohada y el cabello suelto, me mira fijamente-¿Qué necesitas?-pregunto con mas amabilidad, parece dudar, baja la mirada con un gesto de vergüenza.

-¿puedes?... ¿me puedes abrazar?-me pide casi en un susurro-es que tengo algo de frio-se excusa viendo la sorpresa en mi rostro. Consternado no sé qué decirle, varios años durmiendo en la misma cama y me quedo de una pieza porque me pide que la abrace mientras duerme, después de haber dormido tantas noches con ella entre mis brazos, desnuda, pegado a ella, sintiendo el calorcito de su cuerpo y las bonitas protuberancias de su esbelta figura contra mí, su olor, su respiración suave. Sus ojos expectantes, suplicantes me miran mientras mi reacción hace que el rubor suba a sus mejillas-pues, si quieres-me dice intentando relajar la situación.

-¿Para qué te pones entonces una pijama de short si ves que está haciendo frio?-atino a decirle al fin.

-Me puse medias-se excusa con un gesto infantil que hace que se me estremezca el corazón.

-Pues ya ves no te sirvió mucho-le reclamo-te debiste poner una pijama que te cubriera mas-su mirada se llena de desconsuelo y yo me siento terriblemente mal.

-Si tienes razón-reconoce con tristeza mientras se para de la cama-ya me voy a cambiar-se levanta recogiéndose el cabello y se dirige al closet mientras yo observo lo bonito que se ve su cuerpo desde atrás, su cuello largo y la bonita curvatura de su espalda donde tiene esos dos lindos huequitos justo encima de sus nalgas paraditas; la imagen de mis dedos en esos dos hoyuelos sensuales donde me gustaba poner mis pulgares mientras… la agarraba por la cintura y la movía a mi antojo sobre mi virilidad vino de inmediato a mi mente, ¡dios hacia cuanto no le hacía el amor!. Me siento como un canalla, ¿en qué momento nos habíamos alejado tanto? Llevo meses sin tocarla y ella me pide un abrazo y yo actúo como un completo imbécil.

Me levanto de la cama y me dirijo al armario, abro la puerta y veo que busca algo en uno de los cajones, se ha quitado las medias y la parte superior de su pijama, desde mi posición puedo entrever un poco uno de sus senos, pequeños y extremadamente sensibles, tanto así que me divertía jugar a endurecer sus pezones tan solo con susurros a su oído. Me acerco a ella decididamente y la abrazo con fuerza por la espalda, suelta un pequeño grito de espanto al sentirme y ante la sorpresa su primera reacción es liberarse.

-Perdóname, soy un imbécil-le digo al oído mientras la aprieto mas contra mí, con una de mis manos sobre su vientre y la otra que se mete en la parte interior de sus muslos con una caricia en vaivén que sube justo antes de donde se sitúa la fuente que mana sus deseos. Suelta un suspiro al sentir como la beso en la parte baja de su cuello justo donde comienza su espalda; sigo besando y mordiendo su cuello mientras mi mano se apodera de uno de sus pechos apretándolo y jugando con sus pezones ya despiertos por las caricias; su respiración aumenta mientras siento como pega más sus caderas a mi cuerpo y comienza a moverlas en un suave balanceo que me indica que empieza a despertar su instinto. Pellizco uno de sus pezones y suelta un quejidito de placer, una de sus manos se posa sobre la que tengo en su pierna y la va guiando hasta que siente que toca su intimidad,  suspira, su otra mano mientras se dirige hacia atrás en búsqueda de mi ya despierto miembro pero se detiene sobre mis nalgas y me aprieta contra ella para sentirme más entre las suyas, ahora el que suspira soy yo restregándome contra su linda colita. Mi mano sigue frotando su sexo por encima del pantalón de la pijama y siento como la humedad se va colando y atraviesa las bragas hasta casi sentirlo en mis dedos ¡que calentita esta!

-Humm…Ya no tengo tanto frio-susurra y su voz delata una sonrisa sobre sus labios. “Su boquita…quiero comérmela a besos” pienso mientras detengo mis caricias y le doy vuelta. Reacia reanuda el contacto pegando su cuerpo al mío, rodea mi cuello con sus brazos y se queda mirándome fijamente. Miro detenidamente su carita, el rubor en las mejillas, las cejas arqueadas en ángulo que le dan un toque de maldad a su mirada, mi “diablilla”, sonrío, ojos grandes “cafés semivetiados” en los que solía perderme, y nuevamente me pierdo en ellos; hago un esfuerzo sobrehumano para salir de sus ojitos y ocuparme de otro lugar de su rostro que merece igual atención: sus labios; los tiene entreabiertos, señal de que están hambrientos, pidiendo atención a gritos, un mordisquito tal vez, son tan acolchaditos; a los lados de su boca tiene los surcos que se le marcan al sonreír, “son las arrugas más hermosas que he visto en mi vida” pienso con ternura. Se viene a mi el recuerdo de su yo adolescente, siempre con una sonrisa en el rostro que lograba contagiar a cualquiera, reía por todo y por nada con una risa tonta “de brujita”, un jijiji travieso que lograba teñir sus mejillas de un rosa profundo; “ya casi no sonríe” pienso con tristeza, su sonrisa abierta y espontanea ha sido sustituida por una seriedad tosca y fría que en su cara se ve más como una mueca; probablemente yo tengo mucho que ver con esa transformación, enloquecido por esa sonrisa no había descansado hasta hacerme dueño absoluto de ella y al tenerla la había guardado hasta hacerla desaparecer de su rostro.

Me abraza impaciente sacándome de mis cavilaciones, y acerca su rostro hasta tocar su nariz con la mía, siento su aliento lleno de deseo y una sonrisa pícara se dibuja en sus labios, señal de que le gusta lo que está por venir, a mi también. Acerco mi boca a la suya y apenas rozo sus labios, intenta acercarse pero me alejo un poco.

-¿Ah, ya no tienes frio?-pregunto con suavidad, niega con la cabeza manteniendo su boca cerca a la mía, juega con mis labios intentando provocarme para que la bese, sonrío mientras intento resistir. Rodeando mas mi cuello con sus brazos acaricia mi cabello en un vaivén caótico, pasa sus manos por mi cuello, mis orejas, mientras sus labios se dedican a seducir los míos, me encantan sus caricias y me cuesta aguantar los ataques de su boca. Se aprieta contra mi cuerpo y los dos soltamos un leve quejido, siente la dureza de mi miembro mal ocultada bajo el pantalón de la pijama, se balancea restregándose contra mí y me muerde los labios con deseo. No aguanto más aprieto sus labios contra los míos en un suspiro y busco la humedad de su boca, mi lengua entra juguetona hasta encontrar la suya que la recibe con gusto, se tocan, se enredan, ella la atrapa con sus dientes mientras succiona, ¡Dios! Un escalofrió me recorre entero. Es un beso ávido, cargado de deseo, de necesidad, ¿Cómo no me había dado cuenta de cuánto necesitaba sentirla?.

Nuestros cuerpos se mueven al compas de nuestras bocas, su espalda se va arqueando mientras yo sigo atacando sin piedad su boca, ¡quiero comérmela! Literalmente. Sube un poco su rostro y guía el mío hacia su cuello, comienzo a besárselo y mordérselo mientras mis manos bajan por su espalda hasta su cola y con ambas manos la aprieto contra mi virilidad, escucho como gime con gusto y una de sus piernas sube sobre mi cadera instintivamente, el roce es ahora enloquecedor. Aprovecho la postura y subo su otra pierna sobre mi cintura, me rodea con ganas y siento el calor de su sexo sobre el mío ¡está ardiendo! Su cadera se mueve restregándose una y otra vez contra mí y siento que su calor me quema. Estoy perdido de deseo, estoy a mil y su roce comienza a serme doloroso.

-¡Linda!...-exclamo con dificultad, se acerca a mi rostro y puedo observar el gesto de placer que se dibuja en él ¡¡¡Carajo que hermosa es!!! La beso sonriente y ella me devuelve la sonrisa-necesito…liberarme-le digo señalando con mi mirada hacia abajo, sonríe y entendiendo lo que le digo se “baja” de mi, comienza a besarme por el cuello mientras sus manos acarician mi pecho y mi abdomen desnudo,  besa mi torso y sigue descendiendo estremeciéndome a su paso con su lengua, llega al elástico de mi pijama y pasa la lengua por el haciéndome vibrar, toma el pantalón por los lados y juntos con mi bóxer comienza a bajarlo con una lentitud casi exasperante. Estoy terriblemente sensible y siento el roce de la ropa deslizándose sobre mi miembro, poco  a poco este se va asomando enhiesto, desafiante, casi puedo sentir el frio que contrasta con el calor interior que desprendo; lo observa sonriente y lentamente con una de sus uñas lo recorre suavemente, la piel se me eriza, es como una dulce tortura, se ríe como quien acaba de hacer una travesura y siento como el corazón se estremece.

Por fin lo toma entre sus manos y lo acaricia con devoción, acerca su rostro y siento su aliento húmedo, apenas pasa la lengua sobre la punta suelto un suspiro. Lo lame con glotonería sin dejar un solo trozo de piel sin sentir el calor de su lengua, sus manos mientras se ocupaban de acariciar mis testículos; suspiro con gusto cuando siento que lo va metiendo en su boca, comienza a chuparlo, haciendo un movimiento de succión cuando lo va sacando de su boca que me hace sentir en el cielo, lo frota contra su paladar produciéndome sensaciones muy fuertes, ¡Bandida sí que sabe cómo hacerlo! Sigue concentrada lamiendo, sorbiendo, chupando, una de sus manos se ocupa de mis testículos mientras con la otra acompaña los movimientos de su boca sobre mi miembro. Desciende después con la mano más cercana hacia el perineo y comienza un masaje con uno de sus nudillos que me hace sentir en la gloria, su lengua juega con el prepucio de mi pene y el vaivén de su otra mano se vuelve frenético, mis caderas se mueven solas, la sequia hace su efecto y siento un corrientazo por mi espina dorsal antesala de la corrida que se me viene, no hago mucha resistencia y sin avisarle me vacio en su boquita dando fuertes espasmos; sigue chupando golosa y unas góticas de semen se resbalan por la comisura de sus labios, no sé muy bien si nunca ha sido muy buena para tragarlo todo de una vez o lo hace a propósito para ponerle más morbo a la situación, el hecho es de que me pone a mil ver ese hilo de mi deslizarse sobre su mentón, sonríe traviesa algo agitada.

Suspiro satisfecho y bajo un poco hasta donde esta ella arrodillada, la tomo por los hombros y le doy un beso afectuoso en la frente.

-Gracias linda, necesitaba descargar la tensión. Eres una dulzura-subo mis pantalones dando todo por terminado. Me mira confusa y desconcertada, desconsolada me toma por uno de mis brazos cuando me doy vuelta dispuesto a irme, volteo a verla y la imagen que obtengo hace que mi sexo brinque. Esta sentada sobre el suelo, sus mejillas teñidas de un rosa profundo, su cabello alborotado, sobre su mentón aun el rastro de mi corrida, su pechos al aire suben y bajan al ritmo de su respiración agitada con sus pezones apuntando al cielo señal de lo excitada que esta, su cuerpo apenas cubierto por un minúsculo short que deja a la vista sus preciosas piernas que algo separadas dejan entrever su sexo, y sobre la tela de la única pieza de su pijama, allí donde manan todos sus deseos, se alcanza a observar una mancha de humedad producto de lo caliente que se encuentra ; trago saliva-flaca mañana tenemos que madrugar-le digo a modo de excusa, la turbación de su mirada se hace mayor y me suelta la mano sin decir nada.

Salgo algo inquieto del vestidor y una vez en el cuarto me situó al lado de la puerta para poder ver su reacción. Observo enternecido como sus ojitos intentan llenársele de lagrimas y como intenta aguantarlas con coraje , su mirada se va hacia el suelo, su respiración sigue siendo agitada, cubre con sus manos sus pechos en un gesto que más se asimila a un “auto abrazo” trata de darse fuerzas, suelta un suspiro lleno de tristeza y se pone de pie con dificultad, veo como algunas lagrimas rebeldes se escapan de sus ojos y como las retira de inmediato molesta, se pone de espaldas de nuevo retomando la actividad que ya antes había interrumpido. Ya basta de torturas.

-Tonta ¿creías que te iba a dejar así?-me aprieto a ella con fuerza haciendo que nuestros cuerpos cierren el cajón quedando pegados al armario. Se revuelve intentando liberarse pero sigue aprisionada entre mi cuerpo y el closet.

-¡No!-exclama molesta mientras trata de soltarse de mi abrazo

-¿No?-le pregunto apretándome más contra ella y haciéndole notar la erección que no ha disminuido ni un poco en mí

-No-responde con menos fuerza en su voz

-¿No qué?-insisto restregándome contra ella, suelta un quejido gutural.

-No…no me sueltes-susurra en un hilo de voz. En verdad está ardiendo, levanta la cola para sentirme más, comienzo a moverme como si la estuviera penetrando y gime como si fuera tal. Me separo un poco de ella y levanta más aun sus nalgas ofreciéndomelas sin reparo ¡que vista! La volteo y la pongo contra el armario, su carita es de deseo total.

-Siéntate-le ordeno y ella se deja deslizar hasta tocar el suelo, me arrodillo algo lejos para deleitarme un poco con la vista y ella entendiéndome abre sus piernas hacia los lados, se muerde los labios y pasa sus manos por su pechos invitándome a tocarla-¿enserio creías que iba a perder el privilegio de disfrutarte toda?-comienzo a decirle mientras tomo una de sus piernas y acaricio sus pantorrillas, suspira y se queja ansiosa, beso sus pies y gime con gusto; voy besándola hasta llegar a sus muslos donde siento como su olor de mujer comienza a embriagarme. Sus manos están sobre mi cabeza, acariciando mi cabello, con impaciencia trata de guiarme hacia su entrepierna, me resisto un poco; llego por fin a mi objetivo y recorro su sexo, por encima del short, con mi nariz haciendo apenas una leve presión, inquieta hunde mi rostro sobre su intimidad mientras siento como me envuelve ese olor de deseo que desprende voy acariciando y apretando sus nalgas, levanta su cadera del piso para facilitar mi labor, aprovecho y me deshago de las únicas prendas que me separan de su desnudes.

Ahora la tengo desnuda y a mi merced, aun sentada abre las piernas sin decoro para mostrarme la belleza de su intimidad, roja de excitación y brillante por el flujo que emana es como un banquete para mí. Me hundo entre sus piernas y se arquea al sentir como paso la lengua por toda su rajita; beso, lamo, chupo, me bebo cada gota que me brinda su placer, comienzo a jugar con un dedo en su intimidad y sus gemidos se transforman en jadeos; dejo de besarla y la miro, apurada trata de hacer que vuelva a lo que hacía.

-¿Quieres que siga?-le pregunto coqueto mientras mi dedo sigue penetrándola, asiente mordiéndose los labios-no escuché.

-Sigue…-su voz es un susurro

-Pídemelo linda ¿Qué quieres que haga?-añado otro de mis dedos a mi labor y suelta un jadeo

-Humm… cómeme enteraaa…-sonrió para continuar con mi labor, sus piernas tiemblan y los músculos de su pelvis comienzan a contraerse y relajarse, arquea su espalda y suelta un quejido largo, sus piernas se revuelven sobre el suelo intentando cerrarse mientras siento en mi boca la humedad que delata el orgasmo que acaba de tener. Respira agitada acariciando mi cabello mientras le doy pequeños y tiernos besos a su vagina; comienzo a subir por su abdomen haciendo un camino de dulces besitos hasta su boca que me recibe con gusto. Nos besamos durante un buen rato, sin prisas, tan solo disfrutando y saboreando lo exquisito de nuestros besos.

Sus manos comienzan a bajar por mi espalda suavemente hasta mis glúteos, toma el pantalón de mi pijama, mis bóxer y comienza a deshacerse de ellos. Desnudos ahora los dos los besos van tomando mayor profundidad mientras su cuerpo se mueve buscando juntarse con el mío, me rodea con las piernas y yo tomándola por las nalgas la recuesto sobre el suelo, se queja un poco al sentir el frío del piso, pero sonríe en medio del beso al sentir el peso de mi cuerpo sobre el suyo.

Me abraza con manos y piernas, y yo le aprieto contra mí con un jadeo. Comienzo a dar caderazos suaves buscando que mi pene encuentre el camino que el mismo calor de su interior me va mostrando. Le encuentro al fin y entro con firmeza resbalándome en sus abundantes flujos, suelta un gemido largo mientras su espalda se arquea de físico placer, me dejo ir hasta el fondo complacido. La siento temblar debajo de mi cuerpo aferrándose a mí como si le fuera la vida en ello.

-Te extrañaba mucho-susurro a su oído mientras comienzo a bombear lentamente, me responde con gemidos que hacen las delicias de mi cabeza. ¡Me fascina como lo hace! Me enloquece la idea de su placer, se revuelve inquieta debajo de mí y eso me estimula muchísimo haciéndome aumentar el ritmo. Sus caderas se mueven conmigo y su concierto de placer se hace más audible-¿Te gusta?

-Me encanta-Me dice en un hilo de voz. Sé muy bien que es una pregunta tonta, pero me fascina la manera como lo dice. Recorro su figura con mis manos, hasta sus nalgas que aprieto y masajeo con deleite sin dejar de moverme dentro de ella. Es una delicia sentirla, su calor, su humedad, su delicioso cuerpo, tiene uno que ser el hombre más canalla del mundo como para prescindir voluntariamente de algo así, tiene uno que ser retrasado mental como yo para tenerla al lado y no disfrutarla, es una exquisitez andante todo su ser.

-Tú me encantas-le digo jadeando. Aumento el ritmo que llevo y casi grita de placer, se mueve inquieta y cierra con más fuerza sus piernas alrededor de mi cadera. Sus uñas se clavan en mi espalda y me deleito al saberla cerca del orgasmo. Convulsiona con fuerza debajo de mí mientras mi miembro se ve atrapado en las ricas contracciones de su pelvis, la fuerza de mis embestidas aumenta de forma incontrolable llevándonos a los dos a la locura. Me levanto un poco para poder mirar sus rostro y me doy cuenta que de sus ojos cerrados brotan algunas lágrimas, me conmociono pero mi venida es inminente y la fuerza del placer me obliga a cerrar los ojos desentendiéndome por un momento de todo lo que no sea ella y las sensaciones que me provoca su ser. Me derramo en su cuerpo con ganas, empujando con fuerza con la idea imposible de llegar más adentro de lo que ya estoy, jadeando sin poderlo evitar y extasiándome en la idea de saber que mí semen va directo al interior de esa flaca preciosa que hace las delicias de cada parte de mí.

Los oídos me zumban y casi me siento un poco mareado, trato de que llegue un algo de aire a mis pulmones, me relajo un poco sobre ella buscando no recostar del todo mi peso en su cuerpo. Me devuelve a la realidad sentirla moverse debajo de mí. Me incorporo algo para dedicarle ahora toda mi atención. Una de mis manos se va hacía una de sus mejillas limpiando una lagrima que yace rebelde sobre ella, abre sus ojos al sentir el contacto y se encuentran con los míos.

-¿Estás bien?-pregunto preocupado. Como respuesta me sonríe acercándose para darme un tierno beso en los labios, asiente sin quitar la sonrisa de su rostro. Le sonrío de vuelta aunque no quedo muy convencido-¿Estaba haciéndote daño?-niega con la cabeza, sin dejar de sonreír-Entonces ¿Por qué llorabas?-Baja el rostro, huyendo a mis ojos; la tomo por la barbilla obligándola a sostenerme la mirada-¿Qué es lo que pasa linda? Dime-Sus manos se van hacia mi cara acariciándome con deleite.

-No sé, solo me gusta demasiado todo lo que me haces-me dice poniendo sus dedos sobre mis labios, los beso al sentirlos cerca de mi boca-Supongo que, a veces, de placer también se llora-me acerco y la beso con toda la adoración de la que soy capaz, mientras siento como mi pene flácido comienza a resbalarse de su interior. Mientras pienso que detalles tontos como ese son los que hacen que el corazón brinque y le recuerde a uno que hace compartiendo su vida al lado de alguien.

-Hace frío ¿no crees?-le digo acariciando su cintura con delicadeza, me regala una de sus risas traviesas-Mal clima para hacer el amor en el piso ¿Vamos para la cama?-asiente y tomándola entre mis brazos la ayudo a levantarse del suelo. Estando de pie la beso con una suavidad pasmosa hasta que sus labios me exigen más cadencia en el beso. Me separo sin quererlo y tomándola de la mano camino hasta la cama apagando la luz del armario. Apartando las cobijas me acuesto en ella y le hago un “hueco” a mi lado que ocupa sin hacerse de rogar. Se acuesta de frente a mí y se queda mirándome, dejo que pase el tiempo sencillamente observándonos; en silencio me deleito contemplándola un buen rato hasta que, retirando un mechón de su cabello, beso su frente.

-¿Voy y me pongo una pijama que me cubra o vas a abrazarme por fin?-me dice entre reclamo y chanza, sonrío levemente antes de acercarla a mí y acunarla sobre mi pecho enredando mis piernas con las suyas. Suspira y decido no ponerme a pensar por qué, sencillamente alargo un poco mi brazo y apago la luz de la lámpara que permanecía encendida-en verdad necesitaba sentirte de nuevo-me dice antes de acomodarse mejor y dormirse.

Un olor de sexo mezclado con su dulzón olor natural inunda mi nariz, una sensación de relajación invade mi cuerpo, aunque mi cabeza no goce de la misma tranquilidad, esta noche he recordado de repente cuanto la quiero, me he hecho consciente de cuanto la necesitaba mi cuerpo, pero también ha aparecido ante mis ojos con una evidencia fatal el gran abismo que dejamos, o que quizás deje, que se colara entre los dos. Ahora mi corazón tiene la incertidumbre de no saber si, quizás, ha de ser demasiado tarde para nosotros; porque la indiferencia y la apatía se van disfrazando de costumbre y familiaridad y van erosionando las cosas sin que casi te des cuenta.

Creo que todavía hay mucho por hacer y quizás pueda cruzar de nuevo ese gran barranco que nos está separando para irme a encontrar con la niña de mis ojos. Por lo menos sé que, por ahora, le arranco lágrimas de placer y no de dolor…