Podríamos...Querernos...

11º Parte

CAPÍTULO 30:

*Recuerdos:

Julie vagabundeaba por las calles en aquella silenciosa noche de invierno, con las manos metidas dentro del bolsillo de la sudadera de color negro, se metió a una conocida discoteca.

Dentro el ambiente no estaba nada mal, a sus 15 años con solo su mirada muchas caían a sus brazos, simplemente su sonrisa les llamaba la atención, Andrea ya se lo había advertido, y Pitufo también.

Esas eran sus segundas vacaciones de navidad fuera del internado, con plena libertad de hacer y deshacer a su gusto, le faltaba nada para que pudiera ser “mayor de edad”, pero dentro del orfanato ya sabían que ella solo iba a dormir cuando tenía vacaciones, era una especie de pase VIP.

Solía ir a ese tipo de sitios los sábados por la noche, le pedía a su hermanito que la acompañara pero Pitufo se pasaba los días estudiando sin parar, lo contrario a ella que no le daba tanta importancia a los estudios como él.

Normalmente cuando no podía ir a ver a su familia iba también allí como en este caso igual hace 3 años.

Ya no vivía tan triste como antes de conocer a la que ahora es su familia, pero que doña Vanesa no pudiera conseguir su custodia hizo que volviera a meterse en líos. No fumaba, bebía lo justo, pero conocía a mucha gente.

Ella se llevaban bien con todo el mundo, era tolerante con todo tipo de personas.

-Ron, por favor.-pidió apoyando los brazos en la barra, y escondiendo su cabeza dentro, disminuyendo el alto volumen de la música.

-Cuanto tiempo sin verte por aquí.-le dijo la camarera de unos 19 años.

Julie solo levantó la mirada, dejando la cabeza apoyada en los brazos puestos encima de la barra y le sonrió como saludo.

-Está noche hay una carrera, Sebastián está por aquí.

Julie solo asintió, le sonrió y volvió a refugiarse en su cueva.

Sebastián, un chico que al verla, la tomó como una rival. Él más que ella, ya que ella solo lo hacia en el deporte, pero Sebas desde que llego al orfanato trasladado desde otro sitio, vio como todo el mundo quería a esa chica de ojos azules y pelo oscuro. Era de suponerse que Julie se hiciera amiga suya, así que la rivalidad se quedo en cosas de amigos.

* Cuatro años atrás:

Sebastián tiene tres años más que Julie, y cuando se conocieron ella solo tenía 12. En ese momento de la vida de la morena, las cosas no iban muy bien, su familia había tenido que ir a Italia a cuidar a la abuelita Olimpia como la llamaba ella desde que la conoció y ella misma le pidió que la llamara. Cuando habló con Rubén, él le dijo que se tendría que quedar ese año en un colegio de allí, eso dejó a Julie un poco trastocada, un año sin su familia, y ella allí dentro sin poder hacer nada para ayudar.

Ese sentimiento a los 12 años en Julie, y su carácter hizo que volviera a pasar noches en la calle, a veces metiéndose en líos, pero no como cuando era pequeña que siempre la pillaban, ahora se escabullía y nadie se daba cuenta de sus andanzas, excepto Sebastián, que con 15 años había conseguido un carnet falso para poder conducir motos.

Una noche cuando se estaba fugando, Julie vio a Sebastián en una moto, y la curiosidad hizo que se acercara.

-¿De dónde la has sacado?-le preguntó Julie fascinada por la bella moto que vibraba.

-Sube y te lo enseño.-le dijo Sebastián amigablemente.

-No, gracias.-dijo cortés como siempre Julie.-Tengo cosas que hacer.

-¿Cómo por ejemplo?-le preguntó curioso el chico también moreno, pero de ojos marrones.

No supo que responder, así que cogió el casco y se subió a las moto.

-Saber de donde has sacado esta maravilla.

Sebas se rió.

Aunque solo tuviera 12 años mínimo aparentaba 14, y eso para la vida en la calle era importante.

-Llegamos.-dijo él bajando de la fiera de dos ruedas.

-¿Conseguiste esto en una fiesta?-preguntó al ver bailar a la gente de allí, con botellas y vasos, con motos de todas las cilindradas, coches preparados para correr y diferentes cosas que no parecían muy legales.

-Mas o menos.-respondió.

El chico comenzó a andar hacia un grupo de gente bastante mayor , desde los 17 a los 23, o eso pensó Julie al verlos.

-Enano, me alegro de verte, hoy vamos a apostar por ti ¡eh! Tienes que ganar, sino ya sabes, tu pagas las próximas 10 rondas.-dijo riendo uno de ellos que aparentaba unos 20 años, tenía en la mano un botella.- ¿Has traído a una amiga?- preguntó.

-Sí.-dijo sonriente Sebastián.

-Encantado de conocerte, bonitos ojos.-saludo educadamente.- Soy Fer.

-Encantada, Julie.-dijo presentándose la morena.

Las presentaciones empezaron por parte del grupo de hombres, y por extraño que pareciese no eran tan grotescos como los describían.

De un momento a otro todo el mundo empezó a gritar y gritar nombres, entre ellos el de Sebastián.

-Quédate por aquí, y mira como se hace.-le dijo Sebas a Julie que solo asintió y se sentó junto a Fer.

La carrera iba a comenzar y los pilotos se prepararon como en las películas, esperaron a que la chica que sostenía la bandera la bajara y ahí empezaría la acción.

1, 2, 3...

Los motores resonaron en aquel polígono abandonado.

-¡¡¡Vamos Sebas!!!-saltó Fer de su improvisado asiento en un saliente.

Todos los del grupo empezaron a chillar su nombre, y las motos a unos bastantes metros más allá giraron. Fer se volvió a sentar y miró lo concentrada que estaba la peque, como la comenzaron a llamar, en la carrera.

-Cuando puedas competirás.-le dijo sonriente.

Julie rió y negó con la cabeza.

-Suena ilegal, porque lo es-dijo riendo Fer.-pero aquí sabemos a quien metemos, si alguien pierde no pasa nada, solo es diversión, en otros sitios si que es más peligroso, pero va por equipos, y te ganas un buen pellizco si tu corredor gana.

Eso pico aún más la curiosidad y admiración de la “peque”.

- ¿Julie?-preguntó una voz masculina a su espalda.

La morena dejó sus recuerdos a parte y giró la cabeza para ver a su lado a Sebastián.

-¿Qué tal?-le preguntó sonriendo.

-Muy bien, gracias por preguntar ¿y tú?

-No me quejó

-He oído que estás en un internado.

-Sep.-dijo bebiendo de la copa.

-¿Y eso?-preguntó pidiendo el también un ron en rocas.

-Bueno, ya sabes, cuando volvió mi familia, vieron por donde iba y mi madre consiguió que me metieran allí con mis notas. Y eso, ahí estoy, tengo libertad completa, además que pronto seré “mayor de edad”-explicó la morena haciendo las comillas con los dedos.

-Pf... cierto, yo... ya sabes que lo siento...-se disculpó como cada vez que la veía.

-Ey!-dijo riendo la morena.-No eres culpable de nada, ten en cuenta esto, cada uno toma las decisiones que quiere, tu no me obligaste, solo me lo mostraste, fue cosa mía, yo tomé la decisión. Y lo pasé genial, no me arrepiento, pero creo que si me preguntaran si lo repetiría me lo pensaría.-terminó de decir Julie sonriendo.

-Me ayudaste...-dijo arrepentido aquel chico de casi 20 años.

-Una carrera más una carrera menos...-dijo Julie levantando los hombros.

-Ya...Pero aún así eras muy pequeña para estar ahí metida...

-Ya te lo he dicho, fue cosa mía y sí, era y soy una peque.-recordó riendo.

Ambos rieron como amigos, camaradas mejor dicho.

Julie pasó la noche recordando, Sebastián se fue y se despidió con un abrazo fuerte de su amiga.

La morena repasó paso a paso todas las cosas que pasaron en aquel año y medio, se metió en muchos problemas, tenía que reconocerlo.

Recuerda como si fuera ayer el momento exacto en el Pitufo se entero, y corriendo como cuando eran pequeños se chivo, solo tenía 13, bueno casi 14, y un mes antes de fuera su cumpleaños, Vanesa la metió a aquel internado, donde conoció a la su mayor pesadilla, una pesadilla rubia, a la que querría como a otra hermana y protegería ante cualquiera... Ante cualquiera... Esa, esa es otra historia.

-Hasta luego, y gracias.-dijo despidiéndose Julie de la camarera, que le guiño un ojo.

Salió de aquella discoteca y camino hacia el orfanato, pronto acabarían las navidades, y volvería a el internado.

CAPÍTULO 31:

El único chico de todo el grupo se sentía indignado.

-¡No es justo!-gritó como un niño pequeño Pitufo, que se negaba a ir solo de compras.

-Ya te lo he dicho yo te acompañaría pero no me dejan...-dijo susurrando Julie, que estaba siendo observada por las tres mujeres más mandonas del mundo.

-Yo también lo siento, pero ya ves a mi tampoco me dejan...-susurro también Paulina.

-¡No es justo!-gritó otra vez molesto.

-¡¡Oooog!! Que pesado eres.-dijo Andrea apoyado por Nerea y Carolina.

-Chicas y si dejáis que vayamos con él..-pidió cerrando los ojos Julie esperando un grito o un golpe, siendo imitada por Paulina, que también esperaba que le pegaron a chillaran a su pobre capitana.

-¿¡Sabéis que?!-gritaron las tres- ¡ADIÓS!

Comenzaron a caminar con paso enfadado las tres mujeres más hermosas para aquellas dos idiotas y aquel idiota que las veían alejarse mientras hablaban.

-¿Dónde vamos?-pregunto complacido Pitufo, que se llevo las miradas (¬¬) de la pelirroja y morena.

-Después van a estar enfadadas...-dijo triste Paulina.

-Tiene razón...-se sumo a la tristeza Julie.

-Eh venga, fuera esas caras, les compramos algo bonito y punto.

-Eso no siempre lo soluciona todo...Creo que por eso eres hombre...-comentó Paulina haciendo reír a Julie que levanto el puño y choco con ella por su rápida broma.

-Mira como me rió. Espero que no os hayáis quedado para insultarme porque sino podéis ir a buscarlas.

-Era una broma, Pitufo, bastante buena y acertada...-dijo Julie sacando su risa y la de Paulina otra vez.

-Iros a pasear-dijo enfadado también, caminando hacia una de las tantas tiendas del centro comercial.

-Será mejor que le seguimos.-dijo la morena.-Oye ¿cómo es eso de qué estáis “casi” saliendo?-pregunto curiosa Julie.

-Si lo supiera, te lo diría, ayer me dijo que yo se lo tenía que pedir...-suspiró.-y no sé como hacerlo... Quiero que sea especial, único... y todavía no se me ha ocurrido nada.

-Te entiendo...-comprendió Julie, encontrándose casi en la misma situación.

-¿Y tú como vas con Carol?-preguntó sonriendo con sorna la pelirroja.

Julie se sonrojo.

-La capitana sonrojada-rió Paulina mientras miraba algo que ponerse esa noche.

-Anoche la besé por primera vez... Fue... indescriptible...-suspiró.

-Te entiendo...-comprendió la pelirroja.

-Se lo quiero pedir, pero al igual que no tu no sé cómo, ni dónde, ni cuándo, además no sé qué soy para ella exactamente.

-Yo tampoco sé qué soy para ella...

-Es como un sueño...-dijeron las dos a la vez.

Se miraron y se rieron.

-Creo que nos han enamorado...-dijo Julie

-Eso creo...

-¿Qué tal esto?-dijo Pitufo con una camisa negra en la mano, y un chaleco como de esmoquin en la otra.

-Bien supongo.-le respondió Paulina, que no sabía que ponerse.-¿No vas a mirar nada?-le preguntó a la morena.

-Si te digo la verdad, me voy a poner unos vaqueros, mis zapatillas, y una camiseta de Bob Esponja.-admitió riendo Julie, pegándole la risa a su compañera de equipo.

-Y serás capaz.

-Claro que lo soy, no me gustan los vestidos, y menos aún las faldas.

-Pf... A mí tampoco...Creo me voy a poner esto...-dijo cogiendo una chaqueta americana negra.

-Me gusta, yo me la pondría.-reconoció Julie.

-Tengo una idea.-dijo sonriente la pelirroja.-Pitu...¡¡Rubén!!

Los dos hermanos escucharon con atención la idea de Paulina, que por un momento pensó que esta sería su oportunidad, pero desecho la idea porque le parecía demasiado clásico.

-Es muy bueno...-comentó asintiendo Pitufo.

Julie asintió también, y Paulina les acompañó pareciendo los tres besugos en medio de la tienda.


Bueno, siento el retraso, y espero que os siga gustando la historia. En la próxima parte, habrá ideas provenientes una fan a la que espero que le llegue la inspiración para ayudarme con mi atasco metal con el relato. Y bueno, repito lo de antes, siento el retraso, he estado ocupada, mi vida últimamente es bastante estresate, y llevaba casi dos semanas sin disfrutar del placer de levantarse y pensar en deseyunar, pero ¡No! es la hora de comer...