Podríamos...querernos...
10º Parte
PODRÍAMOS...QUERERNOS...:
CAPÍTULO 25:
Después de la pequeña discusión de Pitufo y Nerea, se reconciliaron. Un abrazo de oso y un mordisco en el cuello lo arregla todo.
Caminaron abrazados al salón donde se llevaron un grata sorpresa al ver a la castaña casi completamente tumbada encima de Julie, mientras que ella la abrazaba y besaba su cabeza desde arriba.
Disimuladamente para que no se asustaran, empezaron a hablar mientras andaban despreocupadamente hacia ellas.
Julie sonrió al ver como Carolina no tenía ninguna intención de moverse de su cómodo lugar.
-Ya he pedido la comida.-le informo Carolina a Nerea.
-Perfecto.-sonrió de vuelta, tumbándose más o menos como estaba Carolina, encima Pitufo que ya había acaparado el otro sofá.
-¿Y nosotros que vamos a comer?-preguntó Pitufo, mirando a Julie.
La morena no respondió sino que con una mirada cómplice le explicó lo que harían a su medio-hermano, que al entenderlo sonrió con malicia.
Sin darle demasiada importancia a esa mirada, Nerea y Carolina siguieron mirando la televisión que habían encendido para entretenerse un rato.
-¿Y Pau y Andy?-preguntó con el ceño fruncido Julie, que había notado la falta de críticas hacia las actrices de la película que estaban viendo, por parte de la rubia.
-Estarán dándose cariño.-dijo Carolina riendo, picando a Andrea, como ella había hecho por la mañana.
Pitufo inconscientemente se puso rojo como un tomate al recordar lo sucedido.
Menos mal el timbre sonó, y como un rayo, salió corriendo Nerea a por su querida comida china.
-Mmmm...-dijo simulando un gemido, al oler la comida de la que salía vapor, desprendiendo un gran aroma.
-Mmmm...-repitió Carolina, haciendo que por la espalda de Julie pasara una corriente de electricidad, al igual que hacia menos de 20 segundos le había pasado a Pitufo.
Las dos chicas, comían golosamente y felices sus respectivos pedidos, pero gracias a la deliciosa distracción, Pitufo se había levantado junto a Julie para ir a la cocina.
Ambos se guardaron un tenedor en los bolsillos, y como mentalistas se leyeron el pensamiento para “sin querer” dejar caer el bolso de Nerea, que desde que entró por primera vez en el departamento cogió la manía de dejarlo en la mesa de la cocina.
-Oh, Dios...-dijo Julie, haciéndose la culpable del desastre.
-Os mato...!-dijo Nerea, dejando su plato encima de la mesa de cristal en el centro del espacioso salón, que tenía enfrente la televisión, luego dos sofás también anchos, y dos pufs a los lados.
Carolina movida supongo que por la curiosidad del futuro asesinato también se levantó, y cuando las dos llegaron a la cocina, las carcajadas de los otros dos se escucharon cerca de sus oídos ya que empujándolas un poco salieron corriendo para remplazar sus asientos, coger sus platos, apoyar los pies en la mesa, y comer.
-No puede ser...-dijo Carolina riéndose por el plan de esos dos.
-Ahora si que los mato...-dijo sonriendo, pero enfadada Nerea, que recogía su monedero y pañuelos, tirados en el suelo por la caída del bolso abierto.
Ambas caminaron sonriendo con maldad hacia las espaldas de la “graciosita” (Julie) y el “graciosito” (Pitufo), como le comentó Nerea a la castaña mientras salían de la cocina. Y como ellas también habían acordado, “sin querer” dejaron caer sus manos hacia delante con fuerza, para que fuera a dar en la nuca de los “graciositos”.
-Jope... Pero sin agresividad...!-dijo quejándose con descaro Julie.
-Eso, eso...-cooperó Pitufo.- Os podemos denunciar por maltrato de animalitos preciosos en peligro de extinción...
El comentario soltó las risas de los cuatro, y con un beso (en los labios), los “graciositos” pidieron perdón a las “victimas”.
Sin embargo, ese beso a parte de ser reconciliador fue el detonante para que la pareja de las dos chicas sonrieran tontamente todo el resto de la noche, aunque para besarla, la morena le tuvo que pedir permiso con una sonrisa de lado, y mirada de perrito, a la castaña que accedió acercándose felizmente.
CAPÍTULO 26:
La noche acabó con “la desaparición repentina de Paulina y Andrea”, como lo denominó Julie. Una comida compartida por la melosas parejas que se daban de comer entre ellas (cada uno/una con su pareja) y un tierno e inseparable abrazó por parte de las desaparecidas.
La repartición de camas restantes fue fácil, aunque complicada. Estaba claro que Pitufo y Nerea dormirían juntos, la cuestión era dónde, ya que Julie no pretendía tener la cara de dura de dormir con Carolina, claro que las dos internamente lo deseaban. Entonces entre la batalla moral de Julie, de que sus amigos acabaran durmiendo en su habitación juntos, mientras ella se iba a dormir al sofá junto la castaña o dormir en el colchón inflable, sus amigos en el sofá y Carolina en su habitación, estaba Pitufo desesperado.
-Ya está bien!-gritó Pitufo, cansado, intentando no bostezar.-Tú y tú.-dijo señalando a la castaña y a la morena.-Vais a dormir juntas en tú habitación.-sentenció mirando a Julie.- Y tú, amor, te vienes conmigo al sofá.
Cogiendo a su pobre novia de la mano, los dos medio zombies cayeron rendidos en el sofá-cama que habían abierto antes.
-Eeeh...-balbuceó Julie.-Cojo mi pijama y voy a buscar el colchón ¿vale?-le preguntó medio sonriendo con vergüenza a Carolina.
-Ah...-dijo un poco decepcionada la castaña, viendo como Julie abría un armario para coger un pantalón corto hasta las rodillas y una camiseta de Linterna Verde.
-Hasta mañana.-dijo ya con el colchón desinflado debajo del brazo acompañado por el pijama.
-Julie...-dijo la castaña llamando la atención de la morena que estaba a punto de salir por el umbral de la puerta.
-Dígame señorita.-se giró para ver a su musa.
De repente la morena sintió unos labios encima de los suyos, el movimiento suave que hacían rozándose. Labio con labio. Se besaron despacio, con los ojos cerrados, sintiendo el aire de sus pausadas respiraciones que les hacia unas pequeñas cosquillas.
Al igual que se juntaron, se separaron poco a poco quedándose con las frentes juntas.
-Dime...-repitió Julie.
Los ojos verdes de la castaña se posaron en los de la morena, que miraba las preciosas pestañas decorativas compañeras de los pequeños puntos verde oscuro que se mezclaban con el verde claro de esa mirada.
-Quédate...-pidió bajando la mirada avergonzada por la profundidad con la que era observada por ese cielo de azul oscuro, como cuando la noche está a punto de adueñarse por completo de todo.
La morena miró hacia abajo también, discutiendo si era o no lo correcto con su conciencia.
Sin aviso una pierna de la castaña fue tomada por las manos de Julie, que seguía mirando hacia abajo, atrayendo lentamente la rodilla de Carolina a la cintura de la morena, para ser bajada otra vez con suavidad, depositando su pie encima del de la morena, que repitió el proceso con la otra pierna.
-¿Qué haces?-preguntó frente a frente la castaña, que miraba confundida sus pies encima de los de Julie.
-Llevarte...-susurro Julie empezando a caminar despacio, agarrando delicadamente la cintura de su musa.
La castaña sonrió, y dejando a la morena sin visión por hacer que cerrara los ojos, la besó, cogiéndose de su cuello. Inevitablemente juntando sus cuerpos. Encontrando la cama con una leve caída que las dejó abrazadas por el resto de la noche.
CAPÍTULO 27:
El día brillaba por sí solo, declarando que el verano había llegado para quedarse. La gente circulaba desentendiéndose los unos de los otros, teniendo como única meta llegar a sus reuniones de trabajo, a la quedada con alguna persona especial, al encuentro de familiares o amigos, de terminar su rutina matinal de ejercicios... Diferentes motivos que creaban la vida de miles de personas, desconocidos entre si, apartando de ellos a las parejas que dormían plácidamente en el último piso de un viejo edificio que a primera vista no parecía gran cosa.
Dichas parejas descansaban abrazadas. Generando envidia a todos los que los pudiera ver y, sí, alguien los vio.
-¡¡Traigo desayuno!!-gritó Vanesa abriendo la puerta del apartamento cogida de la mano, una niña de no más que unos 9, pronto 10 años, miraba buscando a sus hermanos.
Nadie salió corriendo como era costumbre cada vez que llevaba comida a la casa de sus hijos, ni mucho menos recibió esos abrazos de agradecimiento.
-¿Están dormidos?-preguntó Olimpia, una pequeña que aún teniendo el pelo de su madre, compartía el mismo color de ojos que su otra mamá.
-Por lo que veo sí.-respondió también en voz baja Vanesa, que con cuidado fue acercándose a los bultos que estaban en el sofá-cama
Supongo que lo que vino después demostraba porque los dos hermanos eran tan traviesos, les venía de familia.
Madre e hija, de puntillas se acercaron a la improvisada cama donde dormían Pitufo y su novia, abrazados. Se miraron sonrieron, y con un grito los despertaron.
-¡¡¡¡Hermanito!!!!-gritó la pequeña.
-¡¡¡¡Picaron!!!!-gritó la madre del hombre que casi tira de la cama a su novia, pero que con ágiles reflejos consiguió cogerla.
-¡¡¡MAMÁ!!!-devolvió el grito Pitufo gracias al susto.
-¡¡¡SUEGRA!!!-gritó también Nerea asustada por la presencia de la madre de su novio.
Hija y madre reían a carcajadas al ver como los tortolitos se habían casi que caído de la cama, con cara de espanto.
-¿Dónde está mi otra hija? Pitufo -preguntó limpiándose las lágrimas de los ojos a causa de la risa.
-Buenos días mamá, si yo estoy bien, ¿y tú qué tal?-dijo irónico Rubén.
Eso hizo que hasta Nerea se pusiera a reír también.
-Ya vale, casi nos mata del susto...-dijo Pitufo molesto por el mal despertar.
-Hijo, ha sido una broma, tampoco es para tanto.-dijo sonriendo risueña Vanesa, que a su entrada a los 40 hacia poco seguía siendo una mujer de las cuales te parabas a mirar con detenimiento en la calle.
-¿Dónde está Julie?-preguntó haciendo pucheros la Pitufa de la familia.
-En su cuarto, per...-Pitufo lo pensó, y sin decir nada, invitó a su madre a que despertara a su querida hermanita.-Nada, está en su cuarto, durmiendo.-terminó de sonreír con malicia.
Nerea lo había escuchado, pero no tuvo tiempo de detener a su suegra, que ya caminaba hacia la habitación de su hija.
-Eres malo...-le dijo negando con la cabeza Nerea a su malvado novio.
-Mejor, le acabo de ahorrar comederos de cabeza para cuando se la tenga que presentar.-dijo riéndose.
La chica paro de hacer lo que estaba haciendo y miró a su “novio”.
-¿Tanto cuesta presentar a tu novia?-cuestionó entre cerrando los ojos, con los brazos cruzados mirando enfadada a Pitufo.
-¿Eh?...-preguntó nervioso Rubén.-Yo...n...no...he...dicho...e...eso...
-Ya creo que lo has dicho.-dijo Nerea tirándole una almohada a la cara.
CAPÍTULO 28:
-Shh...-le dijo Olimpia a su mamá que sonreía divertida por la travesura anterior y la que harían ahora.
Abrieron la puerta, y entraron a la habitación.
-Oh.-exclamó Vanesa al ver dormida a su hija, mientras en su pecho descansaba una chica de pelo castaño que respiraba tranquilamente.- Olimpia, ven esper...
Demasiado tarde, la pequeña Olimpia se había colado por la sábana, se puso de pie y comenzó a saltar mientras gritaba “¡¡¡DESPIERTA!!!”
-Cinco minutitos más...-pidió Julie, acostumbrada a ser despertada así por su hermanita pequeña.
-¡¡¡Aah!!!-gritó asustada Carolina.
-Tranquila es solo mi alarma personal, llamada Olimpia, más conocida como Pitufa.-dijo con voz adormilada, abrazando más a Carolina. “Esper...” se dijo.-¡¡¡Pitufa!!! ¡¿Qué haces tu aquí?! Prince...Digo Carol, perdón por haberte abrazado yo no...-dijo siendo consciente de lo que acababa de hacer y decir.
-¡Julie!-gritó la pequeña tirándose encima de la morena que se había sentado rápidamente en la cama.
-Pitufa.-dijo riendo, extendiendo sus brazos para recibir aquel efusivo abrazo.
Vanesa, miraba sorprendida, pero con una sonrisa en la cara la escena hasta que decidió intervenir cuando su mirada y la de la castaña se encontraron.
-Buenos días.-dijo apoyada en el marco de la puerta.
-Mamá...-dijo ruborizándose Julie al ver en la mirada de su madre que lo había visto TODO.- Bue...buenos días...-dijo nerviosa.
-¿No me la presentas?-dijo con una ceja levantada y sonrisa picara.
-Es...este... Claro...Ella es mi...nov...compañera de habitación...-inventó recibiendo una mirada de Carolina de “¿Compañera de habitación?”
-Soy Carolina, encantada.-dijo levantándose la castaña, dejando ver el pequeño short que llevaba, junto con una camiseta de Julie que le había cogido “prestada”, aunque no se la pensaba devolver, que conseguía llegarle a la mitad del muslo, disimulando un poco el pequeño pantoloncillo, todo gracias a la manía de la morena de tener ropa el triple de grande que ella, sin contar con que Julie era una talla mayor que Carolina.
Vanesa se acerco, la miró, miró a Julie y con una sonrisa de oreja a oreja les dijo:
-Hacéis buena pareja, me gusta.-el comentario logró sacar un rojo intenso de la mejillas de las dos aludidas, lo que le hizo reírse fuertemente.
Todas salieron de la habitación, Julie con la cabeza agachada como si le hubieran echado una charla por mal comportamiento, y Carolina, sumamente avergonzada.
Como hermano y amiga que son, Rubén y Nerea rieron al ver sus caras, llevándose una mirada por parte de Vanesa que hizo que se callaran “A vosotros también os he visto.” pensó.
-Algo aquí no me cuadra. Falta Andrea, supongo que estará durmiendo en tu cuarto Rubén, así que iré a despertarla, id comiendo, he traído desayuno para todos.-dijo lo último sonriendo, ya que le encantaba cuando toda su familia se reunía e incluso incrementase.
CAPÍTULO 29:
El escándalo de la pequeña Olimpia fuera, había hecho despertar a Paulina, que dejo pasar los gritos al sentir una respiración en el cuello, a parte de un peso muerto encima suya.
Girando el cuello con cuidado descubrió a la rubia, totalmente tumbada encima suya, con la cabeza metida en el cuello de la pelirroja, que al verlo se puso nerviosa.
El corazón se le aceleró de repente, siendo notorio como latía rápido.
-Buenos días amor...-susurró dándole un beso en el cuello Andrea a Paulina.-Respira...-le aconsejó al sentir como su corazón seguía desbocado, y había parado de respirar.
-Auch...-dijo al pellizcarse y notar que le dolía.
-¿Qué haces?-preguntó riéndose al ver aquello.
-¿Eh?-preguntó como si hubiera vuelto de un trance la pelirroja.- Nada, nada...-contestó sonriendo.-Buenos días monstruito.
-¿Me das un besito de buenos días?-preguntó con voz de niña pequeña la rubia, haciendo pucheros.
-Los que quieras...-dijo Paulina.
Un beso; fácil de dar, difícil de describir. Sinceramente pienso que el beso es un beso, dependiendo del sentimiento que tengas hacia la persona a la que se lo das.
En este caso, daban ganas gritar “¡¡¡Vivan las novias!!!”.
Era un beso tierno, profundo, sentimental, amoroso, apasionado, furioso, tranquilo... Era raro, supongo que alguien como yo que solo cuanta la historia no sabe como describirlo, verdaderamente las que sentían eran ellas, entonces... Lo que si puedo decir es que era un beso sin tiempo, no se separaron, ¿en cuánto? ¿El tiempo suficiente como para que Vanesa entrara y sorprendida carraspeara la garganta? Probablemente.
-Buenas días, os esperamos fuera para desayunar. Encantada de conocerte.-salió riendo otra vez, recordando las caras de cada una de las parejas que había sorprendido esa mañana. “Aquí nadie pierde el tiempo” pensó, imaginando como sería si su esposa viera todo aquello, “ahora mismo las estaría chinchando” se respondió.
CAPÍTULO 30:
Al principio había sido incomodo, pero después de la carcajada que soltó Vanesa en medio de la mesa al volver a recordar sus caras de miedo, disipó el ambiente.
-Entonces tú eres Paulina.- dijo cambiando de tema.
-Sí, señora.-respondió con las mejillas rojas.
-¿Eres la novia de Andy?-preguntó curiosa Olimpia, lo que hizo que la nombrada se atragantara con un trozo de tostada.
-Creo que sí.-contestó sonriéndole a la pequeña, que asintió contenta.
-¿En serio?-preguntó contenta y curiosa también Julie.
-Mas o menos...-dijo ya sin vergüenza Andrea, que reía feliz por lo que acababa de escuchar.
-Una pareja menos.-dijo Vanesa como para sí misma.- ¿Y vosotras?
Julie se atragantó, mucho, casi muere por la pregunta. “¿Qué somos?” se preguntó Carolina “¿Compañeras de habitación?”.
Al ver que ninguna contestaba, Vanesa decidió dejarla pregunta para otro momento, y pasó a mirar a su otro hijo y novia.
-¿Y vosotros?-preguntó.- Primero la boda, y después mi nieto, pero Julie, no te creas que porque tu hermano se casé primero tu te salvas, quiero dos nietos o nietas por parte de cada uno.-dejó claro Vanesa, que la maternidad le había dado una impresión de mujer fuerte, soltera e infranqueable que llegaba a dar miedo.
-Sí, señora.-respondieron Julie y Rubén.
Ahora lo que quería era ser abuela, era muy joven pero aún así quería disfrutar de sus nietos por las dos, como sabía que le hubiera gustado a su difunta esposa.
La mañana pasó entre risas y comentarios que hacían sonrojar a las parejas.
Después de prepararse, todos se dirigieron al orfanato, donde los niños nada más verlos se lanzaron a por ellos, sobretodo un chavalín de la misma edad de Olimpia que estaba enamorado de ella, y como toda rompecorazones pasó de él.
Estuvieron todo el día con ellos, y las encargadas les informaron que mañana los niños tendrían excursión a la playa, por lo que a no ser que fueran, los niños no estarían. Julie pensó en ir, pero supo que tampoco podía pedirle a Paulina y Carolina que estuvieran todos los días de los próximos dos meses con los niños.
Ellas le dejaron claro que no les importaba y que estaría bien con ellos, pero Julie se negó y les dijo que ellos mañana elegirían a donde iríamos.
Vanesa después de comer con ellos, se fue con Olimpia.
-Y si está noche salimos.-propuso Nerea bebiendo de su limonada en aquella terraza al lado de la playa.
-Como queráis.-contesto la pelirroja, que miraba pensativa el mar.
-¿Te pasa algo?-le preguntó la rubia al oído.
-No, tranquila.-sonrió para no preocuparla.- Solo pensaba...
-¿En qué?-volvió a preguntar intrigada, escuchando de fondo a los demás discutir sobre que hacer esa noche.
-Nada en concreto...-dijo volviéndola a mirar con otra sonrisa.
-Y yo que creía que pensabas en mí...-dijo haciéndose la enfadada, preocupando ahora a la pelirroja, que supuso que había metido la pata.- Yo si que quiero salir esta noche de fiesta.-dijo para informar a los otros la rubia, de reojo miró como Paulina se lamentaba por haberla cagado.
-Pero...-intentó decir Julie, a la que por diferentes razones no le gustaba tanto la idea.
-Pero nada.-dijo Nerea acompañada de Carolina que asintió, a ella también le hacia ilusión ir de fiesta, quería que Julie se quedara embobada.
Pitufo comprendía el porque de no querer de Julie, pero conociendo a su novia esa noche saldrían sí o sí, entonces lo único que pudo hacer fue mirar a su hermana con cara de “Si pasa algo yo te ayudo”, la morena comprendió la mirada de su hermano y solo pudo darle las gracias y suspirar rezando para que fuera una noche pacífica.