Podríamos...

6ºParte

PODRÍAMOS

CAPÍTULO 12:

La última semana de instituto dentro del internado había sido bastante entretenida, la gente iba y venía entre exámenes, fiestas de despedida, y para los deportistas los partidos de final de temporada.

Las cuatro chicas en el transcurso de la semana no habían parado de pensar, que como era posible que no se hubieran conocido antes, pero aún así, el tiempo que pasaban tanto por parejas como en cuarteto, lo aprovechaban para reír y pasarlo bien.

Lo cierto es que las relaciones no avanzaban, más bien se estacaron, aunque en el buen sentido.

Andrea y Paulina, seguían con sus tiernos acercamientos, siempre y cuando algunas de las dos saliera totalmente sonrojada, porque cada vez que se quedaban solas cualquiera de las dos acababa como un tomate. Paulina seguía tímida, pero no en lo referente a contarle cosas de su vida a la rubia, ni tampoco en preguntarle cómo había ido su día, sino más bien en el acercamiento, ella moría por besar a el amor de su vida, pero esa timidez no se lo permitía.

Era casi lo contrario de la relación que tenían Julie y Carolina. Ellas... pf... Carolina pasaba las veinticuatro horas del día preocupada por las numerosas chicas que rondaban a Julie, y Julie complementaba dichas horas detrás de Carolina para que no hubiera mal entendidos, sin embargo Julie ya había sufrido los celos de la castaña una vez, creo que fue dos días después de que Andrea y Carolina fueran a ver a la morena y pelirroja al entrenamiento.

-Hola-dijo Julie apareciendo por sorpresa enfrente de la castaña.

-Hola-respondió Carolina sonriente al ver a Julie.

-¿Qué tal estás?-preguntó sentándose a su lado en aquella clase que no era la suya.

-Bien ¿Y tú?-sonreía muy feliz Carolina, por la cuasi siempre atención que le prestaba la morena, yendo a buscar después de clase, en las comidas...-¿No tienes clase?

-Sip.-dijo tranquila Julie sonriendo de medio lado, mientras con su común cara de embobada miraba a la castaña.- Tengo química.

-¿Y no vas a ir?-preguntó levantando una ceja Carolina.

-Mmm...-pensó Julie, cogiendo con sus dedos su mentón, haciéndose la interesante.

Carolina rió negando con la cabeza por la pose de la morena, pero su risa se corto cuando una de las chicas más espectaculares de sus clase se puso delante casi cayendo encima de Julie.

-Ups...-dijo sonriendo.-Lo siento.

Julie la miró, sonrió con cara de “no pasa nada” y se volvió a girar hacia Carolina, sólo que ella ya no la miraba, estaba más centrada matando con la mirada a...

-Soy Elena, encantada.-extendió su mano hacia Julie, que después de fruncir el ceño al ver la cara de Carolina, le demostró atención otra vez a la chica rubia de ojos marrones claros que tenía delante.

-Julie, igualmente.-respondió estrechando su mano.

-¿Y tu eres Carolina, verdad?-le preguntó con la sonrisa más falsa que he podido ver en el mundo.

-Sí esa soy yo, ¿necesitas algo?-preguntó seca, sin mostrar su rabia, unicamente preguntó por “cortesía”.

-No, tranquila.-desvió su mirada de la asesina de la castaña y sonrió con coquetería a Julie.- Juegas a rugby ¿no? Me parece haberte visto entrenando algún fin de semana con los chicos en el campo.

-Eh... Sí, suelo entrenar con ellos algunos días.

-Conozco a muchos chicos del equipo, ¿sabes quien es...?-empezó Elena una conversación con Julie, que estaba entre ser descortés y cortar a la chica desconocida para seguir hablando con su musa o aguantar hasta que acabara.

Julie no suele ser descortés con nadie, así que por su propia ética, tuvo que aguantar hasta que...

-Buenos días alumnos.-anunció su llegada el profesor de alguna aburrida clase.

-Disculpa, ¿Elena?.-preguntó Julie sin acordarse muy bien del nombre de la chica, su mente no paraba de taladrar la misma pregunta, ¿y Carol?.

Elena asintió sonriendo.

-Bueno es que me tengo que ir, me hubiera gustado seguir hablando contigo. Hasta luego...-se levantó del asiento, y buscando con la mirada a Carolina, que sin saber cuando se había cambiado de sitio, tuvo que irse sin poder despedirse de ella.

Carolina, desde el momento en el que Julie le siguió la conversación a la “bruja esa”, como la empezó a llamar desde entonces, recogió sus cosas, y echando fuego por ojos, boca y nariz, se cambió de sitio, refunfuñando por no poder decir algo así como “¡¡Ey, que estabas hablando conmigo, pasa de la bruja esa y sigue sonriéndome A MI!!” bajó la mirada y empezó a revisar algunos ejercicios de esa clase.

Julie arrepentida por haber perdido el tiempo con aquella chica, quiso volver a clase, sentarse al lado de su musa y seguir hablando, pero no podía.

Espero en la salida de la clase, se puso sus cascos y sentada, con la espalda apoyada en la pared esperó.

Sonó el timbre y la gente empezó a salir de las clases. La morena esperaba paciente en el suelo a que saliera la castaña, cuando vio como salía, la miraba y se giraba para empezar a caminar al lado apuesto, Julie frunció el ceño y corriendo recogió su mochila y corrió hasta alcanzar a Carolina y de un brinco poner enfrente suya con una sonrisa.

-Hola.-saludó como la vez anterior.

Carolina la miró, bajó la mirada y pasando por su lado siguió caminando. 'Sé que Andrea me advirtió que muchas chicas iban detrás suya, pero joder, ¡¿hasta las más brujas?!' pensó Carolina mientras seguía andando.

Sumergida en sus pensamientos no se dio cuenta de que Julie caminaba a su lado, mirándola con el ceño fruncido,'¿qué le pasa?'.

Carolina sin percatarse de su compañía, caminó hacia uno de los grandes árboles de la zona verde del internado, se sentó, sacó el libro que aún no había acabado, y decidió dejar de pensar en Julie y las brujas que la rondaban.

Los minutos pasaban y Julie después fijarse de que Carolina no la había visto, sacó su libreta de hojas blancas, y comenzó a dibujarla.

Las clases seguían su curso, y ellas cada una entretenida en su tarea. Cayó la noche y la ausencia de luz, hizo que Julie tuviera que parar de dibujar, encontrándose con la mirada de Carolina posada encima suya, ya que ella tampoco podía leer sin luz.

-Hola.-repitió Julie sonriendo.

-Hola.-dijo con voz apagada Carolina, que a pesar de que lo había intentado, no había podido parar mientras leía, de pensar que en esa historia las protagonistas eran ella y Julie.

-¿He hecho algo malo?-preguntó ya con miedo la morena.

La castaña negó con la cabeza.

-¿Entonces, qué te pasa?-quiso saber Julie.

-No es nada.

-Te pasa algo, y si algo te pasa a ti, algo me pasa a mi.-dijo Julie, consiguiendo una sonrisa por parte de Carolina.

-¿Te lo cuento?-preguntó la castaña, un poco avergonzada, porque no tenía ningún derecho a reclamarle o quejarse de lo que hiciera o dejara de hacer Julie.

-Por favor.-pidió Julie.

-Bueno... es que... cuando ha llegado la bruj... Elena, has empezado a hablar con ella y a mi me has dejado ahí como si nada... y me ha molestado y dolido mucho...

-Lo siento...-susurro Julie verdaderamente arrepentida.

Carolina levantó la mirada que había bajado para no mirar a Julie a la cara mientras decía aquello que la avergonzaba, levantó su mano y cogiendo el mentón de Julie le dio un beso en la mejilla.

Julie suspiró, pidiendo por dentro que ojala ese beso fuera un poco más en el centro. Y como si de una bombilla se tratase, su cerebro pensó que por qué debía de molestarle “tanto” eso a Carolina, puso cara de “that's suspicious”.

-He visto que estabas mu concentrada en algo, ahí en tu cuaderno, ¿qué hacías?-preguntó arrebatándole de las piernas la libreta.

-Espe...-intentó quitársela Julie.

-¿Soy yo?-preguntó Carolina, fascinada con el dibujo en blanco y negro.

Julie asintió.

-Es precioso...-dijo fijándose en los detalles del árbol, y en como demostraba el dibujo su concentración en leyendo.-¿Me lo puedo quedar?-preguntó con una gran sonrisa.

-¿eh?-preguntó Julie contrariada, esperando algo así como “¿Por qué me dibujas (¬¬)?”

-Que si me lo puedo quedar.-repitió Carolina riendo feliz, yo diría que feliz se queda corto.

-Cl...claro...-dijo tartamudeando por primera vez Julie.

CAPÍTULO 13:

Rubén como había acordado con Julie en su anterior charla, fue a recogerlas el sábado en la camioneta que también compartían él y la morena.

Rubén había conocido a Julie en su primer colegio, los dos entraron a la misma clase en aquel especial colegio para niños más inteligentes que la media. Julie al principio no era muy sociable, era demasiado pequeña, y con solo seis años ya había pasada algunos días en la calle.

Rubén un día a la salida, la vio llorando por una gran herida que tenía en el brazo, de la cual ahora sólo queda la cicatriz. Asustado y preocupado a la vez, decidió acercarse a ella.

-¿Estás bien?-le preguntó con voz de adulto en un cuerpo de seis años.

-Sí-dijo sonriendo como siempre Julie, también, con su segura respuesta demostrando la madurez que tenía.-Tranquilo, sólo me sudan un poco los ojos...

Rubén rió por la ocurrencia.

-¿No te suelen sudar mucho, no? Yo tampoco suelo sudar mucho por ahí.

Julie rió, y levantándose del suelo extendió su mano, al que desde ese momento sería su mejor amigo.

-Soy Julie.

Rubén cogió su mano y estrechándola se presentó.

-Yo Rubén.

A la lejos el sonido de un coche hizo que se giraran.

-Es mi madre, tenemos que recoger a mi hermanita de la guardería.-dijo Rubén.

-¿Cómo se llama tu hermana?-preguntó Julie con curiosidad.

-Olimpia.

-Me gusta, es muy bonito.

-Gracias, es el nombre de mi abuela. Oye, creo que es mejor que te llevemos al médico, tiene mala pinta.-dijo señalando al antebrazo de Julie, que sangraba en abundancia.

-¡Rubén!-gritó Vanesa saliendo del coche.-Que llegamos tard... ¿cómo te has hecho eso?-preguntó cogiendo con delicadeza el brazo de Julie.

-Un accidente.-respondió la pequeña morena, sabiendo que si decía la verdad probablemente se metería en un lio.

-Ven, te lo voy a curar.-dijo en tono de madre Vanesa.

Rubén siguió a su madre al interior del coche, viendo como curaba a su nueva amiga.

-¿No tenías que recoger a tu hermanita?-preguntó Julie.

-¡Olimpia!-gritó Vanesa, que pensaba en el parecido de su esposa con la pequeña.

Terminó rápido de curar la herida y pidiéndole a los dos niños que se pusieran los cinturones arrancó el coche.

Llegaron a la guardería y Julie que reía con Rubén por las caras que ponía Vanesa ante los semáforos en rojo, esperaron que volviera con la pequeña Olimpia.

-Te llamas como mi mamá ¿sabías?-dijo Rubén sonriendo, recordando con poca nitidez las tardes en la casa de la playa, jugando con su mamá.

-¿De verdad?-preguntó.

-Sí, ella también tenía el pelo como tú, pero tu tienes los ojos grises, ella los tenía azules.

-Me gustaría conocerla, tu mamá Vanesa es muy buena, y divertida.-dijo riendo, contagiando a Rubén.

-Murió, pero tengo fotos suyas en casa, si quieres puedes venir y las vemos.-dijo sonriendo contento Rubén.

Él tampoco solía tener muchos amigos, y que con Julie todo fuese más alegre y fácil lo ayudó mucho.

Vanesa llegó al coche con Olimpia, que sorprendentemente, aunque el pelo era igual al de Vanesa, los ojos azules, eran idénticos a los de Julie.

-¿Tenéis hambre?-preguntó sonriendo.

Los dos niños y la bebé, gritaron que sí. Vanesa con una felicidad que hacia tiempo no sentía tan próxima a la que una vez sintió, llevó a los niños a la casa de la playa, donde vivían, casa que le pertenecía a Rubén por herencia, además de la empresa.

Esa tarde Julie se ganó un hueco permanente en la familia.