Podríamos... (completo)

Hace tiempo que deje sin fin esta historia, y bueno, deseo volver a subir relatos, y por ello no me gustariía dejar este a medias. Siento el retraso y la mediocridad del final.

CAPÍTULO 1:

'¿Cómo puede hacer tanto calor?', pensó Julie entrando al vestuario de chicas. Cogió su maletín y se quitó la camiseta sudada después de la hora que, el “cabrón del profesor” como lo llamó ella, le había hecho correr a los 33 grados que estaban. 'Una semana, falta una semana y podré salir ...'. Sus pensamientos se vieron frustrados al sentir las manos que redearon su cuello mientras se intentaba desatar las zapatillas.

-Me encanta cuando sudas tanto...-le dijo Andrea al oído, erizando su piel.

-¿No tienes clase?-le dijo en un movimiento rápido, haciendo que se sentara en sus piernas.

-Sí, pero he venido a verte...-respondió la rubia de generosos atributos, completamente naturales, que desde sus 14 años robaban miradas.

-¿Y no me piensas saludar cómo es debido?-dijo Julie poniendo cara de perrito abandonado.

Andrea no contesto con palabras, sino con su lengua que entró a la cavidad bucal de Julie dispuesta a recibirla, causando las miradas acaloradas de las compañeras de clase de la morena de ojos azules, que volvía locas/os a medio internado.

Se separaron y se miraron a los ojos, la pasión que las unía desde hacia ya dos años como casi pareja, se volvió a hacer presente.

Todas las chicas a sabiendas de lo que ocurriría delante suya sino se marchaban, decidieron irse, aún que las ganas de quedarse a ver el espectáculo también existían.

-Llegaré tarde a Química, y ya sabes que la profesora me tiene manía desde que llegó.-dijo Julie intentado escapar de las hermosas manos de la rubia.

-Que le den a la bruja esa, lo que necesita es que se lo hagan como se merece, y se le pase el calentón que tiene contigo.-dijo la rubia con enojo hacia la profesora que por poco le suspende el año pasado, rodeando con sus torneadas piernas la cintura de Julie.

-Venga...Andy...Para...-dijo entre cortadamente Julie, al sentir los carnosos labios de la rubia en su cuello.

-No quiero...-dijo la rubia cogiendo una de las manos que la sostenían por la cintura, dirigiéndola a su entrepierna cubierta por la horrible falda del centro.

Julie terminó de perder la poca cordura que le quedaba, y se dejó llevar. 'Siempre acabamos igual...'pensó mientras metía la mano debajo de la falda de la rubia, que recibía los besos de la morena en su pecho, ya descubierto, sin la camisa del internado.

-Por fav...-dijo Andrea, ya desesperada por tantas caricias.

Julie no la hizo esperar más, y metió dos de sus dedos en el interior de la rubia mientras cogía su pezón con la boca.

Poco minutos después, Andrea se perdió en el gran orgasmo que le vino, y Julie con ternura, fue sacando sus dedos de ese cálido sitio, para ir besando las gotas de sudor que ahora también caían por el rostro de la rubia.

-Vamos a ducharnos.-dijo levantándola y metiéndola con ropa y todo a la ducha.

-Julie!!!-gritó Andrea.

-Andrea...!!- repitió con su voz Julie, que se empezaba a quitar el pantalón corto de deporte, y los calcetines.- Dan ganas de violarte.

Las dos rieron. La rubia sabía lo hermosa que era, pero debajo de su majestuoso cuerpo mojado y aquella faceta de “soy una diva”, se escondía un corazón gentil y bueno, que había sufrido mucho y Julie lo conocía.

-Me voy.-dijo Andrea dándole un beso en los labios a Julie, que aún se secaba el pelo con la toalla.

-Ten cuidado que con esa ropa te podrás caer!!-dijo riéndose Julie, al ver lo grande que le quedaba su ropa a su ami-novia.

-Ja_ja_ja...-escuchó la risa sarcástica al fondo.

'Pues nada, una clase menos de Química, una charla más con la profesora...' recordó Julie. Guardó las cosas en el maletín de deporte, cogió la mochila donde llevaba los libros y fue saliendo del vestuario.

-Oh! Lo siento!- se excusó la chica que se acababa de chocar con Julie en la entrada y salida de los vestuarios-Dios! Te he hecho una brecha!-gritó la chica, viendo como Julie se cogía la cabeza con los ojos aún cerrados por el dolor de su ceja.

-¿Un poquito cabeza dura, no?-preguntó con gracia, pero sin altanería Julie mientras se reía.

-Dios... lo siento mucho de verdad...-dijo guiando a Julie hasta los bancos de los vestidores.

Despacio, la morena fue abriendo un ojo, para ver a su “agresora” como la denominó con simpatía en su cabeza.

-Eres preciosa...-dijo pensando en voz alta.

-Creo que te he dado muy fuerte...-dijo la chica castaña sonriendo sonrojada.

-¿Em?-preguntó atontada ante tanta belleza.

-Soy Carolina.-dijo la chica sacando un pañuelo del paquete para limpiar la sangre que salía de la ceja.

-Au...-se quejó Julie.

-Perdón...-dijo Carolina entre cerrando los ojos como si le doliera a ella, temblándole la mano.

-Tranquila.-la tranquilizó cogiéndole la mano.

Se miraron por unos minutos, hasta que las chicas de la siguiente clase empezaron a entrar y la magia se esfumó.

La chica se levantó, dejando a Julie con la ceja abierta, y aún atontada, salió del vestuario.

-Ey! Espera!-gritó reaccionando.

Julie corrió detrás de la chica, la cogió por el brazo delicadamente y la giró.

-Yo soy Julie.-dijo extendiendo la mano mientras guiñaba un ojo por la sangre que caía.

-Carolina!-escucharon decir detrás de Julie.

La castaña miró con sus ojos verdes al chico que se acercaba a paso acelerado a ellas.

-Te estaba buscando...-dijo agitado el chico.

Miró a Julie, y ella solo pudo sonreír.

-¿Qué te ha pasado?-le pregunto el chico al verla así.

-Tu amiga.-dijo señalando a Carolina- Es un poco cabezota.-rió.

El chico rió también y la miró negando.

-Con que matando a cabezazos, ¿eh?-dijo dándole un pequeño codazo.- Creo que mejor te acompañamos a enfermería.

Julie asintió sonriendo.

-¿Nos acompañas?-le preguntó Julie a Carolina.

-Claro.-respondió- Lo siento.- se volvió a disculpar la chica.

-No es nada, ya sé que es mejor no meterse contigo.-contestó sonriendo de oreja a oreja.

-Me caes bien.-dijo el chico abrazando a Julie por los hombros.- Me llamo Robert.

Julie correspondió el abrazo de la misma forma sin ningún problema al ser de la misma altura (1'77).

-Tú también me caes bien Robert, yo soy Julie.-dijo Julie causando la risa de Carolina.

-¡¡¡¿Pero que coñ...?!!!-exclamó Andrea apareciendo por el pasillo, viendo la parte izquierda de Julie manchada de sangre-¿Qué te ha pasado?-preguntó ya enfrente de ella.

-Una pared...-dijo mirando a Carolina, haciendo reír a Robert, y ganándose un golpe por parte de la chica.

-Eres tonta.-dijo Andrea preocupada.

-Un poco.-respondió Robert.

Julie se rió y Andrea seguía con su cara de preocupación.

-Va... que no ha sido nada, quita esa cara de estreñimiento-dijo Julie cogiéndole un mejilla en son de broma.

-Vamos a enfermería.-dijo Andrea.

-A eso íbamos-dijo Julie apuntando a la preciosa chica que le había robado el pensamiento, y parte de la ceja, y al gracioso chico.- ¿quieres acompañarnos?

Andrea negó con la cabeza y siguió con ellos el camino a la enfermería. Creando en Carolina un sentimiento de celos por la cercanía que tenía con la morena, aunque Julie no quitaba la mirada de encima de la castaña.

CAPÍTULO 2:

La mirada de Andrea no dejaba de escanear a la morena '¿Le gusta?', se pregunto a sí misma al ver las formas que tenía Julie de mirar a Carolina.

-Si que tienes una cabeza dura.-le dijo la joven enfermera a la avergonzada Carolina.

La risa de Robert se escuchaba desde fuera de la enfermería, y la tierna mirada de Julie hacia la sonrojada castaña se podía ver a kilómetros de distancia.

-¿Cómo ha sido?-preguntó Carolina con el ceño fruncido, no sé muy bien si por la graciosa situación, o por la sonrisa tonta de su ami-novia.

-¿Em?-preguntó Julie desviando la mirada de Carolina que se encontraba sentada, cabizbaja en el asiento de enfrente, pensando en el raro sentimiento que le creció al ver a la rubia con Julie.

-Te has quedado más tonta de lo que ya estabas antes del golpe.-le dijo Andrea con claro enfado.

Julie reaccionó, y no le gustó ver la cara de la que ella consideraba su mejor amiga, solo que con derechos de casi novia.

-¿Estás enfadada?-le preguntó susurrando, para que Robert, entretenido con la enfermara y Carolina, perdida en sus pensamientos, no la oyeran.

-¿Por qué debería de estarlo?-preguntó la rubia, intentando disimular su rabia.

-¿Seguro?-volvió a cuestionar Julie, verdaderamente preocupada por la actitud de Andrea.

La chica asintió, le dio un pequeño beso en los labios y decidió salir de allí, dirigiéndose a su pequeño escondite.

'¡¿La ha besado?!' gritó en su mente Carolina, 'no puede ser...'.

-Carol...!-despertó Robert a la castaña.

-Dime...-dijo Carolina aún consternada.

-¿Estás bien?-le preguntó preocupada Julie.

-Sí, creo que estás mejor. Lo siento de verdad. Vamos.-dijo cogiendo a Robert por la camisa, sancándolo de la enfermería con ella.

-Esper... Mierda.-dijo Julie al ver como se iban sin poder hacer nada.- Por favor, señorita, ¿podría irme ya?

-Tienes que esperar a que venga la profesora de Química, se ha dado cuenta de que estabas aquí, y me ha pedido que no te deje ir, que tiene que hablar contigo.

-Genial...-dijo Julie con desánimo.

CAPÍTULO 3:

-¡Para, para!-detuvo Robert a la acelerada Carolina.

-¡¿Qué?!-gritó ella sobresaltada.

-Eso digo yo, ¿qué te pasa?-le preguntó su amigo.

-No lo sé... ella... y la otra chica...-empezó a decir.

-A ver, tranquilízate, ¿qué pasa con Julie?

-Ella... no sé...-dijo aún confundida por tantas emociones.

-No puede ser... ¡¿Te gusta?!-chilló Robert asombrado.

-¿Cómo...?-miró Carolina a su amigo, sorprendida por su rápida deducción.

-Joder... Se veía complicidad en vuestras miradas... Creo que tu también le gustas.-dijo seguro y con una sonrisa de “soy super inteligente” Robert.

-¡¿Qué dices?!-gritó Carolina. - Tiene novia... es imposible...

-¿La rubia?-preguntó Robert relamiéndose los labios por el recuerdo de la hermosa chica.-Estaba muy buena.

Carolina, levantó la mano y le dio un gran golpe al chico.

-¡Sin agresividad!

-Burro, que eres un burro, con razón no tienes novia, si eres un bruto que solo piensa con lo que te cuelga.

-No estábamos hablando de mi vida amorosa, eh. No me cambies el tema. No creo que sean novias...-dijo dudando el chico de ojos grises.

-He visto como se besaban...-dijo como para ella misma Carolina.

-¿Y me lo he perdido?-gimoteó Robert con las manos en la cabeza.

-Eres subnormal.-dijo realmente enfadada la chica.

-Lo soy, y lo admito.-respondió.-Veamos, tu le gustas, eso se nota, prueba a ver que pasa.

-¿Cómo que pruebe? Te has pasado exprimiendo tus pobres tres neuronas...

-En serio, me suena haberla visto en otro sitio.

-Claro que la habrás visto, esto tampoco es tan grande.

-¿Tu ya la habías visto...?-dijo el chico, pegándole golpecitos.

-Sí...-admitió Carolina.- En los campos, entrenando, juega a rugby. La vi cuando fui a acompañar una vez a Sandra a su partido de voley.

-¿Cuándo fue eso?-preguntó interesado Robert.

-Al principio del semestre, solo la vi una vez, pero estaba rodeada de chicas y chicos, supongo que amigos ya que se reían.

-Mmm...-dijo Robert al ver el tono con él que lo había contado su amiga.

CAPÍTULO 4:

'Le gusta...' se repetía una y otra vez Andrea escondida en aquel pequeño bosque del internado.

-Dígame profesora, que me quería comentar.-dijo Julie.

-Quería hablar contigo sobre tus faltas a mi clase.-dijo en tono amistoso la jovencísima profesora que a penas llevaba un semestre en el centro.

-Usted dirá.-dijo un poco cansada Julie de aquellas famosas charlas, sin perder el respeto.

-¿Por qué tengo entendido que es a mi clase a la única que faltas con tanta frecuencia?

'Siempre me acabas echando, para que entrar', pensó Julie.

-No comprendo tu poco interés en asistir a mi clase. -continuó la profesora.- Eres inteligente, buena compañera... No lo entiendo.-dijo la profesora de forma frustrada.

-Vera profesora, usted y yo, no compaginamos, siempre que entró a su clase duro menos de 15 minutos dentro.

-Pero eso es por tu comportamiento...-intentó explicar la profesora, 'mentira, me pones nerviosa...' se reconoció en el pensamiento.

-Por eso eso es por lo que prefiero no discutir con usted y no ir a sus clases, a parte creo que no tiene objeción alguna con mis notas en los trabajos que le entrego al terminar su hora, y en los exámenes.-dijo Julie sin grosería, pero sí, con seguridad.

-Sí, tienes razón. Espero que tu comportamiento en mis clases mejore y así que mis insistencias cesen y pueda verla todos los días en el laboratorio.-respondió la profesora insatisfecha con la conversación.

Julie salió de la enfermaría con cara de... ¿cómo describirla?... se notaba angustia, frustración, y pesar... pero ¿por qué?... Sus sentimientos encontrados. '¿Por qué me he quedado así al verla?' se preguntó, recordando su cara al conocer a Carolina. '¿Debo de romper la “relación” con Andy?', se seguía cuestionando mientras la buscaba.

Sabía donde estaba, el primer día que hablaron como posibles amigas, fue allí. Entró al pequeño bosque, y se adentro entre los grandes árboles con años de crecimiento.

-¿Andy?-preguntó Julie mirando hacia arriba del gran árbol del que colgaban unas piernas y se podía ver en su tallo a ras del suelo, dos nombres grabados.

No tuvo respuesta.

-Sé que estás ahí, te veo los “pieseses”...-dijo Julie recordando su vieja broma de los “pieseses”.

La pequeña risa de la chica rubia, que lloraba en silencio en lo alto del árbol resonó como música de ninfas en aquel precioso bosque.

-Así mejor.-dijo Julie, ya al lado de su ami-novia, secándole las lágrimas.-¿Por qué lloras?

Andrea negó con la cabeza, restándole importancia a su llanto.

-Odio, el momento en el que lloras...-dijo triste la morena-Además de que después pareces un tomate... Te pones rojita y te hinchas...-comentó imitando con su boca hinchada a un tomate, sacándole una carcajada a Andy.

-Mejor, mucho mejor...-reconoció Julie.

El paso de los minutos se notaron cuando el sol desapareció por completamente, y los “pieseses” que se balanceaban de una lado para otro dejaron de ser visibles.

-¿Te gusta la chica que te ha pegado?-preguntó finalmente Andrea con hilo de voz.

La pregunta tomó desprevenida a Julie, que por poco se cae de la rama que la aguantaba.

-Yo...-comenzó- verás... jamás te he mentido... y...-le costaba continuar sabiendo que lo que tenía que tenía que confesarse a sí misma y a Andrea, le haría daño a su ami-ya no tan novia.- bueno... ella... sinceramente... creo que... sí...

-Lo sabía.-dijo la rubia.

Julie levantó la mirada y la miró.

-¿Cómo que lo sabías?-preguntó frunciendo el ceño.

-Se te nota...-dijo Andrea con tono amistoso, como cuando un amigo te molesta por el o la chico o chica, que te gusta.

Julie achinó aún más los ojos.

-¿Andy...?-preguntó extrañada.

-Vamos a ver Julie, yo te quiero, más que como amiga, pero se que lo nuestro no puede ser, primero; soy demasiado para ti...-dijo haciendo reír a Julie por su ego tan ego- Y segundo; tu no me quieres. Y no te pienso obligar a amarme. El amor nace desde lo más profundo del corazón, no florece cuando queramos, como queramos y para quien queramos.-sentenció la rubia.

Julie sonrió en la oscuridad y buscando entre ella, cogió la mano de su mejor amiga.

-Tienes razón, eres demasiado para mí.-dijo la morena.

CAPÍTULO 4:

-¡Lo conseguí!-gritó,Robert, usurpando en la habitación de Carolina.

-Carol, una vez más que este psicópata en nuestra habitación así, y lo mato.-dijo en tono serio Sandra, compañera de cuarto de Carolina.

-Tranquila, yo te ayudo.

-Ah! Pues me voy sin contarte lo que he encontrado sobre Julie...-dijo haciéndose el interesante el chico de cabello negro y corto.

-¿Julie?-preguntó Sandra.-¿Juega a rugby? Porque si juega, la conozco.

-¿La conoces?-preguntaron los casi hermanos, por su gran amistad.

-Sí. ¿Es ella?

Asintieron ambos.

-¿Y para qué queréis saber de ella?-preguntó otra vez la chica de mechas azules sin terminar de comprender la situación.

-Aquí, la amiga, que se ha enamorado...-dijo Robert pinchando a Carolina.

-¡¿En serio?!-exclamó Sandra- Normal...-dijo después.

-¿Cómo que “normal”?-volvieron a preguntar los dos a la vez.

-Dais miedo cuando habláis a la vez...

-¿Quieres explicar, por qué es “normal”?-chilló Robert muy metido en el tema.

-Ah, pues porque, a ver... Julie es... una chica, que atrae...-dijo Sandra intentando explicar, sin contar que Julie había sido más de una vez el centro de atención del equipo de voley.- Sin conocerte, te ayuda. Es super divertida... es muy simpática... sin contar que está...

La ganas de matar a Sandra aparecieron en Carolina, que escuchaba atentamente todo lo que decía su compañera.

-¿Te has enamorado?-le preguntó sin rodeos Sandra a la castaña.

-Me gusta...-contestó ruborizándose.

PODRÍAMOS...

CAPÍTULO 5:

A la mañana siguiente, Julie despertó abrazada a su mejor amiga, por la noche ambas habían vuelto a la residencia de alumnos, pero cuando vio como Andrea intentó despedirse con una sonrisa triste, y sin el riguroso abrazo, la abrazó y revolviéndole la clara cabellera rubia, acabaron abrazadas en la cama.

-Buenos días limón.-dijo sonriendo Julie, mientras se rascaba la nuca sentada en la orilla de la espaciosa cama, apoyada contra la pared, donde dormía Andrea a rinconada.

-Buenos días...-respondió bostezando.

-Creo que me voy a ir a duchar a mi cuarto, te veo luego en clase.-dijo Julie, se despidió con su clásico guiño de ojo y salió de la habitación.

'¿Qué clase tengo ahora?' se preguntó, entró a su habitación, que por cosas de la vida, no compartía con nadie, mas de una vez le ofreció a Andrea que se mudara con ella, pero con el montón de ropa de su amiga, no cabrían.

Se desvistió, entró a la ducha, y recordó que por la tarde tendría entrenamiento.

Con su normal vestimenta despreocupada, salió con la mochila colgada en el hombro izquierdo y con paso lento, casi al compás de la lenta música que sonaba en sus oídos, anduvo hasta llegar a su clase.

Fue guiñando ojos a cada paso que daba por los continuos “hola o buenos días” de sus compañeros, se sentó y comenzó la clase al ver entrar a la, ya un poco mayor, profesora de matemáticas.

En el transcurso de la clase dibujó en su cuaderno, y en el momento en el que la profesora ponía ejercicios, los acababa rápidamente para seguir con su dibujo. Salió y fue a buscar a Andrea, que no impartía la misma clase que ella, al no escoger ciencias como opción a bachillerato, sino letras. 'Creo que a primera hora tenía griego...'. Sacó su móvil del bolsillo y le mandó un mensaje a Andrea para saber donde estaba al no acordarse de en que clase se encontraba. Distraída entre la alta música, esta vez más rápida en ritmo y rimas al ser rap, y el teclear de sus dedos, no se fijó en que la chica que ayer le había robado el pensamiento, también estaba absorta en la novela que hacia unas semanas Julie ya había leído.

En un ágil movimiento Julie evitó volver a chocar con Carolina, y que la novela cayera.

-Podríamos dejar de coincidir así, ¿no crees?-le preguntó la morena con una gran sonrisa.

-Podríamos.-respondió Carolina, también contenta de volver a verla.

-¿Química perfecta?-preguntó Julie al referirse a la novela.

-¿Perdón?-preguntó la castaña, malinterpretando las palabras.

-El libro.-añadió apuntándolo.

-Ah...Sí, muy...¿rebelde?-dijo riendo.

-Un poquito...-acompañó Julie la respuesta con el dedo índice y pulgar cerrándolos haciendo referencia al “poquito”.

-Es muy bonito, hay continuación por lo que he visto.

-Es una trilogía, yo ya voy por la segunda parte.-dijo Julie sonriendo.

La conversación entre las dos siguió sobre los diferentes libros que hacia poco que habían leído, y sus distintas aunque a veces parecidas opiniones.

CAPÍTULO 6:

'¿Dónde estará?', media hora llevaba Andrea esperando a que Julie apareciera para ir a desayunar con la hora libre que tenían, antes de la siguiente clase.

-Disculpa.-dijo tímidamente la chica que siempre se sentaba detrás de la rubia en sus clases comunes.

-¿Si?-se giró Andrea con una sonrisa.

-Yo...-la chica no podía casi hablar, el nerviosismo podía con ella.

-Tú...-continuó Andrea con una sonrisa, fijándose en las bonitas pecas que se veían a los lados de la pequeña nariz de la chica pelirroja que la había llamado.

-Este... quer...quería saber si...-intentó continuar Paulina.

-Si...-ayudó la rubia.

-Si te gustaría hacer el trabajo de griego conmigo...-preguntó sin preguntar.

-Em...-se sorprendió Andrea por la pregunta, pero pensando lo bien la chica le causaba ternura, sin contar que sus pecas y ojos claros le llamaron la atención. '¿Por qué no?'-Sí, claro. ¿Cuándo quieres empezar?

-¿En serio?-cuestionó Paulina, levantando la cabeza de repente, siendo un poco más alta que Andrea.

-Por supuesto.-respondió la rubia con una sonrisa ahora sin saber porque sonrojada por la inquisidora mirada de la pelirroja.

-No me lo creo...-susurró Paulina.

-¿Has dicho algo?-preguntó, a pesar de que sí que la había escuchado.

-¿Eh? No, no.-se apresuró a decir.

-Ya...-dijo sonriendo Andrea.-¿Quieres ir a desayunar conmigo?

-¿En serio?-cuestionó otra vez la pelirroja.

-No de mentira...¡Claro!-dijo riendo la rubia.

'Preciosa...' pensó Paulina, viendo como reía la chica de la que llevaba enamorada... ¿Cuánto tiempo? Desde que la vio por primera vez hace un año.

Paulina sabía que no tenía oportunidades con Andrea, pero ayer, cuando la vio llorando y corriendo hacia al bosque decidió seguirla. Espero todo el tiempo que Andrea estuvo allí subida en el árbol. Al sentir llegar a Julie pensó en irse, pero le daba miedo hacer ruido así que prefirió quedarse y queriendo y sin querer escuchó la conversación de ambas ex-ami-novias. El corazón por cruel que suene se le iluminó, jamás pensó mal de la morena que acompañaba a todos lados a la mujer de sus sueños, sabía que era buena persona, la forma en la que la ayudó el día que el chico ese empezó a molestarla, Julie fue quien intervino, demostrándole las razones por las que Andrea estaba con ella, y no con una gallina.

-Eo...te has quedado embobada-dijo Andrea acariciando la blanca mejilla de la pelirroja.

Ante el contacto, Paulina cerró los ojos, disfrutando de la sensación de calor de la perfecta mano de Andrea.

Andrea al ver esa acción siguió acariciando su mejilla, sin saber y tampoco comprender el porque de dicho acto, pero que se sentía tan propio.

La caída de un rayo las asustó.

-¿Llueve?-preguntó Paulina con cara de interrogante al estar a comienzos de verano.

-Será una tormenta de verano o algo así...-respondió Andrea.

-Inteligente respuesta.-comentó sin pasarse con el sarcasmo humorístico.

Andrea río apenada por su brillante deducción, y golpeo graciosamente el brazo de la pelirroja.

-¿Sabías que agua moja?-preguntó Paulina en son de broma a la rubia.

-¿En serio?-respondió con incredulidad fingida Andrea.

-Pues sí, ¿lo probamos?-señaló sonriente hacia la cafetería que estaba al otro lado del amplio jardín que separaba los diferentes edificios.

PODRÍAMOS

CAPÍTULO 7:

No sabían cuanto habían pasado ahí de pie las dos, hablando sobre libros, música, profesores... riéndose por las tonterías que decía Julie de vez en cuando...

Dentro de sus mundos, el tiempo se había parado.

El crujir inesperado de la barriga de Julie provocó sus risas.

-¿Tienes hambre?-preguntó sonriendo con gracia y ternura Carolina.

-Un poquito...-respondió con los dedos.

-Vamos a la cafetería y...

Miraron su reloj respectivamente, y se dieron cuenta de que la hora libre había acabado.

-Tengo clase...-dijo Carolina triste.

-Yo también...Química...-dijo con aún más pesar Julie.-¿Y si nos vemos después de clases?

-Vale.-respondió con entusiasmo la castaña.

-¿A qué hora sales?

-Terminó a las cinco todas las clases de hoy, pero después tengo baile.-contestó acordándose de sus clases de danza.

-¿Bailas?-preguntó Julie con cara de tonta, imaginándose a Carolina bailando.

-Sí, pero ¿tú a qué hora acabas las clases?

-A las seis y media... y después tengo entrenamiento de rugby...

-Pf...-bufó Carolina.-¿Y cómo lo hacemos?

-¿Cuándo terminas baile?-preguntó Julie intentando encontrar solución a la angustia que le producía no poder ver a la dueña de sus pensamientos.

-A las siete.

-¿Te gustaría venir a mi entrenamiento?-preguntó Julie entrecerrando los ojos.

-¡Claro!-respondió contenta Carolina.

-¿Si?-preguntó otra vez Julie.

-Sí, me encantaría.

Aún sorprendida Julie quedó con la castaña que pasaría a buscarla a las salas de baile a las siete menos cuarto, a esa hora Carolina ya habría terminado su clase.

Se despidieron, raro. Un gracioso beso en la comisura de los labios, dejó a Julie embobada y a Carolina feliz por el tacto de, casi, los labios de Julie.

CAPÍTULO 8:

Mojadas y muriéndose de la risa llegaron las dos chicas a la cafetería, donde todo los presentes se quedaron mirándolas como a dos locas.

-Creo que sí, el agua moja, y mucho.-dijo Paulina riéndose.

-Sí, tu teoría es cierta.-le continuó la broma la rubia.

Paulina se adelantó a Andrea, y cogió dos bandejas para el desayuno.

-¿Qué prefieres?.-preguntó señalando los crêpes, waffles y diversa comida que había en una especie de buffet libre.

-Mmm...-pensó Andrea, mientras veía como Paulina hacia malabares para echar en su plato los tres waffles que se iba comer-Esto.-dijo apuntando hacia lo que quería.- y esto...-continuó riéndose por las cosas que hacia Paulina para coger las cosas, y llevar las dos bandejas, negándose a que la rubia llevara la suya.

La pelirroja como medianamente pudo fue poniendo la comida de ambas en las bandejas, hasta que por fin se sentaron una enfrente de la otra.

-¿Qué te toca ahora?-preguntó la rubia, suplicando que le dijera historia para así seguir riendo y charlando.

-Biología.-respondió Paulina, se metió un trozo de su delicioso waffle con chocolate a la boca.

-¿Biología? Pero, ¿no vas a letras?-frunció el ceño la rubia, robándole un pedazo de waffle, sacándole una sonrisa a la pelirroja, tanto por el atraco a su plato, como por la forma en la que se le ponía la nariz a Andrea al fruncir el ceño.

-No, soy de ciencias.

-¿Y cómo es que tienes griego?

-Ah, es una larga historia...-dijo sin darle importancia al tema, cogiendo un trozo de fruta del plato de la rubia mientras miraba hacia otro lado.

-Cuéntamelo...-dijo poniendo morros Andrea, dándole tres vueltas al corazón de Paulina.-Eres una ladrona...-dijo riéndose por la manera de robar de la pelirroja.

-Tú me has quitado de mi waffle.-dijo defendiéndose, haciendo reír a la rubia que cogía otro pedazo del plato de Paulina.

-No te desvíes del tema...-seguía riendo, comiendo más waffle.

-Mis padres son apasionados a viajar, y desde que tenía un año viajamos cambiando continuamente de sitio. Al año, nos fuimos a Inglaterra, cuando cumplí los cinco, mi regalo fue una nueva vida en Alemania, no duramos mucho tiempo allí, sólo un año. Luego fue Estados Unidos, y nos quedamos tres años, después Italia. Estuvimos otros tres años, más o menos. Finalmente vivimos en Francia hasta que decidieron volver a España, agobiada por tanto viaje, les pedí un poco de estabilidad, además de que pronto cumpliré los dieciocho. Y como, domino el inglés, francés, alemán e italiano... Cuando comencé aquí, podía prescindir de el francés e inglés que son obligatorias en bachillerato, y me dieron a elegir dos asignaturas de letras...

La cara de Andrea después de oír todo aquello era un poema.

-Dios...-susurro.

Se recupero un poco al ver como Paulina se movía incomoda en su silla, siempre le pasaba igual cuando contaba aquello.

-¿Y cuál es la otra asignatura que escogiste?-preguntó la rubia con curiosidad.

-Filosofía. Me gustan ambas.

-Son mis preferidas.-comentó sonriente Andrea.

-Lo he notado...-susurro la pelirroja para ella misma, recordando la concentración que desprendía Andrea en esas clases.

-¿Si?-preguntó Andrea confusa por el comentario.

-¿Eh? Bue...bueno...s...s...se...nota...tu...conce...concentración...en esas...cla...clases...-respondió Paulina nerviosa otra vez.

Andrea rio con ternura por el tartamudeo de su ¿nueva amiga?.

-Es hora de ir a clases...Es una pena que solo compartamos filosofía y griego. Me hubiera gustado seguir hablando contigo.-dijo Andrea con pesar.

Paulina asombrada y feliz por lo que acababa de escuchar, saco valor y …:

-Podríamos vernos después de clase si quieres, termino a las 6 y media, aunque...-dijo acordándose de su entrenamiento.

-Aunque...-dijo ansiosa Andrea.

-Aunque tengo entrenamiento de rugby...

-¡¿Rugby?!-gritó la rubia.

-Sí, desde que comenzó el semestre. ¿Por?

-No me lo esperaba, bueno mirándote bien...-dijo Andrea mirando de abajo a arriba el esculpido cuerpo de la pelirroja, cubierto por unos vaqueros y una sudadera de Pokemon.

Paulina se sonrojó ante la mirada de la rubia, que fue subiendo hasta centrarse en esos carnosos labios rosados.

Las dos bajaron las miradas sonrojadas.

-Entonces...-dijo Andrea.-¿Pasas por mi para verte entrenar?

La mandíbula de la pelirroja se pudo haber desencajado.

-Cl...claro.-respondió feliz y nerviosa.

-A esa hora estaré terminando literatura.

-De acuerdo. Pasaré por ti.

-Bien.

-Bien-repitió la pelirroja, sin saber muy bien como despedirse de la chica de sus sueños.

Andrea al ver que Paulina no tomaba la iniciativa, se puso un poco de puntillas y le besó la mejilla, se giró y comenzó a correr como si hubiera cometido un crimen.

CAPÍTULO 9:

La profesora de química había rebajado sus llamadas de atención hacia Julie, teniendo en cuenta que su alumna se encontraba en otro mundo, pasando sus dedos cada cierto tiempo por la comisura de sus labios, recordando el beso de Carolina.

Las horas se le pasaron rápido, terminando su dibujo. Nadie sabía lo que dibujaba, pero para ella eso un gran tesoro que cuidaría siempre.

Su última clase pasó lenta, al menos para ella, que miraba el reloj cada dos minutos, para frustrarse más.

Escuchó las palabras mágicas del profesor y salió corriendo a las salas de baile. Llegó diez minutos antes de lo previsto, y pudo ver como la que ella creía que era su musa, se movía de un lado a otro, en sutiles pasos, en pequeños gestos de la hermosa danza que era acompañada por el piano que sonaba.

Apoyada en el marco de la puerta, y con la cara que se estaba convirtiendo en la habitual, miraba a Carolina, quien se dio cuenta que estaba siendo observada.

La música acabo, y junto a ella el bello baile. Carolina paró, se despidió del pianista y caminó en dirección a Julie.

-Hola.-dijo Carolina.

-Hola...-dijo en suspiro Julie.

Callaron, sus miradas hablaban y sus respiraciones se sincronizaron, demostrando la paz que sentían en aquel momento.

La vibración del móvil de Julie quebró la situación.

-Voy a cambiarme, ahora vuelvo.-dijo Carolina despidiéndose con un beso en la mejilla.

Julie vio el caminar de Carolina hasta que se perdió en los vestuarios.

Sacó su teléfono y leyó con atención las instrucciones que le había mandado su entrenador, dejándola a cargo del entrenamiento por problemas familiares.

CAPÍTULO 10:

El camino hacia el campo para las dos parejas era acompañado de risas y miradas cómplices.

Julie y Paulina tuvieron que dejar a sus damas en las gradas, pero sin percatarse en ningún momento de la presencia de la otra pareja.

La capitana, Julie, llegó al vestuario, escuchando las quejas de sus compañeras por lo mojado que estaba el campo.

-Os he avisado por mensaje que llovería, sino no os arreglarais tanto para entrenar...-dijo riéndose sin malicia.

Paulina entró y saludo a las chicas que ya se estaban cambiando.

-Como a ti te encanta mancharte...-le dijo una de las chicas a

Julie.

-No os quejéis tanto, hoy el entrenador no puede venir, me ha pedido que dirija el entrenamiento así q...

Las protestas de las chicas por lo ruda que era Julie con sus entrenamientos se hicieron presentes.

Paulina reía, conocía la intensidad de Julie a la hora de entrenar, pero era la mejor por algo. Julie siempre demostró capacidad para cualquier tipo de deporte, y le gustaba tanto que hasta que no lo controlaba completamente no se rendía.

-Va... Tampoco es para tanto... ¿Soy tan mala?-preguntó inocentemente.

-¡Sí!-gritaron todas.

Fuera la lluvia empezó de nuevo, el cielo no había mostrado piedad con el sol, que era raro que en esa época del año no asomara con gran intensidad.

El equipo salió al campo, y las protestas al cielo aumentaron.

Carolina y Andrea miraban el campo, y cuando sintieron las gotas caer decidieron cubrirse en la parte con techo de las gradas.

Casualidad o destino acabaron sentadas una al lado de la otra. Carolina, reconoció rápidamente a la rubia del día anterior, la del besó con Julie. Y como no, Andrea, reconoció al motivo de su “ruptura” con Julie.

-Hola.-saludó Andrea primero, sin ningún rencor.

-Hola. ¿Eres Andrea, no?-preguntó con una sonrisa, un tanto falsa Carolina.

-Sí, la amiga de Julie.

-¿Amiga?-preguntó en voz alta, arrepintiéndose en seguida la castaña.

-Sí. ¿Paso algo?-preguntó Andrea extrañada, '¿sabe que Julie y yo salíamos?'

-No, no.-pensó si preguntar o no.- Es que ayer sin querer vi como os besabais...

-Ah...-dijo Andrea-No, es una muestra de cariño que tenemos...

La mentira de Andrea había empeorado la cosa, ahora Carolina se preguntaba si Julie se iba besando con todas sus amigas, creándole celos irremediables.

Dentro del campo la morena dirigía con menos agresividad que anteriores veces al equipo.

Paulina de vez en cuando perdía un balón por mirar hacia las gradas, al igual que Julie, que dejaba de mandar para mirar a su musa.

A eso de las nueve, Julie y Paulina salían de los vestuarios, sus sudaderas con el emblema del internado, y números en el equipo les quedaban grandes, por diferentes motivos. A Julie porque le gustaba llevar la ropa dos o tres tallas más grandes que la suya, y Paulina, porque el día que se la dieron sólo quedaban de esa medida. Cuando se fijaron que iban hacia el mismo sitio, se acercaron y empezaron a hablar.

-A mi no me pareces mala.-dijo riéndose Paulina.

-Oh! Bueno saberlo, creo que te gusta tanto como a mí, por lo que no te parecen tan duros.-dijo Julie sonriendo de lado.

-Supongo...-dijo Paulina- Si no hubiera sido por ti, yo no me hubiera atrevido a entrar en el equipo.-comentó recordando el día que se conocieron y Julie le ofreció entrar,- Gracias.

-¿Gracias?, ¿por conseguir a una de las mejores medio melé de la liga?-preguntó Julie.- Gracias a ti.

Paulina no dijo nada más, si ella era una de las mejores, Julie sería la mejor de las delanteras de toda la liga.

Subieron a las gradas y sonrieron al ver a sus acompañantes esperándolas.

-¿Andy?-dijo Julie al verla sentada al lado de Carolina.-¡Andy!-gritó otra vez, dándose un golpe en la frente al haber olvidado su desayuno.-Lo siento, lo siento...

Se arrodillo enfrente de su mejor amiga, causando unas miradas asesinas que atravesaban su nuca.

Andrea después de su día con Paulina había olvidado lo de Julie, pero con su malvada mente decidió crear reacciones.

-Mala persona...-dijo mirando a Julie.

-Perdón, perdón...-repetía una y otra vez Julie, verdaderamente se sentía mal por lo de su amiga, ¿cómo se le había podido olvidar?

-...

-Perdón...-susurro Julie.

Andrea al ver que su amiga desde el principio estaba arrepentida, y que tanto Paulina como Carolina ardían en celos decidió parar.

-Vale, te perdono...-dijo con una sonrisa mirando a Paulina.

Una ráfaga de viento, sorprendentemente frío hizo titiritar a Carolina y Andrea que iban con blusas de manga corta y pantalones cortos.

-¿Tienes frío?-preguntó Julie, ya de pie junto a Carolina.

La morena y pelirroja, compartiendo el mismo pensamiento, se quitaron sus sudaderas y se las hicieron poner a regañadientes a la rubia y castaña.

-Tengo hambre...-dijo Julie.

El silencio después de la escena de antes se había impuesto en el ambiente, por lo que Julie se levantó, cogió la mano de Carolina y la atrajo hacia ella, pidiéndole a Paulina con la mirada que hiciera lo mismo.

-¿Vamos?-preguntó la pelirroja extendiendo su mano, al no tener la osadía de la morena.

Andrea cogió su mano, y Julie sonrió complacida, pero preocupada ante el comportamiento de Carolina.

-¿Te pasa algo?-le preguntó.

-¿A mí? Nada.-dijo seca la castaña, viendo como Paulina por petición de Andrea metía las manos en el bolsillo de en medio de la sudadera, pidiéndole que le calentara las manos.

-No tengo permiso para hacer esto, pero quiero hacerlo.-dijo Julie abrazando por la espalda a Carolina, hablándole pegada a la oreja.

Los minutos pasaron despacio, Andrea y Paulina se miraban con las manos juntas dentro de aquel bolsillo, y Julie cerraba los ojos mientras olía el sedoso pelo de Carolina, que suspiraba también con los ojos cerrados.

Probablemente, el amor que se sentía en ese instante en ese lugar era incluso empalagoso, pero era lo que el cuerpo y sobretodo el corazón les pedía.

PODRÍAMOS...

CAPÍTULO 11:

Las cuatro chicas sentadas en una de las mesas del fondo de la cafetería, charlaban animadamente. Fuera la lluvia había cedido un poco, pero antes de ello, había mojado entre risas a las parejas, que tuvieron que correr, entre las bromas de Paulina y Julie, causando los gritos de las otras dos, por el barró y el agua que les caía.

-¿Qué haréis estas vacaciones?-preguntó Carolina mirando a Julie, que también la miraba con una sonrisa de lado, y tocándose la nariz para decirle a la castaña que estaba manchada.

Carolina entendiendo lo que la morena le decía se tocó la nariz, comprobando que de verdad estaba sucia, sonrojándose.

-Ahora que lo dices,-dijo Andrea dirigiendo su vista que anteriormente permanecía clavada en Paulina, miró a Julie, que con su cara de embobada observaba a Carolina.- ¿al final me llevaras?

La pregunta de la rubia hacia la morena, hizo fruncir el ceño de sus acompañantes, demostrando su ignorancia ante lo que estaban escuchando.

-Claro.-respondió sonriendo, pero esta vez completamente.

-¿Dónde vais?-preguntó con interés y un poco de celos en la voz Carolina.

Julie no respondió ninguna de las dos preguntas, seguía en su mundo, contemplando el rostro de la castaña de ojos verdes.

-Iremos a...-miró a Julie pidiéndole consentimiento, pero viendo lo enajenada que estaba con la chica tenía enfrente, supuso que podía contarlo.-...a el orfanato de la ciudad, para pasar las vacaciones con los niños.

En ese momento, Julie dejó de sonreír, y diversas imágenes, al haber escuchado esa palabra, comenzaron a pasar por su mente, recordando tanto buenos como malos momentos.

Bajó la mirada, y las dos chicas que miraban sorprendidas a la rubia y a la morena, observaron como Julie se removía en su asiento, jamás la habían visto tan incomoda.

A la morena no le importaba volver a aquel sitio, había conocido a personas geniales, que la habían ayudado, aunque también había visto la forma mala en la que cualquiera puede acabar... Eso era lo que la incomodaba, el hecho de que pronunciar orfanato, le trajera no sólo a ella, sino a la gente en general, una idea de nostalgia, compasión, tristeza... Que para que mentir, si que lo había en algunos momentos, pero entre aquellos niños, y la gente que cuida de ellos, también hay hueco para la alegría, la diversión y lo buenos y gratos momentos. Porque para Julie eso era la vida, una cadena de instantes, que los había buenos malos y peores, que acababan y comenzaban otra vez con otro sentimiento nuevo, haciendo de todos ellos una montaña rusa.

Carolina miraba a Julie, veía en sus ojos, que no se habían apagado para nada, seguían trasmitiendo aquel brillo especial, pero que se veían melancólicos...

-Si queréis venir.-dijo Julie, levantó la mirada y sonrió.

-¿En serio?-preguntó Paulina.

-No de mentira...-repitió Andrea, como por la mañana, cuando se habían conocido.

Andrea rió, y la pelirroja negó con la cabeza mientras sonreía con sorna.

-Sí, en serio.-volvió a decir Julie mirando a Carolina, que no había apartado la vista de ella.-¿Vienes?

Carolina la miró, sin entender la pregunta por estar absorta en sus pensamientos.

-Sí.-dijo.

A unos escasos centímetros de ellas, Andrea miraba a Paulina, que sonreía con ternura y sus ojos claros se clavaban en la rubia.

-¿Por qué me miras así?-preguntó Andrea ruborizándose.

-¿Quieres que vaya?-le preguntó refiriéndose a la propuesta que les había hecho Julie.

-¿Quieres ir?-le devolvió la pregunta Andrea.

-Si tú quieres que vaya...-respondió jugando Paulina.

-¡Claro que quiero que vayas!-gritó un poco alterada Andrea, provocando las risas de Julie y Carolina, que observaban la escena.

Paulina miró con una sonrisa a Andrea y las ganas de besar la se abrieron pasó, pero la lógica gano la batalla.

-¿No sería ningún inconveniente?-preguntó le preguntó la pelirroja a Julie.

-Por supuesto que no, sólo tengo que hacer una llamada.-dijo Julie levantándose, mientras buscaba el móvil.

Se disculpó con las chicos y dijo que en un momento volvía.

Siguieron hablando, preguntándole a Andrea el porque de ir al orfanato, ella pensó que al haber dicho antes su destino para pasar las vacaciones, y el hecho de que Julie las hubiera invitado, significaba que podría contarles el porque, y sin demasiados detalles y muy por encima les contó que Julie era huérfana y que desde que el estado a los 16 años le concedió la mayoría de edad vivía fuera del orfanato, pero aún mantenía viejos amigos allí, y muchos niños pequeños la admiran y quieren, por lo que todas las vacaciones pasa parte de ellas con ellos.

Mientras las tres preciosas chicas hablaban, Julie marcó el número de su amigo Rúben, más conocido como Pitufo, ya que cuando él le presentó a su madre, ella le llamaba así, por... diferentes motivos.

+Pitufo! ¿Qué tal?

+¿Julie?

+¿Quién va a ser?-dijo riendo Julie.

Rubén rió al otro lado del teléfono, a lejos se escuchaba la voz de su madre.

*Es Julie mamá-contestó Rubén a su madre que cansada, después de trabajar volvía a casa.

+Dile a Doña Vanesa que saludos de mi parte-dijo Julie sonriendo.

*MAMÁ! DICE JULIE QUE HOLA!!- gritó Rubén desde la cocina, con su madre en su habitación.

*DILE QUE ESPERO QUE NO ME HAYA LLAMADO DOÑA VANESA!!-gritó Vanesa, observando las fotos y saludando con un pequeño a “hola” a la de una chica morena de ojos azules.

+La he escuchado-dijo riendo Julie antes de que Rubén lo dijera.

+Pues eso.-dijo riendo también Rubén.-¿Y qué tal vas?-preguntó.

+Si yo te contara...-dijo mirando de lejos, a través del cristal, hacia la mesa ocupada por las chicas que reían amigablemente.

+¿Y eso?-preguntó intrigado Rubén.

+Lo podrás ver por ti mismo...-dijo Julie dejándolo con la duda.

+¿Andrea viene contigo?

+No sólo Andrea, Pitufo.

+Me gusta que me llames Pitufo, tu y mamá sois las únicas que os lo permito.-comentó Rubén triste.

+Lo sé...-dijo Julie compartiendo de diferente manera la tristeza que sentían por distintos motivos, pero que con el paso del tiempo se ese sentimiento se había vuelto cotidiano y común para ellos.-Bueno, y cómo está el piso, ¿lo has quemado?-preguntó riendo Julie.

+No...-respondió haciéndose el resentido.

Los dos rieron.

+Esta vez somos más, así que habrá que dormir en el sillón...-dijo riendo Julie, al verse durmiendo en el sofá como la última vez que Andrea la había acompañado.

Rubén rió recordándolo.

+¿Yo también dormiré allí, no?-preguntó riendo.

+Son dos damas más...-dijo Julie sonriendo.

+Creo que para antes de que vuelvas compraré un sofá-cama mejor.

Rieron por la ocurrencia y siguieron hablando como los grandes amigos y compañeros de piso que eran.

PODRÍAMOS

CAPÍTULO 12:

La última semana de instituto dentro del internado había sido bastante entretenida, la gente iba y venía entre exámenes, fiestas de despedida, y para los deportistas los partidos de final de temporada.

Las cuatro chicas en el transcurso de la semana no habían parado de pensar, que como era posible que no se hubieran conocido antes, pero aún así, el tiempo que pasaban tanto por parejas como en cuarteto, lo aprovechaban para reír y pasarlo bien.

Lo cierto es que las relaciones no avanzaban, más bien se estacaron, aunque en el buen sentido.

Andrea y Paulina, seguían con sus tiernos acercamientos, siempre y cuando algunas de las dos saliera totalmente sonrojada, porque cada vez que se quedaban solas cualquiera de las dos acababa como un tomate. Paulina seguía tímida, pero no en lo referente a contarle cosas de su vida a la rubia, ni tampoco en preguntarle cómo había ido su día, sino más bien en el acercamiento, ella moría por besar a el amor de su vida, pero esa timidez no se lo permitía.

Era casi lo contrario de la relación que tenían Julie y Carolina. Ellas... pf... Carolina pasaba las veinticuatro horas del día preocupada por las numerosas chicas que rondaban a Julie, y Julie complementaba dichas horas detrás de Carolina para que no hubiera mal entendidos, sin embargo Julie ya había sufrido los celos de la castaña una vez, creo que fue dos días después de que Andrea y Carolina fueran a ver a la morena y pelirroja al entrenamiento.

-Hola-dijo Julie apareciendo por sorpresa enfrente de la castaña.

-Hola-respondió Carolina sonriente al ver a Julie.

-¿Qué tal estás?-preguntó sentándose a su lado en aquella clase que no era la suya.

-Bien ¿Y tú?-sonreía muy feliz Carolina, por la cuasi siempre atención que le prestaba la morena, yendo a buscar después de clase, en las comidas...-¿No tienes clase?

-Sip.-dijo tranquila Julie sonriendo de medio lado, mientras con su común cara de embobada miraba a la castaña.- Tengo química.

-¿Y no vas a ir?-preguntó levantando una ceja Carolina.

-Mmm...-pensó Julie, cogiendo con sus dedos su mentón, haciéndose la interesante.

Carolina rió negando con la cabeza por la pose de la morena, pero su risa se corto cuando una de las chicas más espectaculares de sus clase se puso delante casi cayendo encima de Julie.

-Ups...-dijo sonriendo.-Lo siento.

Julie la miró, sonrió con cara de “no pasa nada” y se volvió a girar hacia Carolina, sólo que ella ya no la miraba, estaba más centrada matando con la mirada a...

-Soy Elena, encantada.-extendió su mano hacia Julie, que después de fruncir el ceño al ver la cara de Carolina, le demostró atención otra vez a la chica rubia de ojos marrones claros que tenía delante.

-Julie, igualmente.-respondió estrechando su mano.

-¿Y tu eres Carolina, verdad?-le preguntó con la sonrisa más falsa que he podido ver en el mundo.

-Sí esa soy yo, ¿necesitas algo?-preguntó seca, sin mostrar su rabia, unicamente preguntó por “cortesía”.

-No, tranquila.-desvió su mirada de la asesina de la castaña y sonrió con coquetería a Julie.- Juegas a rugby ¿no? Me parece haberte visto entrenando algún fin de semana con los chicos en el campo.

-Eh... Sí, suelo entrenar con ellos algunos días.

-Conozco a muchos chicos del equipo, ¿sabes quien es...?-empezó Elena una conversación con Julie, que estaba entre ser descortés y cortar a la chica desconocida para seguir hablando con su musa o aguantar hasta que acabara.

Julie no suele ser descortés con nadie, así que por su propia ética, tuvo que aguantar hasta que...

-Buenos días alumnos.-anunció su llegada el profesor de alguna aburrida clase.

-Disculpa, ¿Elena?.-preguntó Julie sin acordarse muy bien del nombre de la chica, su mente no paraba de taladrar la misma pregunta, ¿y Carol?.

Elena asintió sonriendo.

-Bueno es que me tengo que ir, me hubiera gustado seguir hablando contigo. Hasta luego...-se levantó del asiento, y buscando con la mirada a Carolina, que sin saber cuando se había cambiado de sitio, tuvo que irse sin poder despedirse de ella.

Carolina, desde el momento en el que Julie le siguió la conversación a la “bruja esa”, como la empezó a llamar desde entonces, recogió sus cosas, y echando fuego por ojos, boca y nariz, se cambió de sitio, refunfuñando por no poder decir algo así como “¡¡Ey, que estabas hablando conmigo, pasa de la bruja esa y sigue sonriéndome A MI!!” bajó la mirada y empezó a revisar algunos ejercicios de esa clase.

Julie arrepentida por haber perdido el tiempo con aquella chica, quiso volver a clase, sentarse al lado de su musa y seguir hablando, pero no podía.

Espero en la salida de la clase, se puso sus cascos y sentada, con la espalda apoyada en la pared esperó.

Sonó el timbre y la gente empezó a salir de las clases. La morena esperaba paciente en el suelo a que saliera la castaña, cuando vio como salía, la miraba y se giraba para empezar a caminar al lado apuesto, Julie frunció el ceño y corriendo recogió su mochila y corrió hasta alcanzar a Carolina y de un brinco poner enfrente suya con una sonrisa.

-Hola.-saludó como la vez anterior.

Carolina la miró, bajó la mirada y pasando por su lado siguió caminando. 'Sé que Andrea me advirtió que muchas chicas iban detrás suya, pero joder, ¡¿hasta las más brujas?!' pensó Carolina mientras seguía andando.

Sumergida en sus pensamientos no se dio cuenta de que Julie caminaba a su lado, mirándola con el ceño fruncido,'¿qué le pasa?'.

Carolina sin percatarse de su compañía, caminó hacia uno de los grandes árboles de la zona verde del internado, se sentó, sacó el libro que aún no había acabado, y decidió dejar de pensar en Julie y las brujas que la rondaban.

Los minutos pasaban y Julie después fijarse de que Carolina no la había visto, sacó su libreta de hojas blancas, y comenzó a dibujarla.

Las clases seguían su curso, y ellas cada una entretenida en su tarea. Cayó la noche y la ausencia de luz, hizo que Julie tuviera que parar de dibujar, encontrándose con la mirada de Carolina posada encima suya, ya que ella tampoco podía leer sin luz.

-Hola.-repitió Julie sonriendo.

-Hola.-dijo con voz apagada Carolina, que a pesar de que lo había intentado, no había podido parar mientras leía, de pensar que en esa historia las protagonistas eran ella y Julie.

-¿He hecho algo malo?-preguntó ya con miedo la morena.

La castaña negó con la cabeza.

-¿Entonces, qué te pasa?-quiso saber Julie.

-No es nada.

-Te pasa algo, y si algo te pasa a ti, algo me pasa a mi.-dijo Julie, consiguiendo una sonrisa por parte de Carolina.

-¿Te lo cuento?-preguntó la castaña, un poco avergonzada, porque no tenía ningún derecho a reclamarle o quejarse de lo que hiciera o dejara de hacer Julie.

-Por favor.-pidió Julie.

-Bueno... es que... cuando ha llegado la bruj... Elena, has empezado a hablar con ella y a mi me has dejado ahí como si nada... y me ha molestado y dolido mucho...

-Lo siento...-susurro Julie verdaderamente arrepentida.

Carolina levantó la mirada que había bajado para no mirar a Julie a la cara mientras decía aquello que la avergonzaba, levantó su mano y cogiendo el mentón de Julie le dio un beso en la mejilla.

Julie suspiró, pidiendo por dentro que ojala ese beso fuera un poco más en el centro. Y como si de una bombilla se tratase, su cerebro pensó que por qué debía de molestarle “tanto” eso a Carolina, puso cara de “that's suspicious”.

-He visto que estabas mu concentrada en algo, ahí en tu cuaderno, ¿qué hacías?-preguntó arrebatándole de las piernas la libreta.

-Espe...-intentó quitársela Julie.

-¿Soy yo?-preguntó Carolina, fascinada con el dibujo en blanco y negro.

Julie asintió.

-Es precioso...-dijo fijándose en los detalles del árbol, y en como demostraba el dibujo su concentración en leyendo.-¿Me lo puedo quedar?-preguntó con una gran sonrisa.

-¿eh?-preguntó Julie contrariada, esperando algo así como “¿Por qué me dibujas (¬¬)?”

-Que si me lo puedo quedar.-repitió Carolina riendo feliz, yo diría que feliz se queda corto.

-Cl...claro...-dijo tartamudeando por primera vez Julie.

CAPÍTULO 13:

Rubén como había acordado con Julie en su anterior charla, fue a recogerlas el sábado en la camioneta que también compartían él y la morena.

Rubén había conocido a Julie en su primer colegio, los dos entraron a la misma clase en aquel especial colegio para niños más inteligentes que la media. Julie al principio no era muy sociable, era demasiado pequeña, y con solo seis años ya había pasada algunos días en la calle.

Rubén un día a la salida, la vio llorando por una gran herida que tenía en el brazo, de la cual ahora sólo queda la cicatriz. Asustado y preocupado a la vez, decidió acercarse a ella.

-¿Estás bien?-le preguntó con voz de adulto en un cuerpo de seis años.

-Sí-dijo sonriendo como siempre Julie, también, con su segura respuesta demostrando la madurez que tenía.-Tranquilo, sólo me sudan un poco los ojos...

Rubén rió por la ocurrencia.

-¿No te suelen sudar mucho, no? Yo tampoco suelo sudar mucho por ahí.

Julie rió, y levantándose del suelo extendió su mano, al que desde ese momento sería su mejor amigo.

-Soy Julie.

Rubén cogió su mano y estrechándola se presentó.

-Yo Rubén.

A la lejos el sonido de un coche hizo que se giraran.

-Es mi madre, tenemos que recoger a mi hermanita de la guardería.-dijo Rubén.

-¿Cómo se llama tu hermana?-preguntó Julie con curiosidad.

-Olimpia.

-Me gusta, es muy bonito.

-Gracias, es el nombre de mi abuela. Oye, creo que es mejor que te llevemos al médico, tiene mala pinta.-dijo señalando al antebrazo de Julie, que sangraba en abundancia.

-¡Rubén!-gritó Vanesa saliendo del coche.-Que llegamos tard... ¿cómo te has hecho eso?-preguntó cogiendo con delicadeza el brazo de Julie.

-Un accidente.-respondió la pequeña morena, sabiendo que si decía la verdad probablemente se metería en un lio.

-Ven, te lo voy a curar.-dijo en tono de madre Vanesa.

Rubén siguió a su madre al interior del coche, viendo como curaba a su nueva amiga.

-¿No tenías que recoger a tu hermanita?-preguntó Julie.

-¡Olimpia!-gritó Vanesa, que pensaba en el parecido de su esposa con la pequeña.

Terminó rápido de curar la herida y pidiéndole a los dos niños que se pusieran los cinturones arrancó el coche.

Llegaron a la guardería y Julie que reía con Rubén por las caras que ponía Vanesa ante los semáforos en rojo, esperaron que volviera con la pequeña Olimpia.

-Te llamas como mi mamá ¿sabías?-dijo Rubén sonriendo, recordando con poca nitidez las tardes en la casa de la playa, jugando con su mamá.

-¿De verdad?-preguntó.

-Sí, ella también tenía el pelo como tú, pero tu tienes los ojos grises, ella los tenía azules.

-Me gustaría conocerla, tu mamá Vanesa es muy buena, y divertida.-dijo riendo, contagiando a Rubén.

-Murió, pero tengo fotos suyas en casa, si quieres puedes venir y las vemos.-dijo sonriendo contento Rubén.

Él tampoco solía tener muchos amigos, y que con Julie todo fuese más alegre y fácil lo ayudó mucho.

Vanesa llegó al coche con Olimpia, que sorprendentemente, aunque el pelo era igual al de Vanesa, los ojos azules, eran idénticos a los de Julie.

-¿Tenéis hambre?-preguntó sonriendo.

Los dos niños y la bebé, gritaron que sí. Vanesa con una felicidad que hacia tiempo no sentía tan próxima a la que una vez sintió, llevó a los niños a la casa de la playa, donde vivían, casa que le pertenecía a Rubén por herencia, además de la empresa.

Esa tarde Julie se ganó un hueco permanente en la familia, como una hija más para Vanesa y hermana de Rubén y Olimpia.

PODRÍAMOS...

CAPÍTULO 14:

Pitufo salió de la camioneta, mirando hacia el edificio de las habitaciones espero a que Andrea o Julie salieran de allí.

La primera en llegar fue Paulina, siempre puntual, había estado hablando con sus padres y como ya se o esperaba ellos no tuvieron ningún problema en dejarla ir ya que estarían cosa de un mes y medio fuera del país. Sin conocerse la pelirroja pensó que ese chico musculoso apoyado en la camioneta, no le iría nada mal para el equipo de rugby masculino. Paulina cada cierto tiempo bostezaba cansada, el día anterior había sido el último partido de liga, y la celebración por la victoria había durado hasta casi las 4 de la mañana en la residencia de chicas, por suerte el ala de las jugadoras del equipo se separaba de los otros equipos femeninos y chicas que no competían en ningún deporte.

A los pocos minutos apareció de la nada Andrea, que al ver tan dormida a la pelirroja decidió darle un susto.

-Buuu!!-dijo saltándole encima.

-Buenos días a ti también Andre.-respondió Paulina, manteniendo como podía el equilibrio que el cansancio le robaba.

Desde hacia unos días la pelirroja llamaba a la rubia Andre, y a la rubia le encantaba.

-Uy...Que ojeras.-rió Andrea, cogiendo de la mano a Paulina para acercarse a el chico que había visto antes la pelirroja.

Cuando estuvieron delante Pitufo sonrió y extendió sus brazos esperando el abrazo de su amiga Andy.

-Cada vez que te veo eres más pequeña...-dijo Rubén, a sabiendas que eso siempre sacaba de sus casillas a la rubia.

'¿Quién es?' se preguntó Paulina al ver aquello.

-Ja-ja. Que gracioso, lo que pasa es que tu altura es proporcional al tamaño de sus pies, Bigfoot.-dijo la rubia en su defensa.

Pitufo rió, esa era la Andy que Julie le presentó hace tres veranos.

-Encantado, soy Rubén.-Pitufo se presentó a Paulina, que miraba divertida la escena, aunque el sentimiento extraño que tuvo al ver a su Andre abrazando a “Bigfoot” no se había terminado de ir.

-Igualmente, soy Paulina.

-¿Falta alguien más? A parte de la siempre impuntual hermana mía.-preguntó Pitufo haciendo reír a Andre, y creando aún más confusión en Paulina.

'¿Julie tiene hermanos?' se volvió a preguntar internamente la pelirroja.

-Buenos días.-saludó Carolina, arrastrando al igual que Andrea una maleta de rueditas, lo contrario a Paulina, que llevaba una maleta de hombro cruzado.

-Buenos días.-dijeron los tres.

-Soy Rubén.-dijo dándole dos besos a la recién llegada.

-¿Falta Julie, no?-dijo la castaña extrañada al no recibir su normal beso en la frente de “buenos días” por parte de la morena.

-Sí.-respondieron mirando hacia el edificio.

Después de 10 minutos esperando mientras Andrea les explicaba quien era Pitufo, la rubia se desesperó.

-¿¡Pero dondé está?!-dijo ya cabreada.

-¿La llamamos?-preguntó preocupada Carolina.

Asintieron y el chico más alto que las otras tres chicas llamó a Julie.

#Si escuchas esto, es probablemente por dos motivos: 1. Estoy dormida. 2. Hay un ataque zombie y he perdido el móvil. Si es la segunda, coge un bate y mata a los que puedas y si es la primera, deja tu mensaje después del PIIII...

-No contesta, ¿se ha vuelto a cambiar el mensaje del buzón de voz?-preguntó riendo.

-Sí, lo grabó delante mía, que risa...-contestó Andrea.- Se acabó, vamos a buscarla.

Metieron las maletas en la furgoneta y fueron a ver donde estaba la morena.

Carolina llamó a la puerta de la habitación, sin recibir respuesta alguna.

-Entremos.-sentenció la rubia.

Entraron y vieron el motivo por el que aún no había llegado.

-La mato...-susurró Andrea.

CAPÍTULO 15:

-Está dormida...-dijo Paulina riendo, al ver la pose en la que dormía su capitana.

Abrazada a un peluche, y con pijama de Tintin, descansaba la morena.

-Vamos.-le dijo la rubia a Pitufo.

Los dos con sonrisas malvadas se acercaron a la pobre Julie y...

-¡¡DESPIERTA!!-gritaron los dos, mientras la rubia se subía a la cama y empezaba a saltar.

Julie del sobresalto cayó de la cama, y con su peluche todavía en las manos corrió detrás de Carolina que reía por lo que acababa de ver.

Paulina carcajeaba al igual que los otros tres, pero la traumatizada Julie miraba con los ojos tipo así (O_O) a sus “amigos”.

-El karma os lo devolverá...-susurró Julie.- Y espero que vuestro castigo sea golpes por un año en el dedito pequeño del pie... con el armario...

Eso fue lo que colmó el vaso, los cuatro cayeron al suelo riéndose de lo que acababa de decir Julie. Ella ofendida pero sin estar enfadada y con una sonrisa medio escondida, se metió a la ducha para a los 20 minutos salir preparada con una camiseta del pato Donald y uno vaqueros rasgados acompañados de unas converse negras.

-¿Vamos?-preguntó viendo como Paulina enseñaba a Andrea a jugar a la PS3 y Pitufo y Carolina, sonreían desafiantes, centrados en la carrera. -Eso es un no.

La morena cogió otro mando que estaba tirado por la habitación y se metió en medio de la partida, llevándose los gritos de desaprobación de la castaña y Rubén, que estaban en la recta final.

-Os voy a ganar...-dijo Julie sonriendo de medio lado, comenzando la una nueva carrera.

CAPÍTULO 16:

Por fin habían cogido camino hacia la ciudad. Carolina silbaba regodeádose por su victoria sobre Pitufo y Julie, porque la verdad es que la rubia y pelirroja, se podía decir que habían parado de intentar aprender y la otra de enseñar viendo sus penosos resultados, pero, sin embargo habían pasado las cinco o seis carreras de sus amigos abrazadas.

La parte que más le había gustado a Julie aunque había perdido, fue cuando su musa, después de conseguir desempatar el marcador de victorias en la última carrera, empezó a hacer el baile de la victoria de una forma para los demás graciosa pero para ella, sensual.

-Tengo hambre.-dijo la morena.

-¿Cuándo no tienes hambre?-preguntó riendo la castaña.

-No he desayunado...(¬¬)-dijo Julie.

-Falta poco, cuando lleguemos pedimos pizzas.

-Bien!! Eso es ser solidario...(¬¬)-dijo Julie mirando a Carolina, causando la risa de los demás.

Pitufo percibió desde el primer momento el amor que había en el ambiente cuando las parejas se juntaban, contento al ver a la que para él es su como su hermana estaba feliz, ahora completamente.

-Llegamos.-dijeron Julie y Pitufo a la vez, viendo el edificio un poco viejo y desgastado.

Bajaron del coche, y entre todos subieron las pesadas maletas, sobretodo la de Andrea que como ya suponía la morena, había metido por lo menos un cuarta parte de su armario.

-Adelante.-dejaron pasar Rubén y Julie a las chicas.

Dentro les esperaba a diferencia de la fachada, una bonita recepción, en la que detrás de una mesa alta se podía ver la despejada cabeza de un señor mayor que saludo a las chicas y chico con una simpática sonrisa.

Entraron en el espacioso ascensor, que por lo detallista que era la pelirroja se dio cuenta que se dirigía a la última plata, el séptimo.

La conversación entre ellos en ningún momento del viaje había desaparecido, todo el tiempo habían charlado y reído de cualquier tema que se les pasara por la cabeza, incluso le sonsacaron a Pitufo que ahora mismo estaba comenzando un relación con una chica.

-Llegamos.-repitieron.

Abrieron la puerta y dejaron pasar a las chicas.

-Es preciosa vuestra casa.

-Corrección, nuestra casa.-dijo Rubén.-Estáis en vuestra casa.

-Eso, lo mismo digo.-dijo Julie.- Os enseñaré vuestras habitaciones.

-¿Habéis comprado otro sillón?-preguntó curiosa Andrea.

Pitufo y Julie se miraron y rieron, acordándose de su conversación.

-Síp.-contestó la morena.-Bueno solo hay dos habitaciones así que...

Pau, ¿te importaría compartir habitación con Andy?-dijo sonriendo con maldad.-Ronca un poco pero es pasable.

Gracias al comentario se llevó un golpe por parte de la rubia que se había ruborizado al pensar en dormir junto a la pelirroja.

-Tomaré tu silencio como un “Sí, me encantaría Julie”.-rió la morena, sabiendo que su mejor amiga y la pelirroja, a cada comentario que hacia se ponían más rojas.-Tomatitos, está es vuestra habitación.

Les señaló la habitación de Pitufo, y volvió a el salón por su musa.

-Ey, ¿quieres ver tu habitación?-le preguntó a la castaña que miraba con curiosidad y gracia las fotos de las diferentes aventuras desde los 6 años de los “hermanos”.

-Me solía fugar de el orfanato durante días para pasar tiempo con Pitufo y su familia.

-NUESTRA FAMILIA!-gritó Pitufo, dejando de lado un momento la conversación con su novia que estaba teniendo en la cocina por teléfono.

-Mi familia.

Carolina puso cara de interrogante durante un momento, cruzándadosele una pregunta por la mente.

-Sé que te estas preguntando...-dijo guiñándole un ojo a la castaña.

-Mentira...-dijo Carolina, que ahora había cambiado de pensamiento, por uno un poco más...

Sus miradas se clavaron, leyéndose la una a la otra.

-Te estás preguntando por qué no me adoptaron...-dijo Julie.

La castaña bajó la mirada, dándole la razón, a medias.

-No me acogieron porque doña Vanesa, la madre de Pitufo...

-NUESTRA MADRE!-gritó interrumpiendo otra vez Rubén.

-Nuestra madre no podía hacerse cargo permanentemente de mí, ya que trabajaba y le costaba cuidar de Pitufa, y de Pitufo, pero aún sabiendo eso llego a pedir mi custodia, se la denegaron.

-¿Pitufa?-preguntó Carolina.

-Sí, nuestra hermana pequeña, se llama Olimpia.-Julie cogió suavemente de la cintura a la castaña y con pequeños pasos desde detrás la guió a la foto donde salían los tres sonriendo.- Cuando me fugaba normalmente sabían donde estaba, pero volvía al orfanato porque le podía crear un problema a doña Vanesa. Me quedaba unos días allí y devuelta a la fuga. Hasta que a los 16 pude pedir una especie de legalidad como mayor de edad, y entré en el internado.

Carolina escuchaba la historia atenta a los labios de Julie, fijándose en lo blanco de sus dientes y lo rosados de sus labios carnosos.

-¿Entonces eres mayor de edad?

-Bueno, si me pillan bebiendo se me caerá el pelo.-reconoció la morena.

Carolina rió y echándose un poco hacia atrás, pidió que lo brazos de Julie la terminaran por rodear.

CAPÍTULO 17 :

Al mismo tiempo que Julie le contaba un poco de su vida a Carolina, Andrea y Paulina se dividían como podían el armario. Al final la pelirroja desistió de pedir aunque fuese un centímetro de aquel mueble, pero se rió mucho, y también recibió muchos golpes por parte de la rubia cuando veía como se desesperaba por meter todas sus cosas allí dentro.

-Por enésima vez...-dijo Paulina muriendo de risa.-¿Quieres que te ayude?

-NO.-gritó Andrea roja por la fuerza que estaba haciendo para poder cerrar la puerta del pequeño armario que había desocupado Pitufo para que guardasen sus cosas y pudieran estar cómodas los dos meses que estarían allí.

-Vale, vale...-Paulina se revolcaba en la cama riéndose.

Cuando ya le dolía demasiado la barriga, y las lágrimas corrían por sus ojos, se levantó como pudo y fue hacia la rubia.

La apartó con delicadeza, y abriendo el armario dejó caer una montaña de ropa, para echarse a reír otra vez.

-¿¡Pero que has hecho?!-gritó Andrea.-Pensaba que me ibas a ayudar...!-dijo ya desesperada pero rendida ante aquella montaña de ropa.

Paulina no podía parar, se sentó en el suelo y empezó a doblar la ropa de la rubia a carcajada limpia, cuando terminó se levantó aún riéndose y la guardó bien guardada dentro del armario. La montaña ya estaba en su sitio dentro del armario, y a la hora de cerrarlo, se giró hacia la rubia y poniendo cara de “así es como se hace” cerró el armario, perfectamente.

-Te mato...-dijo tirándose encima de la pelirroja, que volvía a estar sentada en el suelo llorando de la risa.

La rubia se subió sobre la pelirroja, cogió sus manos y las sostuvo por encima de su cabeza.

-Para de reírte!-suplicó la rubia, sonriendo por su estupidez, y por ver la forma en las que las pecas de la pelirroja se contrastaban con su rostro rojo por la risa.

-Vale, vale...-dijo la pelirroja conteniéndose.-Lo siento, pero ha sido graciosísimo...

-Ya... si ya lo veo...-dijo la rubia haciendo pucheros.

-Oh... Por favor no hagas eso...-dijo la pelirroja, pidiendo ayuda a alguien allí arriba para aguantar y no besarla.

Los ojos de ambas miraban los labios de la otra.

-¿Cuándo lo harás...?-preguntó al aire, más para sí misma la rubia.

El viento llevó la pregunta de Andrea a los oídos de Paulina, y con un suspiro levantó el cuello y junto sus labios.

Sus ojos se cerraron, el tiempo se volvió a parar como cada vez que se miraban a los ojos, pero ahora eran sus labios los que se tocaban. El beso duro lo necesario para que al separarse las dos quisieran volver a juntarse.

Tanto una como otra seguían disfrutando del momento con los ojos cerrados, Paulina no se lo podía creer, lo había hecho, y como ella había creído que pasaría no se llevó una negativa por parte de Andre. Sin poder asumirlo totalmente y pensando que seguramente se había quedado pensando en algún momento y había imaginado todo aquello, abrió los ojos, encontrándose con los labios medio abiertos y los ojos cerrados de la rubia, decidió volver a besarla.

CAPÍTULO 18 :

Carolina, Pitufo y Julie se habían sentado en la mesa de la cocina a hablar un rato, esperando las pizzas que la novia de Rubén se había ofrecido a traer a cambio de poder quedarse a comer y conocer a la hermana de su novio. 'Me cae bien' pensó Julie cuando su hermano le dijo eso.

-¿Y Pau y Andy?-preguntó Julie.

-La última vez que pasé por su habitación se estaban peleando por el armario.

-Andy y su ropa...-dijo riendo Julie.

El timbre sonó, Pitufo se levantó y disculpándose fue a abrir la puerta.

-¿Cómo será?-preguntó Carolina, la cual se sentía ya como una gran amiga de Pitufo.

-Ni idea, pero solo por traer las pizzas me cae bien.-dijo Julie sonriendo de lado.

-Un punto a mi favor ¿no?-dijo una chica de mediana altura, de unos ojos muy expresivos de color entre verde y amarillo, con el pelo negro.

-Síp.-contestó Julie.- Y si me dices que has traído helado, ya te digo que te cases con ella Pitufo.

Los cuatro rieron y se presentaron.

-Falta que conozcas a dos personas, voy a por ellas.-dijo Pitufo.

Caminó contento por la buena sintonía que parecían tener las chicas fuera, tocó la puerta de la habitación sin recibir respuesta y decidió asomar la cabeza.

-Chic...Lo siento.-cerró la puerta, y rojo como un pimiento volvió al salón.

-Mierda.-dijeron las dos por haber sido pilladas por Rubén.

-Menos mal que no ha llegado 15 minutos después porque sino...-dijo riéndose la rubia, mirando a la pelirroja que seguía encima suya, con la vista calvada aún en la puerta, como esperando a que se volviera a abrir.

Despacio la pelirroja se fue levanto, poniéndose otra vez la camiseta, tapando todo aquello que le había encantado conocer a Andrea.

-Amor...-dijo la rubia besando la nariz, como antes le había hecho ella para negarse a hacer algo más que besarse, alegando que su primera vez tenía que ser especial.

Paulina se estaba arrepintiendo por dentro de haber besado el cuello de Andrea, 'si no la hubiera besado ahí...' se repetía.

-Ey...amor...-la volvía a llamar Andrea.

-Lo siento Andre...-susurro la pelirroja sintiéndose culpable, pensando que lo único que creería Andrea era que se quería acostarse con ella y ya está.

-Amor, ha sido culpa mía...-reconoció la rubia, acariciando la mejilla y cuello de Paulina.

-No pero si yo hubiera parado de besarte no habríamos caído en la cama, y no...

-A ver... Amor...-dijo Andrea.-Tranquila, mírame.-ordenó, por no ser observada como hacia menos de dos minutos.

Paulina levantó la vista, parecía un perrito herido, abandonado en medio de la carretera, con miedo.

-Quiero que me escuches, ¿vale?-pidió la rubia.

La pelirroja asintió, triste, pensando que ahora era la parte en la que le decía que lo de hacia un momento había sido un error.

-Me has besado, me has dicho que me quieres, y yo. He alucinado, he saltado encima tuya y te he comido a besos-una media sonrisa se escapa de los labios de la pelirroja al recordarlo.- y cuando has caído sin querer en la cama, haciéndote dañ...

-No me h...-intentó aclarar Paulina para que Andrea no se sintiera mal.

-No me interrumpas, por favor. Y sabes que te has hecho daño, tanta belleza pesa...-dijo Andrea refiriéndose a ella misma, logrando una negación y una sonrisa de la pelirroja.- Nos hemos reído, y YO, repitó, YO, te he levantado la camiseta, descubriendo el beneficio de tanto ejercicio...-comentó riéndose y sonrojando a la pelirroja.- y TÚ, repito, TÚ, me has dicho una de las cosas más bonitas que me han dicho en la vida: “Quiero que nuestra primera vez sea especial, tan especial como tú, igual de preciosa y hermosa que tú, y que la recuerdes para siempre, como yo te recuerdo siempre a ti”-citó de memoria las palabras que le había dicho Paulina, sorprendiéndola.- y para dejarme aún más enamorada... me has dado un beso en la punta de la nariz.-terminó de decir la rubia, mientras descendía una lágrima.

-Por favor no llores...-besó la lágrima Paulina, impidiendo que cayeran más.

-Y gracias a que yo te bese, y después de tus bellas palabras, intentara levantarte otra vez la camiseta, sabiendo que después de que me besaras el cuello ya no pararías, hice que siguieras...-finalizó Andrea, ahora sí, llorando al darse cuenta.

-Ey, por favor, te lo suplico... no llores...

Los besos llenaban el rostro de la rubia, hasta que consiguió parar.

-Sonríe... por favor...-dijo Paulina, haciendo pucheros como lo había hecho antes Andrea.

La felicidad de la pelirroja volvió al escuchar la risa de la rubia.

-Mejor así.

PODRÍAMOS

CAPÍTULO 19 :

Pasada la hora de comer, las tres parejas se pusieron en marcha hacia el orfanato. Julie llevaba a Carolina en la moto, la castaña no dejó pasar la oportunidad de agarrarse bien a la morena, y pedirle que antes de que el verano acabara le enseñara a conducirla, a lo que con una sonrisa Julie aceptó.

Dentro del coche, unos metros por detrás de la moto, Rubén intentaba no ruborizarse al mirar a sus dos amigas, que también bajaban la mirada avergonzadas cada vez que sus miradas se cruzaban. Mientras comían en ningún momento la incomoda situación de la habitación que había podido ver Pitufo salió a la luz, aunque los primeros minutos ninguno de los tres pudo dirigirse la palabra, y mucho menos mirarse a la cara.

-¿Y cuánto lleváis saliendo?-preguntó Nerea, la novia de Pitufo, sentada delante en el asiento de copiloto.

-¿Em?-preguntó Paulina contrariada y confundida por la pregunta.

-Aún no me lo ha pedido.-respondió sonriente la rubia, mirando al decir eso a la pelirroja, que si llega a estar bebiendo algo seguramente lo hubiera dejado volar.

-¿Em?-repitió incluso más confundida, pero a la vez feliz.

Las risas de Nerea y Andrea resonaron en el coche, sin embargo Pitufo miraba comprensivo a Paulina, que seguía sin entender muy bien el momento.

-Este lugar es muy importante para mi, es parte de mi historia.-le explicó Julie a Carolina.

-¿Estás segura de que quieres que vengamos contigo?-preguntó Carolina.

-Por supuesto, er...-no sabía si decirlo o no, pero había que arriesgarse para ganar ¿no?- eres muy especial para mi.

Las palabras de la morena, hicieron que la castaña sonriera notablemente. Los ruidos de los coches pasando por la carretera, el caminar de la gente, y todo lo demás dejo de entenderse, volviéndose unicamente una música de fondo. Era el momento, pensé al ver como poco a poco se iban acercando para besarse, en cambio todo volvió a ser ruidoso cuando Pitufo, dentro del coche tocaba el claxón.

'¿Justo ahora Pitufo?' se preguntó Julie fastidiada.

-¿Entramos?-preguntó el chico ya fuera del coche, cogido de la mano de Nerea que las obserbaba pidiéndoles perdón con la mirada porque ella si se había fijado en lo que estuvo a punto de pasar.

-Claro-respondió Julie, agarrando aire.

Carolina desorientada por lo que casi había hecho se separó de Julie dejándola confusa, y caminó junto a Andrea, que veía como Paulina seguía sumergida en sus pensamientos.

-Ey...-dijo la morena como saludo hacia la pelirroja.

Paulina no respondió, seguía encontrando en el suelo un buen sitio para reflexionar.

-Pau, ¿estás ahí...?-preguntó Julie, dándole un pequeño codazo.

-¿Em?-soltó la pelirroja, dándose cuenta de que llevaban caminando unos metros.

-¿Te pasa algo?-cuestionó Julie preocupada por el comportamiento de su compañera y amiga.

-Es difícil de expresar con palabras...

-A veces no sabes la forma correcta de contar lo que te pasa.-le ayudó Julie.-Yo suelo empezar a decir adjetivos, y con eso intento sacar algo con sentido.

Paulina rió.

-Es que es indescriptible...-dijo sin poder hacer más la pelirroja.

-Pf...¿me lo pones difícil, eh?-Julie bajo la mirada también y buscando algo indescriptible en su mente.- Ah... ya sé que es... te entiendo.

-¿De verdad?-frunció el ceño Paulina.

-Síp.-contestó mirando a Carolina.

-Me entiendes.-afirmó siguiendo con la mirada el lugar hacia donde se dirigía la vista de la morena.

Julie suspiro, viendo como hablaban su mejor amiga y musa.

Pitufo abrió la puerta de la recepción del orfanato, mostró un pase, y dijo que venía con unas amigas.

-Pasad.-dijo sonriendo de forma coqueta la joven recepcionista.

-Siempre te tiene que sonreír así...-susurro Nerea haciendo reír a su novio.

-Siempre serás mi celosa número uno... la primera...-dijo Pitufo dándole un beso en la frente a la chica que ponía cara agria.

-Y última.-sentenció.

Andrea y Carolina seguían hablando detrás de la pareja.

-Casi os besáis...-cantó la rubia, picando a la castaña.

-Puedes parar por favor...-suplicaba Carolina, roja y nerviosa.

-Cuando te bese me lo tienes que contar, conociéndola como la conozco, tardara por lo menos unos tres días en reaccionar y decírmelo.-dijo Andrea, saludando a la que ella llamaba la “guarra” que normalmente cuando iba con Julie la escaneaba y comía con la mirada.

CAPÍTULO 20 :

Paulina seguía a Julie, que sin que los demás se dieran cuenta había girado y entrado por otra puerta.

-Seguro que cuando lleguemos Pitufo nos echara la bronca, pero merece la pena ya verás. Ah! Por cierto, espero que estés preparada para entrenar un ratito a rugby...-dijo sonriendo de manera maliciosa Julie.

-¿Por aquí está permitido entrar?-preguntó la pelirroja.

-Sinceramente...-dijo pensando la morena.- No. Solía fugarme por este sitio, no pasa mucha gente, solo las mujeres de la limpieza por la mañana.

-Como acabe en la cárcel, te vienes conmigo.-dijo Paulina, haciendo reír a Julie.

-Tranqui... es solo, un atajo.- aclaró sonriendo la morena.

Caminando por el pasillo, torcieron a la izquierda, y a unos pocos pasos se podían ver un puerta grande de cristal. Salieron por la puerta, y los niños que jugaban en aquel bonito patio, se giraron a ver quien había salido.

-JULIE!!!- gritaron todos, corriendo a por la morena, que al escucharlos se había preparado para ser placada.

-Corre, prepárate.-le aconsejo la capitana.

La pelirroja por si acaso también cogió posición, y menos mal que lo hizo, sino lo más probable es que hubiera acabado aplastada.

Todos los niños empezaron a tirarse encima de las dos chicas.

-Y tú, ¿quién eres?-le preguntó el primer enanito que le había caído encima a Paulina, haciéndola reír.

-Paulina, un placer.-dijo riendo, mientras veía hacer una montaña de enanitos encima suya.

-AYUDA!!!-empezó a gritar Julie, haciendo que lo niños se siguieran tirando encima de ella.- BUAH!!!- volvió a gritar, cogiendo al más pequeño, pero rápido enanito que se había tirado encima suya.- BUAJ!!!-gruño Julie, subiendo al niño en brazos, mientras le hacía una especia de montaña rusa en sus brazos, causando la risa de los más mayores, además de la de el pequeño que gritaba de felicidad.

El pequeño tocó tierra, y se abrazó a las piernas de Julie. Ella se agachó y sonriéndole habló con él.

-Saul, ¿cómo te has portado?-le preguntó, él sonrió con cara de niño bueno.

-Muy bien.

-¿Seguro...?-preguntó de nuevo haciéndole cosquillas.

-Sí!!-gritaba riendo Saul.

-Pensábamos que no ibas a venir.-dijo uno de los mayores, de unos trece, catorze años.

-¡¿Cómo que no iba a venir?! Prometí que cuando volviera del internado, os enseñaría jugar un poco más de rugby ¿verdad?

-Sí!-corearon los mayores, casi todos adolescentes, que les encantaba jugar con Julie, porque les solía enseñar cosas nuevas.

Julie se pusó de pie y miró a la pelirroja que seguía en el suelo, con uno de los niños encima suya abrazándola.

-Os presento, ella es la medio melé de el equipo de Royal Rugby.-dijo señalando a Paulina.

-Ohh...- se escuchó decir a un chico rubio, de ojos marrones al fondo.

-Ese “Oh...” ¿Simon?-preguntó la morena.

-Sí.-respondió el chico tímidamente, acercándose a Julie.

La morena extendió el puño, y como típico saludo entre los chicos mayores del orfanato y ella, chocaron los puños.

-¿Has entrenado? Ella ha venido para enseñarte aún más, eh.-le dijo Julie sonriendo, contenta por la cara del chico al ver a una verdadera jugadora de rugby que tuviera la misma posición que él.- ¿Queréis jugar el primer partido?-preguntó sonriendo.

-Sí!!

Paulina miraba atónita todo, como Julie, organizaba a los equipos y con mucha emoción les explicaba a los más pequeños, y nuevos niños, que se ve que ella no conocía, como se jugaba al rugby.

-Bien, la última vez dejamos definidos los equipos. Para que podamos jugar todos, tendremos que hacer un mini-campeonato.

Los niños se separaron obedientes, hasta los grandes, que debían de tener unos quince, dieciséis años le hicieron caso.

-Los Enanitos conmigo y Pau, el resto ya sabéis a piedra papel o tijera.-dijo riéndose, al ver como los capitanes de los equipos, junto con el pequeño Saul, hacían un circulo y se disputaban los dos primeros equipos que jugarían el primer partido.

A la vez que todo eso pasaba, Paulina se había sentado a mirar, demasiado sorprendida, en una silla cerca de una puerta.

-¡Que susto!-gritó al ver a los otros cuatro, sentados junto a ella.

-Estabas embobada.-dijo Andrea.- Es genial, le hacen mucho caso, es un ejemplo para ellos.

-Síp, mi hermanita es la mejor, además me gusta ver como se tiran encima suya cuando pita alguna falta y no están de acuerdo.-dijo riéndose Pitufo.

Los niños ya habían decidido cuales serían los primeros dos equipos, y Julie, claramente sería el árbitro. Después les tocaría al equipo de los Enanitos, como los había llamado ella, contra el de los Scorpio, los medianos. Todas las chicas del orfanato miraban y como animadoras que eran vitoreaban a sus respectivos equipos.

-Les ha ensañado bien...-susurró Paulina, sorprendida de que los más mayores jugaran perfectamente contra otro grupo de casi edad.

Pasados unos minutos, Pitufo decidió presentar a Carolina a las animadoras.

-Nerea, me ayudas a presentar a Carol, Andy ya se está impacientando...-dijo riendo Rubén, mirando a la rubia que desde que llegó no paraba de saludar chicas, y alagar los bonitos peinados de todas.

Se levantaron, y dándole la vuelta al amplio patio, fueron hacia el grupo de niñas pequeñas y mayores que jugaban o animaban.

-Hola, ¿no animáis?-preguntó Andrea, saludando a el grupo de chicas mayores que miraban el partido.

-Laura se ha peleado con Adrián y ahora no le quiere animar.-informó una chica de nombre Samanta.

-¿Y eso Laura?-preguntó Nerea interesada, ayer mismo había ido y nada de aquel cotilleo había llegado a sus oídos.

-Chicas, os presento a Carolina.-la presentó la rubia.

Las once chicas la saludaron, haciéndole millones de preguntas, sobre donde se había comprado la ropa...

Julie desde el campo miraba con una sonrisa todo aquello, sabía lo que era que voluntarios como Nerea, Pitufo, Andrea, ahora Carolina y Paulina, vinieran a hablar con las chicas y chicos. Se relacionaban con más gente, a partir de un horario de tarde y mañana, cumpliendo con sus deberes podían salir por ahí, pero la mayoría o se quedaba dentro del centro, o salía con malas compañías como le pasó alguna vez a Julie. Las clases se daban dentro del mismo orfanato ya que eran más o menos unos cien niños de diferentes edades, y para ellos era difícil ver como los padres de sus amigos pasaban a recogerles a la salida del colegio. A los mayores se les daba a elegir, la mayoría por la edad preferían ir a institutos públicos, y relacionarse más con los de su edad, pero eso no pasaba hasta los 13 años, mientras tanto impartían clase dentro excepto casos puntuales como lo fue en su momento Julie, dada su capacidad. Eso la ayudó muchas veces a fugarse, y meterse en líos que aunque cuando conoció a Pitufo y su madre, disminuyeron, aún seguían ahí.

PODRÍAMOS...

CAPÍTULO 21 :

-¡¡Pasa!!-le gritó Paulina a Julie.

El equipo de los Enanitos, al igual que todos los demás estaba muy bien entrenado, aunque fueran pequeños, aprovechaban eso con su velocidad y por el momento iban ganando.

-Fuera.-dijo Pitufo, que ahora dirigía el partido.

Las chicas estaban entretenidas hablando de todo un poco, tampoco es que mujeres y hombres se separaran, también había grupos de chicas que jugaban al rugby, y chicos que preferían leer o hacer otras cosas dentro.

Carolina había encajado de maravilla con todas, al ser mayor la respetaban mucho, las niñas le decían que era muy guapa, y las mayores le preguntaban si prefería al lobo o vampiro de Crepúsculo.

La gran parte de los niños y niñas que vivían en el orfanato oscilaban entre los cinco y dieciséis años.

-Paulina!-gritó Julie, para que la pelirroja recibiera el pase.

La final, los Enanitos habían conseguido llegar a ella, enfrentándose contra los más mayores.

CAPÍTULO 22:

El día terminó, y con mucha alegría y cansancio, por parte de Julie, Paulina y Pitufo, volvieron a casa. Los niños les habían hecho prometer que volverían el día siguiente para jugar otra vez, y las tres parejas aceptaron gustosas.

Al llegar al apartamento, Andrea cogió de la camiseta a la pelirroja y se la llevo a rastras, alejándola de sus amigos que se peleaban por decidir que comida pedirían a domicilio.

Carolina y Nerea querían comer comida china y, Julie y Rubén preferían hamburguesas...

-Mira cada uno que llame al que quiera y se acabo.-dijo para terminar la discusión Pitufo.

-Nos parece perfecto.-grito Nerea, enfadada con su novio por llevarle la contraria.

Mientras Pitufo se acercaba a su novia para intentar hacer las paces, Julie sonriendo por el show, caminaba hacia la castaña que había cogido el teléfono para llamar y pedir su comida y la de Nerea.

-Buenas noches, un pedido para dos de...-Julie se había colocado detrás suya contemplando el precioso cuerpo de su musa.-Sí, eso es todo. Gracias.

-¿Chino?-preguntó Julie negando con la cabeza, tirándose en el sofá.

-No vivo de hamburguesas como otras...-dijo la castaña, haciendo que la morena pusiera cara de ofendida.

-Me subestimas, también cómo pizza.-dijo Julie sonriendo.

Carolina rió, negando.

-Me ha encantado conocer a esos niños, son muy especiales.-agradeció la castaña, mirando directamente los ojos azules de la morena.

-Me ha encantado que lo pasaras tan bien con ellos.

Nerea y Pitufo seguían la discusión dentro de la cocina.

Carolina y Julie se miraban intensamente, encontrando un mundo en los ojos de la otra.

Despacio y sin prisas sus rostros se fueron acercando para hacer lo que llevaban esperando mucho tiempo. Por fin sus labios se encontraron y desde ese momento supieron que no querrían que se separan nunca más.

Julie disfrutaba del cálido y delicado beso, rozando sus labios con los de la castaña tranquilamente, con los ojos cerrados, sintiendo todo tipo de bichos en el estómago.

Carolina, en medio del beso soltó un suspiro, del placer que le daba el sincero y tierno beso que Julie le estaba dando.

Se separaron como se habían juntado, poco a poco. Sus frentes permanecieron juntas, y ahora era Julie la que suspiraba, dejando salir dos palabras.

-Te quiero.

CAPÍTULO 23:

-¿Por qué hemos salido corriendo?-le pregunta confusa la pelirroja a la rubia.

-Por esto.

No sé como pudo tener tanta estabilidad Paulina como para no caerse, las torneadas piernas de Andrea se habían lanzado agarrándola de la cintura, teniendo que en un rápido movimiento sujetarlas para que la rubia que cruzaba los brazos por detrás del cuello de la pelirroja la pudiera besar.

Fue un beso lleno de anhelo por parte de la rubia, desde que había visto como Paulina se había pasado el día jugando con los pequeños, como cada vez que marcaban un ensayo los niños se le tiraban encima y ella los recibía con una sonrisa y les hacia cosquillas, tenía ganas de besarla.

-Me parece un buen motivo.-dijo Paulina, infinitamente feliz por aquel repentino beso que la había transportado al paraíso ida y vuelta.

Sin poder evitarlo un bostezo inesperado salió de la boca de la pelirroja.

La rubia sonrió con ternura y con un beso en la nariz, pegando más a su osito le dijo:

-¿Me llevas a la cama, y me abrazas toda la noche?

Esa pregunta hizo todo el cuerpo de Paulina empezara a brotar felicidad pura.

-Por supuesto princesa.

Con paso firme, camino como un luchador de sumo hacia la cama, donde acostó lentamente a su princesa, le dio la vuelta a la cama y se tumbo abrazándola por la espalda como le había pedido, quedándose dormida rápidamente con el dulce olor del pelo de Andrea.

PODRÍAMOS:

CAPÍTULO 25:

Después de la pequeña discusión de Pitufo y Nerea, se reconciliaron. Un abrazo de oso y un mordisco en el cuello lo arregla todo.

Caminaron abrazados a el salón donde se llevaron un grata sorpresa al ver a la castaña casi completamente tumbada encima de Julie, mientras que ella la abrazaba y besaba su cabeza desde arriba.

Disimuladamente para que no se asustaran, empezaron a hablar mientras andaban despreocupadamente hacia ellas.

Julie sonrió al ver como Carolina no tenía ninguna intención de moverse de su cómodo lugar.

-Ya he pedido la comida.-le informo Carolina a Nerea.

-Perfecto.-sonrió de vuelta, tumbándose más o menos como estaba Carolina, encima Pitufo que ya había acaparado el otro sofá.

-¿Y nosotros que vamos a comer?-preguntó Pitufo, mirando a Julie.

La morena no respondió sino que con una mirada cómplice le explicó lo que harían a su medio-hermano, que al entenderlo sonrió con malicia.

Sin darle demasiada importancia a esa mirada, Nerea y Carolina siguieron mirando la televisión que habían encendido para entretenerse un rato.

-¿Y Pau y Andy?-preguntó con el ceño fruncido Julie, que había notado la falta de críticas hacia las actrices de la película que estaban viendo, por parte de la rubia.

-Estarán dándose cariño.-dijo Carolina riendo, picando a Andrea, como ella había hecho por la mañana.

Pitufo inconscientemente se puso rojo como un tomate al recordar lo sucedido.

Menos mal el timbre sonó, y como un rayo, salió corriendo Nerea a por su querida comida china.

-Mmmm...-dijo simulando un gemido, al oler la comida de la que salía vapor, desprendiendo un gran aroma.

-Mmmm...-repitió Carolina, haciendo que por la espalda de Julie pasara una corriente de electricidad, al igual que hacia menos de 20 segundos le había pasado a Pitufo.

Las dos chicas, comían golosamente y felices sus respectivos pedidos, pero gracias a la deliciosa distracción, Pitufo se había levantado junto a Julie para ir a la cocina.

Ambos se guardaron un tenedor en los bolsillos, y como mentalistas se leyeron el pensamiento para “sin querer” dejar caer el bolso de Nerea, que desde que entró por primera vez en el departamento cogió la mania de dejar el bolso en la mesa de la cocina.

-Oh, Dios...-dijo Julie, haciéndose la culpable del desastre.

-Os mato...!-dijo Nerea, dejando su plato encima de la mesa de cristal en el centro del espacioso salón, que tenía enfrente la televisión, luego dos sofás también anchos, y dos pufs a los lados.

Carolina movida supongo que por la curiosidad del futuro asesinato también se levantó, y cuando las dos llegaron a la cocina, las carcajadas de los otros dos se escucharon cerca de sus oídos ya que empujándolas un poco salieron corriendo para remplazar sus asientos, coger sus platos, apoyar los pies en la mesa, y comer.

-No puede ser...-dijo Carolina riéndose por el plan de esos dos.

-Ahora si que los mato...-dijo sonriendo, pero enfadada Nerea, que recogía su monedero y pañuelos, tirados en el suelo por la caída del bolso abierto.

Ambas caminaron sonriendo con maldad hacia las espaldas de la “graciosita” (Julie) y el “graciosito” (Pitufo), como le comentó Nerea a la castaña mientras salían de la cocina. Y como ellas también habían acordado, “sin querer” dejaron caer sus manos hacia delante con fuerza, para que fuera a dar en la nuca de los “graciositos”.

-Jope... Pero sin agresividad...!-dijo quejándose con descaro Julie.

-Eso, eso...-cooperó Pitufo.- Os podemos denunciar por maltrato de animalitos preciosos en peligro de extinción...

El comentario soltó las risas de los cuatro, y con un beso (en los labios), los “graciositos” pidieron perdón a las “victimas”.

Sin embargo, ese beso a parte de ser reconciliador fue el detonante para que las dos chicas sonrieran tontamente todo el resto de la noche, aunque para besarla, la morena le tuvo que pedir permiso con una sonrisa de lado, y mirada de perrito, a la castaña que accedió acercándose felizmente.

CAPÍTULO 26:

La noche acabó con “la desaparición repentina de Paulina y Andrea”, como lo denominó Julie. Una comida compartida por la melosas parejas que se daban de comer entre ellas (cada uno/una con su pareja) y un tierno e inseparable abrazó por parte de las desaparecidas.

La repartición de camas restantes fue fácil, aunque complicada. Estaba claro que Pitufo y Nerea dormirían juntos, la cuestión era dónde, ya que Julie no pretendía tener la cara de dura de dormir con Carolina, claro que las dos internamente lo deseaban. Entonces entre la batalla moral de Julie, de que sus amigos acabaran durmiendo en su habitación juntos, mientras ella se iba a dormir al sofá junto la castaña o dormir en el colchón inflable, sus amigos en el sofá y Carolina en su habitación, estaba Pitufo desesperado.

-Ya está bien!-gritó Pitufo, cansado, intentando no bostezar.-Tú y tú.-dijo señalando a la castaña y a la morena.-Vais a dormir juntas en tú habitación.-sentenció mirando a Julie.- Y tú, amor, te vienes conmigo al sofá.

Cogiendo a su pobre novia de la mano, los dos medio zombies cayeron rendidos en el sofá-cama que habían abierto antes.

-Eeeh...-balbuceó Julie.-Cojó mi pijama y voy a buscar el colchón ¿vale?-le preguntó medio sonriendo con vergüenza a Carolina.

-Ah...-dijo un poco decepcionada la castaña, viendo como Julie abría un armario para coger un pantalón corto hasta las rodillas y una camiseta de Linterna Verde.

-Hasta mañana.-dijo ya con el colchón desinflado debajo del brazo acompañado por el pijama.

-Julie...-dijo la castaña llamando la atención de la morena que estaba a punto de salir por el umbral de la puerta.

-Dígame señorita.-se giró para ver a su musa.

De repente la morena sintió unos labios encima de los suyos, el movimiento suave que hacían rozándose. Labio con labio. Se besaron despacio, con los ojos cerrados, sintiendo el aire de sus pausadas respiraciones que les hacia unas pequeñas cosquillas.

Al igual que se juntaron, se separaron poco a poco quedándose con las frentes juntas.

-Dime...-repitió Julie.

Los ojos verdes de la castaña se posaron en los de la morena, que miraba las preciosas pestañas decorativas compañeras de los pequeños puntos verde oscuro que se mezclaban con el verde claro de esa mirada.

-Quédate...-pidió bajando la mirada avergonzada por la profundidad con la que era observada por ese cielo de azul oscuro, como cuando la noche está a punto de adueñarse por completo de todo.

La morena miró hacia abajo también, discutiendo si era o no lo correcto con su conciencia.

Sin aviso una pierna de la castaña fue tomada por las manos de Julie, que seguía mirando hacia abajo, atrayendo lentamente la rodilla de Carolina a la cintura de la morena, para ser bajada otra vez con suavidad, depositando su pie encima del de la morena, que repitió el proceso con la otra pierna.

-¿Qué haces?-preguntó frente a frente la castaña, que miraba confundida sus pies encima de los de Julie.

-Llevarte...-susurro Julie empezando a caminar despacio, agarrando delicadamente la cintura de su musa.

La castaña sonrió, y dejando a la morena sin visión por hacer que cerrara los ojos, la besó, cogiéndose de su cuello. Inevitablemente juntando sus cuerpos. Encontrando la cama con una leve caída que las dejó abrazadas por el resto de la noche.

CAPÍTULO 27:

El día brillaba por sí solo, declarando que el verano había llegado para quedarse. La gente circulaba desentendiéndose los unos de los otros, teniendo como única meta llegar a sus reuniones de trabajo, a la quedada con alguna persona especial, al encuentro de familiares o amigos, de terminar su rutina matinal de ejercicios... Diferentes motivos que creaban la vida de miles de personas, desconocidos entre si, apartando de ellos a las parejas que dormían plácidamente en el último piso de un viejo edificio que a primera vista no parecía gran cosa.

Dichas parejas descansaban abrazadas, como no. Generando envidia a todos los que los pudiera ver y, sí, alguien los vio.

-¡¡Traigo desayuno!!-gritó Vanesa abriendo la puerta del apartamento cogida de la mano, una niña de no más que unos 9, pronto 10 años, miraba buscando a sus hermanos.

Nadie salió corriendo como era costumbre cada vez que llevaba comida a la casa de sus hijos, ni mucho menos recibió esos abrazos de agradecimiento.

-¿Están dormidos?-preguntó Olimpia, una pequeña que aún teniendo el pelo de su madre, compartía el mismo color de ojos que su otra mamá.

-Por lo que veo sí.-respondió también en voz baja Vanesa, que con cuidado fue acercándose a los bultos que estaban en el sofá-cama

Supongo que lo que vino después demostraba porque los dos hermanos eran tan traviesos, les venía de familia.

Madre e hija, de puntillas se acercaron a la improvisada cama donde dormían Pitufo y su novia, abrazados. Se miraron sonrieron, y con un grito los despertaron.

-¡¡¡¡Hermanito!!!!-gritó la pequeña.

-¡¡¡¡Picaron!!!!-gritó la madre del hombre que casi tira de la cama a su novia, pero que con ágiles reflejos consiguió cogerla.

-¡¡¡MAMÁ!!!-devolvió el grito Pitufo gracias al susto.

-¡¡¡SUEGRA!!!-gritó también Nerea asustada por la presencia de la madre de su novio.

Hija y madre reían a carcajadas al ver como los tortolitos se habían casi que caído de la cama, con cara de espanto.

-¿Dónde está mi otra hija? Pitufo -preguntó limpiándose las lágrimas de los ojos a causa de la risa.

-Buenos días mamá, si yo estoy bien, ¿y tú qué tal?-dijo irónico Rubén.

Eso hizo que hasta Nerea se pusiera a reír también.

-Ya vale, casi nos mata del susto...-dijo Pitufo molesto por el mal despertar.

-Hijo, ha sido una broma, tampoco es para tanto.-dijo sonriendo risueña Vanesa, que a su entrada a los 40 hacia poco seguía siendo una mujer de las cuales te parabas a mirar con detenimiento en la calle.

-¿Dónde está Julie?-preguntó haciendo pucheros la Pitufa de la familia.

-En su cuarto, per...-Pitufo lo pensó, y sin decir nada, invitó a su madre a que despertara a su querida hermanita.-Nada, está en su cuarto, durmiendo.-terminó de sonreír con malicia.

Nerea lo había escuchado, pero no tuvo tiempo de detener a su suegra, que ya caminaba hacia la habitación de su hija.

-Eres malo...-le dijo negando con la cabeza Nerea a su malvado novio.

-Mejor, le acabo de ahorrar comederos de cabeza para cuando se la tenga que presentar.-dijo riéndose.

La chica paro de hacer lo que estaba haciendo y miró a su “novio”.

-¿Tanto cuesta presentar a tu novia?-cuestionó entre cerrando los ojos, con los brazos cruzados mirando enfadada a Pitufo.

-¿Eh?...-preguntó nervioso Rubén.-Yo...n...no...he...dicho...e...eso...

-Ya creo que lo has dicho.-dijo Nerea tirándole una almohada a la cara.

CAPÍTULO 28:

-Shh...-le dijo Olimpia a su mamá que sonreía divertida por la travesura anterior y la que harían ahora.

Abrieron la puerta, y entraron a la habitación.

-Oh.-exclamó Vanesa al ver dormida a su hija, mientras en su pecho descansaba una chica de pelo castaño que respiraba tranquilamente.- Olimpia, ven esper...

Demasiado tarde, la pequeña Olimpia se había colado por la sábana, se puso de pie y comenzó a saltar mientras gritaba “¡¡¡DESPIERTA!!!”

-Cinco minutitos más...-pidió Julie, acostumbrada a ser despertada así por su hermanita pequeña.

-¡¡¡Aah!!!-gritó asustada Carolina.

-Tranquila es solo mi alarma personal, llamada Olimpia, más conocida como Pitufa.-dijo con voz adormilada, abrazando más a Carolina. “Esper...” se dijo.-¡¡¡Pitufa!!! ¡¿Qué haces tu aquí?! Prince...Digo Carol, perdón por haberte abrazado yo no...-dijo siendo consciente de lo que acababa de hacer y decir.

-¡Julie!-gritó la pequeña tirándose encima de la morena que se había sentado rápidamente en la cama.

-Pitufa.-dijo riendo, extendiendo sus brazos para recibir aquel efusivo abrazo.

Vanesa, miraba sorprendida, pero con una sonrisa en la cara la escena hasta que decidió intervenir cuando su mirada y la de la castaña se encontraron.

-Buenos días.-dijo apoyada en el marco de la puerta.

-Mamá...-dijo ruborizándose Julie al ver en la mirada de su madre que lo había visto TODO.- Bue...buenos días...-dijo nerviosa.

-¿No me la presentas?-dijo con una ceja levantada y sonrisa picara.

-Es...este... Claro...Ella es mi...nov...compañera de habitación...-inventó recibiendo una mirada de Carolina de “¿Compañera de habitación?”

-Soy Carolina, encantada.-dijo levantándose la castaña, dejando ver el pequeño short que llevaba, junto con una camiseta de Julie que le había cogido “prestada”, aunque no se la pensaba devolver, que conseguía llegarle a la mitad del muslo, disimulando un poco el pequeño pantoloncillo, todo gracias a la manía de la morena de tener ropa el triple de grande que ella, sin contar con que Julie era una talla mayor que Carolina.

Vanesa se acerco, la miró, miró a Julie y con una sonrisa de oreja a oreja les dijo:

-Hacéis buena pareja, me gusta.-el comentario logrosacar un rojo intenso de la mejillas de las dos aludidas, lo que le hizo reírse fuertemente.

Todas salieron de la habitación, Julie con la cabeza agachada como si le hubieran echado una charla por mal comportamiento, y Carolina, sumamente avergonzada.

Como hermano y amiga que son, Rubén y Nerea rieron al ver sus caras, llevándose una mirada por parte de Vanesa que hizo que se callaran “A vosotros también os he visto.” pensó.

-Algo aquí no me cuadra. Falta Andrea, supongo que estará durmiendo en tu cuarto Rubén, así que iré a despertarla, id comiendo, he traído desayuno para todos.-dijo lo último sonriendo, ya que le encantaba cuando toda su familia se reunía e incluso incrementase.

CAPÍTULO 29:

El escándalo de la pequeña Olimpia fuera, había hecho despertar a Paulina, que dejo pasar los gritos al sentir una respiración en el cuello, a parte de un peso muerto encima suya.

Girando el cuello con cuidado descubrió a la rubia, totalmente tumbada encima suya, con la cabeza metida en el cuello de la pelirroja, que al verlo se puso nerviosa.

El corazón se le aceleró de repente, siendo notorio como latía rápido.

-Buenos días amor...-susurró dándole un beso en el cuello Andrea a Paulina.-Respira...-le aconsejó al sentir como su corazón seguía desbocado, y había parado de respirar.

-Auch...-dijo al pellizcarse y notar que le dolía.

-¿Qué haces?-preguntó riéndose al ver aquello.

-¿Eh?-preguntó como si hubiera vuelto de un trance la pelirroja.- Nada, nada...-contestó sonriendo.-Buenos días monstruito.

-¿Me das un besito de buenos días?-preguntó con voz de niña pequeña la rubia, haciendo pucheros.

-Los que quieras...-dijo Paulina.

Un beso; fácil de dar, difícil de describir. Sinceramente pienso que el beso es un beso, dependiendo del sentimiento que tengas hacia la persona a la que se lo das.

En este caso, daban ganas gritar “¡¡¡Vivan las novias!!!”.

Era un beso tierno, profundo, sentimental, amoroso, apasionado, furioso, tranquilo... Era raro, supongo que alguien como yo que solo cuanta la historia no sabe como describirlo, verdaderamente las que sentían eran ellas, entonces... Lo que si puedo decir es que era un beso sin tiempo, no se separaron, ¿en cuánto? ¿El tiempo suficiente como para que Vanesa entrara y sorprendida carraspeara la garganta? Probablemente.

-Buenas días, os esperamos fuera para desayunar. Encantada de conocerte.-salió riendo otra vez, recordando las caras de cada una de las parejas que había sorprendido esa mañana. “Aquí nadie pierde el tiempo” pensó, imaginando como sería si su esposa viera todo aquello, “ahora mismo las estaría chinchando” se respondió.

CAPÍTULO 29:

Al principio había sido incomodo, pero después de la carcajada que soltó Vanesa en medio de la mesa al volver a recordar sus caras de miedo, disipó el ambiente.

-Entonces tú eres Paulina.- dijo cambiando de tema.

-Sí, señora.-respondió con las mejillas rojas.

-¿Eres la novia de Andy?-preguntó curiosa Olimpia, lo que hizo que la nombrada se atragantara con un trozo de tostada.

-Creo que sí.-contestó sonriéndole a la pequeña, que asintió contenta.

-¿En serio?-preguntó contenta y curiosa también Julie.

-Mas o menos...-dijo ya sin vergüenza Andrea, que reía feliz por lo que acababa de escuchar.

-Una pareja menos.-dijo Vanesa como para sí misma.- ¿Y vosotras?

Julie se atragantó, mucho, casi muere por la pregunta. “¿Qué somos?” se preguntó Carolina “¿Compañeras de habitación?”.

Al ver que ninguna contestaba, Vanesa decidió dejarla pregunta para otro momento, y pasó a mirar a su otro hijo y novia.

-¿Y vosotros?-preguntó.- Primero la boda, y después mi nieto, pero Julie, no te creas que porque tu hermano se casé primero tu te salvas, quiero dos nietos o nietas por parte de cada uno.-dejó claro Vanesa, que la maternidad le había dado una impresión de mujer fuerte, soltera e infranqueable que llegaba a dar miedo.

-Sí, señora.-respondieron Julie y Rubén.

Ahora lo que quería era ser abuela, era muy joven pero aún así quería disfrutar de sus nietos por las dos, como sabía que le hubiera gustado a su difunta esposa.

La mañana pasó entre risas y comentarios que hacían sonrojar a las parejas.

Después de prepararse, todos se dirigieron al orfanato, donde los niños nada más verlos se lanzaron a por ellos, sobretodo un chavalín de la misma edad de Olimpia que estaba enamorado de ella, y como toda rompecorazones pasó de él.

Estuvieron todo el día con ellos, y las encargadas les informaron que mañana los niños tendrían excursión a la playa, por lo que a no ser que fueran, los niños no estarían. Julie pensó en ir, pero supo que tampoco podía pedirle a Paulina y Carolina que estuvieran todos los días de los próximos dos meses con los niños.

Ellas le dejaron claro que no les importaba y que estaría bien con ellos, pero Julie se negó y les dijo que ellos mañana elegirían a donde iríamos.

Vanesa después de comer con ellos, se fue con Olimpia.

-Y si está noche salimos.-propuso Nerea bebiendo de su limonada en aquella terraza al lado de la playa.

-Como queráis.-contesto la pelirroja, que miraba pensativa el mar.

-¿Te pasa algo?-le preguntó la rubia al oído.

-No, tranquila.-sonrió para no preocuparla.- Solo pensaba...

-¿En qué?-volvió a preguntar intrigada, escuchando de fondo a los demás discutir sobre que hacer esa noche.

-Nada en concreto...-dijo volviéndola a mirar con otra sonrisa.

-Y yo que creía que pensabas en mí...-dijo haciéndose la enfadada, preocupando ahora a la pelirroja, que supuso que había metido la pata.- Yo si que quiero salir esta noche de fiesta.-dijo para informar a los otros la rubia, de reojo miró como Paulina se lamentaba por haberla cagado.

-Pero...-intentó decir Julie, a la que por diferentes razones no le gustaba tanto la idea.

-Pero nada.-dijo Nerea acompañada de Carolina que asintió, a ella también le hacia ilusión ir de fiesta, quería que Julie se quedara embobada.

Pitufo comprendía el porque de no querer de Julie, pero conociendo a su novia esa noche saldrían sí o sí, entonces lo único que pudo hacer fue mirar a su hermana con cara de “Si pasa algo yo te ayudo”, la morena comprendió la mirada de su hermano y solo pudo darle las gracias y suspirar rezando para que no pasara nada.

CAPÍTULO 30:

*Recuerdos:

Julie vagabundeaba por las calles en aquella silenciosa noche de invierno, con las manos metidas dentro del bolsillo de la sudadera de color negro, se metió a una conocida discoteca.

Dentro el ambiente no estaba nada mal, a sus 15 años con solo su mirada muchas caían a sus brazos, simplemente su sonrisa les llamaba la atención, Andrea ya se lo había advertido, y Pitufo también.

Esas eran sus segundas vacaciones de navidad fuera del internado, con plena libertad de hacer y deshacer a su gusto, le faltaba nada para que pudiera ser “mayor de edad”, pero dentro del orfanato ya sabían que ella solo iba a dormir cuando tenía vacaciones, era una especie de pase VIP.

Solía ir a ese tipo de sitios los sábados por la noche, le pedía a su hermanito que la acompañara pero Pitufo se pasaba los días estudiando sin parar, lo contrario a ella que no le daba tanta importancia a los estudios como él.

Normalmente cuando no podía ir a ver a su familia iba también allí como en este caso igual hace 3 años.

Ya no vivía tan triste como antes de conocer a la que ahora es su familia, pero que doña Vanesa no pudiera conseguir su custodia hizo que volviera a meterse en líos. No fumaba, bebía lo justo, pero conocía a mucha gente.

Ella se llevaban bien con todo el mundo, era tolerante con todo tipo de personas.

-Ron, por favor.-pidió apoyando los brazos en la barra, y escondiendo su cabeza dentro, disminuyendo el alto volumen de la música.

-Cuanto tiempo sin verte por aquí.-le dijo la camarera de unos 19 años.

Julie solo levantó la mirada, dejando la cabeza apoyada en los brazos puestos encima de la barra y le sonrió como saludo.

-Está noche hay una carrera, Sebastián está por aquí.

Julie solo asintió, le sonrió y volvió a refugiarse en su cueva.

Sebastián, un chico que al verla, la tomó como una rival. Él más que ella, ya que ella solo lo hacia en el deporte, pero Sebas desde que llego al orfanato trasladado desde otro sitio, vio como todo el mundo quería a esa chica de ojos azules y pelo oscuro. Era de suponerse que Julie se hiciera amiga suya, así que la rivalidad se quedo en cosas de amigos.

*

Cuatro años atrás:

Sebastián tiene tres años más que Julie, y cuando se conocieron ella solo tenía 12. En ese momento de la vida de la morena, las cosas no iban muy bien, su familia había tenido que ir a Italia a cuidar a la abuelita Olimpia como la llamaba ella desde que la conoció y ella misma le pidió que la llamara. Cuando habló con Rubén, él le dijo que se tendría que quedar ese año en un colegio de allí, eso dejó a Julie un poco trastocada, un año sin su familia, y ella allí dentro sin poder hacer nada para ayudar.

Ese sentimiento a los 12 años en Julie, y su carácter hizo que volviera a pasar noches en la calle, a veces metiéndose en líos, pero no como cuando era pequeña que siempre la pillaban, ahora se escabullía y nadie se daba cuenta de sus andanzas, excepto Sebastián, que con 15 años había conseguido un carnet falso para poder conducir motos.

Una noche cuando se estaba fugando, Julie vio a Sebastián en una moto, y la curiosidad hizo que se acercara.

-¿De dónde la has sacado?-le preguntó Julie fascinada por la bella moto que vibraba.

-Sube y te lo enseño.-le dijo Sebastián amigablemente.

-No, gracias.-dijo cortés como siempre Julie.-Tengo cosas que hacer.

-¿Cómo por ejemplo?-le preguntó curioso el chico también moreno, pero de ojos marrones.

No supo que responder, así que cogió el casco y se subió a las moto.

-Saber de donde has sacado esta maravilla.

Sebas se rió.

Aunque solo tuviera 12 años mínimo aparentaba 14, y eso para la vida en la calle era importante.

-Llegamos.-dijo él bajando de la fiera de dos ruedas.

-¿Conseguiste esto en una fiesta?-preguntó al ver bailar a la gente de allí, con botellas y vasos, con motos de todas las cilindradas, coches preparados para correr y diferentes cosas que no parecían muy legales.

-Mas o menos.-respondió.

El chico comenzó a andar hacia un grupo de gente bastante mayor , desde los 17 a los 23, o eso pensó Julie al verlos.

-Enano, me alegro de verte, hoy vamos a apostar por ti ¡eh! Tienes que ganar, sino ya sabes, tu pagas las próximas 10 rondas.-dijo riendo uno de ellos que aparentaba unos 20 años, tenía en la mano un botella.- ¿Has traído a una amiga?- preguntó.

-Sí.-dijo sonriente Sebastián.

-Encantado de conocerte, bonitos ojos.-saludo educadamente.- Soy Fer.

-Encantada, Julie.-dijo presentándose la morena.

Las presentaciones empezaron por parte del grupo de hombres, y por extraño que pareciese no eran tan grotescos como los describían.

De un momento a otro todo el mundo empezó a gritar y gritar nombres, entre ellos el de Sebastián.

-Quédate por aquí, y mira como se hace.-le dijo Sebas a Julie que solo asintió y se sentó junto a Fer.

La carrera iba a comenzar y los pilotos se prepararon como en las películas, esperaron a que la chica que sostenía la bandera la bajara y ahí empezaría la acción.

1, 2, 3...

Los motores resonaron en aquel polígono abandonado.

-¡¡¡Vamos Sebas!!!-saltó Fer de su improvisado asiento en un saliente.

Todos los del grupo empezaron a chillar su nombre, y las motos a unos bastantes metros más allá giraron. Fer se volvió a sentar y miró lo concentrada que estaba la peque, como la comenzaron a llamar, en la carrera.

-Cuando puedas competirás.-le dijo sonriente.

Julie rió y negó con la cabeza.

-Suena ilegal, porque lo es-dijo riendo Fer.-pero aquí sabemos a quien metemos, si alguien pierde no pasa nada, solo es diversión, en otros sitios si que es más peligroso, pero va por equipos, y te ganas un buen pellizco si tu corredor gana.

Eso pico aún más la curiosidad y admiración de la “peque”.

-

¿Julie?-preguntó una voz masculina a su espalda.

La morena dejó sus recuerdos a parte y giró la cabeza para ver a su lado a Sebastián.

-¿Qué tal?-le preguntó sonriendo.

-Muy bien, gracias por preguntar ¿y tú?

-No me quejó

-He oído que estás en un internado.

-Sep.-dijo bebiendo de la copa.

-¿Y eso?-preguntó pidiendo el también un ron en rocas.

-Bueno, ya sabes, cuando volvió mi familia, vieron por donde iba y mi madre consiguió que me metieran allí con mis notas. Y eso, ahí estoy, tengo libertad completa, además que pronto seré “mayor de edad”-explicó la morena haciendo las comillas con los dedos.

-Pf... cierto, yo... ya sabes que lo siento...-se disculpó como cada vez que la veía.

-Ey!-dijo riendo la morena.-No eres culpable de nada, ten en cuenta esto, cada uno toma las decisiones que quiere, tu no me obligaste, solo me lo mostraste, fue cosa mía, yo tomé la decisión. Y lo pasé genial, no me arrepiento, pero creo que si me preguntaran si lo repetiría me lo pensaría.-terminó de decir Julie sonriendo.

-Me ayudaste...-dijo arrepentido aquel chico de casi 20 años.

-Una carrera más una carrera menos...-dijo Julie levantando los hombros.

-Ya...Pero aún así eras muy pequeña para estar ahí metida...

-Ya te lo he dicho, fue cosa mía y sí, era y soy una peque.-recordó riendo.

Ambos rieron como amigos, camaradas mejor dicho.

Julie pasó la noche recordando, Sebastián se fue y se despidió con un abrazo fuerte de su amiga.

La morena repasó paso a paso todas las cosas que pasaron en aquel año y medio, se metió en muchos problemas, tenía que reconocerlo.

Recuerda como si fuera ayer el momento exacto en el Pitufo se entero, y corriendo como cuando eran pequeños se chivo, solo tenía 13, bueno casi 14, y un mes antes de fuera su cumpleaños, Vanesa la metió a aquel internado, donde conoció a la su mayor pesadilla, una pesadilla rubia, a la que querría como a otra hermana y protegería ante cualquiera... Ante cualquiera... Esa, esa es otra historia.

-Hasta luego, y gracias.-dijo despidiéndose Julie de la camarera, que le guiño un ojo.

Salió de aquella discoteca y camino hacia el orfanato, pronto acabarían las navidades, y volvería a el internado.

CAPÍTULO 31:

El único chico de todo el grupo se sentía indignado.

-¡No es justo!-gritó como un niño pequeño Pitufo, que se negaba a ir solo de compras.

-Ya te lo he dicho yo te acompañaría pero no me dejan...-dijo susurrando Julie, que estaba siendo observada por las tres mujeres más mandonas del mundo.

-Yo también lo siento, pero ya ves a mi tampoco me dejan...-susurro también Paulina.

-¡No es justo!-gritó otra vez molesto.

-¡¡Oooog!! Que pesado eres.-dijo Andrea apoyado por Nerea y Carolina.

-Chicas y si dejáis que vayamos con él..-pidió cerrando los ojos Julie esperando un grito o un golpe, siendo imitada por Paulina, que también esperaba que le pegaron a chillaran a su pobre capitana.

-¿¡Sabéis que?!-gritaron las tres- ¡ADIÓS!

Comenzaron a caminar con paso enfadado las tres mujeres más hermosas para aquellas dos idiotas y aquel idiota que las veían alejarse mientras hablaban.

-¿Dónde vamos?-pregunto complacido Pitufo, que se llevo las miradas (¬¬) de la pelirroja y morena.

-Después van a estar enfadadas...-dijo triste Paulina.

-Tiene razón...-se sumo a la tristeza Julie.

-Eh venga, fuera esas caras, les compramos algo bonito y punto.

-Eso no siempre lo soluciona todo...Creo que por eso eres hombre...-comentó Paulina haciendo reír a Julie que levanto el puño y choco con ella por su rápida broma.

-Mira como me rió. Espero que no os hayáis quedado para insultarme porque sino podéis ir a buscarlas.

-Era una broma, Pitufo, bastante buena y acertada...-dijo Julie sacando su risa y la de Paulina otra vez.

-Iros a pasear-dijo enfadado también, caminando hacia una de las tantas tiendas del centro comercial.

-Será mejor que le seguimos.-dijo la morena.-Oye ¿cómo es eso de qué estáis “casi” saliendo?-pregunto curiosa Julie.

-Si lo supiera, te lo diría, ayer me dijo que yo se lo tenía que pedir...-suspiró.-y no sé como hacerlo... Quiero que sea especial, único... y todavía no se me ha ocurrido nada.

-Te entiendo...-comprendió Julie, encontrándose casi en la misma situación.

-¿Y tú como vas con Carol?-preguntó sonriendo con sorna la pelirroja.

Julie se sonrojo.

-La capitana sonrojada-rió Paulina mientras miraba algo que ponerse esa noche.

-Anoche la besé por primera vez... Fue... indescriptible...-suspiró.

-Te entiendo...-comprendió la pelirroja.

-Se lo quiero pedir, pero al igual que no tu no sé cómo, ni dónde, ni cuándo, además no sé qué soy para ella exactamente.

-Yo tampoco qué soy para ella...

-Es como un sueño...-dijeron las dos a la vez.

Se miraron y se rieron.

-Creo que nos han enamorado...-dijo Julie

-Eso creo...

-¿Qué tal esto?-dijo Pitufo con una camisa negra en la mano, y un chaleco como de esmoquin en la otra.

-Bien supongo.-le respondió Paulina, que no sabía que ponerse.-¿No vas a mirar nada?-le preguntó a la morena.

-Si te digo la verdad, me voy a poner unos vaqueros, mis zapatillas, y una camiseta de Bob Esponja.-admitió riendo Julie, pegándole la risa a su compañera de equipo.

-Y serás capaz.

-Claro que lo soy, no me gustan los vestidos, y menos aún las faldas.

-Pf... A mí tampoco...Creo me voy a poner esto...-dijo cogiendo una chaqueta americana negra.

-Me gusta, yo me la pondría.-reconoció Julie.

-Tengo una idea.-dijo sonriente la pelirroja.-Pitu...¡¡Rubén!!

Los dos hermanos escucharon con atención la idea de Paulina, que por un momento pensó que esta sería su oportunidad, pero desecho la idea porque le parecía demasiado clásico.

-Es muy bueno...-comentó asintiendo Pitufo.

Julie asintió también, y Paulina les acompañó pareciendo los tres besugos en medio de la tienda.

CAPÍTULO 32

Las tres chicas habían olvidado ya el motivo de su enfado, y ahora paseaban tranquilamente por todas y cada una de las tiendas del centro comercial.

-¿Creéis que le gustará?-preguntó preocupada Andrea.

-Estás preciosa.-dijeron las dos chicas, envidiando de forma sana el precioso cuerpo de su amiga. En mi opinión ninguna opacaba a la otra, eran bellezas únicas.

-¿Yo?-preguntó Nerea saliendo del vestidor con un vestido gris oscuro, perfecto para cualquier ocasión gracias a su color, elegancia y estilo.

-Preciosa.-dijeron las dos chicas, sacando sus cabezas del vestidor para mirarla.

-Me toca a mí.-la castaña salió del vestidor dejando a el chico que pasaba cerca con la boca abierta y mojando el suelo con sus babas.

-Joder... La vas a matar de un infarto...-dijo Andrea haciendo reír a las otras dos.

-No solo a ella, a todo el que te vea, sino mira a aquel...-dijo mirando de reojo al pobre chico que ruborizado recogía su dignidad.

Las risas de las tres miss mundo sonaron como sirenas embrujándolo, ese pobre chico si moría en ese instante, moriría feliz, ¿quién no querría ver a esas bellezas?

-Decidido, me llevo este.-decidió la castaña, siendo vitoreada por la rubia y morena (Nerea).

Compraron los vestidos y siguieron de tienda en tienda.

-Carol, ¿qué dijeron tus padres cuando les dijiste que te venías con nosotras?-preguntó Andrea con curiosidad.

-La verdad es que mis padres trabajan mucho, y por lo que me contaron antes de decirles que no iría, era que ellos tampoco estarían ya que estaban no sé donde, con no sé quien, muy ocupados, entonces cuando les dije que no iría incluso se alegraron porque así no estaría triste y sola.-dijo lo último riéndose.

-Menos mal, sino probablemente Julie se hubiera quedada chafada.-reconoció la rubia riéndose.

-¿Cómo os conocisteis?-preguntó curiosa Nuria.

-Un golpe de suerte...-comentó Andrea aumentando sus risas.

-Ja-Ja que gracia...-dijo Carolina con sarcasmo.- Fue accidental, sin querer nos chocamos a la salida del vestuario...-siguió contando la castaña.

Las risas de Andrea se pararon casi en seco, intentando disimular el recuerdo de la última vez que estuvo con Julie, sonrojándose por el recuerdo.

Nuria asintió, escuchando con atención la historia.

CAPÍTULO 33:

-¿Listas?-preguntó Pitufo desde fuera de aquel vestidor de mujeres.

-Si...-dijeron ambas dudosas, mirándose mientras fruncían el ceño al sentirse tan raras.

Salieron del vestidor, y se podría decir que el ruido de la quijada de Pitufo fue mayor que las carcajadas de las dos chicas al ver a su compañero de travesuras.

-Estáis preciosas...-reconoció cerrando la boca.

Las chicas sonrieron, y suspiraron, pensando ambas lo mismo... “lo que hay que hacer...”

La noche ya estaba cayendo. Los tres amigos caminaban sonrientes, con aire elegante hacia sus respectivos coches, los tres alquilados de alta gama, para recoger a sus chicas, pero antes la pequeña broma.

Se suponía que las tres divas, después de su intensiva compra, debían ir a casa para cambiarse, y allí estarían sus respectivas parejas haciendo lo mismo. Sin embargo la sorpresa llego cuando entraron a la casa y vieron que no había nadie esperándolas.

-¿Dónde se han metido?-preguntó enfadada Andrea.-A parte de que nos dejan solas, no vienen...

-Voy a llamar a Rubén, se la va a cargar...-dijo en el mismo tono Nuria.

Carolina solo se preocupaba de cuantas lagartas habrían intentado acercarse a Julie en ese pequeño lapsus de tiempo que no habían estado juntas.

-Yo voy a llamar a Julie. Andy llama a Pau.-dijo nerviosa la castaña.

+¿Paulina?-preguntó visiblemente enfadada Andrea.

+Dime.-contesto con su constante tranquilidad.

+Me podrías decir dónde estás...y con quién...-susurro.

+Estoy con Julie y Rubén. Id yendo vosotras, si queréis os mandamos un taxi.

+¿Cómo? Pensaba que iríamos todos juntos...-dijo ya desilusionada, observando las caras largas que empezaban a poner sus amigas también.

+Lo siento, pero ahora mismo no podemos ir, y se nos hará un poco tarde, así que como teníais tantas ganas de ir pues no sé, pensamos que sería mejor que fuerais yendo vosotras mientras que nosotros llegamos.

+Ah...Nos vemos allí.-dijo triste Andrea, colgando el teléfono.

-Creo que se lo ha tomado muy mal...-dijo Julie, mirando triste la cara sonriente de Rubén y la de preocupación y angustia de Paulina.

-¿Y si se enfadan mucho...?-preguntó asustada Paulina, pensando que su sueño pronto acabaría.

-Tranquilas... lo tenemos todo planeado, ya veréis las caras que van a poner...-dijo seguro Pitufo.-Señor, ya sabe, aunque le pregunten usted traigalas aquí.

-De acuerdo.-dijo amable el taxista.

CAPÍTULO 34:

El trío de chicas esperaban con caras largas en el portal del viejo edificio, calmando sus ánimos con la refrescante brisa de verano que corría por aquella calle.

-¿Qué será eso “tan importante”?-dijo irritada Nuria, reflejando lo importante con los dedos.

-Ni lo sé, ni me importa...-susurro enfadada Andrea.

La castaña solo miraba el suelo, preguntándose el por qué de ese sentimiento de rabia, y tristeza tan profundo.

El conductor del taxi sonrió al ver a las tres jóvenes que las dos hermosas chicas y el galante chico le habían descrito.

-Señoritas.-dijo para llamar su atención el hombre con bastantes canas que las observaba mientras pensaba en la sorpresa que les esperaba.

-Vamos.-suspiró Andrea.-Gracias.-sonrió al señor que les había abierto la puerta.

El camino fue de total silencio, las tres miraban en frente, pensando en diferentes cosas, sin percatarse de que no se dirigían al centro de la ciudad, donde se dispersaban las distintas discotecas.

-Llegamos...-dijo sacando del trance a las tres chicas.

Las chicas salieron del taxi, y antes de poder hacer pagarle al amable taxista, el hombre arrancó el coche.

Se miraron extrañadas al verse en medio de la nada.

-¿Dónde estamos?-preguntó Carolina.

-Hay velas...-susurró Andrea, siguiendo las velas coladas del su color favorito.

-Ey, espera...-le pidió la castaña, viendo como Nuria también comenzaba a andar hacia donde le indicaban sus velas, de color verde.-¿Azules?-se preguntó al girar para ver mejor donde estaba, descubriendo su camino de velas.

El camino iluminado por el pequeño pasillo de velas conducía a sus respectivas dueñas a la ubicación de sus respectivas parejas.

Caso a parte es lo que ocurrió entre Pitufo y Nerea, pero entre nuestras protagonistas, terminó de salir a la luz muchas cosas.

-¿Sabes que te quiero?-le preguntó al oído Julie, provocando un pequeño sobresalto en Carolina.

-Algo me habían contando...-respondió sonriente al ver aquella hamaca entre don arboles, que deba en un perfecto paralelismo al gran lago de enfrente.

-Te han dicho la verdad.

La castaña sentía el aliento de Julie en su nariz, y en el pequeño instante que duró el giro para quedar cara a cara se fijo en sus disimuladas pecas.

-¿A qué esperas?- aquella pregunta demostró el ansia de ser besada de la castaña, que consiguió sacarle un suspiro a la morena.

El beso fue especial, como todos y cada uno de los que se habían dado en el corto periodo de noviazgo que llevaban, pero aún así era como su fuese el primero.

CAPITULO FINAL:

Cada pareja se conteplaba con amor y ternura, después de aquella magnífica noche de verano donde todos los sentimientos se expusieron y dejaron sobre la mesa.

Se amaban con locura se respetaban y deseaban lo mejor la una para y con la otra. A parte de florecer el amor, la pasión y el respeto, también una larga amistad se arraigó aún más sobre ellas.

El final de este trayecto vio muchas cosas, buenas y malas, rupturas, ataduras, problemas... ¿Pero qué pareja no tiene algún bache en el camino?

  • FIN

Como habréis podido comprobar llevo tiempo, mucho tiempo, sin publicar en la web. Sea por motivos personales o académicos me ha sido imposible continuar con la historia. Por ello os pido que con el mayor de los perdones me disculpéis la falta de inspiración para regalaros una continuación digna de vuestra lectura y ante ello acabar con esta ujum mierda ujum... de final.

Si deseáis la continuación buscad dentro de vuestra propia imaginación y dadle el final que vosotros creáis que se merece esta pequeña historia sin rumbo.

De verdad que siento mucho decepcionaros con este final tan vergonzoso, pero creo que pronto subiré algún que otro relato corto como el de "después de ti" ya que visto el fiasco de creatividad para continuar con esta historia, prefiero darle un final sea feliz o dramático sin dejar dudas sobre la lectura y así que vosotros mismos comprovéis mi avance como escritora super-aficionada.

Sin más pretextos baratos para excusar mi propia falta de concentración y dedicación, repito que por favor me perdonéis y dejo el final a vuestra libre elección y pensamiento.