Poderoso caballero...

Hay pocos placeres más placenteros que el sexo oral...

Poderoso caballero…..

De pie, apoyada contra el respaldo del sofá con las piernas abiertas notaba como sus labios absorbían mi clítoris mientras sus dedos índice y corazón entraban y salían de mí al ritmo que marcaban mis caderas; sabía que él estaba en el fondo del salón, sentado en su butaca y mirando como yo disfrutaba de la boca de un joven desconocido. Me encantaba esa postura. Sacó los dedos y con ambas manos abrió mis labios vaginales al máximo, realizando un recorrido con la lengua que comenzó en el clítoris y terminó en el ano, para volver de nuevo al clítoris; mientras su boca chupaba y absorbía mi coño, noté que un dedo me penetraba despacio por detrás, le pedí más y aceleró el ritmo de su lengua, introduciéndome otro dedo en el coño, me corrí en su boca mientras me agarrada al sofá para no caerme. El orgasmo me dejó unos segundos sin fuerzas, cuando recobré el aliento encendí la luz.

-Toma tus 30 euros, lo has hecho muy bien.

El chico se fue y tras cerrar la puerta me acerqué al rincón desde dónde lo había observado todo, me arrodillé, le desabroché el pantalón y cuando tuve el acceso libre sujete su pene con la mano derecha comenzando un suave movimiento de subida y bajada, metí la punta en mi boca, jugando con la lengua mientras absorbía suavemente, mi mano continuaba subiendo y bajando lentamente, hasta que me ordenó acelerar el ritmo, entonces comencé a chupar sus testículos mientras él sujetaba mi cabeza, aceleré el ritmo, absorbí, lamí y chupé hasta que se corrió en mi boca, me quedé unos segundos quieta como a él le gustaba, acariciando sus testículos despacio para que su respiración volviera a la normalidad.

Me levanté y fui al baño para lavarme, cuando volví tenía el pantalón abrochado y un cigarro en la boca:

Tienes el dinero en el cajón de la entrada, los 30 del chico los 50 tuyos y 10 más por saber elegir.

Salí del piso, cerrando la puerta tras de mi. La próxima semana llamaría a Juan, me habían dicho que lo chupaba como nadie y era como le gustaban a él joven y rubio, algún día querría probarlo, estaba segura. Al fin y al cabo él pagaba y todo el mundo sabe que "poderoso caballero es Don Dinero".