Poco a poco me convertiré en su sumisa (2ª PARTE)

Continuacion de una primera parte de la formación de una sumisa...

Al día siguiente habían quedado a tomar café en el mismo bar de siempre, el ya estaba allí desayunando cuando al levantar la cabeza la vio aparecer por la puerta con un vestido de color azul sonriente.

Al llegar a la mesa donde se encontraba el se sentó al mismo tiempo que le daba los buenos días.

Buenos días – respondió el – que sonriente te veo esta mañana

He dormido como desde años no lo hacía – dijo ella – me dio el tiempo justo de salir de la ducha y en ese momento llegó mi marido a casa, menos mal que ya lo tenía todo limpio y en su sitio.

Mientras cenábamos me preguntó si había ido a la peluquería o me había hecho algo, le dije que no y me respondió que me veía algo diferente y no sabía lo que era…

¿Y bien? – le preguntó – ¿qué tal ayer? ¿Qué tal la experiencia?

Bueno… - respondió ella – algo diferente, no era como en las películas, pero sí que fue muy estimulante y placentero.

Lo mejor de todo – continuo diciendo – es que ya he perdido la vergüenza de mostrarme desnuda, y es más, creo que me excita mostrarme desnuda ante ti aunque tu estés vestido y lo siguiente más  excitante fue cuando con el extremo de la fusta acariciabas mi cuerpo y los golpecitos que dabas en mis pechos y en mi coño, al principio me asusté por el dolor, pero no era dolor era un dolor placentero que iba excitando todo mi cuerpo.

El la miraba atentamente en silencio mientras sorbía de su café mientras seguía contando su experiencia y la veía muy ilusionada.

La verdad es que nunca había sido excitada de esa manera – continuó explicando ella – y mi coño nunca había estado tan mojado nunca.

¡Si hasta las sabanas estaban mojadas! – exclamó ella sonriendo –

Sabes que fue una simple sesión de iniciación y con la intención de que perdieses la vergüenza y aumentase tu confianza en mi – dijo el –

Lo sé – respondió ella –

Entonces… ¿continuamos tu entrenamiento?

Por supuesto – respondió sin tan siquiera dudar un segundo –

Bien – dijo él mientras dejaba la taza de café sobre la mesa –  vamos a subir el nivel un poquito más para ver tus reacciones, ahora mismo vas a ir al baño y quiero que te quites la ropa interior y cuando salgas la lleves en la mano

¿Aquí? – Respondió ella visiblemente nerviosa mientras miraba alrededor – ¡hay mucha gente!

¿Y cuál es el problema? – respondió –

Ninguno – dijo ella al mismo tiempo que bajaba la cabeza dando a entender que acataría su orden –

Seguidamente se dirigió al baño mientras él la seguía con la mirada sonriendo a la espera de su reacción.

Antes de entrar al baño le miró y sin más empujó la puerta y una vez dentro busco un cubículo que estuviese vacio y cerró con pestillo, se sentó en la taza del wáter después de bajar la tapa y procedió a bajarse las bragas y quitarse el sujetador mientras estaba al tanto por si entraba alguien, una vez arreglado el vestido de nuevo salido del cubículo y mirándose al espejo se arregló el escote del vestido colocándose las tetas dándose cuenta que sus pezones totalmente duros se marcaban a través de la tela, intentó de todas formas disimularlos pero era totalmente inútil, ya que cuanto más los tocaba más duros se ponían.

Decidió dejarlo como estaba pensando en taparse con el bolso cuando saliese y dándose la vuelta se miró el culo para ver si se notaba la falta de ropa interior.

Debido a que la falda del vestido era de vuelo y ancha pensó que no se notaria nada, así que por fin se decidió a volver a la mesa junto a su amo.

Salió del baño con la ropa interior enrollada en una mano intentando que se viese lo menos posible y con la otra sujetando el bolso para taparse los pezones y llegó a la mesa donde se encontraba su amo que la miraba sonriendo mientras ella se sentaba a toda prisa entregándole la ropa que se había quitado.

Guárdala en el bolso – dijo el sonriendo –

Ella a toda prisa visiblemente nerviosa abrió el bolso y la colocó dentro al mismo tiempo que agradecía haber cogido el bolso grande.

Llegó en ese momento la camarera a su mesa para ver si ella deseaba pedir algo, pero cuando iba a pedirle a la camarera notó como la mano de su amo se posaba sobre su pierna sobresaltándola, situación que llamó la atención de la camarera que le preguntó si le ocurría algo.

Algo que me habrá picado en la pierna – respondió mientras miraba de reojo a su amo que reía disimuladamente –

La camarera se fue y el aprovechó para ir subiendo su mano a lo largo de la pierna mientras ella disimuladamente dirigía sus ojos al resto de los clientes del restaurante con la esperanza de que cada uno estuviese en lo suyo y nadie se fijase en lo que ocurría debajo de la mesa.

Su  mano recorría toda su pierna hasta llegar a rozar su coño desnudo y ella cada vez mas alterada a la vez que excitada intentaba disimular aunque su cara era un poema, sus mejillas sonrosadas por el calor acumulado y por la excitación la delataba que algo estaba ocurriendo.

Llegó de nuevo la camarera para traerle lo que había pedido mientras la miraba a la cara, sabía que algo estaba pasando debajo de esa mesa.

Creo que se ha dado cuenta la camarera – dijo ella –

¿Y cuál es el problema? – respondió el mirándola fijamente a los ojos –

Ninguno – dijo – pero me da vergüenza.

Mientras ella decía estas últimas palabras el colocó los dedos a lo largo de la raja de su coño ya húmedo al mismo tiempo que ella emitía un sonoro suspiro de placer que instintivamente le hizo cerrar las piernas atrapando entre ellas sus dedos.

¡Abre las piernas! – ordenó él con semblante serio –

Ella de inmediato cesó la tensión de sus piernas y estas relajándose se abrieron lo suficiente como para que el continuase jugando con su coño, recorriendo su raja de arriba abajo, mientras la miraba a la cara.

La situación le desbordaba, no quería excitarse por miedo a que alguien le viese, pero no podía dejar de suspirar cada vez que notaba que los dedos recorrían su rajita.

En un momento dado el consiguió introducir dos dedos en su coño y ella instintivamente de nuevo cerró las piernas.

La volvió a mirar a la cara y ella entendió esa mirada como una orden sin palabras y de nuevo relajó las piernas.

Los dedos resbalaban hacia el interior de su coño debido a la gran cantidad de flujo y sin avisarla comenzó a meterlos y sacarlos rápidamente rozando su clítoris.

Ella no podía ya disimular y cogiendo la taza entre las dos manos la apretaba mientras su cuerpo empezaba a perder el control de la situación y de su boca salían continuos suspiros de placer que ya era incapaz de disimular.

El observaba simplemente observaba sus gestos mientras sonreía, la estaba viendo sufrir a la vez que disfrutar del momento.

El movimiento de los dedos en su coño se incrementó y ella perdió el control de la situación y empezó a correrse colocándose la mano en la boca intentando acallar sus gemidos y sujetándose con la otra mano a la silla… no podía controlar los aspamos, además de que había olvidado de que estaban en un lugar público.

Su orgasmo duró un par de minutos en los que ella parecía estar en otro mundo, su cara sonrojada delataba el placer y sufrimiento que de su cuerpo, de repente el sacó los dedos de su coño totalmente mojados y apartándole la mano que aun tapaba su boca le ordenó abrirla y chuparle los dedos.

Ella recuperó la cordura intentando adecentar su postura y su respiración y abriendo la boca chupo el resto de flujo que quedaba en esos dedos que tanto placer le habían proporcionado mientras repasaba con su mirada al resto de clientes del restaurante con la esperanza de  que nadie se hubiese dado cuenta lo que había ocurrido hacia unos segundos allí.

¿Que tal? – preguntó el –

Ufff – respondió ella – ha sido… no lo sé! , no sé explicarlo – continuo diciendo – increíble a la vez que peligroso, espero que no se haya dado cuenta nadie de lo que ha pasado.

Sonriendo él le dijo que se fijase en la camarera que detrás de la barra mientras seguía limpiando cucharas sonreía mirándolos.

Creo que hay alguien que sí que lo ha disfrutado todo – dijo el –

Ella al darse cuenta se cubrió la cara con ambas manos sintiendo una terrible vergüenza.

No te preocupes – dijo él – le has alegrado la mañana a la chica.

¿Va a ser así siempre? – Preguntó ella –

va a ser así siempre que a mí me apetezca y cuando me apetezca, si de verdad deseas ser mía estarás a mi servicio a toda hora y en cualquier lugar – respondió él – así que piénsate si quieres seguir con esto

Ella mirándolo a los ojos intentó explicarle que habían sido dos días de muy intensas y encontradas emociones, que su forma de ver las cosas estaba cambiando muy deprisa.

Imagino – respondió el –

Si que quiero seguir – respondió ella – solo te pido que vayamos poco a poco y que subamos el limite gradualmente cuando yo esté preparada, deseo ser tuya y servirte, pero ayúdame a aprender.

Él le dio un beso en la mejilla y le indicó que se levantase a pagar la cuenta.

Con una terrible vergüenza de encontrarse cara a cara con la camarera, se levanto dirección a la barra y cuando llegó a ella se giró hacia la mesa en la que estaba hasta hacia un momento sentada y para su sorpresa, el había desaparecido.

Miró alrededor y en dirección a la calle y el ya no estaba…

Confundida y sin hacer caso a la sonrisa de la camarera, pagó la consumición y salió a la calle con la esperanza de que el estuviese fuera esperando…

¡No estaba!