Pleasure Resorts (2: Paja con compañía)
Nuestros novios pasan su primera noche en el hotel; noche en que Ana saca a flote sus más oscuros deseos carnales...
Era una noche en que el calor resultaba sofocante. Mi novio y yo estábamos juntos y el sudor por el ambiente se mezclaba en nuestros cuerpos. La luz que entraba por el balcón se reflejaba en la humedad de nuestra piel. Se redondeaba por mis abultados pechos y recorría las sombras que se formaban su musculosa espalda. Dos cuerpos desnudos gimiendo en la noche, luchando por sentir más placer a cada instante.
Sentía su lengua dentro de mi boca, haciendo que me ahogase de deseo y de lujuria. Mientras yo me abandonaba a sus besos, sabiamente repartidos por mi cuerpo, él levantó la vista y me miró a los ojos. Con esa mirada traviesa con la que me ganaba siempre el muy cabrón.
Me apetece jugar un poco, cariño - me soltó.
¿Y qué coño se supone que estamos haciendo? - pensé yo. Pero preferí contestarle con otra pregunta:
¿A qué te refieres? ¿Qué te apetece?-
Había pensado que apenas me cuentas tus deseos, tus fantasías sexuales. Estaría genial que te tumbases junto a mí y me hicieses una buena paja mientras me cuentas alguna escena morbosa de las que pasen por tu mente. Me encantaría correrme entre tus sueños y fantasías, compartiéndolos contigo-.
Me dejaba un poco perpleja. Allí estábamos los dos, desnudos en la cama y a punto de echar un buen polvo, o al menos, eso pensaba yo, cuando me sale con esas. No es que no sea una tía imaginativa o que no tenga confianza en mi pareja, pero hay ciertas cosas que no me gusta decir en alto. Hay fantasías que me estremecen cuando las tengo, pero que nunca me atrevería a hablar sobre ellas. También hay otras que me hacen mojar las bragas en sueños; y que me hacen sentir culpable y sucia cuando despierto. No sé si estaba muy segura de que supiese lo que estaba haciendo. Tal vez quería animar un poco las cosas y echar algo de imaginación a nuestra relación, pero es posible que se estuviese abriendo la caja de Pandora.
Finalmente me decidí y le agarré la polla con mi mano derecha, le apoyé la cabeza entre mis tetas y comencé a susurrar en su oído:
- Como tú quieras mi amor, procura relajarte porque será un viaje movidito-.
Él cerró los ojos y se abandonó a mis palabras mientras le meneaba el cipote arriba y abajo.
Como no estaba muy convencida del tema, prefería describirle la típica escena de "El Lago Azul", un polvete en la playa, con las olas y todo eso que tanto nos gusta ver en las películas... esforzarme con la mano y hacer que eyaculase a gusto:
- Nos imagino dando un paseo por la playa. Me vas agarrando de la cintura mientras la luna está en lo alto. Me miras y te paras. Me besas dulce pero con firmeza y yo me empiezo a derretir en tus brazos...- la verdad es que empiezo a pensar que es mala idea, que si sigo así, ni los meneos que le estoy dando a su polla van a evitar que se duerma en mis pechos.
Por eso procuro ponerme en situación, imaginarlo y narrar mis pensamientos. Tratar de ponerme caliente y hacerle estallar con mis fantasías... Creo que he empezado a entender lo que él pretende: no quiere una simple paja, sino correrse con mis pensamientos, no con mis palabras o mis caricias. Se quiere meter en mi mente y regarla toda con su semen. Desde luego, he de reconocer que su idea es buena.
Así que cierro yo también los ojos y me pongo a recorrer esa playa a su lado de verdad. Sigo con mi narración mientras le pajeo, ahora con más ganas:
- Ese beso va ganando en intensidad y me tiras a la arena. Tus manos recorren mi culo sobre mi falda y mis brazos rodean tu cuello. No quiero que tu boca se separe de la mía. Tu lengua juguetea con la mía y sale de golpe para recorrer mi cuello. Yo gimo con eso y con tus bocados. Cada vez me pones más cachonda y te vuelco sobre la arena. Te rasgo la camisa y te beso el pecho. Voy bajando por tu torso y te abro la bragueta.-
En ese momento siento cómo el cambio tiene sus efectos: se le empieza a poner más y más dura. Eso me anima y decido seguir por ese camino:
Te saco la polla y te la empiezo a menear, arriba y abajo, una y otra vez-. Realidad y fantasía se funden en ese instante.
Bajo la cabeza y me la meto de golpe en la boca. Te la empiezo a chupar como te gusta, te lamo la punta y voy bajando hasta tus huevos. Me meto uno en la boca mientras te la sigo meneando y luego me la trago entera. Tu rabo entra y sale por mi boquita y te está gustando tanto se te entrecorta la respiración. Yo apenas puedo contener toda esa carne en mi boca y se me empieza a salir la saliva por la comisura del labio, que cae sobre tu cuerpo desnudo. Pienso en limpiarte, pero en vez de eso te escupo en la polla y levanto la cabeza para verte disfrutar con mis malas artes-.
En ese momento le oigo gemir en la habitación, con su polla latiendo en mi mano y su cuerpo más sudado y caliente.
- Puedo sentir cómo te estremece mi mamada y aumento el ritmo; arriba y abajo, adentro y fuera; chupando y lamiendo de principio a fin toda tu tranca. De vez en cuando me la saco y te vuelvo a escupir y tú me llamas cerda. Sí, lo soy. Soy una cerda que te está comiendo el rabo en medio de la playa-.
Me estoy humedeciendo pensando en esa mamada playera y decido que ya es hora de pensar en mí. Con mi mano libre me meto los dedos en la boca, lleno de saliva y me empiezo a tocar yo también. Comienzo recorriendo los pliegues de fuera y me meto la punta del dedo. Estoy tan empapada que se ha mojado más el dedo en mi coño que en mi boca. Recorro el clítoris haciendo circulitos, líneas y qué sé yo qué formas. Soy como un niño que pinta con los dedos, pero mi lienzo es mi coño, que cada vez está más caliente, aunque no por mis maniobras (que ayudan), sino por lo que estoy pensando en voz alta:
Como ya no puedes más, decides revolverte y sacarme la camiseta. Me comes las tetas y yo chillo de placer. Tu lengua recorre mis pezones que se ponen tiesos, tanto por la brisa nocturna como por tus ávidos lametones. Aprovechas para chuparlos y morderlos. ¡Joder, me estás poniendo a mil!- una vez más, la playa y la habitación comparten mis palabras.
Sigues tu trabajo y me sacas el tanga. Si había pocas barreras entre los dos, ha caído el último bastión de mi defensa interna y ya nada impide que me comas el coño como tanto te gusta. Mi coñito recién pelado para ti, sin un pelito que se meta en tu boca mientras tu lengua sube y baja por mi raja, mientras juegas con mi clítoris a la vez que dos de tus dedos se meten dentro de mí...-
Esto es la ostia, creo que estoy haciendo un charco en la sábana.
Decides dejarte de rollos y me metes la polla hasta el fondo. Un mete y saca continuo, cuando yo te araño la espalda y te llamo de todo por el gusto que me estás dando. Tú ya sólo bufas de placer, ni las palabras tienen cabida en tu mente. Pero yo quiero más y me pongo sobre ti-. Sonrío, aunque no me vea.
Ya sabes que me encanta montarte, ¿no?- le susurro pícara a su oído.
Me empiezan a dar ganas de dejarme de rollos y soltarle el rabo para metérmelo hasta el fondo, pero me aguanto porque he de reconocer que me estoy calentando a tope. Y decido sacar algo de lo que no pensaba que aflorase:
- Estando ahí, botando sobre tu polla, mientras me comes las tetas siento que no estamos solos. Parece que hay un par de quinceañeros que nos están viendo a cierta distancia-.
Siento que se mueve raro en la cama, no se si incómodo por la nueva situación o si excitado por este giro. Lo que está claro es que se ha sorprendido. Ya casi me da igual, es mi fantasía y quiero seguir adelante:
- Ellos se quedan ahí pasmados, mirando cómo te follo, aunque tú aún no te has dado cuenta. Mis pechos se mueven arriba y abajo, al ritmo de la follada. Me muevo en círculos sobre tu eje, doy saltitos, y me arqueo. Estoy sacando lo mejor de mi repertorio, pues me debo a mi nuevo público. Creo que el espectáculo es demasiado para ellos y se sacan las pollas para empezar a pelársela-.
Como veo que tu rabo cada vez está más tieso me armo de valor y te sigo narrando lo que pasa por mi mente:
- Verles menearse las pichas mientras cabalgo sobre ti me hace sentirme la Diosa más bella, el Deseo encarnado; y por eso, me atrevo a hacer que se acerquen. Ellos siguen ahí de pie, con sus pequeñas cositas tan duras que miran más a luna que al mar. Tú lates dentro de mí cuando yo les hago gestos y ellos recelan pero, qué van a hacer, ¿decir que no? En ese momento, tú te das cuenta, pero como ves que es culpa mía me lanzas una mirada cómplice, como dando tu aprobación. Me llamas zorra. Me dices que si no tengo suficiente con tu polla que tengo que ir pidiendo más al primero que pasa. Me merezco tus insultos, tu desprecio y lo que quieras. Pero el caso es que seguimos follando más y más duro, con mi cuerpo ensartado en tu ardiente lanza-
Por fin me siento una guarra, no lo puedo evitar; no hago más que pensar en pollas y más concretamente en lo que se me venía encima:
- Cuando están cerca se ponen cada uno a un lado y se la siguen pelando. Pero yo prefiero apartar sus manos y ser yo quien les pajee-.
Ahí es cuando empiezo a notar que no puedes más:
- Tienen el pene pequeño, sus cositas no son lo bastante grandes como para llamarlas POLLAS siquiera pero tienen el suficiente tamaño como para divertirme. Ellos están en el maldito paraíso, con mis manos en sus rabos y mirando al cielo, a la vez que tu polla está amartillando mi coño. Joder, no aguanto más y me meto las meto en la boca: primero una y luego la otra, para al final, comerme las dos pollas a la vez! Me gritas que soy una golfa, que soy una vulgar guarra que sólo vale para comer pollas y eso hace que me esmere más en mi tarea. Estoy segura de que a estos dos chavales no se la van a volver a comer así en su puta vida. Se las estoy lamiendo, me como sus huevillos sin pelos, los lamo con dedicación, choco sus pollas dentro de mi boca... Y tú me sigues insultando, llamándome de todo y con razón: nunca verías a una tía más puta que yo en ese instante-.
Empiezo a ver que ya no puedes más, que toda esta escenita ya es demasiado para ti que te vas a correr y, la verdad es que yo voy a correrme contigo:
- Con la pedazo de mamada que les estoy dando, ellos ya no aguantan más y se empiezan a correr sobre mí, echando su leche uno sobre mis tetas y otro dentro de mi boca. Tu aceleras al ver su semen saliendo por mi boca, bajando por mis pechos, deslizándose por mi desnudo torso hasta llegar a mi coño y revientas dentro de míííí-.
Gimo en ambos casos, corriéndome en mi sueño y con tu juego, con mis dedos y mis anhelos; sintiendo cómo te corres, lanzando el mismo grito desesperado de placer al hacerlo:
- Me corrooooo, me corro, zorraaaaaaa- me chillas.
Tu polla me escupe leche, casi más como un chorro que como la ráfaga de disparos de siempre. Creo que te he dejado seco del todo. Te tensas mientras pasa eso y finalmente te relajas, tras una cadena de espasmos, como yo acabo de hacer tras dejar mi clítoris en paz.
Te dejo tumbado en la cama y empiezo a besar tu cuerpo. Recorro con mi lengua los restos de tu corrida, esparcidos por todos sitios. Cojo un poco con un dedo y me lo llevo a la boca. Ya te he dejado limpito y me lo trago todo ante tu atónita mirada...
- Eres una zorrita muy viciosa - me dices con cariño. Me vuelves a mirar con amor y yo me estremezco.
Qué bien me ha sentado abrir mi cabeza, sacar de dentro parte de mis pensamientos y deseos ocultos. Me siento más unida a ti tras haber compartido contigo mi lado oscuro. No te lo digo pero sé que me lo notas. Así podemos dormirnos los dos tranquilos, el uno junto al otro y sintiendo que van cayendo barreras que pueden hacer que mejoren aún más las cosas entre nosotros.