Please Dont Say It II...(Por Favor No Lo Digas)

No quiero romper con esos ojos, los cuales he dibujado...Estoy casi ahogándome en ellos...pero no quiero ser libre...ahora como estamos...

Please Don’t Say It…(Por Favor No Lo Digas)

Ren conversaba con una amiga de la escuela en el porche de su casa. Estaba helando como el demonio, pero ninguno se daba por enterado. Reían sin parar rememorando paso a paso la última de sus travesuras, que había consistido en vaciarle una botella completa de pegamento líquido en la cartera a la profesora de historia. Habían esperado a que uno de sus compañeros que se sentaba al fondo del salón la llamara para distraerla mientras que Kai le vaciaba el pegamento. Luego Ren le había pedido inocentemente que le prestara una lapicera y todos reventaron en risas cuando la Sta. Judith saco la mano de su bolso toda blanca y pegajosa y la paso por su rostro.

Kai vivía a un par de cuadras de la casa de Ren, por lo que pasaban juntos solo ellos casi todo el tiempo. Llevaban siendo amigos desde que Ren se mudara con su madre hace ocho a años a la casa de Robert y Alejandro. Ella había sido su primera amiga en el barrio y para su suerte también su compañera en la escuela, por lo que todo eso de la adaptación se le hizo muchísimo más fácil gracias a eso. Kai era un poco más alta y tenía un par de mechones rubios en el cabello largo y castaño que le hacían ver muy bien, era costumbre verlos juntos casi todo el tiempo ya que últimamente su “hermano” salía muy seguido de casa y a Ren no le gustaba sentirse solo y acudía a Kai para pasarla bien.

No daban más de las risotadas cuando la voz de Alejandro los interrumpió:

—¡Ey, Ren! Tu madre dice que ya es hora de que te entres y hagas tus tareas.

—¡Dile que ya voy! —le respondió. —Ya escuchaste al emisario de mi madre, será mejor que entré.

—Vaya vaya veo que hace muy bien el trabajo de guardaespaldas tu querido “hermano” -le dijo Kai. —Tienes un hermanastro tan guapo.

—NO JODAS KAI!!...-menciono Ren revolviendo ligeramente el cabello de su amiga-

—Realmente ya veo el por qué lo encuentras atractivo…—se burló de él.-ese cuerpo no en cualquier lugar puedes admirarlo… ¿sabes?-

-jajaja no digas estupideces!!... por supuesto que no, eso ya lo sé, pero… es mi hermano…-

-H E R M A N A S T R O…!!!-

-bueno hermanastro, él es diferente…-dijo mirando el suelo- además,… a él le gustan las chicas…estoy cien por ciento seguro de eso…tu tienes oportunidades y no las sabes aprovechar-

-el… no sabe tus…tus preferencias…cierto?...-Pregunto algo tímida Kai-

-no…-

-y entonces como estas seguro de que el….

-Ya basta Kai… no me tortures…por favor-miro a la chica suplicando con los ojos que no siguiera- el me quiere como un hermano y yo debería hacer lo mismo-

-vaya…. Yo… no me esperaba eso…conociendo tus sentimientos hacia el…. creo que…. sinceramente no me lo esperaba-

-Asi son las cosas Kai….-dijo algo triste- y no hay nada que hacer

—Por lo menos tienes la dicha de convivir con el todos los días…bueno la mayoría…no sabes ¡Como te odio! —Menciono fingiendo estar molesta- el de seguro ni sabe que existo-

—jajaja eso si lo creo...Pero no te ilusiones tanto, no todo es perfecto sabes…el ¡es tan engreído!

— lo de engreído se me olvida con sólo pensar en esos brazos.

—Tal vez no tengamos lazos sanguíneos, pero lo conozco desde que tenía nueve años. Siempre lo he visto como un hermano.

—Las cosas cambian, ¿sabes?

—Eso lo sé, créeme, pero en esto tengo razón. ¡el no es como yo…tu!! estás loca, no sé cómo te soporto —le bromeó.

—Algo bueno habré de tener —se puso de pie. —Despídeme del bombón ese que tienes por hermanito, ¿Sí?

—En tu nombre —le respondió poniéndose de pie también y entrando a la casa- nos vemos babosa…jajaja-

—claro que si…tarado —se rió.

Ren cerró la puerta tras de sí, se quitó la chaqueta la bufanda y las colgó en el perchero del recibidor. Se revisó las plantas de las zapatos para asegurarse de no traer barro, su madre lo mataría si dejaba llena de manchas su nueva alfombra. A mano izquierda del recibidor estaba la amplia cocina, los muebles eran de tono madera y todos los electrodomésticos de un impecable blanco. Había estantes superiores e inferiores empotrados a los muros con delicados diseños tallados en las puertas de madera. Al centro estaba la mesa, rodeada por cuatro sillas correspondientes y en el rincón junto a la puerta el enorme refrigerador.

Su madre preparaba afanosamente la cena, a compas del estribillo que tarareaba sin mucho ritmo. Tenía el mismo color de cabello, aunque más largo que el de su hijo y ojos verdeazulados. Su figura se mantenía esbelta a pesar de los años y vestía de forma sencilla con un pantalón de tela negro, sweater de tono claro y el delantal de cocina. Ren le hizo una seña de saludo con la mano y prometió volver en unos minutos a poner la mesa.

A mano izquierda estaba la sala de estar, con la dichosa alfombra nueva. Los sillones de cuero color mostaza estaban dispuestos en dirección a la posesión más preciada de Robert, un Home Theater de sólo Dios sabe cuántas pulgadas.

— ¿Ew? —le preguntó Alejandro desde el sillón cuando lo vio salir de la cocina.

— ¿dime?...!!! —corrió al sillón y le saltó encima, sentándose a horcajadas sobré él.

—Por favor, Ren —le respondió molesto y tomándolo por las caderas para quitárselo de encima. —Por algo hay más sillones además como que ya estas algo mayorcito para seguir haciendo esas cosas ¿sabes?.

—Perdona no era mi intención —dijo tímido. Debía de reconocer que a pesar de los sentimientos que crea tener hacia Alejandro, disfrutaba mucho de su contacto por más mínimo que fuera.

—Las personas cambian Ren….-miro al chico algo serio- así que compórtate de acuerdo a tu edad, ¿de acuerdo?-

—¿comportarme de acuerdo a mi edad? Pero y ¿si no quiero hacerlo…? —puso cara de suplica.

—Deberías— bajó la mirada. —las actividades cambian de igual forma en que nosotros lo hacemos —debía reconocer que el tratar de cambiar la actitud de ese niño tan hermoso no sería del todo de su agrado ya estaba acostumbrado a él, a su timidez, a su ternura...en fin a todo-

— ¿Ves? Estoy seguro que a ti tampoco te agrada la idea, se que crecemos pero yo quiero seguir siendo así…por ahora, claro… —le pasó la mano por el cabello desordenándoselo y se carcajeó.

La visión de esa sonrisa y su melodioso sonido le hizo estremecer. Si el supiera las cosas que le hacía sentir cuando lo tocaba o invadía su cuerpo con cualquier contacto como hace un momento… ¡Dios, este niño lo estaba volviendo loco! Era necesario que se marchara de esa casa pronto o perdería el poco juicio que le restaba.

Si es que le quedaba, ya que nuevamente se descubrió actuando sin pensar y llevando su rostro a su cabello y hundiendo su nariz para aspirar ese aroma tan agradable.

—Me gusta más cuando lo tienes desordenado—le dijo revolviéndolo un poco.

—No puedo andar todo el día asi, ¿sabes?- menciono tímido Ren.

-Pero sin duda puedes hacer feliz a tu hermano cuando estás en casa-

—mmm, si eso evita que seas un pesado a tiempo completo —le sonrió. —¿Y qué estabas haciendo? Además de observarme.

—Es preocupación-

—Como sea-dijo fastidiado.

—Veía un poco de televisión.

—vamos…Alejandro, ver el noticiero no cuenta como entretenimiento —le dijo mirando la pantalla.

— ¡Disculpa si te ofendí!

— ¿Cómo es que tienes 19 años y eres tan aburrido? ¿No deberías tener novia o algo?-al mencionar esto, sintió una punzada en el estomago…tenía la esperanza de escuchar una respuesta negativa.

—Mi vida privada no es de tu incumbencia —le respondió en tono grave.

— ¡De vuelta a la pesadez!, veo que no hay manera de hablar contigo más de cinco minutos sin que vuelvas a tu naturaleza neandertal.

Se estaba poniendo de pie para dejarlo solo, pero él lo tomó el brazo y le hizo sentarse nuevamente.

—Hay algo de lo que necesito hablarte.

— ¿de qué?

—Lo de anoche no puede repetirse. Nunca más.

—Has dicho eso los últimos 4 años.

—Está vez es definitivo.

—Déjame preguntarte algo. ¿Qué ocurrió con aquel chico que solía cuidarme?

—aun sigue aquí…pero ENTIENDE!!! Ya no somos niños.

—Por alguna razón no lo considero una explicación válida. Una cosa es crecer y otra comportarse como un verdadero inmaduro. Solíamos ser amigos, dormir juntos casi cada noche.

—Escucha, yo no hago las reglas. No es adecuado que duermas en mi cama.

— ¿Y por qué?

—Porque ya no tienes trece, ni yo quince. Somos adultos y simplemente no está bien. ¿Qué crees que diría tu madre?

—Nunca dijo nada en el pasado.

—Te lo repito. Éramos niños.

— Si “lo no apropiado” es tu excusa, bien, no me tendrás en tu cama nunca más, —Alejandro sintió que las palabras le travesaban el pecho —pero sigo sin entender el por qué de tu desprecio -menciono por ultimo levantándose del sillón y dirigiéndose a su habitación.

Alejandro se quedo sentado ahí, pensando… así que consideraba su actitud… como…desprecio…

-Pero si eso es lo que menos hago-

……..Menciono en un susurro…………… que tortura.....