Playa nudista - I

Una chica queda con sus amigas para ir a una playa nudista, pero sólo llegan dos de ellas pronto a la playa y tienen que esperar por las demás... Lidia es una buena amiga dispuesta a ayudar en todo y a romper, sin ella saberlo, algunos límites entre amigas.

Hola, me llamo Lidia y quiero contar algo que me pasó ayer, mi primera vez que iba a una playa nudista. Íbamos a ir unas amigas, Laura, Vanesa y Sofía. Nos daba mucho reparo, pero habíamos hecho una apuesta y al final nos decidimos a ir. Cuando existen playas así por algo será suponíamos, así que quedamos para ir ayer. Yo siempre fui muy puntual, así que a la hora estipulada ya estaba en un bar cercano, esperando al resto de mis amigas.

Entonces, por wassap les fui metiendo prisa. Que si eran unas tardonas, que siempre lo mismo, etc. Laura me contestó que al final no podía, porque tenía que acompañar a la madre al hospital, que se había hecho un corte profundo. No era nada, pero sangraba mucho y tendría que ir por urgencias a que se lo cosieran. Dijo que se pasaría en cuanto pudiese, y que le daba mucha rabia porque ella había sido la de la idea.

Esperé cinco minutos más, y otro tonito de wassap. Esta vez era Sofía, que dijo que el coche le dio problemas al arrancar, y que tuvo que esperar a que su padre volviera de un recado para que le dejase el suyo. Dijo que aún tardaría, pero que se pasaría si o si, ya que aún era bastante temprano, sobre las doce, y que llegaría sobre las dos o así.

Con ese panorama, ya pensaba decirles que me iba a ir, y que lo dejáramos para otro día, cuando vi que llegaba Vanesa. Ella llegaba siempre a su hora, o un pelín más tarde, aunque no mucho. Yo era la que llegaba un cuarto de hora antes… la ilusa del grupo, vamos XD

  • Hola Lidia! Llevas mucho esperando?

  • Hola Vane. No, lo normal, veinte minutos… culpa mía llegar antes de tiempo… Que te ha pasado en las muñecas? – Efectivamente, tenía unos vendajes en cada una.

  • Jugando al Volley, ya las tenía resentidas de tanto recibir y rematar, pero en el partido de anteayer me caí y me apoyé en ellas… Las tengo esguinzadas las dos, ya ves que bien… - Su cara se veía muy triste. – Menos mal que no tengo que conducir mucho para llegar hasta aquí, porque si no, ya no podría venir!

  • Oh… No digas tonterías, yo te iría a buscar! – Nos sonreímos con afecto. – Además, fijo que en el tiempo que tardaría en ir a buscarte y volver, ellas aún no vendrían. Avisaron que iban a llegar tarde por wassap…

  • Que dices… Menudas son. No vi el wassap porque estaba conduciendo. – Con algún gesto de dolor, cogió el móvil de un bolsillo de sus shorts y leyó la conversación. – Vaya, tienen razón que aún es pronto, espero que lleguen más tarde… En fin, ya que estamos nosotras, porque no vamos ya?

  • Ya quieres ir? Yo pensaba tomar algo antes o…

  • Bueno, a mí me apetece ir yendo ya y ver el panorama. Ya sabes, primeras en llegar, cogemos el mejor sitio, etc…

  • Está bien… Pero debo decirte que nunca vine a una nudista.

  • Ni tu ni ninguna! Pero supongo que podemos estar en bikini mientras no? Vamos, no creo que nos echen a patadas de la playa. – Se rió. Vane era muy guapa, con sus gafitas delgadas y su manera de vestir casual. No pude negarme.

  • Está bien, vamos cogiendo sitio entonces.

Nos dirigimos a la playa por un sendero. Estaba un poco oculta, al ser nudista no tenía mucha afluencia de gente suponía yo, si no, tendría mejor acceso. Aun así no nos costó nada llegar y vimos que la playa estaba vacía, excepto por una pareja que tendrían cuarenta años, que estaban bastante alejados de nosotros, en lo que pensamos que sería el mejor sitio. Estaban desnudos completamente y parecían haberse dormido de lo relajados que estaban.

Vane me sonrió compartiendo la visión.

  • Ya ves, aquí la gente no se corta un pelo… Creo que este es un buen sitio, un poco alejado y resguardado. Además, creo que va a dar el sol todo el día, hazme caso. – Dicho esto posó su bolso y se dispuso a extender su toalla. De repente hizo una mueca de dolor y se le escapó un gritito.

  • Estás bien? Quieres que te ayude? – Parecía dolorida.

  • Si no te importa… parece que mis muñecas me van a dar el día! Hasta ahora estuve en reposo, pero para vestirme ya fue una fiesta, y ahora para quitar la camiseta y el short me las voy a ver negras. En fin, tiéndeme la toalla, porfa mientras yo intento ponerme en bikini sin montar un espectáculo. – Se rio de nuevo. Yo con ella. Mientras se intentaba quitar la camisa a cuadros, yo extendía su toalla. Ya había terminado cuando vi que ella se peleaba con la camiseta de tiras que llevaba.

  • Esta condenada camiseta… Nunca nos fijamos en el servicio que nos hacen las articulaciones hasta que no podemos usarlas o nos duelen… Todo lo fácil se convierte en una odisea!

  • Tranquila mujer, que para eso estoy yo aquí. Anda, levanta los brazos. – Me puse detrás de ella. Levantó los brazos y con cuidado le quité la camiseta tirando de ella hacia arriba del todo. Olí su cabello y me gustó mucho. Tenía un bikini azul marino que me encantaba. Ya se lo había puesto otras veces y era su preferido. Era palabra de honor y estaba anudado a la espalda. – No te preocupes que ahora te quito los shorts.

  • Muchas gracias, la verdad es que no sabía si sería capaz de desabrocharme los botones… - Me puse enfrente de ella y mis manos se pelearon con un botón grande que tenía su short. Me sentía muy turbada en esa postura quitándole el pantaloncito vaquero… Miré hacia arriba y vi que ella tenía los ojos cerrados y la cara un poco roja. Supuse que sería por el sol o quizá por la situación… Al desabrochar el botón grande, le bajé la cremallera lentamente y su pantalón cayó en la arena. – Gracias Lidia que haría yo sin ti. – Miré hacia arriba en plan vacile y me guiñó un ojo.

Tenía un cuerpazo, aunque menos pecho que yo, por todo el deporte que hacía en el volley. Tenía un cuerpo atlético y unos pechos que se veían muy favorecidos por el bikini. Yo me quité mi blusa y una falda vaquera que llevaba, dejando al descubierto mi cuerpo con curvas pero bien proporcionado con mi bikini favorito, uno rojo con apliques dorados en las caderas y en medio de las tetas. Vane me miró de arriba abajo.

  • Wow, menudo bikini más chulo! Le queda genial a tu cuerpazo! – Su cara mostraba sorpresa y envidia. – Que bien te queda en serio, ya me gustaría tener tu cuerpo para ponerme modelitos así, maldita!

Me puse roja como un tomate, no estaba acostumbrada a los halagos y menos tan sinceros como aquel. Además aún estaba excitada por la proximidad de antes.

  • Calla, que exagerada… para cuerpazo el tuyo que ya me gustaría tener tu culo perfecto y tu cuerpo atlético… Pero no doy ni para correr en la cinta media hora!

  • Si, exagerada y una mierda! Cuerpazo, he dicho… Oye, una pregunta, podrías darme crema? – Ella veía que yo ya me la estaba dando. – Yo intentaré dártela por la espalda…

  • Ah! Claro que te doy crema! Y tú no tienes porqué, me la daré como pueda, tomaré el sol boca arriba y esperaré a por las otras mientras me tuesto XD Ya me darán ellas por la espalda cuando lleguen, tienes que cuidar esas muñecas. No creas que no he visto tus gestos de dolor. – La recriminaba que intentara hacerse la fuerte mientras le echaba crema en los hombros y por la espalda. Me estaba excitando muchísimo y temía que mis pezones se vieran perfectamente a través del bikini. La cosa no mejoró cuando le di por sus piernas y por su culito. Suerte que el bikini tapaba bastante y no tenía que subir más. Si se girara para verme me vería muerta de vergüenza…

  • No tengas miedo de tocar lo que tengas que tocar! Que si vieras las bromas que se gastan en el vestuario de chicas en volley… hay cada pelea, que solo haría falta barro para considerarlo otro deporte XD – Nos reímos las dos a gusto, mientras yo le extendía crema por la parte que enseñaba de sus pechos y clavículas. Agradecí esa broma, y fijo que ella se había fijado en mi turbación y la había dicho para relajarme.

  • A saber las que liais… fijo que tú eres de las que más pegan jaja

  • Que va… yo me alejo lo que puedo, aunque a veces no me da tiempo. Hay dos que son la monda y la lían siempre. Bueno, ya estamos, ahora a disfrutar del solecito. – Se tumbó con cuidado boca arriba. Hizo gestos de dolor cuando se apoyó con los codos. – Vaya… parece que sí que soy torpe… me duelen bastante cuando las muevo. Menos mal que ahora toca tostarse.

Entonces, se acercó la pareja nudista. Nosotras nos miramos entre avergonzadas y extrañadas porque veíamos que andaban en nuestra dirección.

  • Hola chicas – nos habló la mujer. tenía unas buenas tetas y tenía todo totalmente depilado. Su marido también tenía todo depilado pero apenas me fijé en su miembro, no fuera que lo notaran. Creo que cuando la mujer nos habló, nuestras caras se pusieron rojas como tomates. – Siento molestaros, nunca os había visto por aquí. Quería que supierais que esta playa tiene sus normas y si no os quitáis toda la ropa no podríais quedaros… A ver, no por nada, si no que no sería justo para el resto de personas que la gente pudiera venir y estar con bañadores, entendéis? – Nosotras no articulamos palabra hasta que yo reaccioné toda roja.

  • Sí, claro, pero no vimos normas ningunas y…

  • No os preocupéis, nadie os va a hacer nada – La señora se rió con ganas. Su marido nos miró sonriente como siempre. – Pero aquel de allá es el vigilante. – Señaló un punto alejado encima de unas piedras y efectivamente allí había un señor con una torrecita blanca de socorrista y flotador naranja que tomaba el sol desnudo.- Y os puede regañar e incluso echar de la playa. Es amigo mío así que no temáis… Sois nuevas?

  • Sí… Disculpen, no queríamos incomodar, es la primera vez que venimos y no sabíamos…

  • Pues tranquilas, tomaos vuestro tiempo, pero que no sea mucho, si no vendrá el socorrista y os recitará las normas y que debéis marcharos etc etc etc… pensé que sería mejor si os lo dijera ahora yo que después os sorprendiera él. A veces es un poco brusco, porque piensa que los que se visten es que vienen a reírse o mirar para los demás. Es buen hombre de todos modos. Bueno, siento mucho la molestia.- La mujer hablaba en tono muy tranquilo y pausado. El hombre no decía ni una palabra pero sonreía mucho. – Me llamo Carmen y este este es mi marido Peter. Es alemán y no entiende apenas nada de español, perdonadlo jajaja – El marido al oír su nombre nos saludó con una leve inclinación en plan cortés.

  • Encantadas… Carmen, nosotras somos Lidia y Vanessa, siento mucho la confusión y gracias por advertirnos, ahora nos desvestiremos, un placer.

  • De nada, bonitas. – Dijo unas palabras a su marido, que se rió y nos guiñó un ojo. Luego siguieron caminando cogidos de la mano y hablando alemán en bajito.

Nosotras aun nos recuperábamos del shock. Vanessa me miró y dijo.

  • Vaya con la mujer, que amable… y viste que cuerpazo tenía? Y nada de vergüenza!

  • Ya, muy maja… seguro que viene siempre y ya es como su casa… en fin…

Me quedé incómoda porque ahora tendría que desnudarme delante de Vane… Nos miramos y ella dijo.

  • Bueno, entonces tendremos que irnos… Pensé que podría, pero no voy a poder desnudarme del todo, me duele horrores cuando muevo los brazos, y mucho menos quitarme el broche del bikini… y tu creo que no estas acostumbrada a estar desnuda…

Miré hacia abajo, y sabía que tenía razón en todo lo que dijo. Pero entonces me decidí. No sabía si era la excitación de ayudarla con la ropa o la naturalidad del matrimonio, pero no iba a echarme atrás… además, había otro morbo escondido… ver a Vane desnuda.

  • No… no. No nos vamos a ir, ahora que estamos aquí. Voy a desnudarme y luego a desnudarte a ti, si no te importa… ya te quité la camisa y el pantalón, desabrochar un suje y la parte de abajo no será problema…

  • Vaya… la verdad es que meterme desnuda contigo me da vergüenza también… con las de volley es cosa de años, pero contigo… pero encantada, no nos iremos vale? – Me sonrió decidida. – Si puedes empezar por mí, mejor… estoy apoyada en los codos y si me desabrochas atrás genial. - Así lo hice, me acerqué por detrás y le desabroché el sujetador. - No te de corte… - Luego ella se tumbó del todo y le quité el sujetador por los brazos dejando al descubierto sus tetas redonditas que no perdieron ni un ápice de firmeza. Sus pezones eran marrones y bastante puntiagudos y tenía unas areolas pequeñas y claritas. Su cara se puso roja. – Te… te gustan? – Ella se fijó en que yo no le quitaba ojo a sus tetas. Entonces me puse roja como un tomate y me levanté como un resorte.

  • Lo siento! pero es que… son… las tienes tan firmes! Son perfectas! – No pude contener lo que pensaba. – Ella se puso más roja aún.

  • Me gusta que te gusten… pero perdona que te diga que así con bikini me das envidia… Las tuyas son más grandes, no me importaría tenerlas como las tuyas en serio, aunque ya me tocará vértelas no? – Lanzó una risita para calmar la tensión.- Lo siento, pero puedes…. con lo de abajo?

  • Por… por supuesto. Y las mías no son para tanto… me dan vergüenza… - Con cuidado cerré los ojos y le quité la parte de abajo. Sin mirar hacia abajo dejé su bikini a su lado en la toalla.

  • Eh… podías mirar… es mejor familiarizarse cuanto antes supongo… Aunque perdona si cierro los ojos es que me da vergüenza! Tu mira y cuando sea me dices ya y abro los ojos.

  • Está bien… tú también me verás así que cuanto antes mejor. – Ella cerró los ojos y se relajó. Yo aún no miraba, quería quitarme el bikini y darle una sorpresa cuando los abriera, que todo fuera rápido. Entonces miré hacia abajo.

Su coñito estaba depilado, pero no se veía más allá porque tenía las piernas juntas. Aunque sí que se veía el comienzo de sus labios mayores, como los de una colegiala, rasuradito hasta donde alcanzaba la vista. Entonces se me escapó un ya!

Ella abrió los ojos. Mis tetas eran más grandes que las suyas, pero aun tenían firmeza. Lo que me daba vergüenza eran mis areolas, grandes y mis pezones, dos bultitos redondos y duros que nunca se aplanaban… si no que aumentaban con la excitación. Me había recortado los pelos y afeitado bastante, pero dejé una franja vertical desde el nacimiento de mis labios hasta un poco más arriba, no quería estar totalmente depilada… por el resto sí que me había depilado, la zona del perineo. Me miró de arriba abajo.

  • No tienes nada que avergonzarte, tienes un cuerpo perfecto… me gusta… me gusta esa franjita que te has dejado la verdad, no puedo mentirte, lo siento si te incomoda.

  • Jo, qué va, esos halagos me saben a mucho viniendo de ti… a ver, la vergüenza supongo que es natural, pero… te correspondo diciendo que tu pareces una colegiala… totalmente depilada y con una piel suave que no entiendo…

  • Ah… depilación láser. Unos ahorros y una beca que me han dado. En vez de gastármela en salir y tonterías varias pues libros y esto… Ya conoces mi secreto.

  • Yo también tengo algo por ahí… me das envidia, quizá me lo haga si me acompañas, me daría mucha vergüenza.

  • Pues claro que te acompaño. – Entonces me di la vuelta y me puse crema por las tetas y todo lo que pude en el pubis y los labios… Me daba mucho corte que me viera extender la crema… - ostia… es verdad… Lo siento pero creo que no voy a poder quedarme… me quemaría toda! Al verte darte la vuelta y echarte la crema me di cuenta de que yo… yo no puedo. Y quemarse ahí debe ser horrible, el sol está pegando fuerte ahora. – Mi turbación no tenía límites y apenas pude balbucear. Entonces oí sollozar y me di la vuelta. Vane estaba al borde del llanto. No podía pedirme que le echara crema en su cuerpo desnudo y tener que volver a vestirla para irse y esperar en casa… No podía ser. Entonces sin saber muy bien que pasaría, me lancé a la piscina.

  • No. No te irás. No llores Vane… Me tienes a mí, hoy seré tu criada personal de acuerdo? Así que si no te importa, yo te pondré la crema. – Me planté a su lado, me puse de rodillas y le di un beso en la mejilla. Ni yo misma sabía de donde había sacado tanta seguridad.

Ella me miró sorprendida y en un susurro me contestó.

  • No sabría cómo agradecerte… no te sientas incómoda de verdad. Ponme un poco y listo, para no quemarme… En serio gracias Lidi.

  • Para eso estoy. Ahora me pongo… tu cierra los ojos y relájate, piensa que es un masaje en un spa. – Ella se rió y cerró los ojos. Sabía que sería más cómodo para las dos si no miraba.

Me puse crema en ambas manos y empecé por la marquita apenas blanca que tenía del bikini, en los laterales de sus tetas. Fui masajeando y extendiendo, rodeando lo máximo posible sus tetas. Entonces tuve que acercarme más y las toqué. El silencio era total salvo por el sonido del mar a lo lejos. Lo estaba haciendo! Mis manos masajeaban lentamente sus pechos, acariciándolos, notando lo firmes y suaves que eran. Dejé de pensar y me dejé llevar. Ella no parecía importarle, de hecho, su boca estaba entreabierta y sus pezones se estaban poniendo de punta…

Con un dedo, acaricié justo alrededor de sus pezones erectos, poniendo crema en todo. Al rozar un pezón erecto sin querer, soltó un gemido pequeño. Paré al momento y muy cortada le susurré.

  • Perdona… - Ella negó y me susurró.

  • Sigue, por favor… si quieres…

Como toda respuesta la besé en la frente y seguí a lo mío. Ahora mis manos intentaban que la crema desapareciese, y para eso tuve que manosear… vamos, un magreo en toda regla. Me estaba mojando, esto me ponía muy cachonda y apreté sus tetas un poco más, arriesgando a que me dijera algo. Pero lejos de decirme nada, suspiró de placer, así que supe que “el masaje” le estaba gustando. Seguí un minuto así hasta que la crema ya se había extendido. Sus pezones eran dos puntas totalmente duras y como último saludo, le pasé la yema de los dedos por encima a cada uno de ellos. Vane suspiró y un espasmo recorrió su cuerpo… Sus piernas se frotaron entre sí y dijo.

  • No sé lo que debes pensar de mí… pero quiero que sepas que… - Le puse un dedo en los labios y me acerqué a su oído.

  • Lo que pienso es que toca la parte de abajo… - Ella asintió y me besó el dedo. Yo me enderecé, cogí la crema y miré hacia abajo. Abrí las piernas un poco y vi que tenía flujo en las ingles. Estaba mojada por magrearle las tetas a Vane… Deslicé mis manos por debajo de un ombligo, disfrutando del tacto de su suave pubis. Puse crema en todo lo que pude debido a sus piernas cerradas. Como si me estuviera leyendo el pensamiento, flexionó sus piernas y las abrió completamente, dejando su secreto totalmente al descubierto. Estaba totalmente mojada, pero lo que me hizo quedarme con la boca abierta fue su clítoris. No hacía falta buscarlo, se veía perfectamente hinchado emergiendo entre sus labios mayores. Era muy grande y se veía hermoso. Todo su coñito parecía hinchado y rosado de placer.

  • Vane…

  • Dios mío, lo siento tanto… Yo no quería, nadie lo ha visto hasta ahora… yo… que debes pensar de mí.

  • Shhhh… tranquila… es espléndido. – La acaricié suavemente con un dedo entre sus tetas y entonces la besé. Un pico inocente, pero intenso al que ella me correspondió. - Me encanta.

  • Lidi…

  • No digas nada. – Ví que no había nadie mirando, la pareja estaba casi en la otra punta de la playa y se veían muy pequeños y lejanos. El vigilante dormía boca abajo con la cabeza mirando hacia el lado contrario. No había nadie más en los alrededores... mis manos se introdujeron en el interior de sus muslos.

Sus suspiros iban en aumento, sabía que yo la estaba mirando y sin más, procedí a expandir la crema por el interior de sus muslos y por fuera de sus labios mayores, procurando que no tocase su rajita ni su hinchado clítoris. Hice lo que pude, conteniéndome a mí misma de acariciar su increíble clítoris ni sus labios carnosos y mojados. Nunca pude imaginar que una chica tuviera semejante coño… Dios mío, yo también estaba muy mojada…

Medio temblando de excitación, me arrodillé a sus pies e intenté acabar mi trabajo, siguiendo por las piernas y luego en los pies, a los que dediqué un masaje rápido pero intenso. Luego, subí por sus piernas y mis manos quedaron en su cintura. Vane estaba increíble, era una venus. Con las piernas abiertas, las manos acariciando su toalla y se notaba que se estaba mordiendo los labios. Quizá se moría por masturbarse, como yo. O quizá deseaba que yo me atreviera a más… como yo deseaba que ella lo hiciera.

Nunca he aprovechado bien las oportunidades, pero si hubo una que aproveché, fue esa. Me dije que ahora o nunca. Acerqué mi boca a su oido y reuniendo todo mi valor, bajé la mano hacia su raja mientras susurraba:

  • No puedo ni quiero dejarte así... Asiente si quieres que siga... - Ella dió un respingo y asintió lentamente. Teniendo vía libre, mi mano se abrió y atrapó ese clitoris enorme entre los dedos corazón y anular, mientras seguía bajando por toda la anchura de su coño. Vane arqueó su espalda gimiendo, ya no ocultaba sus gemidos de placer. Yo aproveché para lamerle y mordisquearle a lo largo de su oreja mientras mi otra mano se metía entre mis piernas y me empezaba a introducir dos dedos y a masturbarme, metiéndolos y sacándolos.

La mano que tenía en su coño la tenía toda encharcada, su clítoris pareció crecer incluso más que antes, lo que ya parecía grande ahora sí que sobresalia del tamaño de una uña de un dedo gordo. Lo tenía tan abierto que con facilidad se colaron mis cuatro pequeños dedos en ella, yo estaba alucinando y excitadísima, menudo coño tenía Vane! notaba que con apretar un poco más me entraría todo el puño.

Con mi palma apretaba y rozaba su hinchadísimo clitoris, mientras que mis cuatro dedos penetraban su cueva. Yo me masturbaba cada vez más, ya me cabían tres dedos en mi cueva, eso solo me pasaba cuando estaba muy cachonda. Vane estaba casi a punto, se notaba que se iba a correr, como yo. Con mis ultimas fuerzas, sudorosa y a punto le susurré:

  • Quiero que te corras para mí, lo quieres suave o fuerte? - Ella arqueaba su espalda, se agarraba a la toalla y me susurró - Fuerte.

Eso me puso a mil, me puse a follarme con mis dedos furiosamente, desesperadamente, siguiendo el ritmo con el que mi otra mano trabajaba en Vane, entonces, no pude más y le puse el puño entero dentro de su coño mientras me corría. Vane chilló y luego se mordió los labios para no seguir gimiendo tan alto. Yo me corría, me corría como una loca, mordiendo la toalla, con mi cara sofocada por la toalla y el cuerpo de Vane. Espasmos me recorrían, pero al mirar abajo, ví que el coño y la toalla de Vane estaban totalmente encharcados entre sus piernas. Había soltado líquido, era demasiado mojado para ser flujo. Caímos rendidas las dos, nadie en la playa miraba.

Le dí un beso en la mejilla y ella me correspondió sonriendo y dándome un pico. Nos miramos sin decir nada, preocupadas sobre lo que pasaría, si cambiaría algo entre nosotras. Yo tenía claro que no, al revés, ahora me sentía mejor con Vane, compartiendo un secreto. Ni siquiera me di cuenta de que habíamos sido observadas...