Playa nudista (1)
Mi experiencia con un hombre maduro de vacaciones. El morbo de la playa nudista me hizo realizar una locura y experimentar sexo con un maduro sesentón
En esa época tenía 32 años. Estaba de vacaciones con mi marido en un lugar de playa de Levante. A nosotros nos gusta ir a playas nudistas y ese verano no era distinto.
Soliamos repetir el lugar donde nos tumbábamos al sol en esa playa y siempre coincidíamos cerca de un hombre de unos 60 años pero bien llevados. Yo no estoy mal, mido 165, peso 60 kgs, tengo buenas formas y pechos pequeños pero bonitos. Otra característica es que tengo vello en mi zona púbica aunque arregladito.
El caso es que ese hombre me miraba todos los días mucho. En varias ocasiones se animaba y tenía que taparse. Mi marido se daba cuenta y nos lo tomábamos a risa. Poco a poco y día tras día me fue dando morbo y yo disimuladamente cuando Carlos se bañaba yo me ponía más llamativa y dejaba ver mi cuerpo de un modo más libidinoso. Cuando le veía excitarse me mojaba como una fuente.
La cuestión es que después de muchos días de juego, un día de esos nublados no fuimos a la playa y nos quedamos en la población donde teníamos la casa alquilada. A Carlos no le apetecía bajar a comprar y me fui sola. Caminando por el pueblo de repente me lo crucé en el parking del supermercado. Nos miramos y Francisco que así se llamaba se acercó a mí y me dijo que si me conocía de la playa. Se presentó y me dijo que estaba guapa vestida y desnuda. Me invitó a un café y yo no sé porque no se lo negué. Hablamos de nuestras cosas y poco a poco me fue llevando a hablar de la playa y de cómo le gustaba mi cuerpo.
Yo le dije que me había dado cuenta y que a veces se había tenido que tapar. Me reconoció que le gustaba mucho y que si un día quería me enseñaba cuánto. Después me pidió disculpas por haberse atrevido a tanto. Yo no sé ni cómo ni porque le dije que me gustaba gustar y que yo me había animado viéndole así.
El caso es que me invitó a tomar algo en su casa y accedí. Nos acercamos a su casa y tomando un vino en su terraza me dijo lo que le gustaba de mi cuerpo. Los pechos, el culo, los pies pero sobre todo mi coño peludo. Yo estaba mojada ya y me acercó disimuladamente su mano como quien no quiere a mi pierna pero no me aparté.
Me empezó a acariciar disimuladamente las piernas con el exterior de su mano y de pronto me cogió del muslo y subió despacio. Yo llevaba el típico vestido de playa y debajo el bañador. Alcanzó el bañador y pasó sus dedos por la entrepierna en el borde del bañador. Me dijo que notaba la humedad por los costados de los muslos en la parte interior. Se puso de rodillas y empezó a lamerme los muslos mojados por mi excitación. Se me escapó un gemido. Me pasó la lengua y apartó el bañador. Me pasó la lengua llevándose todo mi líquido.
Se abrió el pantalón y sacó su pene. Era muy muy grueso y se puso de pie. Le abrí la camisa y comencé a lamerle los pechos y después el estomago y alcanzé su polla que estaba durísima. Le lamí la punta que tenía líquido y me la metí en la boca. Me cogió de la cabeza y me folló la boca despacio. Gemía mucho y eso me ponía a mi peor.
Me puso de pie y me llevó a la cama. Me desnudó y me puso de espaldas. Se tumbó encima y me penetró la vagina por detrás. Me embestía despacio pero con fuerza y haciendo movimientos circulares. Yo gemía como una posesa. Paró y empezó a lamerme los pies. Me situó boca arriba y me alcanzó el coño. Allí me comió mucho con su lengua. Yo gritaba de placer y me corrí en su boca. Tenía empapada toda la boca.
A los poco minutos me penetró. Me preguntó si se ponía un preservativo o qué. Yo le dije que tomaba la píldora. Continuó con movimientos secos. Yo me retorcía y le apretaba con mis piernas. Me besaba la boca, los pechos, todo el cuello. Cuando se fue a correr sacó el pene y se corrió en mi vello púbico. Me lo inundó. Con su polla todavía dura se la embadurno de su esperma pasándolo por mi vello y me la metió toda llena de leche. Rápidamente la sacó y me comió hasta que me volví a correr. Fue impresionante.
Ese día volví a casa muy relajada. Por la tarde me acosté con mi marido recordando la mañana y me corrí como loca de nuevo.