Playa I

Día en la playa de dos viejos amigos que acaba con ganas de más.

Eran las 8:30 de la mañana de un caluroso día de verano. Ella estaba en casa, desayunando, ya lo tenía todo organizado y pensado; el bikini que iba a llevar, el conjunto que se pondría encima, la comida, la crema solar, la toalla, etc.

A las 9:15, su móvil suena, lo mira:

Él: me voy a retrasar un poco, me queda dejar a mi amigo y pasar por el banco. Cuando esté abajo te doy un toque.

Ella: vale.

Se conocieron el verano anterior, eran de la misma ciudad, aunque él estaba ahora viviendo fuera por motivos de estudios. En su vuelta a casa por verano decidieron verse después de muchos meses.

Él era un chico de veintipocos, de estatura media, complexión normal, rubio de pelo largo  y ojos azules;ella, no alcanzaba la mayoría de edad, bajita, complexión normal, morena de cabello largo y rizado y unos bonitos ojos marrones.

A las 9:45 ella está lista, muy nerviosa, ¿ a qué se debían esos nervios? Es cierto que desde la última vez que se vieron habían tenido algunas conversaciones extrañas en las cuáles él acabó diciéndole que quería que se convirtiese en una chica a la cual pudiera contarle sus rollos, sus historias, poder tomarse un café o liarse.  Era esto último lo que la hacia ponerse nerviosa. Ellos dos, solos en una playa algo alejada y poco transitada…

A las 10:15 él le avisó, bajó deprisa y enseguida  lo vio en la acera de enfrente.

-Está guapísimo- pensó.

Al encontrarse se miraron de arriba a abajo mutuamente, se saludaron con dos besos y se dirigieron al coche de él.

De camino a la playa ( unos 50min) los temas de conversación eran muy diversos, desde estudios, a cosas más íntimas como sus últimos rollitos veraniegos. Pero sienten una gran tensión entre ellos.

Al llegar a la playa, caminan juntos, deciden quedarse no muy lejos de la entrada, plantar la sombrilla y las mochilas. Llega la primera toma de contacto físico.  Él le pide que le eche crema, y que tenga sumo cuidado cuando se acerque a los labios, pues le da mucho asco. Primero le echa crema en la espalda, notando que el chico no tiene nada que envidiar a los chulos de gimnasio, está bastante fuerte. Luego llega la hora de la cara, donde por primera vez se miran fijamente a los ojos y ella para esparcir bien la crema se acerca tanto a él que casi puede sentirlo respirar. Él repite la misma acción con ella.

Ambos se tumban en sus toallas respectivamente, entablan conversación y juegan a las cartas, aún sin más acercamiento físico.

Llega la hora de la comida, y mientras comen en silencio, él le pide el móvil para mirar una ubicación de donde se encontraban, puesto que había dejado el suyo en el coche. También pasa una mujer, claramente con un cuerpo de gimnasio y él se percata.

  • ¿ Has visto a esa chica? Se le notaban claramente todos los músculos.
  • Sí, me he dado cuenta, un cuerpo bien trabajado.
  • Demasiado para mi gusto, prefiero cuerpos como el tuyo, firmes, pero no de tío.

Un calor subió por sus mejillas, lo que hizo que se pusiera roja. Ella ya estaba tumbada boca abajo. Él se acerca a ella poniéndose casi encima de ella y comienza a hacerle cosquillas. Ella le ruega que pare, pero él no le hace caso, sino que pasando él por lado donde la chica tiene la cara, se acerca y le da un suave beso en los labios. Se separa y le dice: ¿ también quieres que pare ahora? A lo que ella ni responde y se funden en un beso, más húmedo y pasional. Siguen besándose mientras las manos del chico ya han pasado a acariciarla. Él estando sentado encima suya, lo que deja notar en su espalda la erección que está teniendo en chico.

  • ¿ Nos damos un baño? - pregunta él.
  • Vamos.

Y juntos entran al mar. La playa está prácticamente desierta así que no tienen a más bañistas en al menos 30 metros de distancia, solo aquellos que pasean los arena, que para se percatan de lo que vayan a hacer. Cuándo están lo bastante lejos, se funden en un beso, empezando los dos de pie, él con una de sus manos en la cadera de ella y otra en sus glúteos, mientras que ella lo rodea por el cuello. No es mucho tiempo el que pasa cuando ella lo rodea a él con sus piernas por la cintura, mientras siguen besándose. Postura que él aprovecha para poner sus manos en el interior de sus muslos, en las ingles de ella, muy cerca de su raja. Ambos están más que calientes. Es así como ella se baja de esa posición y echándose hacia atrás agarrada de las manos de él, para mojarse el pelo, él se vuelve loco y le pide que lo haga de nuevo. Le dice que le encanta ver su pecho cuando se encorva hacia atrás. Vuelven a fundirse en un beso pasional, pero esta vez las manos de él van al pecho ella.

  • Puff me vuelven loco tus tetas, están duritas y tienes unos pezones pequeñitos y bien duros que me ponen a mil- le susurra.

Ella no habla, solo se deja hacer y gime. Lleva su mano por encima del bañador de él, y puede notar que no es la única que está muy cachonda. Su polla estaba muy dura y eso la ponía más cachonda aún. Sin pensárselo dos veces, metió su mano dentro del bañador de él. A lo que él respondió apartando la parte de abajo de su bikini y notando lo mojada que la tenía, puesto que su flujo tenía una viscosidad diferente al agua. Él empezó acariciándola lentamente y el círculos en clítoris a ella, y ella pasando las yemas de sus dedos por su glande. No tardaron mucho en él, meterle un dedo a ella haciéndola estremecerse hasta notarla lo suficientemente dilatada e introducir un segundo dedo. Y ella hacerme una paja, desde la base de su pollas hasta el glande, primero despacio y suave, aumentando la velocidad y la presión que ejercía sobre su polla paulatinamente.  Él comenzó a usar en el pulgar de la misma mano para acariciarle el clítoris, puesto que la otra la tenía en su culo. Y cuándo no pudieron más, con sus respiraciones muy agitadas, se corrieron en silencio, entre mordidas de besos para evitar gritar de placer, casi al unísono. Siguieron juntos, besándose, pero ya intentando relajarse, recuperar el aliento y esperar a que la polla de él se bajase por completo para no levantar sospechas.

Aunque… esto no había suficiente, quedaban ganas en él, de metersela y hacerla suya. Al salir de agua se tumbaron en la arena durante un rato, mientras se miraban y se dibujaban en ellos unas sonrisas picaronas. Casi ni hablaban estaban extasiados.

Rato después él propuso irse, diciendo que llevaban mucho tiempo expuestos al sol, aunque solo fue un pretexto para llevársela del playa, fuera de la vista de personas y en busca de un lugar dónde poder follarsela.