Platicando Largo y Tendido (02)
Juan Carlos me cuenta sobre el Chucho, la primer persona en su lista de relaciones, y el hombre que fue su primera vez en todo. (Transexuales, sexo con jovencitos).
Platicando Largo y Tendido 02
Bueno, para serte sincero Lalita, esa son las menos numerosas. Ya sabés cómo es la cosa, he tenido muchas aventuras, tantas que no podría recordar ahora cada una de ellas. Pero relaciones en las que haya entregado el corazón, de esas han sido bien pocas.
Si, te comprendo vos yo tengo decenas de amantes, pero solo mi Kike vive en mi corazón.
¿Y Alberto?
Si también pero es que es complicado Juanca, ¿puede una estar enamorada de 2 hombres a la vez?
No sé, la verdad no se no sabría qué decirte.
Es complicado. Sé que amo a Kike con todo el corazón y que quiero seguir a su lado sin importar como pero Beto te mentiría si la necesidad que siento de tenerlo cerca es menor a la que siento por Kike pero no es de mi de quien hablamos. Contame pues, hablame de tus relaciones más importantes.
Vaya pues Lalita creo yo que la primer persona que tengo que mencionar es al Chucho.
¿El que te metió a este mundo junto con David y Francisco.
Si, el mismo, el que a los 10 años me quitó la virginidad, y a mis otros 2 amigos.
A mi me cuesta creer que a los 13 años se pueda ser tan pervertido
Si, yo también me sorprendo a veces, el Chucho era mucho muy grande para su edad, y no en tamaño precisamente. A los 13 años ya estaba bastante desarrollado y ya mostraba los primero indicios de lo guapo que llegaría a ser en el futuro. Su piel era blanca y su cabello castaño oscuro, rizado. Tenía cara aniñada, como de nuño bueno, era además delgado y esbelto.
Bien guapo el condenado.
Si guapísimo
"Después de que inaugurara nuestros culitos y nos convirtiera en mujercitas, se dio la grande con nosotros. Bueno, en realidad con Felicia y Diana, pues como Juan Carlos y Francisco no le atraíamos mucho. Por lo mismo David no participaba mucho en sus fiestas.
Su casa quedaba a pocas cuadras de la nuestra, era la grandota de la esquina, la de 3 pisos. La familia vivía en el segundo nivel, pues el primero era destinada, además para aparcar los carros, para una abarrotería que atendía la madre del Chucho y para una panadería, que atendía la abuelita. El tercer piso era para guardar cachivaches y muchas otras cosas. Guillermo tenía su habitación allí, en un cuarto grande que acondicionaron especialmente para el. de esa forma se aseguraba privacidad para poder llevar a cabo todas sus fantasías y fiestecitas.
Desde aquella mi primera vez, ya se me había vuelto costumbre ir a la casa del Chucho, ya sabés para qué Lalita. Sin proponérmelo me estaba convirtiendo en su mujercita, en su novia, su amante y su esclava, junto a mi amigo Francisco, claro. Esclavas porque no había nada que el nos pidiera y que no estuviéramos dispuestos a hacer por el, especialmente Francisco.
Yo nunca fui un muchachito tonto, sabía perfectamente que lo que me hacía Chucho no era bueno, que se estaba aprovechando de mí, que me estaba violando. Pero no hacía nada, nunca, yo solo lo dejaba hacer en mí como mejor le pareciera pues así lo quería. El placer que me hacía sentir con su pene adentro de mi cuerpo acallaba cualquier protesta de mi conciencia. Y con el tiempo, me dejó de importar, solo quería gozar a su lado.
Y no obstante después de estar con el me sentía sucia y usada, me gustaba pertenecerle. Desde ese momento se marcó claro como el agua mi enfermizo gusto por ser dominado, aunque no tanto como le gustaría luego a Francisco, gusto que, convertido en Diana, lo llevaría a transitar por caminos muy peligrosos.
Siempre nos hacía lo mismo, nos ponía en 4 a su lado y, mientras nosotras le mamábamos la verga, el se ponía a hurgar entre nuestros anos con sus dedos. Previamente ya nos había vestido y maquillado como una nena para el, como a el le encantaba. Generalmente yo utilizaba un uniforme de niña, del colegio de La Asunción, donde su hermana había estudiaba. De hecho el uniforme había sido de ella. Otras veces utilizaba un vestido azul turquesa suelto, otras, una falda blanca con otra camisa.
El nos enseñó a maquillarnos también, y con el tiempo nos hicimos unas auténtica maestras en ese arte. Aprendimos rápidamente a combinar los colores y a saber cuáles nos favorecían más, dado nuestros colores de piel. Y los accesorios, el nos ayudó a usarlos adecuadamente, no sé dónde aprendió todo eso. El único que nunca quiso participar en eso fue David, a el jamás le gustó vestirse de mujer.
Chucho nos repetía constantemente que le calentábamos muchísimo. A mi me chuleaba mucho mis nalgas, mi trasero tan chiquito pero redondito y turgente. Y ahora ya vez Lalita, lo tengo gordito y bien parado. Me lo manoseaba como se le daba la gana e introducía sus dedos dentro de mi pequeño agujero. Me gustaba (y me gusta) mucho.
Felicia, ¡qué culo más rico tenés!
Gracias Chucho
Es divino ¡sos un culazo nena, un culazo! me gustaba que el me dijera esas cosas pues me hacía sentir especial, lo malo es que ponían sumamente celosa a Diana, quien era más bien pache y chata de esa parte.
Y luego, de los dedos pasaba a la verga y nos poseía como se le daba la gana, en verdad que nos comportábamos como unas perritas mansas en sus manos, pues lo dejábamos ponernos en todas las poses que quería, que nos tomara como trapos viejos si quería, incluso que nos llegara a azotar, que igual luego le lamíamos la paloma hasta dejársela limpia y fresca.
Te voy a contar de un día en que llegué yo solo a su casa, pues David había tenido que quedarse hasta tarde en su casa y Francisco había salido con su mamá a pasear por allí. Me presenté en su casa como a eso de las 2 de la tarde, como siempre hacía. Su madre me dejó pasar y yo me fui directo a su habitación. Allí me recibió con un beso y un gran abrazo como siempre hacía y las respectivas metidas de mano. Yo tenía 11 años en esos días, y ya me estaba poniendo un poquito más alto que el resto de niños.
Inmediatamente se sentó sobre la cama y se me quedó mirando, ya sabía yo para qué. Me di la vuelta y cerré con llave su habitación, y luego, contoneándome despacio y lo más sensualmente que podía frente a el, me fui despojando despacio de la ropa. Aquel era una ceremonia que el Piojo, o sea mi amigo Francisco, y yo siempre hacíamos para su deleite, le dábamos un espectáculo de striptease hasta quedar totalmente en pelotas.
Después, despacio, me acerqué a el y le planté un beso en los labios, e inmediatamente me coloqué en la posición adecuada para que me pudiera meter los dedos entre el culo. Primero fue uno, luego lo hizo con 2, hasta llegar a 3. a esas alturas ya no tenía ningún problema en ser penetrado por 3 dedos sin apenas lubricación.
Me los metía hasta el fondo, y después me los sacaba. Era lento al principio, pero a medida que notaba que mi ano daba más de sí, lo hacía con mayor velocidad y fuerza. Al poco rato se untó vaselina, lo que hizo que sus dedos se deslizaran suavemente por mi abertura, siendo la estrechez de mi culito la única resistencia encontrada. Y yo, allí en 4 como le gustaba, tenía la boca llena de su grueso falo creciendo, me encontraba sumido en una especie de trance que me inducía el placer de ser invadido analmente.
Bueno, vamos al baño y te preparo me dijo, tomándome de la mano y llevándome.
Como en todas las ocasiones, el Chucho ya tenía preparada mi ropa en su baño, siempre metida dentro de una bolsa negra. Generalmente yo me vestía solo, pero ese día el quería hacerlo. Me agarró de la cintura y me atrajo hacia el, me besó con dulzura y pasión, me acarició todo el cuerpo, yo estaba totalmente entregado.
Me puso una tanguita rosa, muy pequeñita que se me metía hasta el fondo de mis nalgas. A continuación me puso una falda corta de lona, ceñida a mis caderas, luego una blusa igual de diminuta que amarró en mi vientre, y unas sandalias violetas.
Después sacó una bolsa de mujer, negra y no muy grande, allí llevaba el maquillaje, de una reconocida y costosa marca. Me pintó los párpados y los labios, me echó algo de rubor y me peinó. Como no me podía pintar las uñas pues alguien se podría dar cuenta, me puso unas de plástica, que pegó con goma blanca.
Frente al espejo de cuerpo entero vi como había quedado, siempre me parecía tan irreal esa imagen, era una belleza fuera yo, me veía muy linda.
Me beso otra vez, introduciendo su lengua entre mi boca, apretando mi culito con sus manos y acariciándome las piernas, y yo me sentía realmente como una mujer. Me hizo arrodillarme y se sacó la verga, que estaba muy dura, el ardía cada vez que me veía así. Yo me la metí hasta la garganta, casi me ahogo pero así es como le gustaba a el, le encantaba cogerme por la boca con fuerza.
Se la mamé como por unos 5 minutos, saboreando el sabor salado de sus jugos, que a mi me sabían a néctar divino. Después me puso de pié y me quitó la blusa para chuparme los pezones, para luego ir bajando con su lengua por todo mi abdomen.
En posición de perrita, Felicia. inmediatamente me coloqué en 4, viéndolo de reojo a mis espaldas y parándole el culito, meneándolo para provocarlo.
Yo estaba que ardía también, quería que me poseyera de inmediato. Me levantó la falda y me aparto el hilo de la tanguita, me pasó la lengua por toda mi raja antes, aprisionando mis diminutos órganos genitales para chuparlos un momentito. Al mismo tiempo me metía 1 o 2 dedos entre el culo, aquello me encantaba, me hacía gemir como una perra.
Untó mi ano con vaselina, puso la punta de su verga erecta sobre este y, mientras me agarraba fuerte de las caderas, empujó su talega contra mi agujerito penetrándome sin miramientos. Me poseyó durante 15 minutos, me dio con todo lo que tenía, metiéndome enteros sus 17 cm y cogiéndome con furia y sin piedad como a mi me gusta.
Aquella situación era de lo más morbosa, imaginate Lalita, un niño de apenas 11 años, vestido de mujercita, siendo chimado con fuerza por un imberbe de 14 que lo trataba como a una putita caliente.
La sensación de placer que me daba la verga del Chucho era cada vez más intensa. El lo notaba, cuando mi cuerpecito delgado se estremecía cada vez que me clavaba hasta el fondo.
¿Te gusta Felicia?
¡¡UUUUMMMM!! ¡SI! ¡¡MUCHOOOOUUUMMMM!!
¿Te gusta ser mi puta?
¡¡¡SIIIIII!!! ¡¡¡¡ME GUSTAAAAAGGHHHHH!!!! ¡¡¡¡ME GUSTAAA!!!!
¿Y hasta donde llegarías por mi?
¡¡¡¡HASTA DONDE VOS QUERRÁS!!!! ¡¡¡¡UUUUMMMM!!!! ¡¡¡¡UUUUMMMM!!!!
¿Hasta donde yo quiera?
¡¡¡¡UUUUMMMM!!!! ¡¡¡¡UUUUMMMM!!!! ¡¡¡¡SIIIIII!!!! ¡¡¡¡SOY SOOOLOOO TUYYAAAAAAAUUUUMMMM!!!! gemía yo con los ojos trabados de placer.
Guillermo empezó a darme más rápido, eso quería decir que ya estaba cerca del final. Mi culo, ante cada penetración, sé contraía con fuertes espasmos que le daban más placer todavía, placer que ya lo estaba doblando y a mi también. A los 11 años ya había desarrollado lo suficiente como para poder tener orgasmos y estaba a punto de tener uno.
¡¡¡¡¡¡QUÉ RICOOOOOO JUAN!!!!!! ¡¡¡¡¡¡QUÉ RICOOOOOO!!!!!! y así, al fin, mi amante me anunciaba su inminente orgasmo.
¡¡¡¡UUUUMMMM!!!! ¡¡¡¡UUUUMMMM!!!! ¡¡¡¡¡ACABO, ACABO!!!!! ¡¡¡¡AH!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAGGGGGGHHHHHH!!!!! terminé en un gran chorro de semen que derramé sobre el suelo.
Bruscamente me separó de su mimbro y se sentó sobre su cama, llevándome con el. Excitada, me di cuenta de sus intenciones, así que me puse de rodillas, con las manos sosteniendo mi cuerpo sobre mis tobillo y lista para recibir su regalo, un delicioso majar de semen y sudor.
¡¡¡¡¡AAAAAYYYYYYYAAAAAAAAAGGGGGGHHHHHHH!!!!! gritó mi amigo.
En ese momento un primer manguerazo de semen fue a parar a mi boquita abierta, y luego varios más hasta que me la rebalsó. Su espesa leche me supo a gloria, la verdad es que me gusta el sabor del semen, disfruto mucho cuando eyaculan en mi boca abierta. Tragué como pude lo que tenia en la boca y abriéndola nuevamente continué recibiendo gustosa los continuos manguerazos.
¡Tragá, tragá! me decía mientras se sacudía la verga sobre mi cara y le exprimía las últimas gotas de se sabrosa esperma.
Disfruté como una pervertida de aquella andanada de leche. Se la seguí mamando hasta que se quedó completamente flácido, el sentado sobre su cama jadeando y mirándome con cariño y placer, estaba completamente satisfecho. Me dejó convertida en una auténtica puta, con el pintalabios por toda la cara, el maquillaje corrido, en tanga y faldita, y chorreando semen por toda la cara.
Sos deliciosa, sos una diosa con pene tenés un culo de lujo, sos un putilla con un culo de lujo. me dijo.
Gracias
Vas a ser mi perrita para siempre siempre te voy a coger como yo quiera
¡Ya soy tu perrita y lo voy a ser por siempre!
Arrodillada en medio de sus piernas escuchaba con la ilusión de una adolescente cada palabra que me decía, palabras que no se llevaría a cabo. Y mientras, su pene entraba y salía de mi boquita nuevamente sin que el me lo hubiese pedido.
Así se eran mis días al lado del Chucho, que me trataba como una auténtica mujer, como su amorosa amante más bien como una perra. Claro, afuera era un amigo suyo más, como David y Francisco, pero adentro éramos lo que el quisiera. Especialmente Francisco, que fue perdiendo su voluntad en sus manos poco a poco, hasta que se convertí en mucho más que su putita, que en su amante pervertida y en su nena.
Pero aun estábamos lejos de descubrir hasta donde seríamos capaces de llegar.
¿Y hasta dónde lo fueron? pregunté.
Hasta ser sus prostitutas el Chucho era un tipo pervertido, manipulador y aprovechado. Llegó al extremo de vendernos con sus amigos.
¡Pero si solo eran unas criaturas!
Si pero así fue.
¿Y en qué forma el Chucho se hizo de un lugar en tu corazón?
Bueno, el fue el primero en todo Lala, el primero en todo.
Si, desde ese punto de vista tenés razón
Además, gracias al Chucho conocí a mi primer novio.
¿Tu primer novio?
Bueno el primer novio de Felicia.
Continuará
Garganta de Cuero. (mándenme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, besos y abrazos a todos).