Planeta prohibido 7

Este relato, muy bien podría estar publicado en interracial, pero sigo con mi táctica de seguir publicando todo en Sadomaso. He optado por no relatar escenas sangrientas, que si se ven en la película de Hentai.

Planeta Prohibido 7

Una vez se había asegurado de que no serían interrumpidos, se fue acercando hasta la mujer negra, que permanecía recostada en el sofá, mientras, se iba quitando los pantalones y la bata, terminando de acercarse completamente desnudo y con el pene duro y preparado para disfrutar con la mujer.

-          Julia, mira el efecto que causas en mí con solo tu presencia, no me cabe la menor duda que es la misma reacción que provocarás en esos seres que habitan el planeta. Te voy a comer esos pezones  que tienes tan hermosos hasta que grites de placer.

-          Doctor, ya me los ha puesto a punto de caramelo con tanto tocamiento y puede disfrutar de ellos hasta cansarse. Son suyos para poder mamarlos y morderlos hasta que me sangren.

-          Julia, puedes tutearme ya que no tiene sentido que sigas con el trato de usted mientras estemos en privado. Me sentiré mejor con un trato más cercano.

-          Tienes razón, en esta situación hasta resulta cómico que no tratemos de usted.

El médico se acercó a la mujer empezando a besarle el cuello, para ir bajando poco a poco por el pecho hasta apoderarse de los pezones, empezando a mamar, como si deseara sacar leche de ellos. Los mordía y tiraba, haciendo que Julia soltara gemidos y exclamaciones de placer. Le estaba dejando los pezones como gominolas a base de tanto besuqueo y chupetón.

Cuando notó que Julia estaba completamente excitada, bajó con la lengua hasta la vagina  y siguió proporcionándole placer lamiendo a todo lo largo de los labios, entreteniéndose especialmente en el clítoris.

La mujer temblaba cada vez que le cogía el clítoris con los dientes y lo azotaba con la lengua, poniéndola al límite del orgasmo. Volvía otra vez a chupar los labios vaginales y alternaba con el clítoris una y otra vez. Cuando notó que se aproximaba el orgasmo, se apoderó de los pezones de ella pellizcando y apretando fuerte los sensibilizados  botones, consiguiendo que ella se corriera lanzando un gemido muy profundo de placer.

A continuación se subió encima de ella con las rodillas a cada lado de su cuerpo, acercando la polla a la boca, le hizo que se la chupara, para descender y ponerla entre los grandes pechos. Se los apretó para que le quedara la polla bien aprisionada entre las dos montañas de carne y fue moviéndose, follando las grandes ubres. Disfrutaba sintiendo el suave roce de la piel del canalillo de las tetas mientras las apretaba cogido de los pezones. Cuando estaba a punto de correrse, le hizo abrir la boca y metiéndola dentro, acabó el orgasmo con los chupetones de ella.

-           Doctor, es la revisión que más me ha gustado de toda mi vida, estoy deseando poder repetir.

-          Julia, te aseguro que repetiremos este tipo de revisiones, incluso puede que incluso más a fondo. Ha sido un placer el haber constatado que te encuentras en plena forma, incluso por encima de mis perspectivas. Voy a sentir celos del ser que le toque a estar contigo.

Cuando estaban vistiéndose, escucharon por la megafonía de la nave, que se prepararan para el aterrizaje, que podría ser algo brusco. Por lo que se dieron prisa y se volvieron a acomodar en el sillón, esperando a que les anunciaran que ya había pasado el peligro de colisión. Mientras, Julia con la cremallera del uniforme bajada hasta la cintura, se revisaba los pezones, reparando en las marcas de dientes y chupetones dejados en ellos por el médico.

-          Doctor, me va a tener que recetar alguna pomada para calmar el dolor de mis pezones, me han quedado muy doloridos.

-          Siento mucho el haber sido tan bruto, pero es que tienes unos pechos que invitan a ser devorados. Perdona mi brusquedad ya que ha sido sin intención de hacerte daño.

-          No te preocupes, me gusta sentirlos así, y si lo deseas, puedes continuar chupando porque me produce mucho placer el sentir mis pechos mamados.

-          Cielo, me has vuelto a poner la polla dura con la visión de esos pechos coronados por los rojos pezones.

Dicho esto, se inclinó sobre el pecho de la mujer y metiéndose el pezón izquierdo en la boca, comenzó de nuevo a mamar, notando los estremecimientos de ella cada vez que  apretaba y succionaba. Cambiaba de un pezón a otro constantemente dando un tratamiento por igual a ambas tetas de la mujer.

Al poco rato de estar chupando, notó como la mujer aumentaba sus estremecimientos y se corría en un orgasmo muy intenso. Había logrado hacer que llegara al orgasmo con solo mamar los pechos. Quedándole constancia de la gran sensibilidad que tenía en los pezones.

Las vibraciones continuadas de la nave les indico que ésta se había posado sobre la superficie del planeta y decidieron ir a ver donde se había efectuado el contacto.

La vista que se apreciaba desde los grandes ventanales de la sala de control eran sorprendentes, no tenían nada que ver con el resto del planeta, porque una gran extensión de agua se podía ver a la izquierda, mientras todo el frente y derecha de la nave estaba cubierto por un manto violeta y salpicado de árboles de no más de tres metros, dando al paisaje una apariencia a un jardín bien cuidado.

Después de haber sobrevolado la superficie del planeta cubierta de polvo suspendido de la atmósfera, aquello parecía no formar parte del mismo planeta. Todo se hallaba rodeado de altos acantilados, dando la sensación de estar en el cráter de un inmenso volcán o la huella dejada por el impacto de algún meteorito en un pasado muy lejano. Según los sensores, el aire contenía suficiente oxigeno como para ser respirable y no se detectaban en esta zona del planeta gases nocivos para la vida.

Toda la tripulación de la nave se hallaba extasiada contemplando el paisaje y comentando las características de aquella rara vegetación, que se podía contemplar desde la nave, sin acordarse de Paula que seguía confinada en su cabina junto con las dos orugas, que iban alimentándose de sus pechos, sin que ahora estuviera recibiendo la aportación de vitaminas, que le proporcionaba la oruga que la había mantenido en la cueva.

Poco a poco sus pechos iban perdiendo la capacidad de producir el jarabe del que aquellos seres se alimentaban. Estos insistían intentado comer haciendo que le dolieran los pechos, ante tanto esfuerzo por alimentarse. Estos habían perdido consistencia y presentaban una flacidez apreciable a simple vista.

Julia, recordando lo que le habían comentado, que había una mujer a bordo, que había sobrevivido en el planeta, le recordó al doctor, que tenía que contactar con Paula para ver a las orugas y familiarizarse con aquellos seres que pronto sería expuesta a ellos para experimentar todo lo que le había contado.

Decidieron ir hasta donde se encontraba Paula y comprobar si eran dóciles los seres que había a bordo. Cuando llegaron la mujer estaba sentada delante de una mesa con los pechos apoyados en ella, mientras las orugas intentaban comer de donde apenas quedaba nada. Por el aspecto de los pezones, se podía apreciar lo irritados que estaban con un aspecto enrojecido y muy inflamados.

Paula se dirigió al doctor haciéndole saber que hacía mucho que no había comido y necesitaba reponerse, porque su cantidad de azúcar en sangre había descendido mucho y se encontraba muy débil. Si tardaba mucho en ser alimentada no tendría con qué seguir alimentando a las orugas.

Julia, se acercó a los dos seres acariciando la suave pelusilla que los cubría sin rechazo por parte de ellos. Se bajó la cremallera y ante el asombro de Paula y el médico acercó sus grandes pechos a las criaturas.  Estas enseguida se soltaron de los pechos de Paula para con sus boquitas prenderse a los pezones de la mujer negra, intentando introducir su trompa y alimentarse, pero sin éxito alguno.

Julia se volvió hacia el doctor y le comentó que los animales aquellos estaban hambrientos y había que apresurase en conseguir nutrientes para Paula y que siguiera alimentándolos hasta su madurez. Había visto que en la superficie del planeta había árboles con frutos, que quizás fueran buenos para la mujer o en su defecto para las orugas.

Enseguida se lo hicieron saber al comandante de la nave, que mandó a un androide a recolectar algunos de aquellos frutos y una vez analizados poder alimentar a Paula. Esta una vez los hubo comido enseguida se encontró mucho mejor y para no esperar a que sus pechos produjeran néctar, les dio algunos de aquellos frutos exprimidos a las hambrientas orugas, quedando tanto ella como los seres aquellos satisfechos.

Todos estaban contentos por haber encontrado con qué alimentar a aquellos seres sin necesidad de depender exclusivamente de los senos de la exploradora.

Ahora se hacían planes para capturar a uno adulto para poder estudiarlo. Por la experiencia de Paula se sabía que no eran peligrosos, aunque al vivir bajo tierra sería muy complicado poder capturarlo. No se sabían sus costumbres ni la forma de atraerlos.

Pasaba el tiempo y no habían ni siquiera detectado la presencia de otra forma de vida que no fuera, aquella especie de vegetación que de forma curiosa se retraía en el terreno al percibir la presencia de alguien cercano. Los árboles seguían surtiendo de alimento a Paula y a las orugas, que ahora se alimentaban simultáneamente de las tetas de ella y de esos frutos de color verde, parecidos a manzanas y de un sabor muy dulce, que algunos androides se encargaban de recolectar.

Algunos tripulantes de la nave se aventuraban de vez en cuando a salir de exploración con pequeños vehículos propulsados por motores eléctricos y con sensores de presencia  para detectar cualquier animal que estuviera lo suficiente cerca como para ser detectado, pero con resultado negativo. Sólo se podían apreciar rocas y arbustos diseminados en todo lo que abarcaba la vista.

Paula había explicado su experiencia con los arbustos y como estos habían acabado con su compañera Carmen, por lo que solo los androides estaban autorizados para acercarse a estos árboles, mientras el resto de la tripulación sí que solían salir a tomar el sol y caminar por los alrededores de la nave, pero sin salir de la protección que ofrecían las defensas y campo de fuerza de la nave.

Julia se había informado por Paula de la presencia de pequeños peces en el lago que se podía ver a lo lejos, que se alimentaban del vello corporal y era muy agradable el masaje que daban al hacerlo. Acompañada por el comandante de la nave, decidió dar un paseo hasta esa gran superficie líquida y poder experimentar en primera persona, la experiencia contada por Paula. Con las pistolas láser preparadas, se dirigieron hacía el lago con unos pantalones cortos y un top ella, mientras el comandante llevaba una camiseta con las insignias de su cargo y escudo de la confederación espacial.

Una vez llegaron a la orilla, se descalzaron y entraron hasta que el agua les llegó a las rodillas. Se podía ver perfectamente el fondo cubierto de piedras desgastadas por el tiempo y el roce de las aguas, por lo que no les dañaban los pies al caminar.

Al poco rato el comandante pudo ver un banco que pececillos que le envolvían las piernas haciendo cosquillas con sus boquitas y notando como pequeños tirones del vello que recubría sus pantorrillas. Así mismo Julia notaba las cosquillas en sus piernas y pies, aunque no tenía vello, si que le estaban comiendo las pieles muertas que la recubrían.

Decidieron salir y desnudándose, volvieron a meterse en el agua, pero esta vez nadando suavemente para no espantar a los peces. Enseguida se vieron completamente rodeados notando ella como le apuraban los vellos de las ingles y las axilas, todo su cuerpo estaba siendo limpiado a fondo, pero donde más placer le proporcionaban, era en las partes más sensibles, como la vagina y los pezones. Se hallaba en la gloria dejándose acariciar por toda esa cantidad de peces, mientras el comandante se le estaba poniendo la polla muy dura, por un lado de ver a Julia completamente desnuda con los peces comiendo su vagina y por otro lado sintiendo como se le comían a él los pelos que recubrían su cuerpo y en especial los de las partes tan sensibles como el escroto y la entrepierna.

Acercándose a Julia, el comandante la sujetó de la cintura y suavemente le aproximó por detrás su tiesa polla en la entrada de la vagina, con lo que ella ante la sorpresa se giró y se dirigió hacia la orilla seguida del comandante cogidos de la mano y acompañados de una nube de peces. Una vez en la parte donde rompían las olas y que apenas cubría, la mujer negra se tendió boca arriba en el agua, quedando medio sumergida, con sus inmensas tetas mecidas por el vaivén de las olas. El comandante se tendió a su lado dejando que ella se apoderara del pene, que ya lo tenía muy empalmado. El se acercó un pezón de ella, que debido al frescor del agua y a la excitación se le habían puesto muy duros, a la boca y empezó a mamar, mientras ella no dejaba de acariciarle la polla, poniéndola más dura aún.

La mujer negra se sentó en el agua y llevándose la polla a la boca empezó a chupar y a lamer, recorriendo toda la longitud con sus labios y deteniéndose en el prepucio, para darle lametones. El comandante hacía esfuerzos para no gritar de placer, sintiendo que de un momento a otro se iba a correr. Ella al notar los estremecimientos de él, intensificó los chupetones, apretando los labios sobre el eje de carne trémula, haciendo que se corriera soltando toda le leche en su boca y se fue tragando sin pestañear.

Una vez se hubo corrido cogió a la negra de la mano y tiró de ella hacia donde había más profundidad y dándole la vuelta hizo que se inclinara hacia delante, cogiéndola de las tetas le puso la polla en la entrada de la vagina y la fue penetrando poco a poco, ante los gemidos de placer de ella. Le apretaba las tetas y pellizcaba los pezones intentando ordeñar la leche de la que ella carecía. Mientras, los peces iban buscando donde dar pequeños mordisquitos, muchos de estos en las puntas de los pezones de ella. La escena era muy excitante al estar ellos follando mientras los peces mordisqueaban cualquier parte del cuerpo que les apetecía de los dos amantes.

Esta vez ambos llegaron al mismo tiempo al orgasmo, quedando ella con el coño rebosando semen, que no tardó mucho en ser limpiado por un banco de aquellos peces, que también dejaron la polla de él sin ningún rastro de la corrida. Se besaron apasionadamente y abrazados salieron del agua para vestirse y encaminarse hacia la nave.

De pronto apareció un vehículo explorador de los que circulaban por los alrededores, sorprendiendo a ambos de que lo hubieran mandado a recogerlos y evitarse el tener que volver andando. Se abrió la puerta y ambos se subieron a bordo. Sentándose en los cómodos asientos anatómicos, que envolvían perfectamente sus caderas y espaldas. Las barras de seguridad que hacían las veces de cinturones de seguridad, se ciñeron a sus cinturas y emprendió la marcha.

Cuando llevaban un rato circulando, Julia se dio cuenta de que el  vehículo circulaba en dirección opuesta a la nave, alejándose de ella, se lo hizo notar al comandante para que cambiara el rumbo, pero este tipo de vehículo era autónomo y no se podía conducir a voluntad, a no ser que de un principio hubiera estado programado para ser conducido manualmente. De todas maneras el comandante cursó la orden verbal para el cambio de rumbo, sin obtener ningún resultado, por lo que intentó acceder a los mandos e intentar corregir el rumbo. La nave hacía mucho que no se veía y estaban entrando en la zona rocosa de aquella parte del planeta. Sorprendidos pulsaron los botones para librarse de los arneses de seguridad, obteniendo el resultado contrario, porque en lugar de soltarse, se apretaron más impidiendo el más mínimo movimiento, comprobando con asombro como el asiento del comandante lo empezaba a envolver poco a poco, quedando envuelto como en una funda que lo cubría completamente. El asiento cambió de pronto de color, pasando del negro a un rojo púrpura y tragándose completamente al comandante. Cuando recobró su aspecto normal de asiento, el comandante había desaparecido, como si jamás hubiera estado allí sentado.

La mujer negra quedó aterrorizada y sin poder ni articular palabra, ante la desaparición de su compañero empezó a forcejear con la barra de seguridad, intentando librarse de ella, apretando el mando para su liberación, en lugar de soltarse la barra se fue curvando alrededor de sus pechos oprimiéndolos y aprisionando a la mujer contra el asiento.

Julia empezó a chillar cuando sintió como era despojada de su top por unos tentáculos que descendieron del techo, mientras quedaba con las tetas apretadas haciendo sobresalir sus pezones como tapones de champán. Los arneses que sujetaban sus pechos tiraron de estos hacia arriba, quedando colgada por sus grandes mamas. Otros tentáculos tiraron de sus bermudas hacia abajo, dejándola completamente desnuda, colgando de las tetas.

Creo que se van a comer a la mujer negra, pero como, lo sabremos en el siguiente capítulo, ya que este se ha extendido mucho.

Besiiiitos .

Marirosa.