Placeres solitarios
Una joven de 19 años se masturba por primera vez.
—¿Que llevas cuanto sin un orgasmo? —La joven estaba sorprendida por la declaración de su amiga.
Valeria rodó los ojos por la reacción que había tenido su compañera. Sí, era verdad que llevaba mucho tiempo sin un orgasmo, ¿Pero que se le iba a hacer? El sexo no lo era todo.
—Pues desde que lo dejé con Dani, sin novio no hay sexo, sabes que yo sin sentimientos soy incapaz de acostarme con nadie.
—¿Y? ¿Acaso no te masturbas?
—Claro que no, me parece una tontería y eso no es algo que una señorita deba hacer.
—¿Señorita? ¿En qué siglo te has quedado si puede saberse? Masturbarse es todo un placer…
Ambas mantuvieron una conversación relativamente extensa sobre el tema mientras esperaban cada una a su respectivo autobús. Cuando Valeria se subió al suyo se puso a pensar en aquella conversación.
Tenía 19 años y nunca se había masturbado, siquiera su ex le había masturbado en los 3 años de relación que mantuvieron, era un mundo desconocido para ella, pero que no le llamaba la atención, al menos no hasta ahora que había mantenido esa conversación con su amiga.
Al llegar a casa subió directamente a su habitación, sabía que no habría nadie en casa hasta altas horas de la noche cuando su madre volviera de trabajar. Encerrada en su habitación se le pasaban por la cabeza trazos de la conversación. Era cierto que había tenido muy pocos orgasmos con su ex, pero se lo achacaba a que ella era difícil de contentar sexualmente hablando, no a que no hubiera descubierto que era lo que realmente le gustaba. Inconscientemente bajó su mano lentamente hacia el borde de su pantalón, metiéndola bajo el mismo y acariciándose por encima de las bragas.
Pronto su piel se erizó mientras abría la boca por la sorpresa de tanto placer. Nunca se había estimulado el clítoris, y mucho menos lo había hecho su ex, que simplemente la penetraba, y esa nueva sensación le encantaba. Aceleró lentamente el movimiento ritmico de su dedo mientras con su otra mano se estimulaba el pecho sobre la camiseta, no sintiéndose del todo a gusto y parando para subir lentamente su mano hasta su cuello, apretandolo levemente, sintiendo más placer con esa leve asfixia que con la estimulación de sus pechos.
Paró un momento para librarse de los pantalones que la apresaban, librándose también de la ropa interior, para poder masturbarse con mayor facilidad. Suspiró cuando sus dedos encontraron una mejor manera de estimularle y poco a poco empezó a meterse algún dedo en su interior.
Los gemidos inundaban la habitación, nunca había sentido tal placer y no quería perderse la oportunidad de llegar más allá. Se retorcía de placer mientras se mordía el labio para intentar controlar esos incesantes gemidos que tanto le gustaba oír, aliviada de que nadie estuviera en casa para no tener necesidad de retenerse.
Movía los dedos en su interior, despacio, rozando sus paredes y abriéndolos y cerrandolos, estimulandose el clítoris con el pulgar cada vez más rápido hasta que finalmente llegó al tan ansiado orgasmo.
Se quedó tirada en la cama durante unos instantes, mirando el techo de la habitación aún con la respiración agitada, sonriendo como si aquel orgasmo hubiese sido el primero de su vida, sabiendo que sería el primero que realmente disfrutaría.