Placer (P1)

Si esto me sucedió de verdad o no, no lo sé. Tan solo sé que puedo vivir cada sensación escrita como si me acabase de pasar. Espero que paséis un buen rato leyendo mi humilde relato, y que os entusiasme el cariño y la pasión que he puesto al escribirlo.

Ayer al entrar en casa fui directamente al ordenador a ver si estaba en línea. Lo estaba. No quería hablarle para no parecer desesperada, pero confiaba en que él lo hiciera. Y así fue, un "Hola preciosa", llenó de luz mi pantalla. Quería decirle que necesitaba estar a su lado, explorar cada recoveco de su piel. Pero no podía, había tenido la oportunidad ya, y la había desperdiciado. En cambio, él me propuso quedar. Me puse como una histérica, porque pensé que al no haber pasado nada en nuestra otra cita, él se había desinteresado. Creí que la imagen que tenía de mí era la de una chica inmadura, pero tampoco hay mucho diferencia de edad, él 22 y yo 18. Finalmente quedamos en un bar que hay cerca de mi edificio. "Ponte guapa", me dije. Cogí la minifalda vaquera, la blusa con cuello bebé rosa y unos zapatos negros con el bolso a juego. Me pinté lo mejor que pude, de manera natural, pero sugerente. Al salir de casa se me salía el corazón por la boca. ¿Enamorada?, no lo sé. Ilusionada sí, y un poco desesperada, he de admitir.

Al llegar al bar estaba allí con un amigo común, Pablo. Nada más verme se fue, porque entendió que sobraba. Y nos quedamos solos. Un camarero y nadie más. Solo yo y su pelo perfecto, su radiante sonrisa, sus pequeños ojos verdes y su estilo informal. Vaquero corto, camisa y playeras. Qué guapo estaba. Me besó, sin más. Me dijo que tenía muchas ganas de hacerlo. Yo también las tenía. Estuvimos media hora hablando y me invitó a su casa. Acepté, claro está. Joder, que nerviosa estaba.

LLegamos y tras tomarnos una cerveza, me llevó a su habitación. Me encanta hablar con él. Es sexy cuando se expresa, inteligente, irónico y expontáneo. Comenzó a besarme de manera lenta. Luego empezó a abrir muchísimo la boca, lo que me exitó de manera sobrehumana. Mientras me besaba desató, con mucha paciencia y delicadeza, los trece botones de mi camisa. Fue besando cada hueco que dejaban y luego, desató mi sujetador. Tenía los pezones totalmente erizados, lo que hacía que mis pechos se hicieran más bonitos. Los lamió, los mordió y jugó con ellos todo lo que quiso. Me acariciaba el cuerpo con toda la ternura del mundo, sonreía al besarme. Estaba en el paraíso. Comenzó a deslizar su mano bajo mi falda. Me miró y sonrío. En ese momento perdí la vergüenza. Lo desnudé completamente y empecé a acariciar su pene como no había hecho antes. Lo besé de arriba a abajo, y luego el hizo lo mismo conmigo. Me practicó un sexo oral digno de dioses. Y luego tuvimo sexo, sexo de verdad. Me abrazaba y me besaba a la vez que me penetraba. Lo sentía, lo quería y correspondía sus muestras de amor.