Placer nuestro, fantasía de otra

El hacer realidad una fantasía ajena puede ser una experiencia candente.

Hola amigos .

Aquí estoy de nuevo compartiendo una de mis vivencias. Espero que la disfruten.

Alexandra.

Este relato cobró vida gracias a la fantasía de una amiga. Ella quería, era lo que yo pensaba " ver y no tocar " asi que su deseo fué concedido en circunstancias muy especiales y con resultados que todavía hoy comentamos.

Ella es de una ciudad cercana a Caracas y la conocí el mismo día de nuestro encuentro a través de mi amante, como pueden imaginar. Me contó que eran amigos del alma y aunque nada sexual existía entre ellos, la curiosidad por ver y sentir sensaciones contadas y compartidas, la habían hecho decidirse a dar este paso.

Marian, es una mujer de 34 años, delgada, morena clara y cuerpo armónico. Tiene el cabello negro muy liso y a media espalda. De expresión pícara y bonita sonrisa. De caracter dulce y agradable.

Yo ya acostumbrada a las innovaciones de cada encuentro, no me sorprendí mucho de la petición de mi amante. Me aseguró que era una amiga llevadera y muy sensual y que no delataría mi condición, que podía confiar en ella.

-Recuerda, no la tocarás a pesar de lo que pueda pasar, yo lo haré en ciertos términos. Me advirtió,

-Solo lo haras si yo te lo indico. Agregó

Ese viernes ella estaba en la ciudad asi que salimos los tres a tomar un café, sobre todo para medir la química que debe existir en estos casos y la verdad es que me pareció una persona dulce y simpática, y tambien agradable a la vista, asi que mis dudas se diluyeron en la conversación. Quedamos en vernos un par de horas más tarde.

Para este encuentro, mi amante me pidió que no me depilara, lo cual me extraño bastante y

mientras me duchaba y arreglaba mis cosas para salir, ese detalle daba vueltas en mi cabeza. Hidrataba mi piel y veía mis vellos incipientes botando de mi pubis y al tocar mis labios vaginales, igual, más suaves pero presentes y pensaba, qué pasará por su cabeza?.

Mirándome al espejo y húmeda por la ducha y la crema, acaricié suavemente mis senos hasta sentir que los pezones se endurecían. Bajé entre mis piernas sintiéndo las cosquillas y la urgencia que delata mi excitación y me entregué a complacerme buscándo mi clítoris entre mi sexo tibio y mojado, repasando mentalmente caricias y besos, soñando con la tibieza de otra lengua, de otras manos, de esas que me enloquecen. Me toqué hasta que mi cuerpo vibró y la transpiracion cubrió mi piel. Y asi salí de mi casa, con las huellas de mis caricias y mi sexo mojado.

Ese viernes, ya anocheciendo, nos fuimos los tres para el litoral central, a un apartamento de mi familia en Playa Grande. El ir con otra pareja cubría cualquier sospecha y me hacia sentir tranquila, sobre todo porque ellos aparentaban cierta relación y yo les seguía el juego.

Al llegar al apartamento abrimos una botella de vino tinto y sacamos algo de picar, comenzamos una conversación amena que pronto se convirtió en interrogatorio sexual. La curiosidad de Marian era extrema y preguntaba hasta los detalles más calientes.

_ que sientes al mamarle la cuca a otra mujer?? no te pone nerviosa? preguntaba.

_Te gusta más el sexo anal? lo disfutas? me decía.

Asi que la conversación se tornó cada vez más candente y entre los vinos y las palabras y las caricias que nos prodigaba mi hombre, la situación se calentaba cada vez más. A ella la besaba en los labios, con besos suaves y cómplices. A mi me exploraba con su lengua y sus manos llenándome de un deseo salvaje.

En un momento El se paró al baño y arregló el agua de la ducha para los tres, más caliente que tibia y nos llamó para que nos desvistieramos. El nos ayudó con suavidad, mirando cada centímetro de piel descubierta y desprendiendonos hasta de la última prenda. Ya en la ducha, nos enjabonó y acarició a su antojo, ya las señales de excitación en los tres eran visibles y aunque a Marian le dedicaba caricias más superficiales y dulces, ella se le notaba en el rostro que estaba lista para el sexo.

En un momento, Mi amante saco su mano de la ducha y trajo una afeitadora, se arrodilló frente a mi y abrió paso entre mis piernas. Con el jabón sacó espuma suficiente para cubrir mi pubis y acarició con el mis labios vaginales. Asi procedió a rasurar toda mi cuquita, con cuidado, besando mi vientre de vez en cuando.

Yo tenía la mirada fija en Marian, la cual no perdía detalle y se mojaba y mordía los labios. Bajé la mirada por su piel canela, sus pezones de bronce, su ombligo, hasta posarla en el triángulo de vellos negros que adornaba su pubis. Ya comenzaba a decifrar parte del juego y seguía mirándola mientras cosquillas de ganas bajaban desde mi vientre hasta mis piernas, sacando gemidos suaves .

Al terminar su labor, mi hombre enjuagó con abundante agua tibia mi cuquita y la acarició con sus labios y su lengua, explorando y estimulando cada punto sensible y diciéndome:

_ ummm asi me gustas.

_ Suave, y siempre dispuesta.

Asi de rodillas me lamió y chupó , acariciándo con su lengua mi clítoris y con sus manos todo lo que podía de mi piel hasta hacerme explotar en un orgasmo delicioso. Se fué incorporando lentamente y besé cada parte de su cuerpo que pasaba frente a mis labios, hasta llegar a su pecho, que es hasta donde logro llegar, de puntillas, cuando él esta de pie.Pasé mi lengua por sus tetillas y las chupé suavemente. Sentía su guevo palpitando contra mi cuerpo mientras lo abrazaba.

Abrazándome me susurró al oido:

_ Hoy te voy a cojer rico, te voy a hacer gritar mi puta adorada.

Y dándome un beso ligero se acercó a Marian.

_ Te animas? le preguntó mirándola de frente.

Ella asintió con un gesto e inmediatamente él se acercó y abrazándola susurraba al oido palabras que estaban fuera de mi alcance, ella, solo asentía con los ojos cerrados. Esto aumentaba mi tensión sexual y mi curiosidad.

Arrodillándose deslizó el jabón entre sus piernas y siguiendo los mismos pasos la rasuró completamente. Acarició su pubis ahora suave y se aseguró de que no quedara ni un vello entre sus piernas. Besando suavemente su sexo y luego su ombligo, se incorporó y sello sus labios con los suyos.

Salimos de la ducha y secándonos ligeramente nos acostamos en la cama muy juntos, él en el centro.

Después de acariciarnos unos segundos, Mi hombre se volteó hacia mi y besándome profundamente se subió sobre mi cuerpo. Sin más tiempo para caricias me penetró sin dejar de besarme. Sentía mi cuquita llenándose de su fuerza y sus movimientos quemándome la piel, caliente de deseo.

Yo cerraba los ojos al sentir un orgasmo invadiendome y él me decía:

_ Abre los ojos, quiero que me veas mientras te cojo.

_ Anda vida, acaba ya....que ricura ummmmm

Cambiando de posición quedé yo cabalgando su cuerpo y moviendo a un ritmo suave y luego desbocado sobre el suyo. Me encanta esa posición y sentir sus manos guiando mis caderas.

Despegué mis ojos de los de mi amante y busque a Marian. La encontre muy cerca, apretando uno de sus pezones mientras con la otra mano se masturbaba. El cuarto se llenaba con un concierto de gemidos y susurros. La veía y me daban ganas de acariciarla, pero sabía que no podía hacerlo.

Mi hombre me puso en cuatro y ella se incorporó hasta quedar muy cerca de mi. No perdió detalle de como me penetraba y yo la veía por encima del hombro, rozando su cuerpo contra el mio y acariciándo mi espalda. El me penetraba con fuerza mientras sus manos se undían en la base de mi cuello. Me hacía gritar como había prometido y todo mi cuerpo temblaba con el suyo. Precedió cada acabada mía con fuertes nalgadas que acentuaban el momento y daban una intensidad divina.

Asi pasó un rato, entre orgasmos y caricias cuando el guevo de mi macho abandonó mis espacios y acercándolo a mi rostro me indicó que se lo mamara. Esperé con ansia que fluyera su escencia mientras se lo chupara y estimulaba. Finalmente inundó mi boca con su leche y relamí mis labios en un gesto de gusto y placer.

El me abrazó con fuerza y me besó suavemente, al soltarme, saltó de la cama y poniéndose un short y una franela me dijo:

_ Ahora si, queda todo de tu parte. Hazla sentirse mujer .

_ Igual tu, Marian, se que no me quedarás mal. Yo las espero en la piscina, tomen su tiempo, no hay apuro y la noche está cálida.

Asi lo vimos dejar la habitación y oimos cerrarse la puerta de la entrada .

Esa si era una sorpresa, yo nunca había estado a solas con una mujer y aunque disfrutaba del cuerpo femenino durante los trios, siempre era bajo el deseo y mirada de mi macho. Me sentía perdida.

Volví en mí y la ví, con una expresión mezcla de duda y excitación. Sabía lo que sentía y estaba de mi parte dar, con mucho tacto el primer paso.

Me acerqué a ella y le acaricié el cabello y el cuello, me acerque aun más y le susurre al oido que me gustaba mucho, que era muy linda y asi lentamente la abracé hasta que nuestros senos quedaron pegados nuestros vientres rozándose.

Besé su mejilla, bajando lentamente mis labios por su piel. Besé luego la comisura de sus labios y la sentí temblar. Posé entonces mis labios sobre los suyos, sin apuro, solo rozándolos y sintiendo su respiración agitada, esperé su respuesta.

Abrió su boca y buscó mi lengua. Sentía el calor de sus labios y me metía en la humedad de su boca para luego sentir su lengua también en la mia. Mientras tanto, las caricias rodaban por nuestros cuerpos y nuestras manos descubrían piel nueva a cada paso.

Me gustó sentir sus manos en mis tetas y apretar las suyas con mis dedos. Sentir ese aroma diferente de cuando dos hembras se juntan.

_ puedo comerte? le pregunte al oido

_ es que te siento divina, le dije.

Y bajando por su cuello hice que mis manos se unieran a las caricias que con mi lengua le daba.

Bajé hasta sus tetas y lamí suavemente sus pezones endurecidos por el placer. Abrí mi boca hasta comerme esa piel divina chupando una teta mientras le acariciaba la otra. Ella contorneaba su cuerpo y me decía con voz entrecortada.

Asi.........asi....mmmmmm...me gusta..

Bajé por su vientre directamente a su cuca y para mi sorpresa, ella montó sus piernas en mi espalda y me acariciaba el cabello mientras yo sentía por primera vez el aroma de su sexo, su tibieza y humedad.

Asi la mamé mientras le acariciaba las nalgas. Asi sentí como llegaban sus orgasmos y humedecían mi boca. Asi penetré su culito con mis dedos haciendola gritar.

Marian se incorporó sudada y con una expresión distinta en su rostro. tenía una perversidad divina en su mirada y eso me excitaba. La imágen de mi hombre pasaba constantemente por mi cabeza, quería tenerlo ahi para que disfrutara con nosotras, pero los planes eran otros.

Me acosté a descansar un poco y ella se acercó a besarme, al igual que yo, me llenó de caricias y me recorrió con su lengua. Me mamó y mordió las tetas a su gusto y luego bajó entre mis piernas, posicionandose sobre mi en un sesenta y nueve. Asi quedamos unidas dándonos placer, sintiendo bocas, labios, fluidos , orificios, cuerpos contorsionando, olores, sabores y sonidos. Más de un orgasmo compartimos en ese tiempo divino. Mucha humedad se intercambió entre nuestras bocas y nuestras cucas. Sentía sus labios y su lengua haciendo que mi sexo se moviera ritmicamente y mi boca prendada de su cuca.

Acabamos extenuadas y contentas, dandonos piquitos y comentando lo rico que nos habiamos sentido.

Después , al encontrarnos los tres, la cara de curiosidad del autor intelectual de este encuentro nos sacó una sonrisa a las dos.

Compartiendo sensaciones pasó el tiempo y ese fin de semana marcó algo distinto para los tres.

Ella, la amiga, se llevó cumplidas sus fantasias. Por mi parte, fué agradable probarme como mujer en otra faceta. Para mi amante, el disfrute del placer sin límites es siempre lo esencial.