Placer en la oficina
Relato escrito en primera persona donde una chica narra una aventura con su jefa en la oficina
Soy una chica de 25 años que trabaja en una empresa de organización de eventos, nuestra empresa es muy importante dentro de la República Dominicana y trabajamos para varios hoteles. En mi departamento, el de atención directa somos dos chicos, yo y nuestra jefa, Esmeralda.
Esmeralda es una preciosa mulata de 29 años, una mujer que le gusta vestir con ropas estrechas marcando su figura, la verdad que es muy guapa nuestra jefa. Los dos chicos la miran siempre de reojo y con ganas de querer hacer con ella un montón de cosas, lo que no saben es que yo también miro a nuestra jefa de la misma manera, ocultando mis gustos lésbicos. Los chicos hacen bromas acerca de Esmeralda, el culo que tiene, el escote que trae hoy, juegan mucho entre ella pues más de una vez la jefa les ha dedicado una sonrisa de picarona y algún que otro roce entre sus piernas. Hasta hace unos días pensaba que nuestra jefa era una zorra que le gustaba tontear con los chicos pero un día tuve un encuentro con ella que cambió mi forma de verla.
Ese día nos habían llamado desde un hotel de Punta Cana diciendo que les iba a llegar un grupo de 50 japoneses y que querían que les organizáramos unas excursiones por la isla. Además también querían que les organizáramos un banquete de comida típica de la isla y un concierto de música de nuestra cultura. Los japoneses querían conocer nuestra historia y nosotros teníamos que enseñarle lo típico de nuestra cultura. Para esas cosas hace falta organizar a mucha gente y poner en orden un montón de papeles, como habían llamado con muy poco tiempo había que quedarse a trabajar hasta muy tarde, lo bueno es que estos trabajos están muy bien pagados así que, cuando nuestra jefa pidió un voluntario para quedarse hasta muy tarde en la oficina yo me ofrecí voluntaria, ya que los chicos iban a ver un partido de fútbol.
Nos pusimos a organizarlo todo, la comida, los viajes, los autobuses, los guías turísticos, etc. Estuvimos hasta bien entrada la madrugada trabajando juntas, como si fuéramos compañeras. La verdad que nuestra jefa Esmeralda estaba trabajando conmigo como si fuéramos dos compañeras. Estaba muy sexy pues se había quitado esa horrorosa camisa y se puso una camiseta, yo hice lo mismo pues era muy tarde y me gustaba trabajar cómoda. La verdad es que la imagen de Esmeralda con esa camiseta y el pelo cayendo por un lado me gustó mucho, estaba muy guapa. Le pregunté si quería un café y me dijo que sí así que me fui hasta donde tenemos la cafetera y preparé un café para cada una. Cuando se lo fui a dar tropecé un poco y le manché la camiseta con el café, me dio tanto apuro que fui corriendo a por unas servilletas para poder limpiarle la mancha que le hice en el pecho. Me apresuré a frotar su mancha con la servilleta mientras que con la otra mano agarraba la camiseta para que no se moviera, la jefa me dijo que lo dejara, que aquello no tenía importancia, yo que estaba un poco apurada por haber manchado a mi jefa no dejé de frotarle la camiseta. Poco a poco noté como sus pezones se fueron erizando, seguí limpiando la camiseta, aunque esta vez mas lenta pues me había dado cuenta de que a Esmeralda le estaba gustando esa situación, igual que a mí. Al poco ella tomó mi mano y la llevó hasta un pecho suyo, no me lo podía creer mi jefa a la que yo admiraba me estaba permitiendo tocarle los pechos.
Levanté la mirada ví como me miraba dulcemente, le dediqué una sonrisa y ella poco a poco se fue acercando a mi hasta juntar sus labios con los míos, eran unos labios carnosos que estaban húmedos, noté el deseo de placer en su beso, beso que yo acompañé con mi lengua mientras mi mano seguía acariciando su pecho. Sus manos empezaron a acariciar mi cara mientras nuestro dulce beso se hacía mas y mas largo. Poco a poco fueron bajando sus manos hasta apoderarse de mis pechos, con un gesto dejé de tocar los suyos y me quité la camiseta para dejar mi sujetador a la vista, Esmeralda hizo lo mismo y acto seguido se quitó el sujetador. La imagen de los pechos de mi jefa fue como un sueño hecho realidad. Me quité yo también el sujetador y empezamos a abrazarnos para poco a poco seguir disfrutando con nuestros cuerpos.
Sus labios abandonaron mi cara para seguir por mi cuello y poco a poco llegar a mis pechos. Mi respiración empezó a acelerarse, mi jefa me estaba excitando mucho y yo me estaba rindiendo al placer. Poco a poco me fue llevando hasta la mesa y me tumbó en ella mientras seguía besando mis pechos. Empezó a bajar sus manos para desabrochar mis pantalones, aquello sólo significaba una cosa y yo no quería perder esa oportunidad. Con mis manos busqué debajo de su falda y me encontré con un tanga que ya estaba bastante húmedo, se notaba que Esmeralda también estaba disfrutando con eso. Me bajé los pantalones y la jefa empezó a acariciar mi entrepierna suavemente a la vez que besaba mis pechos, aquello era un momento de mucho placer y yo lo estaba disfrutando. Su dedo corazón entró poco a poco entre mis piernas y empezó a moverse dentro de mí dándome un placer enorme, al dedo corazón se le unió el índice, aquello era algo grande para mi, mi jefa me estaba haciendo gozar y yo no podría aguantar así por mas tiempo. El ritmo de sus dedos poco a poco fue aumentando, mi entrepierna estaba muy húmeda y en mi pecho notaba el paso de su lengua pos mi pezón. Cuando el placer llego al punto máximo solté un grito a la vez que empezaba a correrme, Esmeralda no paraba y mis orgasmos se fueron sucediendo. Cuando paró yo estaba agotada pero a mi jefa había que darle su parte de placer.
Le di un largo beso en los labios mientras nuestras lenguas se echaban un pulso dentro de nuestras bocas. Invité a Esmeralda a sentarse en la mesa, busqué ese tanga que tenía debajo de su falda y se lo bajé, recosté a mi jefa contra la mesa y me planté de rodillas delante de ella metiendo mi cabeza en su entrepierna. Humedecí mis labios y empecé a besar sus labios vaginales, Esmeralda empezó a respirar cada vez más rápido, sus piernas se fueron abriendo dejando paso a mi cabeza para que se asentara y comenzara a hacerle esa sesión de sexo oral que parecía desear. Con mis manos agarré sus pechos y le pellizqué un poco los pezones, mi lengua empezó a penetrarla y eso a ella le gustaba. Poco a poco su cuerpo fue moviéndose más rápido, mi lengua entraba y salía, acariciaba su clítoris y volvía a entrar. Un ritmo placentero que estaba haciendo que mi jefa se sumiera en un placer enorme. Su respiración se fue acelerando mientras con sus manos empujaba mi cabeza contra su entrepierna. Empezó a moverse cada vez mas rápido mientras mi lengua saboreaba los labios de su entrepierna, empecé a notar el sabor salado que iba brotando de su interior, eso era señal de que estaba disfrutando. Decidí alargar mis manos y masajearle los pechos un rato, eso hizo que sus jadeos se convirtiesen en gritos de placer. Su cuerpo poco a poco se convertía en un caballo salvaje, empezó a gemir cada vez mas alto, sus caderas se movían más rápido mientras mi lengua entraba y salía cada vez con mas intensidad, sus manos empujaban mi cabeza contra su entrepierna. Empezó a gritar y a soltar una oleada de flujo que me puso toda la cara y el pecho mojado. Me retiré un poco pero ella me agarró la mano y me tiró sobre su cuerpo. Empezó a besarme y me pidió por favor que le guardara el secreto.
Por supuesto que le guardé el secreto, también es cierto que me salieron mas trabajos nocturnos en nuestra oficina, Esmeralda y yo nos convertimos en amantes secretas y eso me gustaba. Cada día espero la ocasión para volver a darnos placer sobre nuestra mesa de trabajo.