Placer divino

Mi cuerpo tumbado en la cama, entre las sábanas de seda comenzó a llenarse de vida al contacto con sus manos. Ese simple roce me producía más placer que cualquier cosa que hubiese probado hasta entonces.

Era una fría noche de otoño, afuera llovía y yo me encontraba dentro de mi cama, desnuda por completo, cubierta por sábanas de seda. Mi mirada buscaba entre la tupidez del cielo estrellado. Trataba de dibujar en el cielo aquel acompañante digno de hacerme sentir una mujer.

Las horas pasaban y lo único que podía ver eran estrellas interminablemente unidas que no conducían a nada ni a nadie. Perdía la esperanza de encontrar a un varón con el cual pasar una gran noche. Mis labios carnosos no dejaban de atrapar poco a poco la sabana en mi boca, mostrando el deseo que me invadía y que al parecer no seria satisfecho.

La desesperación me llevó a un estado de shock en el que mi imaginación comenzó a dibujar una extraña figura, difuminada pero más clara cada vez ya que se acercaba a mi.

Mis entrañas temblaron ya que presentían que aquel momento tan esperado se acercaba. Por fin la figura se hizo clara del todo y desveló el cuerpo de un hombre, un dios que venia a llenar de placer mi cuerpo.

Su semblante era una mezcla entre la cara de un santo que no puede hacer nada malo y un pícaro cuya única misión es satisfacer hasta los deseos más ocultos de una mujer. Ojos de fuego, labios carnosos, nariz perfecta. Pero lo mejor se dibujaba más abajo, su torso, moreno, se mostraba completamente apetitoso, cada uno de los trozos de esa apetitosa tableta de chocolate se me volvían irresistibles, pero lo que más deseaba mi cuerpo era sentir dentro esa lanza que se adivinaba ardiente. Los labios inferiores de mi ser se mostraban húmedos y se sentían cual boca hambrienta.

El hombre, regalo del cielo, se acercó a mí. Yo estaba hipnotizada, mi corazón latía a mil por hora pero mi cuerpo se había quedado petrificado, aunque permanecía incandescente, mi sangre parecía lava ardiendo sobretodo la que pasaba por mi vientre listo para albergar su miembro viril.

Mi cuerpo tumbado en la cama, entre las sábanas de seda comenzó a llenarse de vida al contacto con sus manos. Ese simple roce me producía más placer que cualquier cosa que hubiese probado hasta entonces (y teniendo en cuenta que yo soy una experta en la materia…) su recorrido comenzó por mis senos, los cogió con cuidado pero con la virilidad necesaria para hacer que mi estomago se sobrecogiera. Acercó su boca a mi pezón derecho y lo atrapó entre sus labios perfectos. Movía su boca de tal forma que estrujaba mi pezón y a la vez lamía la punta eso me estremecía, oh, dios!!! Estaba deseando que me penetrara ya porque si el precalentamiento estaba a esa temperatura, al entrar en materia

Mis pezones una vez estimulados se quedaron con ganas de más pero el resto de mi cuerpo necesitaba también de esa droga sexual inyectada en vena. Su lengua recorrió mi pecho hasta el cuello. Lamía despacio y con seguridad, su olor me bloqueaba los sentidos, el placer los avivaba, me sentía en plena contradicción pero estaba en equilibrio total.

Mi cuello no soportaba la sutileza de sus caricias tan placenteras, se había vuelto rebelde y pedía más. Con ayuda de mis manos mi cuello logró su objetivo ya que cogí su cabeza y la apreté contra mi cuello. Él como si adivinase mis pensamientos comenzó a lamer y morder con violencia mi cuello, si dejar de lado la sutil forma de hacerme disfrutas que hasta entonces lo había caracterizado.

Pero su boca no era la única que trabajaba mi cuerpo. Al mismo tiempo sus manos me acariciaban la cintura, los pechos, los muslos… y se acercaban peligrosamente a mi sexo.

Necesitada de él y de su miembro, despreocupé la cabeza y me ocupé de las manos. Las conduje directamente a mi sexo y él entendió sin palabra alguna lo que tenía que hacer. Con el dedo índice rozó el borde de mis labios exteriores y buscó juguetonamente mi clítoris. Una vez encontrado, lo estimuló poco a poco. Aceleraba cada vez más el movimiento que me estaba estimulando y lo cambiaba de dirección como si estudiase la forma en la que mi cuerpo recibía más placer. Decidió completar el trabajo con la boca. Su lengua se unió a mi sexo humedeciéndolo todavía más y estimulándolo más suavemente pero más eficazmente, el tercer orgasmo llenaba mi ser. Pero el momento inminente no llegaba, a él le gustaba demasiado recorrer todos mis recovecos.

Tomé la iniciativa y lo dominé. Él como un corderito que esta dispuesto a obedecer se subordinó a mí. Lo tumbé sobre la cama, sobre el gris de las sábanas de seda su piel lucía todavía más esplendida, y mi boca hizo su trabajo. Primero implanté un pequeño beso en su boca y bajé lamiendo su cuerpo y rozándolo con mis pezones hasta su pollón.

Lo introduje en mi boca y sentí el dulce sabor del líquido preseminal lamí con ganas, absorbí como si mi vida se fuese en ello y me ocupé de que ese tótem estuviese lo suficientemente duro para la envestida, aunque no hacía mucha falta ya que la tersura de su piel se encontraba firme y fuertemente erguida. Era como lamer una columna griega grande gorda y excepcionalmente dura.

Mi momento por fin había llegado. El miembro en posición y yo dispuesta. Avancé sobre su cuerpo y al alinear perfectamente el barco con su puerto él me sorprendió, de un fuerte golpe me penetró, entro toda de golpe y llegué al cielo más rápido que la luz, solté una lagrima. El placer como nunca antes lo había conocido llegó a mí de forma inesperada, me sentí tan plena y agradecida que para mantenerme en el cielo y hacer que él ascendiera conmigo me propuse darle lo mejor de mí. Mi cadera con su polla dentro comenzó a moverse suavemente, masajeando sus testículos, y moviendo su palanca. Contraje los músculos de mi vagina y comencé a montar a caballo sobre él. El placer aunque parecía estar al límite, seguía en aumento y no solo en mí ya que su cara se mostraba plena, concentrada, se veía que estaba disfrutando del momento tanto como yo. Él no pudo quedarse atrás y se coordinó conmigo, nuestros movimientos simulaban el tango más perfecto, la com penetración entre nosotros era muy fuerte, la pasión que en ese cuarto se había desbocado dejaba en un juego infantil a las grandes orgías de los excéntricos miembros de las casas reales, por fin parecía que yo lograría que aquel HOMBRE llegara al orgasmo.

Seguí moviéndome, nuestro ritmo se había vuelto frenético y por fin sentí en mi interior la lluvia de fuego, mi vientre se llenó de su semen, caliente. Pero yo no quería dejarlo ahí, saque su rabo de mi interior y comencé a frotarlo ente mis exuberantes pechos. El parecía muy satisfecho con mi decisión. Froté con desesperación su polla y el placer que antes me había dominado y que se mantenía fresco dentro de mí, se transmitió a él, estaba a punto de correrse de nuevo,, pero yo me había quedado con las ganas de beber su dulce néctar, fruto de la excitación que yo le provocaba. Metí de nuevo su polla en mi boca pero ahora me dedique exclusivamente a su capullo, le di mordisquitos y lametazos, lo chupé y rechupé hasta que tras un gemido potente eyaculó en mi boca y sobre mis pechos. Me besó instantáneamente y los dos saboreamos el dulce jugo de la pasión.

Finalmente nos quedamos dormidos, cubiertos por las sábanas de seda de mi cama. A la mañana siguiente el extraño había desaparecido dejando un rastro de pétalos de rosa por toda la habitación y su inconfundible aroma que me hacía revivir aquella noche pero con menos intensidad ya que mi pobre imaginación no era capaz de reproducir tanto placer. Ninguna imaginación podría. Era como si hubiese hecho el amor con dios.

Es un relato que he escrito desde el punto de vista de una tía porque me gusta experimentar cosas nuevas y saber si le gusta a la gente.

Este relato a pesar de que mi amigo Rover me pidió que se lo dedicara, se lo dedico a Edu, la persona más especial del mundo para mí en este momento. Él es mi dios particular. NENE, TE AMO!!!(o te quiero como prefieras, aunque espero que algún día pueda lograr hacerte creer en el amor)

Por cierto si notáis que no me sale muy natural eso de contar los acontecimientos sexuales os ruego que me disculpéis pero yo siempre he dicho

: "el sexo no es para escribirlo ni para leerlo, es para vivirlo".

Si tienes algún comentario, sugerencia o simplemente quieres hablar conmigo puedes agregarme o escribirme a:

charlisico@hotmail.com