Placer de a tres

...nos fuimos desvistiendo en el dormitorio. Quedé solo con una tanguita negra, muy de puta, y los dejé rumbo al baño a asearme. Cuando regresé, Carlos y Daniel me esperaban desnudos, sobre la cama acriciándose cada uno sus miembros.

PLACER DE A TRES

La tarde de ayer se iba irremediablemente. Tarde fría, gris, con mucha fiaca. Como a las 17.00 hs, Carlos me llama al celu y me pregunta si quiero ir a su casa. Carlos, es mi amante, por decirlo de alguna manera, ya que hace años que me viene cojiendo, por lo menos una vez a la semana.

Obviamente, le dije que si y me comenta que estaba con un amigo, que quería participar en nuestras sesiones de sexo, que era activo como él y bla, bla, bla. –Decile que si, que le vaya sacando punta al lápiz que ya estoy yendo—

En media hora, estaba subiendo en el ascensor hasta su departamento. La puerta se abrió y Carlos me recibió con un piquito. Me presentó a Daniel, un tipo de unos 35 años, tez blanca, cabellos castaños, 1,95 m de estatura y bonito, realmente bonito. La tarde, ya estaba tomando color....

Sin muchos preámbulos nos fuimos desvistiendo en el dormitorio. Quedé solo con una tanguita negra, muy de puta, y los dejé rumbo al baño a asearme. Cuando regresé, Carlos y Daniel me esperaban desnudos, sobre la cama acriciándose cada uno sus miembros.

--¡Qué pedazo de pija Daniel...!—Exclamé al ver una enorme masa de carne en su mano que subía y bajaba, dejando al decubierto en cada movimiento un gordo y colorado glande, del tamaño de una enorme ciruela, me abalancé sobre los dos machos tirados a mi disposición y mis manos se aferraron de esas dos palancas.

Si la pija de Carlos mide 20 cm y es gruesa, la de este muchacho deben tener 25 cm de largo por lo menos. Daniel me tomó de los hombros y me besó en la boca, y me acerqué más a él, nuestros cuerpos se fundieron en un abrazo y su poronga quedó entre mis piernas. Carlos abrazándome de atrás jugueteaba con mi ojete con su verga dura, metiéndome la puntita solamente.

Salí de mi posición y bajé hasta la entrepierna de Daniel, tomando su choto entre mis manos, comencé a chuparlo. ¡Qué pedazo de verga! La cabeza de ese choto llenaba mi boca y mis manos envolvían el tronco, duro, venoso y grueso.

Carlos, mientras tanto, seguía jugando con la punta de su verga en mi ojete, con gel, lo lubricaba, preparándome para la penetración. Dejé un rato la pija de Daniel y le dediqué unos besos y lamidas a la pija de mi amigo, dura y palpitando me la metía hasta la garganta, la dejé y seguí con Daniel nuevamente, mientras Carlitos, tomándome de las caderas, me fue penetrando a su manera, lento, pero firme, sin retroceder, me la fue metiendo toda, hasta que su huevos hicieron tope. Quedé ensartado por el culo con la pija de Carlos y mientras le chupaba la poronga a Daniel o lo que me entrara de ella en la boca.

Mi culo era sometido a un mete saca, que si bien ya estaba acostumbrado, me hacía delirar, mis gemidos eran ahogados por la poronga de Daniel que taponaba mi boca, intentando infructuosamente enterrármela toda en la boca. Después de varios minutos de darme rítmicamente de esa manera, cambiaron de posición.

Daniel sacó la pija de mi boca y se recostó boca arriba, mientras Carlos la sacaba de mi orto ya a esta altura totalmente dilatado, me hacía sentar sobre el mástil de Daniel que apuntaba ostentoso al techo. Me puse con las rodillas alrededor del cuerpo de Daniel y me fui sentando sobre ese choto enorme. El glande inflamado y duro, le fue abriendo paso al resto de esa viga caliente que me fue atravesando hasta que quedé sentado con la pijota adentro. Carlos parado de frente a mi, apuntó su verga a mi boca y taponó los gemidos que mezcla de dolor y placer emitía.

Comencé a cabalgar sobre esa gloria que era el choto que me enterraba. Una delicia de 25 cm de pija, entrando y saliendo, las manos de Daniel pellizcaban mis pezones, provocándome más placer, me babeaba con la poronga de Carlos, clavándose en mi garganta. Durante varios minutos estuvimos fusionados como un engranaje único de placer, cuando en medio de quejidos y suspiros, mi culo comenzó a llenarse de semen, Carlos siguió con la andanada de leche, pero directo a mi garganta y yo, derramándome sobre el vientre de Daniel.

Como pude, salí de la preciada monta de mi culo, totalmente abierto, derramando leche en mis piernas. Nos recostamos en la cama para recuperar el aliento.

Mi mano jugueteaba con la poronga de Daniel, la admiraba y mientras bajaba y subía mi mano por tan notable herramienta, recobraba dureza. Carlos metía sus dedos en mi orto lubricado con la leche derramada de mi cojida anterior y de a cuatro dedos simulaba un mete y saca. Mi boca se deslizó hasta el pene que se endurecía en mi mano y comencé a chuparlo hasta que se endureció totalmente de nuevo. Carlos cambió sus dedos por su pija y se enterraba y salía de mi culo como si fuera la concha de una mina, mientras yo seguía chupando esa poronga que me inspiraba respeto y me calentaba de solo verla. La besaba, la chupaba, le acariciaba las dos pelotas grandes como un par de manzanas. Era un placer total, Carlos me la sacó y me hizo sentar sobre su choto, comencé a cabalgar sobre su pija con placer y devoción, amo las porongas y se los demuestro a cada instante, Daniel salió de mi campo visual y de pronto sentí como sus dedos se metían en mi culo, rodeando la pija de Carlos. Enseguida, sacó los dedos y apoyó su poronga en mi hoyo, sin que Carlos la sacara. La presión comenzó y sin frenarse, su enorme choto se fue alojando junto al otro dentro de mi orto. De nada valieron mis esfuerzos, la doble penetración me la estaban haciendo y el dolor me hacía quejar y morder la almohada para no gritar. Poco a poco, el dolor fue cediendo y el placer de estar empalado de esa manera me hizo acabar a mi. A Carlos y Daniel, no les importó y se turnaban para pistonearme y que de esa manera no se les saliera. No se con exactitud, cuanto tiempo me estuvieron cojiendo de esa forma, pero al cabo de un rato, los gemidos anuciaron la pronta eyaculación de mis dos machos. Me llenaron el orto de leche y sentía cada disparo que se depositaba en mis entrañas. Mi pijita, derramaba leche nuevamente y me liberaron dejándome el culo vacío de pija. Me pusieron en cuatro y los dedos de Carlos fueron penetrando en mi orto totalmente abierto, sus cinco dedos entraban y salían, la lubricación de la leche depositada lo ayudaba y muy pronto sentí como toda su mano penetró hasta el fondo de mi orto. Era un puño, el que ahora me empalaba. Ritmicamente, se movía en mi interior, provocándome un placer jamás sentido. Atiné a ver en el espejo del placard y pude ver lo que sentía. Su brazo entraba en mi orto hasta más allá de la muñeca. Daniel volvió a darme su pija para que se la chupara, metí como pude su choto medio blando en mi boca y al ritmo de la penetración a la que era sometido, se fue endureciendo y llenándo mi boca de poronga. Ya no la chupaba, me cojía por la boca, mientras el puño de Carlos seguía entrando y saliendo de mi orto. Las descrgas de leche en mi boca y mi acabada coincidieron. Hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto con dos tipos en una cama.

El puño de Carlos salió embadurnado de leche de mi culo, a esta altura abierto como nunca.

Caí exausto en la cama y dormité un rato.

Carlos me despertó con su pija enterrándose en mi orto y me cojió nuevamente, esta vez de costado mientras sus brazos me envolvían acariciando mis pezones. Daniel, alternó entre mi boca y mis manos que lo pajearon hasta que me entregó sus descargas de lechita en mi boca. Carlos siguió unos minutos más y también acabó en mi culo nuevamente.

Basta, por favor, les pedí encarecidamente, no daba más. Ellos tampoco. Quedamos tirados, los tres en la cama, programando para la semana entrante volver a repetir la cojida espectacular que acabo de relatar. Espero, que se repita....