Placer con mi mejor amigo, y supuestamente hétero

Sexo con mi mejor amigo, el cual era supuestamente hétero.

Placer con mi mejor amigo, y supuestamente hétero Cuando tenía 20 años, fui una semana de vacaciones con mi amigo Javi, él entonces tenia 18 años recién cumplidos, éramos muy amigos, tanto que nos besábamos en los labios con la boca cerrada, incluso lo hacíamos delante de su novia, a la cual no parecía molestarle. Durante esos días ocurrió algo increíble, nos duchábamos juntos como otras veces, pero en estos días a mí se me ponía tiesa, lo cual me incomodaba, pero ni él ni yo hacíamos referencia a dicha circunstancia. He de decir que desde un par de semanas antes, empecé a notar que sentía algo más que una gran amistad por él. Una de esas noches me llevé una gran sorpresa. Después de haber estado de marcha como de costumbre, abrazándonos, besándonos, riendo, y charlando. Llegamos al lugar donde íbamos a dormir. Nada más cerrar la puerta de la habitación, empezó una fantástica fiesta íntima entre los dos. Sin mediar palabra, él me abrazo apasionadamente y me besó, pero esta vez, el beso era diferente, puesto que se trataba de un morreo con lengua, y el abrazo iba acompañado de caricias. Para mí esto era todo un manjar, un sueño hecho realidad, así que me apasioné con tan deliciosa sorpresa. Permanecimos abrazados unos minutos, durante los cuales, tanto el dulce morreo con lengua, como las apasionadas caricias, no cesaron ni un instante, mi polla estaba durísima. Nuestros paquetes estaban tan pegados que él y yo notábamos cómo palpitaban nuestras pollas, como si se quisiesen entrelazar, tal como entrelazábamos nuestras juguetonas lenguas. Al rato, él me empezó a desnudar, quitándome la camiseta, una vez mi pecho quedó al descubierto, inició las caricias sobre mi piel, y a sobarme las tetas, en ocasiones, con los dedos, estiraba ligeramente mis pezones, que estaban algo endurecidos. Y a todo esto, yo dirigí una mano a su culo, estrujándolo gustosamente, a la vez que proseguíamos morreándonos con gran pasión. Estábamos disfrutando plenamente del momento, nuestros cuerpos se separaron momentáneamente unos instantes, para así él poder desabrochar mis pantalones, y una vez desabrochado, introdujo una mano por debajo de mis slips para sobarme el paquete. Sentir cómo su mano acariciaba mi polla y huevos, fue maravilloso, yo le hice lo mismo a él, pero sobre su pantalón en unos primeros instantes, y posteriormente le bajé la cremallera para sobarle el paquete sobre sus slips, era increíble aquello, tenía en mi mano su polla y huevos, esa polla y huevos que tantas veces había visto con anterioridad, ya era para mí. Cada vez estaba más caliente, estaba a un paso de tocar directamente su polla de 20 cm aproximadamente, sabía que era tan grande al habérsela visto a veces empalmada mientras dormía. Sus maravillosos huevos estaban a mi disposición, para masajearlos con deleite, esos huevos ciertamente grandes, que en muchas ocasiones había contemplado cómo colgaban, los notaba ligeramente endurecidos. Sus labios, que infinidad de momentos había besado, eran sensualmente carnosos, y ahora los podía saborear plenamente, dándole chupetones, pasándole la lengua de forma apasionada. Mientras gozaba de ese maravilloso momento, con una mano le quité la camiseta, ya era para mí su magnífico tórax, ligeramente fibrado, y que tantas veces mis ojos habían inspeccionado, iba a tener el placer de sobrar con mis manos y podría deleitarme dándole cariñosos chupetones, lo cual no tardé en hacer, era como soñar en la realidad, recorrí todo su tórax dándole amorosos chupetones, y lamiéndole apasionadamente, en especial saboreé sus tetas, que en algunos instantes mordisqueé gustosamente. Sin olvidar sus estupendos brazos, algo musculosos, con los que también disfrutaba a base de chupetones y sobándolos a todo lo largo que eran, desde el hombro hasta la mano, donde entrelazaba mis dedos con los suyos. En determinados instantes, le levantaba el brazo hasta poder llegar con mis labios a su sobaco, una vez allí, lo besaba, lo lamía, y le daba chupetones. Los dos estábamos empalmadísimos, él me seguía sobando el paquete aún aprisionado por los slips, pero no tardó en bajármelos por completo, de forma que mi polla y huevos ya estaban a la vista, y comenzaba a pajearme pausadamente. De tanto en tanto se ensalivaba la mano con la que me estaba dando placer en la polla, eso me estremecía de gusto. Y simultáneamente comenzó con la otra mano a acariciarme por distintas partes de mi cuerpo, la cabeza, la cara, el tórax, la espalda, por la cual bajaba hasta llegar al culo, donde especialmente se entretenía, estrujándome las nalgas de una forma bestialmente deliciosa, y sobando con los dedos el agujero, hasta llegar a introducirlos un poco, era de fábula notar cómo sus dedos se introducían dentro de mí a través del agujero del culo. Su polla cada vez palpitaba más, así que le bajé los pantalones y slips, e inicié una suave masturbación, mi mano subía y bajaba pausadamente para así pajearlo por completo, era maravilloso estar pajeando esa polla de 20 cm, y de cierto grosor, con un sonrosado prepucio que sobresalía cada vez que bajaba su piel abajo, el sube y baja lo hacía a conciencia, desde abajo del todo a arriba por completo, y al igual que él, yo también ensalivaba su polla. Y con la otra mano me dediqué a estrujarle el culo con gran fervor, ese culo que en alguna ocasión había tocado como amigo, ahora lo estrujaba sin ropa como amante, por fin gozaba teniendo mi mano en su precioso culo, que no tardé en explorar con mis dedos, hasta alcanzar su ansiando agujero. A su vez, comencé a besar y a darle apasionados chupetones en el cuello, e incluso a mordisquear ligeramente la oreja. Una vez ya estábamos completamente desnudos, nos fundimos en un nuevo abrazo, con nuestros cuerpos tan inmensamente pegados, que no se apreciaba que fuéramos dos. Nuestras pollas y huevos bien juntos, flotando paquete con paquete, era fantástico tener en contacto polla con polla, y huevos con huevos. A la vez que teníamos nuestras lenguas apasionadamente entrelazadas por el gran morreo de amor. En ocasiones hacíamos una pausa en el intenso morreo apasionado, momentos en el que le decía las veces que había deseado esto, lo mucho que le quería, lo bien que lo estaba pasando, y lo hermoso que era. A todo esto, él decía que íbamos a gozar mutuamente de placer, hasta quedar exhaustos y secos de semen, que nos daríamos el uno al otro hasta la última gota de esperma, y que sería en abundancia, ya que los dos hacía días que no nos corríamos. Después de estar apasionadamente abrazados y morreándonos un buen rato, nos sentamos cara a cara sobre la cama, entrelazando las piernas de forma que nuestros huevos quedaban completamente pegados, y nos pajeábamos lentamente el uno al otro, haciendo de tanto en tanto ciertas pausas en el sube y baja, para juntar las pollas, o para golpear ligeramente una polla con la otra. Y entre tanto, no cesábamos en el dulce morreo de amor, desgastando el afrodisiaco sabor de nuestras lenguas jugueteando, intercambiando los flujos salivares, con los labios plenamente pegados. A la vez que con la otra mano, nos acariciábamos apasionadamente por todo el cuerpo, y sobretodo por las zonas más sensibles que proporcionan mayor satisfacción amorosa, buscando un placer ilimitado. La pasión era desbordante, y nuestras pollas estaban tan necesitadas de cariño que nos pusimos en posición idónea para chuparnos las pollas mutuamente el uno al otro. El que mi polla estuviese siendo mamada por mi amante, era genialmente placentero, sentir cómo sus labios chupaban toda mi polla, cómo su lengua lamía mí glande algo dolorido por la pasión, cómo en determinados instantes sus dientes se hacían notar levemente, y disfrutar del estrujamiento que hacía con sus manos en los huevos y culo, todo ello era éxtasis puro, más aún cuando en esos precisos instantes, gozaba también de su magnifica polla en mí boca, y sus maravillosos huevos en mis manos. Esa polla y huevos eran en ese momento completamente míos, para disfrutar sin cesar, explorando gustosamente todos sus contornos, incluso aquellos que pasan inadvertidos en una relación de amistad no placentera. Había momentos en que nos limitábamos a tener unos instantes la polla en la boca del otro sin hacer movimiento alguno, simplemente manteniendo la polla dentro de la boca, y sobando dulcemente los huevos. Era como si en aquellos precisos momentos plasmáramos una promesa de amor infinito, amor del uno para el otro, de manera ilimitada, sin nada que lo pudiera aniquilar o relativizar. Sin duda, era tan sólo la demostración de nuestro evidente gran amor. Nos las estuvimos mamando mutuamente un buen rato, sólo cesábamos en la mamada para reflejar con palabras todo lo maravilloso que era aquel apasionado placer mutuo. Palabras entrecortadas por todo el amor que flotaba en el ambiente, y por todo el gozo que estábamos disfrutando. Diciendo cosas como: "un sueño hecho realidad", "cuánto deseaba esto", "lo mucho que te quiero", y cosas parecidas, y también diciendo: "cómemela toda", "sigue cariño", "chupa, chupa", "dame toda tu leche", y más de lo mismo. Después, él me puso en posición para ser apasionadamente follado, posando mis piernas sobre sus hombros, y con tal de facilitar la penetración de su gruesa polla en mi deseoso culo, inició la perforación del culo, introduciéndome algunos dedos, dedos bien humedecidos con mi propia saliva, puesto que con anterioridad me los había metido en mi boca. Una vez mi culo ya comenzaba a dilatar, se dedicó a sobar mi preciado agujero con la punta de su polla, no tardando en ir metiéndola poco a poco, al principio sentía algo de dolor con sus embestidas, pero enseguida aquel dolor inicial se convertía en placer, disfrutábamos de aquellas apasionadas embestidas de su dura y gruesa polla en mi ansiado culo. Cada vez las embestidas eran más rápidas y profundas, todo yo me estremecía a cada una de sus salvajes embestidas, y con mis manos estrujaba su precioso culo. En determinados instantes dejaba de embestirme, y con su polla bien introducida en mi culo, se inclinaba hasta llegar su boca a la mía, momento en el que nos morreábamos con gran amor, entrelazando desenfrenadamente las lenguas, y chupeteándonos mutuamente los labios. A su vez nos acariciábamos el uno al otro, acariciándonos prácticamente todas las partes de nuestros cuerpos, incidiendo especialmente en los puntos más sensibles de disfrutar placer. Tras gozar de tanto placer, una vez él estaba a punto de correrse, cesó en la follada, sacando su polla de mí culo, e instantes seguidos comenzó a eyacular salvajemente como un desesperado de placer, chorro tras chorro de semen, en gran abundancia, de bastante consistencia, y saliendo con cierta presión, llegando los primeros chorros hasta mi cara, me obsequió con toda su leche, empapándome de esperma la cara y todo mí tórax, incluso me enlechó la polla y huevos. Seguidamente, nos volvimos a poner de forma que mientras yo lamía su polla para saborear los restos de su leche, él me masturbaba con deleite, y así permanecimos un buen rato, puesto que en ocasiones interrumpía la fabulosa paja para chuparme la polla y huevos. El placer era inmenso, y culminó con una buena corrida, toda mi leche fue en dirección a la cara de mi amado, quedando bien mojado por mi semen. Una vez me había corrido hasta la última gota de semen, y después de que mi amado me lamiese la polla a conciencia para degustar mí leche, nos estiramos en la cama fundiéndonos en un cariñoso abrazo, entrelazando nuestras piernas, flotándonos paquete con paquete, y deleitándonos en un profundo morreo, jugueteando lengua con lengua. Y así permanecimos hasta que rendidos de placer, nos dormimos dulcemente. Al día siguiente, al despertar, permanecíamos abrazados, y tal como estábamos, nos besábamos y acariciábamos cariñosamente, comentándonos el buen rollo de lo que habíamos gozado los dos. Tras esa experiencia, nuestra amistad era mucho mayor que nunca antes.