Placentera humillación

Fué raptada y forzada en un potro de castigo para realizar una fantasia soñada.

Placentera humillación.

Era frío y calculador, había estado varios meses preparando su potro de tortura. En su mente lo tenía claro, sabía lo que quería hacer, como y para que. Y así lo hizo, en su pequeño chalet donde vivía solo, tenia un garaje donde realizaba sus chapuzas, estas chapuzas en esta ocasión se iban a convertir en un sueño, un sueño erótico que le rondaba la cabeza desde hace mucho tiempo y que deseaba convertir en realidad. Una mañana se levantó y cogió la vieja mesa del salón, aquella que ya iba a tirar y que en vez de ello se bajó al garaje. Con sus herramientas y tiempo comenzó a diseñar un potro donde la victima no debería hacerse ningún daño y ser suficientemente vulnerable y manejable por su amo. Construyó una especie de banco donde esa persona elegida pondría las rodillas eso si sobre mullidos cojines de espuma y atada por los pies. Apoyaría la parte superior del pecho en otro dejando colgar sus tetas y con las muñecas atadas y un dispositivo de rodamientos que al girarlo invirtiera la postura boca arriba. El diseño y el trabajo ya estaba realizado, ahora solo faltaba elegir a la victima y probar su invento haciendo realidad su sueño.

Aquella noche estaba algo cansado y decidió dormir, lo que hizo que al día siguiente su impaciencia fuera total. Al atardecer cogió el coche y marchó a dar vueltas por la ciudad, la persona elegida no podía ser cualquiera, debería ser algo especial, iba a ser la protagonista de todo un trabajo y un sueño. Miraba a un lado y otro, observando a todas las mujeres a su paso, pero por una cosa u otra, no parecían ser la idónea. De pronto vio una mujer de unos 35 años y fue como un flechazo, ella era la mujer que esperaba, habría que tener cuidado y raptarla sin levantar sospecha, esperar el momento oportuno. Ralentizó la marcha del vehículo y pacientemente observó sus movimientos y a donde se dirigía. Caminando por la calle se dirigió a un colegio y entró, el esperó fuera impasible. Ella salió con una pequeña niña, todo se estropeó, con aquello no contaba pero aun así quería saber mas y continúo siguiéndola. Caminaron por la calle hasta llegar a un portal donde ella llamó. Un hombre salió y comenzaron a hablar, el bajó la ventanilla para poder escuchar.

Hola cariño, te traigo a la niña por que esta noche tengo trabajo en la fabrica del polígono.

No te preocupes Miriam, yo me ocuparé de ella, estará bien.

Gracias, mañana la recogeré.

Hasta mañana.

Se dieron un beso en la despedida y ella se marchó. Al parecer era un matrimonio separado y ella dejaba a su hija con el padre para poder trabajar. Había que hacer un plan rápidamente, de pronto el la siguió a distancia, sabía como se llamaba y a donde iba, había que esperar la oportunidad. De pronto se paró en una parada de autobús, él esperó. El autobús tardaba, así que cogió el coche y se acercó a la parada de autobús, paró, bajó la ventanilla y dijo:

¿Miriam?, eres tú.

Si, ¿Quién es usted?.

Hola soy un amigo de tu exmarido, me dijo que acababas de salir hacia la vieja fabrica del polígono y como a esta hora casi no hay autobuses, si podía acompañarte hasta allí, y como yo voy en esa dirección no me importó.

Ella quedó algo sorprendida, pero todo encajaba y aunque dudó un instante se acercó y dijo:

No quisiera molestarle.

No es molestia, me piílla de paso, por favor suba.

Abrió la puerta del coche y entró.

Por cierto me llamo Javier y tutéame por favor.

Yo soy Miriam, encantada.

Arrancó y se dirigió mientras charlaban hacia el polígono, solo que en el ultimo cruce el giró en otro sentido.

¡No es por aquí, te has equivocado!.

Ah, perdona, se me olvidó decirte que tenia que pasar por casa a recoger mi ropa de trabajo, solo tardaremos un minuto.

Ella comenzó a ponerse algo nerviosa y el trató de tranquilizarla retomando la conversación. Llegaron a su chalet y el la invitó a bajar y tomar algo por que tardaría, debía hacer una llamada.

Gracias prefiero esperar aquí.

Bien, como desees.

El entró en la casa, que por cierto estaba alejada de la mas cercana y comenzó a preparar el segundo plan para llevarla donde quería. Fue al garaje, preparó su invento y cogió un pañuelo, lo roció con cloroformo y lo guardó en la chaqueta. Volvió al coche dejando la puerta entornada pero abierta.

Bien, ya estoy aquí.

Menos mal, estaba algo asustada, esta calle es bastante solitaria.

Sujéteme esto, por favor.

Le entregó una bolsa de ropa, dejándosela caer en los pies.

Oh, perdón, que torpe soy.

No importa.

Ella se echó hacia delante para cogerla, lo que aprovechó el para abalanzarse sobre ella y poniéndole el pañuelo de cloroformo sobre la nariz y boca, la dejó completamente dormida mientras intentaba gritar. La sacó del coche y en brazos la pasó a la casa. La echó sobre la mesa y comenzó a desnudarla lentamente, no había prisa, un sueño así no se realizaba todos los días. Primero los zapatos, uno a uno, luego la chaqueta, después el reloj y la pulsera, la blusa, la falda, las medias, una a una, el sujetador, ¡que pechos tan bonitos!, la elección había sido buena, y por ultimo la braga. Preciosa desnudez, la cogió dormida y la ató a su invento en la postura del misionero, ahora solo había que esperar su despertar, mientras la pondría un pañuelo en la boca y le daría lubricante en su concha y su lindo culito. Se sentó frente a ella y sin perderla de vista, esperó su despertar, la espera lo ponía cada vez mas caliente. Por fin ella abrió los ojos, levantó la vista y al verse atada comenzó a forcejear.

Tranquila cariño, no puedes hacer nada y además lo vamos a pasar muy bien.

Dijo el mientras comenzaba a desnudarse. Tenía su pene completamente erecto y duro. Se desnudó completamente y se puso tras ella.

Mi amor, empieza la fiesta, colabora y disfruta y no te arrepentirás.

Se arrodilló entre sus piernas y de un fuerte empujón la penetró, comenzando a bombear cada vez con mas fuerza mientras ella permanecía inmóvil por la ataduras.

Ah, que placer.

Al rato y cuando estaba a punto de correrse, se apartó, se levantó y apuntó el pene hacia el agujero de su culo penetrándolo de un fuerte empellón. Ella gimoteó pero el prosiguió, cada vez apretaba con mas fuerza, estaba enloquecido y se dejó llevar hasta una corrida total, se la sacó y comenzó a salirle todo el jugo de aquel culo mientras el la estrujaba las tetas. Se levanto y dijo:

No te muevas cariño, esperamé aquí, voy a tomar algo y coger fuerzas, la diversión aun no ha terminado.

Salió hacia la casa y se dirigió al frigorífico, tomó un refresco y se sentó ante la televisión. Dejó pasar algo más de media hora, se levantó y fue de nuevo al garaje, ella estaba semidormida.

No te duermas cariño, aun vamos a disfrutar mas.

La dio un par de azotes con la mano y de un empujón hizo girar el banco, quedando con la misma postura pero boca arriba, ofreciendo su chochito. El se metió entre sus piernas y comenzó a rozar su pene sobre este como si estuviera intentando abrirlo poco a poco. Varios movimientos y comenzó a mojarse aquella concha a la par que se abría.

¿Ves como sabia yo que te gustaría?.

Comentó, mientras cada vez se el roce era mas suave y placentero. Ayudándose con la mano lo empujó e introdujo, ella comenzó a gemir. El, al darse cuenta, la destapó la boca y ella libremente comenzó a jadear mientras los movimientos se aceleraban, hasta que se corrió entre un orgasmo que ella no pudo evitar. La soltó de sus ataduras y la dijo:

Ahora viene la parte donde me deshago de ti para no dejar testigos. Conoces mi casa y me conoces a mí.

Haz conmigo lo que quieras, lo he pasado muy bien y deseo seguir pasándolo. Hacia mucho tiempo que no me follaban así, casi desde mi separación (dijo ella).

Mientras se levantaba y se ponía apoyada en la mesa con el culo bien empinado.

Si vas a acabar conmigo al menos que sea placentero, por favor, échame otro polvo, esta vez colaboraré yo.

El se quedó sorprendido y se puso tras de ella, echándole un polvo que ella disfrutó hasta el máximo, teniendo otro deseoso orgasmo.

Salieron y la llevó a su casa, desde aquel día y día si, día también hacen el amor a diario, cada vez de una manera diferente, con una fantasía diferente intentando emular experiencias parecidas a la de aquella noche, ambos habían encontrado lo que deseaban.