Pizza
Otra historia de pizzero. Bueno realmente son dos, una que salio mal y otra que fue divertida.
Despues de leer un relato similar, por fin mi animo a escribir algo, aunque ha sido con la ayuda de un amigo, que ha puesto la magnifica escritura a mi relato.
Me encanta el nudismo y sobre todo el exhibirme, uso una talla ciento diez de sujetador, muy atractiva para los chicos y algunas chicas, y aunque no soy muy alta, si resalto por mi simpatia y desparpajo.
Una fantasía rondaba desde hace algún tiempo por mi cabeza traviesa, pensé que era buena idea dar alguna pista a mi maridito despertando su interés por ella y que al final creyera que era él quien había decidido llevarla a la práctica (las mujeres somos así de perversas ya lo sabéis, jajaja). Coincidiendo con el cambio de piso que estábamos a punto de realizar la pusimos en marcha.
Todo empezó por una inocente llamada a una empresa de reparto de pizzas a domicilio. José debía recibir al chico del reparto y a continuación entraba yo en acción. Afortunadamente una llamada inoportuna cambio los planes, era una llamada de carácter laboral y urgente que mantuvo a José absorto al teléfono. Al sonar el timbre de casa tuve que ser yo quien recibiese al afortunado repartidor, creí que tan esperado momento necesitaba la mejor puesta en escena por mi parte. Para ello elegí un tanguita blanco y una ceñida camiseta de lycra sin ropa interior que desbordaba toda mi anatomía en especial mis generosos pechos. Después de hacer esperar al chico dos minutos abrí, el joven era atractivo hasta me atrevería decir que muy guapo lo cual ayudo a que mis enormes pezones se erizasen y apuntasen de forma amenazante a mi joven objetivo. Su rostro bobalicón se desfiguro por momentos ( jajaja fue espectacular, creo que llego a babear). En principio la fiesta acababa así, pero al entrar a recoger dinero para pagar las pizzas y ver que mi querido maridito seguía enganchado al teléfono, me sentí molesta por observar la poca atención que prestaba José a un momento tan protagonista y especial para mí. Fue entonces cuando decidir pasar al ataque y darle un pequeño toque de atención, hice creer al muchacho que algo había caído al suelo me agache arqueando todo mi espalda y dejando mi lindo trasero exhibiéndose en todo su esplendor ante los ojos incrédulos del chico. Acto seguido agarre el monedero y le pagué, cuando le comenté que se merecía una buena propina, con voz entrecortada y casi tembloroso me dijo reuniendo fuerzas para su atrevimiento "la visión de una mujer tan guapa es la mejor propina que podía esperar". Ladee mi cabeza hacia la derecha y le contesté, ni hablar mereces esa propina y la vas a tener cielo. Acto seguido me deshice fugazmente de mi camiseta, únicamente el tanga evitaba mi completa desnudez. El chico pareció transformarse en otro mucho más varonil y atrevido, asió en sus manos mis pechos y empezó a manosearlos ávido de mi, se abalanzó sobre ellos y succionó con lujuria mis pezones sus manos se deslizaban hasta mi culito semidesnudo. Tuve que frenarle para evitar que tratara de poseerme allí mismo. Creo que se sintió ofendido pues se despidió con un escueto adiós y un sonoro portazo.
A todo esto el imbécil de maridito seguía colgado al teléfono. En cuanto colgó y le expliqué lo sucedido se moría de risa y pidió repetir por no haberlo presenciado. Yo en mi interior prefería que hubiese sucedido así pues el chico era guapísimo y seguramente se hubiera cohibido mucho más en su presencia. Lo disfruté solita y punto.
No esperamos más que al día siguiente para repetir. Esta vez lo recibió José tal como figura en el plan inicial, el pobre chico no era nada agraciado a diferencia del anterior. Un rostro de no haberse comido una rosca en su vida y un acné juvenil que le ridiculizaba todavía más. José recogió las pizzas y con rostro serio le dijo ahora sale mi mujer a pagarte. Mi aparición fue estelar con el mismo vestuario que el día anterior pero esos días mis feronomonas estaban disparadas y creo que hablando con algo de grosería tenía cara de salida. Le pagué, su vista estaba absorta en mis pechos y de fondo se pudo oír la voz de José, ¿no le das propina al chico?
No llevo nada suelto encima le dije yo al muchacho, mi marido se acerco por detrás levanto toda mi camiseta y mis preciosos pechos decidieron tomar el protagonismo. El chaval nunca había presenciado semejantes delicias, su rostro pasmado era fotográfico. Le pregunte con voz melosa si le parecían bonitas, si le gustaban y creo que asintió con la cabeza porque era incapaz de articular palabra. José me agarro un pecho y le ofreció al chico cual manjar, el muchacho lo acarició con una timidez absoluta, mi marido le insistía en ello y finalmente me propinó un leve pellizquito. Después el cabronazo de mi maridito me hizo girarme por completo azotó levemente mi pandero e invito al chico a repetir su acción. Esté saco fuerzas de valor y después de palparlo unos momentos pensando que jamás repetiría algo así se desmeleno y me dio una palmadita, luego sobo el culo con lujuria mientras otra de sus manos se desplazaba a mi pecho, mis pezones se erizaron, lo tuvo que notar (en ese momento pensaba lo perra que era,jajaja). Me di la vuelta, le pregunte si le habia gustado y volvio a agarrarme la teta, mi marido lo miro y le dijo, "ya esta bien", me despedi con dos besos, agite mis pechos delante de él, se dio media vuelta y sin esperar el ascensor bajo rápidamente las escaleras, creo que presa de su excitación.
Quizás no excedimos un poco, pero lo disfruté tanto como espero lo hayáis hecho los que habéis compartido estas líneas conmigo.