Pizza?
Pedimos una piza de Salami y mi esposo y yo nos llevamos una gran sorpresa.
Hola amigos lectores, primeramente quiero agradecer a todos ustedes por enviarme todos los correos que he recibido hasta el momento, aunque debo también disculparme por todos aquellos que no he respondido por falta de tiempo. Más sin embargo agradezco su tiempo por enviármelos y por tomarse un tiempo para leer mis relatos. Mil gracias.
El día de hoy, quiero platicarles uno de tantos juegos que hacemos José Luis (mi esposo) y una servidora.
El sábado pasado, mientras yo hacía la comida, José Luis fue a la tienda por un par de cervezas, hacía un poco de calor y éstas estaban súper frías, así es que decidí tomarme una yo y una él. Por cierto, ya casi eran las 5 de la tarde, ya que por ser sábado habíamos desayunado muy tarde y la verdad es que no teníamos mucha hambre. Al terminarnos estas cervezas, mi esposo fue por otras dos; así transcurrió la tarde hasta que comenzó a obscurecer.
Mientras tomábamos las cervezas, él me acariciaba mi cuerpo y me decía muchas cosas que comenzaban a despertar mi lívido sexual. Finalmente terminó convenciéndome de que me vistiera como a él le gusta. Me di un buen baño y me arreglé para él. Me vestí con una tanga de hilo dental, una blusa muy delgada y sin sostén, una falda semitransparente, unas medias con silicón en el encaje y por cierto de encaje muy bonito y muy grueso, unas zapatillas de aguja, me maquillé a la perfección y lista.
Cuando terminé de arreglarme, me senté junto a él y seguimos tomando cervezas. Cada vez me sentía más y más caliente por la forma de tocarme, de hablarme y de todo lo que me decía, parte de sus fantasías y parte de lo que hemos pasado juntos, recordamos muchos momentos agradables, las veces que hemos ido al cine, las veces que hemos estado en el metro o en el micro y muchas otras cosas más.
Como yo no había terminado de hacer la comida y ya teníamos un poco de hambre, le pedí que me invitara una pizza de salami, ya que, por estar con él se me había ido el tiempo como agua; por supuesto que no se negó y me dijo: "Vamos a hablar a la pizzería para que nos traigan una pizza y no tengamos que salir de casa".
Marcamos a los teléfonos correspondientes para pedirla y nos dijeron que llegaba en menos de media hora, de lo contrario, la pizza sería gratis.
Colgando el teléfono a José Luis se le ocurrió la idea de exhibirme con la persona que trajera la pizza, así es que de inmediato nos pusimos a arreglar la sala para el momento esperado, él me pidió que yo hiciera lo necesario para que el muchacho que llegara, me viera y probablemente hasta me tocara, pero solo eso, sin llegar a tener sexo con él. Por su parte él estaría en la cocina y me iba a estar viendo desde la mirilla que tiene la puerta de la cocina, sin que nadie lo pudiera ver desde la sala.
Dicho y hecho, pasaron como 25 minutos y sonó el timbre de la puerta, me asomo por la mirilla para preguntar quien era y si, era un muchacho, no muy alto ni muy guapo, pero al fin un extraño. Pidió por mi marido ya que a su nombre la habíamos pedido; le abrí la puerta y le dije que él había salido a la tienda, pero que pasara. Yo me di la vuelta para tomar el dinero que estaba en un cajón del trinchero y me hice un ratito la loca, para hacer tiempo, y que al mismo tiempo el chico me viera perfectamente. Bueno tal fue el caso que tuvo el tiempo necesario para quitarse el casco y siguió mirando, supongo yo; ya que al darme la vuelta, no me quitaba la vista de las piernas y de mi colita.
Le pagué y al momento de darme el cambio, le pedí que me ayudara, tenía que cambiarle la pila a un reloj de pared, que solo me detuviera una mesita de centro para que no me cayera, argumentando que el reloj era nuevo y era un regalo para mi marido, que quería aprovechar que había salido a la tienda para ponerlo en un lugar visible. Por supuesto que no se negó.
Se acercó a donde le pedí, tome una silla y me subí primero a la silla, después me apoyé en su hombro y me subí después a la mesita. En lo que yo nuevamente me hacía la loca aparentando que no podía ponerlo, moví mis piernas de tal forma que pareciera caerme de ésta. Al sentir éste movimiento mi acompañante, no dudo en tratar de sujetarme de las piernas, primero me sujeto de las rodillas, y poco a poco fue subiendo su mano hasta llegar al encaje de las medias en ambas piernas, eso me excito mucho, si solo con pensar que él me estaba viendo ya me había excitado, imagínense como estaba yo cuando el me estaba acariciando.
No voy a negar que en ese momento, lo único que quería, era ser poseída por él, pero colgué finalmente el reloj, y al tratar de bajar de la mesita, me incliné un poco hacia delante, en ese momento sentí un beso en mis piernas y otro en mis nalgas. Bajé rápidamente y le di las gracias, que ya había terminado. Él por su lado trató de abrazarme y de sujetarme de la cintura, le pedí que se fuera, porque en cualquier momento llegaría mi marido. Me soltó, me dio un beso en la mejilla y me anotó su teléfono en una servilleta, le dije que gracias, que si lo necesitaba, que yo me comunicaría con él.
Tomó su casco y salió del departamento. Al cerrar la puerta, salió José Luis de la cocina súper excitado con su pito de fuera; comenzamos a hacer el amor en la sala y recordando lo que había pasado momentos antes; de cómo me vio el muchacho, de cómo me sujetó de las piernas, de los besos que me dio en las piernas y en las nalgas y de todo lo sucedido.
Como a los 5 minutos de lo que les platico, sonó nuevamente el timbre de la puerta, me asomé por la mirilla y era nuevamente el muchacho de las pizzas. José Luis me tenía bien ensartada por atrás y así vi por la mirilla; pregunte que qué deseaba, dijo que tenía un problema.
Al escuchar esto José Luis me dijo, ponle la cadenita a la puerta (una cadenita que va por dentro de la puerta para que no se abra en su totalidad, solo lo necesario para apreciar mejor al exterior) y asómate, pero sin dejarme de cogerme. Así lo hice, abrí la puerta hasta donde me permitió la cadenita y me asomé, mientras José Luis me cogía, yo hablaba con el muchacho con una voz cortada por la excitación y el deseo. El chico me dijo, que él también hacía servicios de plomería, que cuando se me ofreciera algo, que le llamara.
Por supuesto que el muchacho se dio cuenta de lo sucedido y lejos de irse, más se acercaba a la puerta. Me dijo mi esposo, toma su pito si se deja. Entonces le dije al muchacho que no había problema, que cualquier cosa nosotros nos comunicaríamos con él, o que él me llamara en una semana, anoté mi celular en un papelito y se lo di, pero no en su mano, sino le pedí que se acercara a la puerta y se lo metí en la bolsa de su pantalón. Después de depositarle el papelito en una de sus bolsas, puse mi mano en su pito, pero sobre la ropa, increíble, lo traía paradísimo, bien duro. Le pedí que me lo enseñara y sin dudarlo, abrió su cierre del pantalón y saco su verga, toda llena de pelos.
Pero no hubo mucho tiempo porque se escucharon unos pasos que subían por las escaleras, de inmediato se guardo su verga de nuevo y le cerré la puerta. Como a los 10 minutos volvió a tocar, pero ya no le abrimos la puerta.
Hicimos el amor riquísimo ese día, terminando nos comimos la pizza y nos acostamos a dormir.
Este es uno de nuestros juegos favoritos, espero que les haya gustado y espero también que nos hagan saber sus opiniones al respecto. Como siempre, ya conocen mi correo y esperaré cualquier comentario. Gracias por tomarse el tiempo necesario para leer mi relato y que tengan todos ustedes un bonito y excitante día.
Artemia Pineda.