Piso compartido 3
Continuamos con un nuevo capitulo...
Y amaneció como cada día y según mi experiencia madrugar no hace el día mas largo, ni consigue que dios te ayude. Ya hacia una semana de nuestra “cazada” por Raquel, desde esa misma noche no duermo igual, en ocasiones ansioso por que venga y follarla, en otros casos, temeroso de que lo haga y de cómo pueda afectar eso a Alba.
Alba, ese es otro tema aparte, desde ese día nuestro encuentros han sido muy poco frecuentes y siempre en lugares “seguros”. Desde que comenzaran las clases, no hacía nada de vida en común, ni con Alba, ni con ninguna de mis otras dos compañeras. Estudiábamos diferentes carreras y Tania trabaja, con su diferente horario cada una y era imposible compaginarse, ni en fin de semana.
Debo informaros que desde el día ya mencionado, mi relación con Raquel, es muy diferente. Por horarios es con la que mas coincido, siempre a las horas de las comidas e incluso compartimos bus por las mañana, ya que nuestras facultades están pegadas. Pero desde ese día la noto diferente, entre miradas picaras y risas sobre el tema. Ya lleva 5 minutos en la cocina cuando entra ella, como cada mañana después de ducharse, lucia su castaña melena aun mojada algo que la hacía especial mente atractiva. Hoy viste muy simple, como cada día, unos sencillos pantalones tejanos muy ceñidos, de esos que se les llama pitillos con una camiseta negro de tirantes dejando a la vista un bonito escote, no perfecto como el de Alba, ni desbordante como el Tania, pero al fin al cabo excitante.
- Buenos días semental – ríe con ganas mientras me besa una mejilla como cada mañana, lo hace especialmente cerca del labio – has dormido bien?
Semental, ella misma eligió el mote tras aquella noche, a ningún hombre le disgusta que le digan eso, pero a mí me hace enrojecer.
- Raque, sabes que odio que me llames así – me esfuerzo en poner voz de pena – al final me enfadare.
- Mentira, se que te encanta!! – se ríe y vuelve a besarme la mejilla, de nuevo cerca de la boca – este es de compensación.
Me levanto a limpiar los cacharros del desayuno, mientras ella acaba todavía de comer. Sigo de espaldas a ella, cuando la oigo levantarse de la silla, pero no me da tiempo a darme la vuelta y mirarla. Ágilmente se coloca entre el fregadero y yo, pegando su culo a mi entrepierna, apretándolo, y en ciertos momentos asta parece que se restriega contra mí. Explicare que el culo de Raquel, es sin duda alguna, el mejor de las tres, perfectamente redondito, ligeramente sacado y por la que ahora mismo puedo comprobar, increíblemente duro. Siempre resaltado por esos ajustados pantalones, como los que en este momento tengo pegados a mí y que hacen despertar mi erección. Avanzo apretándola contra la encimera, puedo notar como mi erecto pene se sitúa entre sus nalgas, consiguiendo que ella gima suavemente, para después soltar una risita de satisfacción y zafarse de mí, dejando con un empalme de campeonato.
- No puedes negarlo - se detiene en la puerta mirando con picardía - eres todo un semental jaja.
Y se va, siento la puerta de la calle, hoy ni siquiera espera por mí, dejándome con cara de tonto, sin saber que es realmente lo que ha pasado, a que venía todo ese juego. Cuando Tania, para variar madrugando, entra en la cocina mirando sin descaro la tienda de campaña montada en mis pantalones, se sonríe.
- Veo que madrugar te sienta bien – dice señalando mi entrepierna – de veras que Raquel sabe como despertarte.
- Esta……bueno, no ha pasado nada…. – no sé ni cómo mentir de mis nervios.
- Mentir no es tu fuerte – me corta tajantemente - se que al menos te tiras a la rubia, y por lo que parece también juegas con la castaña.
- Como sabes lo de Alba? – mi sorpresa es mayúscula, ya que desde el incidente nos cuidamos de ser discretos.
- Mi habitación está al lado de la suya y las paredes no son muy gruesas – sonríe – y por lo que parece soy la única que no disfruto de los benéficos de tener a un hombre en casa.
- Con Raquel no ha pasado nada – sueno seguro y cortante.
- Eso es lo de menos – se aproxima a mi – igualmente quiero mi parte del pastel.
Agarra con fuerza mi poya por encima del pantalón, dejándome pasmado. No le incomoda mi ausencia de reacción, ella sigue a su tarea, desabrochado el pantalón y bájame la cremallera, igualmente desliza mis bóxers liberando mi poya y sin esperar agarra con fuerza, la palpa en toda su extensión.
- No me extraña que Alba ande tan contenta últimamente – comienza a pajearme – con esta herramienta a su disposición.
Sigo todavía sin creerme lo que está pasando y solo entro en razón cuando los gruesos labios de Tania entran en contacto con mi capullo, van poco a poco, apoderándose de toda mi longitud. Me mira a los ojos mientras realiza su trabajo, tan lento y placentero que creo que me correré en ese preciso instante, aunque al fin consigo aguantar para ver como mi pene se pierde por completo en su boca, hasta que sus labios tocan los pelos de mi pubis. Es increíble como se la ha tragado entera y como contiene la respiración sin dejar de mirarme, por más de tres minutos. Finalmente retira mi pene de su boca bruscamente, dejándolo ensalivado por completo, la misma saliva que se escure entre sus labios cuando respira profundamente.
En cuanto recupera el aliento y con la ayuda de su mano comienza a hacerme una mamada de nuevo, esta vez sin tragársela entera. Recorre mi glande con su lengua, mientras una de sus manos me pajea y la otra juega con mis pelotas. Introduce mi pene de nuevo hasta la mitad, para sacarlo de nuevo, todo esto sin dejar de masturbarme, lo hace de manera continua. Estoy gozando increíblemente, y finalmente tomo el control de la situación, agarrándola por la negra coleta y comienzo a follarme su boca sin compasión, estoy descontrolado, no me preocupa si consigue respirar o no, solo el placer que me pueda proporcionar. Y cuando estoy a punto de correrme la saco y me corro abundantemente en sus tetas, atreves del escote que luce en ese corto y escotado camisón de verano que usa para dormir. Ella respira entrecortada por el esfuerzo.
- Me debes una – dice con dificultad – no pretenderías ir a clases con la pija así, verdad?
- Gracias – todavía no me creo lo sucedido – supongo que en otra ocasión pagare mis deudas, llego tarde a clase.
Guardo mi ahora flácido pene en el calzón, subo los pantalones y los abrocho rápidamente, corro para coger la mochila y la chaqueta, y no perder el segundo bus que pasa con dirección a la facultad. Me sorprendo al ver que Raquel también ha perdido el primero. Esta tiritando del frio con el pelo todavía mojado, ha salido con prisa y no ha cogido ni la chaqueta. Aunque aun estamos en septiembre y el frio no es exagerado, el viento que viene del mar, es especialmente frio es las primeras horas de la mañana. Estas sentada en un banco, me acerco por detrás poniéndole mi chaqueta sobre los hombre, se sobresalta un poco pero al verme la acepta sin contemplaciones.
Me siento a su lado pasándole el brazo sobre los hombros y atrayéndola hacia mí para calentarla más.
- Gracias Dani – dice aun tiritando - con las prisas me olvide el jersey.
- De nada – digo mientras la abrazo más fuerte – pero me sorprende que me llames Dani.
- Siento el numerito de esta mañana – dice casi avergonzada – de veras que lo siento.
- No tiene importancia – digo besando tiernamente su frente fría – estas helada, deberías volver a casa, te acompaño.
La ayuda a levantarse y juntos caminamos los apenas 100 metro que hay de la parada del bus o casa. Ella todavía tirita, yo aun la abrazo fuerte y mientras subimos en ascensor, ella se aferra a mí, me rodea con sus brazos. Cuando llegamos al tercero y nos bajamos en dirección a la puerta, Alba sale de casa (al verla no puedo evitar pensar en lo sucedido con Tania) y Raquel me suelta.
- Que ha pasado? – nos mira con cara de preocupación.
- Se ha dejado el jersey en casa – explico por ella - y con el pelo mojado y este aire se ha quedado helado.
- Dios mío, sí que esta fría – dice con preocupación mientras le toca la frente – llevémosla a la cama.
Entre los dos, uno por cada lado, la escoltamos hasta la cama, salgo brevemente de la habitación mientras Alba se encarga de desnudarla y ponerle el pijama, cuando entro de nuevo ya está en la cama tapada y aun que sus labios lucen todavía azulados, al tocar su frente nota que se ha calentado algo.
- Podrías cuidar de ella por la mañana? – me pregunta Alba – tengo unas prácticas importantísimas a las que no puedo faltar.
- No te preocupes y ve a clase – la beso suavemente en los labios - yo me encargo de ella.
- Genial – me devuelve el beso agradecida – Tania ya se ha marchado a trabajar y hoy tiene jornada intensiva.
Me alivia un poco saber que no está en la casa. Alba recoge sus cosas y se marcha a clase con prisas. Voy a mi habitación para poner en ropa cómoda, como en pijama, cojo mi portátil para entretenerme y regreso a la habitación de Raquel. Cuando entro parece dormida y no hago ruido me siento en la silla de su escritorio y aprovecho para realizar algún trabajo atrasado.
- Dani, aun tengo frio - Su voz suena suave y muy baja, sin fuerza.
- Quieres un vaso de leche caliente - me acerco a la cama - o una infusión?
- No gracias – me mira a los ojos – pero podrías meterte con migo en la cama, por favor.
- Si es lo que quieres – me descalzo e introduzco entre las sabanas.
Y sin apenas darme tiempo, se abraza a mí, puedo notar su cuerpo todavía frio. Paso mi brazo bajo la almohada para corresponder su abrazo, la aprieto tiernamente contra mí y al cabo de unos minutos el sueño no invade a ambos, cayendo en un profundo sopor.
No sé cuánto tiempo transcurre, pero cuando vuelvo en mi, noto como unas suaves manos acarician mi pene, que como no, se ha despertado antes que yo. Me alegro al notar su cuerpo cálido de nuevo, me muevo ligeramente para cambiar de posición, algo que a ella le sorprende y suelta mi pene. Cuando la mira esta roja como un tomate, me pregunto dónde está ahora aquella chica segura de sí misma, mientras la miro a los ojos.
- Lo siento de nuevo – dice cortada – no quería despertarte.
- No creo que sea un problema que te despierten así de bien – sonrió plenamente.
Mi sonrisa calme un poco sus nervios, en ese momento y sin dejar de mirar sus ojos verdes, bajo mi cabeza y la beso. Primero solo se juntan nuestros labios, casi tímidos, pero al fin nuestras lenguas se encuentran y comienza a aflorar la pasión. Mi mano baja suavemente hasta su sexo, donde descubro que bajo las sabanas solo llega un pequeño tanguita, mi mano está completamente sobre su vagina, que emana un calor abrumador y casi noto la humedad en su ropa interior. Ella levanta ligeramente su culo, con lo que facilita que yo retire sus bragas y ella misma se encarga de bajarlas con sus piernas y sacarlas por completo, mi mano de recupera su lugar entre sus piernas y comienza a trabajar, acariciando primero su fino bello púbico, bajando cada vez más, pasando mi dedo corazón entre sus labio y rozando con el pulgar su clítoris, haciéndola estremecer. Su mano vuelve a agarrar mi pene, no sin antes bajar ya por completo mis pantalones y bóxers, y comienza a pajearme con ganas.
- Quiero sentirte dentro – separamos nuestros labios brevemente – pero hazlo con cuidado, llevo mucho sin practicar sexo.
- Espera aquí – le digo – voy a buscar un preservativo.
- No en necesario – me agarra del brazo deteniéndome – tomo la píldora.
Sin pensar en nada más y sin preocupaciones, me quito la camiseta, mientras ella hace lo mismo. Cuando se quita su bonito sujetador rosa, por fin aprecio sus preciosos pechos, y así libres no son tan pequeños, no mucha más que los de Alba aunque a años luz de Tania, lucen uno pezones perfectamente duros y de un color oscuro. Me coloca entre sus piernas dirigiendo mi miembro hacia su interior y cuando localizo la entrada, comienzo a penetrarla, con mucho cuidado y todo lo lentamente que puedo, mientras ella suspira con los ojos cerrados. Cuando nuestros sexos se juntan plenamente, ella abre los ojos, respiran de forma profunda, nuestros labios se unen de nuevo y comienzo a moverme muy despacito, con todo el cuidado del mundo.
Con el paso de los minutos incremento la velocidad, dejamos de besar y descubro al abrir los ojos, lo bella que esta, con su linda cara cogestionada y roja por la excitación, sus ojos apretados y sonríe mientras deja escapar leves gemido, que van en aumentando de tono con la velocidad que yo imprimo, cada vez mas desbocado por el placer que me proporciona su más que estrecha vagina. Dejo caer mi cuerpo sobre el suyo, notando sus duros pezones clavarse en mi torso, mientras cada vez la penetro más rápido.
- Te gusta – susurro en su oído.
- Ummmmmm – no deja de gemir – no sabes cuánto deseaba tenerte.
- A si? – la miro de nuevo a los ojos.
- Si – los abre y sonríe – pero no me atreví por Alba.
Alba, su imagen se pasa por mi cabeza y me hace sentir mal, si bien es cierto que no tenemos una relación como tal, es obvio que algo tenemos. Pero trato de no pensar en eso y me concentro en llevar a Raquel al paraíso. Aumento más si cabe el rimo de mis envestidas lo que provoca que ella grite de placer.
- AH!! AH!! AH!! – grita – ES increeeeebleeee!!!!
Me alegro de que estemos solos en casa, así no nos descubrirán y podemos dar rienda suelta a nuestra pasión sin límites.
- OH DIIIOOOSSSS!!!! – Grita sin control – ME CORROOOOOOO!!!
Y dicho y hecho, noto con se inunda mi pene en su interior, y como suena de bien.
- Chof, chof, chof
Estoy en mi limite eh intento salirme, pero me rodea con sus piernas.
- Ni se te ocurra – me mira seria – ahora quiero sentir como te corres dentro.
Y quien soy yo para privarle de ese deseo, recupero la velocidad máxima posible, bombeo una y otra vez en su interior, con mucha violencia, mientras noto cono el placer comienza a acumularse en mi glande. Y me corro, chorros y chorro de mi leche se acumulan en su interior, mientas me detengo apretado contra ella por sus piernas y noto como le sobreviene un segundo orgasmo, y primero grita mi nombre, después me llama su semental. La beso y nos separamos brevemente, lo que ella tarda en abrazarme de nuevo, ahora está ardiendo de calor, supongo que fue buena idea lo de entrar en la cama para calentarla.
- Gracias – Dice aun respirando fuerte – lo necesitaba, semental.
No digo nada, a mi mente vuelve la imagen de Alba y me preocupo. Ella debe notarlo en mi mirada e intuir a que se debe mi preocupación.
- No le diré nada Alba – lo dice de verdad – lo prometo.
Sin decir nadas la abrazo fuertemente, dejando a un lado la preocupación, ambos volvemos a caer en brazos de Morfeo.