Piso compartido 2
Continúan mis aventurillas...
Lentamente abrí los ojos con la luz que entraba por la ventana, recordé la noche anterior y una sonrisa se dibujo en mi cara. Me incorpore para buscarla a mi lado, pero en su lugar halle solo un revoltijo de sabanas.
Salí de la habitación vistiendo un solo pantalón de pijama, comprobé su habitación, para encontrarla vacía. Entre al salón en silencio y la vi en la cocina, con el máximo sigilo posible me situé a su es espalda, cogiendo por la cintura desnuda, ya tan solo lleva la ropa interior.
- Has dormido bien? – susurre en su oído mientras mordía su oreja.
Pareció estremecerse al sentirme detrás, casi se asusto. Giro su cuerpo entre mis brazo para quedar mirándome a los ojos, eso profundo ojos azules. Acerque mis labio a los suyos, suaves y frescos, se unieron en un largo beso.
- Eh dormido como nunca – dijo cuando se separaron nuestro labios – no quise despertar esta mañana, estabas tan mono dormido.
- Mono, de verdad? – dijo sonriendo - creo que todavía sigo dormido.
- De cintura para arriba puede - alego cogiendo mi miembro – pero aquí abajo hace rato que amaneció!!.
Nos besamos de nuevo, esta vez con verdaderas ansias, como queriendo devorarnos. Nuestras lenguas jugaban sin cesar, cogí su trasero y la alce para sentarla sobre la encimera de la cocina, justo delante de la ventana que daba al patio de luces. Para mi sorpresa se saca un condón sujetador (lo tenía más que preparado) y me bajo el pantalón del pijama, lo abrió con la boca para luego ponérmelo con delicadez. Poseído por la lujuria y el deseo aparte a un lado sus bragas rosas, dejando brevemente a la vista su rajita, que rápidamente fue tapada por mi cuerpo, penetrada de golpe y sin miramientos, arrancándole un grito de placer.
Sin esperar más y notando su excitación, comencé a bombear sin descanso, haciendo chocar nuestro sexos de manera salvaje. Resultaba muy excitante hacerlo frente a la ventana, donde cualquier vecino solo tendría que asomarse para vernos en plena faena. Y de hecho en cierto momento la vecina de uno de los pisos inferiores, salió a tender la ropa. Era increíblemente morboso, ver mientras nosotros follábamos sin descanso, como aquella cuarentona tendía su ropa, mientras nuestros gritos de placer tenían que ser casi audible para ella. Aquella mujer finalizo su tarea casi a la vez que ambos estallábamos en un intenso orgasmo, con un largo gemido. Mientras recuperábamos el aliento, entre jadeos, le conté lo sucedido ya que ella estaba de espaldas a la ventana.
- Eres estúpido!! – dijo golpeándome el brazo – que vergüenza si nos llega a pillar.
Y sin decir más, salió de la estancia rumbo a la ducha, aun ruborizada. Los siguientes días fueron pasando rápidamente, entre nuestros contantes polvos, descubrí muchas cosas sobre ellas y sobre sus compañeras, sobre sus “parejas” y como en ocasiones habían llegado a compartirlas. Me explico que mi situación era completamente diferente a la de otros chicos, con los que en ningún momento convivio, ambos expresemos nuestras dudas respecto de lo sucedió durante esos días, hablamos largo y tendido sobre cómo afrontar la convivencia diario o de cómo podría afectarles a nuestras compañeras, aun que sin resultado ninguno.
Así entre risas, charlas y juegos llego el jueves y con el llegaron Raquel y Tania. Raquel muy guapa con un ligero vestidito veraniego, lucia algo mas alta con unas sandalias con tacón, la salude con dos besos y ella me presento a Tania. Melena negra, a juego con su piel bronceada y ojos marrones, de un físico exuberante y casi exagerado en torno a sus pechos, en comparación con el resto de su cuerpo, especialmente enormes. Cintura estrechita y caderas anchas con un culito respingo, no era tan baja como Raquel, pero tampoco de mi estatura como Alba.
- Encantada Dani – sonrió brevemente mientras me besaba las mejillas.
- Igualmente – dije devolviéndole la sonrisa.
Esa noche cenamos todos juntos, por primera vez los cuatro, en la mesa del salón. Comimos, bebimos y reímos hasta altas horas de la noche. Tanto Raque (prefería que la llamáramos así) como Tania decidieron acostarse antes que alba y yo, alegando estar cansadas del viaje. Nos dieron las buenas noches, tras recoger y fregar los restos de la cena entre los 4. Alba me pregunto si quería ver una peli, a lo que accedí. Esta vez la eligió ella, una comedia romántica llena de tópicos y malentendidos, pero ciertamente entretenida. En esta ocasión no hizo falta ningún susto para que se arrimara a mí, pues desde el principio decidimos abrir la cama sofá, donde nos tumbamos abrazados, disfrutando entre risas de la peli. Todo transcurría sin nada de especial, hasta que pose mi mano en su muslo y sin mediar palabra, en apenas un segundos, Alba estaba sobre mi besándome con furia, saco a la fiera que lleva dentro, me mordía el labio casi haciéndome daño. Nos desnudamos muy rápido, a tirones y de nuevo sin apenas saber que tenía que hacer en ese momento, libero mí poya y se coloco sobre mí. No sé en qué momento se quito las bragas o si fui yo quien se las quito, solo sabía que esta cabalgando sobre mí a horcajadas, con los ojos en blanco y aunque contenía sus gemidos para no molestar a las otras, su respiración eras fuerte y entrecortada.
No sé si fuero 10 o 15 minutos los que estuvo sobre mí, pero cuando alcanzo el orgasmo, tuve que girar sobre ella, situándome entre sus piernas y tapar su boca con la mía para amortiguar el brutal gemido que profirió. Salí de ella ahora si consciente de la situación, fruto de la pasión del momento no usábamos protección y agradecí haber aguantado sin correrme.
- Pretendes que me conforme con un solo orgasmo? – dijo todavía entrecortada por la agitada respiración.
Esta vez fui yo quien llevo las riendas, sin pensarlo de nuevo, la coloque a cuatro patas, con los brazos apoyados en el respaldo del sofá-cama. Su espalda arqueada, con su linda melena rubia sobre los hombros, le daban una pose impresionante y volví a penetrarla como en la primera noche, con más violencia que velocidad. Una y otra vez entraba hasta el fondo, para salir de nuevo y repetir la maniobra. Cuando empezó a gemir, me pegue mas a ella a cortando mis envestidas pero dotándolas de mas velocidad, tape su boca con una mano derecha mientras que con la izquierda le agarre un pecho y la apreté fuerte. Estaba casi al límite, pero incluso en ese momento ella me gano de nuevo, corriéndose entre espasmos, mordió la mano que le cubría la boca, haciéndome sangrar. En eso momento no sé donde saque fuerza para reaccionar, sacar mi miembro de su interior justo a tiempo para correrme sobre su espalda de una forma violenta y abundante, mordiéndome el labio para no gemir yo.
- Así que esto es a lo que os dedicasteis esta semana? – la suave voz de Raquel sonó en el salón – con razón estabas tan feliz Albita.
Sorprendido y avergonzado no sabía si taparme mi desnudez o la de alba, que lucía igual de sorprendida que yo.
- Supongo que no podemos negarlo – hablo alba intentando sonreír.
- Vaya par, mejor me voy a la cama – salió del salón con una sonrisa amplia y misteriosa –espero por tu bien que no hayas manchado el sofá con vuestros fluido o os quedareis sin fianza!!
Todavía sobresaltado busque mi ropa, mientras Alba hacia lo mismo, cuando nos vestimos nos miramos y nos fue imposible soltar una carcajada, algo que rompió la tensión, nos recostamos de nuevo en el sofá, aun entre risas.
- Vaya susto – dije todavía entre risas – creí que nos echaba del piso jeje
- Echarnos? – dijo con expresión incrédula – si estoy seguro que le ha encantado el espectáculo.
- A que te refieres? – dije desconcertado.
- A que lo más seguro que estuviera viéndonos desde hacía un rato – explicó - no es la primera vez que lo hace.
- Enserio? – mi cara debía ser un poema a juzgar por la sonrisa que se dibujo en la suya – de verdad es tan pervertida?
Subiéndose de nuevo sobre y entre risas me beso suavemente.
- Seguro que no tanto como - se reía con ganas – será mejor que recojamos esto y nos vayamos cada una a su cama.
Cerramos la cama, tomamos un vaso de leche fresca, mientras descubrimos que la película había llegado así fin y en la tele daban tele tienda. Me beso de nuevo, después de apagar el televisor.
- Buenas noches – dijo en voz baja desde la puerta de su habitación - y cierra bien la puerta no se que se cuelen dentro.
- Es que no has tenido suficiente esta noche – dijo sonriendo
- No por mi – dijo sonriendo – por Raquel….
Cerró la puerta de su habitación entre sonrisas, dejándome con la cara desencajada. Entre en mi cuarto y cerré la puerta aun pensando en lo sucedido en el salón y con las palabras de Alba resonando en mi cabeza.
Eso noche dormí entre sueños más que preocupantes, despertándome cada vez que creía que abrían la puerta, y no precisamente por miedo a lo que quisiera hacerme, sino con cierto deseo de que lo hiciera.
Espero les agrade la segunda parte.