Pirates
Las aventuras de una joven capturada en alta mar
El agua mecía suavemente el barco e inclinaba a los pasajeros del barco de babor a estribor. Igualmente ocurría con Blanca, quien dormía en el camarote del capitán y notaba su cuerpo moverse de izquierda a derecha. Blanca era una joven española de 32 años, alta, de cabello moreno y largo y ojos grises. Su cuerpo, como el de todas las mujeres, tenía curvas, una 90 de pecho y un culo no demasiado grande. En aquel momento dormitaba en la cama de su marido, el cabello le caía sobre la espalda y la colcha le cubría hasta la mandíbula, la puerta del camarote se abrió y entró su marido en silencio. Él era mayor que su mujer, de 50 años, con el cabello casi gris peinado hacia atrás y sujeto con una coleta, lentes redondas y un abrigo rojo que tapaba su camisa blanca y sus pantalones marrones
-Querida, tienes que levantarte ya-dijo él sentado a su lado
-Voy querido-respondió ella sonriendole
Él salió del cuarto dejandola tiempo a vestirse, ella se quitó el camisón revelando su cuerpo joven, sin un atisbo de vello, de pechos bien puestos, se dirigió hacia su corsé y se lo puso habilidosamente, le oprimía los pechos y se los levantantaban, acto seguido se puso un vestido beige (marrón muy claro) y se dirigió al tocador, se sentó enfrente del espejo y se peinó su larga melena, primero en una trenza que después enrolló en su cuero cabelludo ayudada de varios alfileres, sobre su cabello se puso un sombrero ladeado a juego con su vestido y se atavió con varias joyas tales como anillos y pendientes, por último se puso un poco de perfume y estuvo lista para recibir a los habitantes de aquella isla. Su marido iba a cerrar aquella noche un trato con aquella gente.
La cena fue bien, aunque la pareja salió enfadada de allí pues el marido no había conseguido sus intereses y así se lo explicó al gobernador. Salieron del puerto nada más subir al barco, pese a que habían sido advertidos de no salir de noche, pero estaba tan enojado que no hizo caso de las supercherías pueblerinas, estaban en el siglo XVIII, los piratas estaban escondidos en sus barcos atemorizados por las armadas británicas y españolas. Aquella misma noche se dio cuenta de cuánto se había equivocado. Habían partido hace unas horas, estaban lejos de cualquier tierra habitada, la cubierta estaba iluminada por unos cuantos farolillos y un par de vigías vigilaban el mar. Llegó de la nada, empezó con un revuelo en las aguas, luego lo vieron cuando una nube se apartó de la luna llena, una bandera negra, unas velas negras y raídas, el buque grande avanzaba hacia ellos, los piratas emitían gritos, se pusieron a su altura, iban en la otra dirección, de manera que su proa quedó en la popa del otro barco, los piratas extendieron unas tablas sobre las barandillas que había a ambos lados de la cubierta. Los hombres del capitán desenfundaron rápidamente sus armas y comenzaron a disparar, aquello despertó al capitán y a su mujer mientras escuchaban al vigía gritar a toda voz
-Querida, quédate aquí, mandaré a alguien a proteger la puerta-dijo él cogiendo su camisa, se la puso sin abrochar y salió espada en mano.
Blanca estaba aterrada, aquel era su primer viaje a mar abierto, se le ocurrió la idea de meterse bajo la cama y ponerse en el lugar más apartado del borde. Media hora después se hizo el silencio, todo se quedó silencioso, a través de los cristales de la puerta pudo ver un resplandor amarillo. La puerta del camarote, allí, de espaldas al fuego había una figura, era alta, con barriga, no mucha, pero se le notaba, sus barbas eran cortas y marrones, su cabello algo más largo le cubría el cuello, pero se fijó en sus ojos azules, un azul que helaba a cualquiera, llevaba un pañuelo verde en la cabeza y un sombrero raído y de ala ancha encima. Vestía con una camisa sucía y un abrigo viejo.
-¿Dónde estás perra?-preguntó, al no hallar respuesta volvió a preguntar, pero no obtuvo respuesta-Registrar el camarote-ordenó
Unos piratas entraron en el camorote y la encontraron rápidamente
-Conque escondiéndote de vustro capitán-dijo el pirata
-No sois mi capitán ¿dónde está mi marido?-preguntó ella enfadada
-Aquí señora, está aquí-respondió el capitán
Sacó a Blanca del camarote y señaló un pila de cuerpos , en la cima estaba su marido, el fuego avanzaba rápidamente por la cubierta y pasaron rápidamente al barco contiguo mientras el suyo era consumido por las llamas y hundido en el mar
-Ahora estás con nosotros-dijo el capitán
-Sois despreciables-dijo ella
-Aprenderás a amarnos querida, tira al camarote, que te voy a enseñar un par de lecciones-dijo el capitán
Aquel camarote no era ni mucho menos el suyo, el suyo tenía una cama, un armario, un tocador y una mesilla con una palangana de agua, además de paredes de caoba y acabados perfectos. Aquel camarote, por el contrario, era de paredes oscuras y toscas, ocupado por una mesa con papelajos y en un rincón había una tela que se extendía de una pared a otra, simulando una hamaca
-Lo primero de todo aprenderás disciplina, cuando yo pregunto tú me respondes ¿ha quedado claro?-preguntó él
-Sí-respondió ella, estaba atemorizada, pero consiguió que su voz sonara convincente
-¿Sí qué?-preguntó el capitán
-Sí capitán-respondió ella
-Bien, ahora vamos a divertirnos un ratito, desnúdate para mí-ordenó el capitán sentándose en la silla. (No era el típico pirata malhablado y malvado, era culto, educado y bueno, aunque eso sí, era pirata)
Blanca se llevó la mano hacia la espalda y desabrochó los botones de su vestido, que cayó al suelo (aquella noche no se había despojado de los trajes de la cena y dormía con ellos puestos, debido al cansancio), desabrochó también el corsé y descubrió su cuerpo
-Vaya con la señorita, te pasas la navaja de tu marido por la almeja ¿no?-preguntó él al ver que no había pelo
A Blanca se le pusieron las mejillas rojas, nadie salvo su marido la había visto desnuda, era una joven recta, que había llegado virgen al matrimonio a sus 24 años, 8 años atrás, y habían tenido sexo, pero nunca habían querido tener un hijo
-Sigue-respondió él
Blanca se quitó la última prenda de ropa que tenía, su sombrero y se colocó frente al pirata
-Ven aquí bonita-dijo el pirata mientras sacaba su miembro de la bragueta, era una polla larga y delgada con vello adornando sus huevos
Ella abrió la boca y aquella polla se metió entre sus labios. Su primer instinto fue escupirlo, pues el olor era inhumano, pero para no contrariar al pirata decidió comenzar a chuparlo, la polla no estaba sucia, pero sí era maloliente, puso una muesca de asco mientras la chupaba
-¿No te gusta bonita? ¿Demasiada polla para tí? Seguro que la de tu marido era pequeña-dijo el pirata
Puso la mano sobre la cabeza de Blanca, pero la apartó enseguida
-Puta, tenías alfileres en el pelo-dijo mirandose el agujero sangrante que tenía en la mano. Uno a uno fue quitando las agujas y luego deshizo el moño, quedándole la trenza sobre la espalda
-Eso ya está mejor-dijo él. Enrolló su mano en la trenza y tiró de ella sacando su pene de la boca de la mujer, volvió a meterlo y lo sacó de nuevo, siguió jugando hasta que se corrió en la boca de la mujer
-Traga puta, traga-dijo apretandola contra su pene
-Cofff cofff, salvaje, podrías haberme matado-tosió ella
-Ven pa acá, que quiero probar tus melones-dijo él
Tumbó a la mujer sobre la cama y le puso sus manos sobre los pechos, jugó con ellos pellizcándolos, amasándolos y tirando de sus pezones mientras ella hacía muecas de dolor, pues le hacía daño, el pirata la miró a los ojos y se lanzó contra ella, juntaron sus labios y se besaron, ella sintió aquella lengua entrar en su cavidad bucal e intentó huir de ella, pero no pudo y acabaron juntándose
-Ya está bien de tanto juego, te la voy a meter-dijo él
-No-intentó impedirlo ella
-Venga bonita, si te va gustar-dijo él
Deslizó su polla a la entrada de la vagina depilada de la joven y empujó salvajemente
-Ahhh-gritó ella
-Sí nena, siéntela toda, no es como el micropene de tu marido-dijo él riéndose
Bombeaba rápido y fuerte, sin importarle el placer de Blanca, ella dejó de pelear y lo asumió, estuvo en silencio, ahogando gemidos de dolor mientras aquel pirata se la metía sin cuidado
-No te corras dentro-fue lo único que pidió
-Sí hombre, llevo 6 meses sin desfogarme con mujer alguna y me vas a decir tú donde correrme-dijo el pirata. Se corrió copiosamente en el interior de aquella joven llenándo sus entrañas con su semen, después se sentó en su silla y observó como los restos de semen se le escurrían entre los muslos y oía como lloraba
-¿Alguna vez te han dado por culo?-preguntó él
-No, no es agujero de creación por lo que lo tenemos prohibido-respondió ella
-¿Así que tú crees en esas cosas?-preguntó él levantándose de nuevo
Blanca seguía tumbada boca arriba de la mesa, con las piernas mirando hacia arriba, él la dio la vuelta y observó su culo, no era muy grande, pero para descargar podía servir, metió el dedo en el interior y notó como el ano se lo tragaba
-Estamos golosos hoy ¿eh?-preguntó él
-No por favor, se lo suplico-respondió ella
-Vuelve a suplicarme algo una vez más y serás pasto de los tiburones-dijo él muy severamente
Ella se quedó callada mientras él volvía a mirarle el culo, comenzó a meter su dedo dentro y a sacarlo para dolor de Blanca, quien nunca había sido penetrada por detrás, entonces sustituyó el dedo por su polla
-Ahhhh-gritó ella mientras las lágrimas corrían por sus ojos
-Estás apretada puta-dijo él sacando media polla fuera del culo, para luego volver a meterla, notaba como las paredes se desgarraban, veía la trenza de Blanca brincar en su espalda y decidió cogerla y tirar de ella, Blanca echó la cabeza hacia atrás y gritó mientras el pirata le penetraba el culo sin piedad
-Hijo de puta-dijo ella con rabia
Él decidió ignorarla y continuó follándosela por el culo hasta que volvió a correrse dentro del culo de Blanca
-Ya hemos terminado por hoy, ahora vamos a hacer una cosa-dijo él
-¿El qué?-preguntó ella
-Voy a atarte para que no escapes, aunque no llegarías lejos ¿dónde quieres que te ate? ¿Aquí en el camarote donde no te ve nadie o en el palo mayor donde todos te ven y te tocarán y se correrán en ti?-preguntó él
-Aquí capitán-respondió ella
-Entonces compórtate como la puta que eres y pídemelo-dijo el capitán
-Encadeneme aquí, capitán, por favor-pidió ella de rodillas
-Sí señor, ven aquí-respondió él
La llevó a un rincón de la habitación y la amarró con una soga que sacó de un estante, primero las muñecas a la espalda, luego los tobillos, luego pasó la cuerda por sus pechos y se los oprimió por arriba y por abajo, ató la cuerda a uno de los ganchos que colgaban de la pared
-Me gusta gatita-dijo tirándole de los pezones-Volveré a la tarde
Salió del camarote y la dejó allí desnuda sin más abrigo que aquella cuerda que le hacía daño, ella lloró amargamente en silencio pensando en lo que le esperaba
Constantemente era follada por el capitán, aún tenía miedo de su amenaza de atarla al palo mayor por lo que se comportaba y se dejaba hacer. Acababa bañada de semen, su cabello lucía sucio y su boca era un vertedero de semen. El capitán era el único que la degustaba, aunque últimamente venían muchos marineros a hablar con el capitán sobre futuros saqueos y se quedaban mirándola bastante rato. Llevaba dos semanas con aquel capitán cuando divisaron un barco, en aquel momento el capitán estaba follándola por el culo
-Espera aquí muñeca-dijo él
Salió del culo de la mujer y cogió su espada mientras se guardaba la polla. Los oyó gritar y luchar, algunos caían al agua, finalmente alguien entró en el camarote, pero no era el capitán, era otro capitán, más mayor, pero de cabellos y barbas negros aún, vestido de negro y ojos pequeños, de unos 60 años
-Tenemos a una putilla aquí-dijo riéndose
-Y aún está desnuda-dijo otro hombre, igual de temeroso que el otro
-Saquémosla-dijo el capitán
Cogió a Blanca y la sacó a cubierta, la mujer se tapaba los pechos con las manos, pero no pudo taparlo todo y los piratas la vieron desnuda y cubierta de semen, ella al no haber visto a los piratas de su barco, no sabía si quienes la miraban eran los piratas 1 (los que la habían capturado la primera vez) o los piratas 2 (los que la estaban capturando ahora)
Tal y como ocurrió la primera vez, se llevaron a Blanca a su barco, un barco inmenso de velas que en su día fueron blancas, allí la tiraron en la cubierta a la vista de todo el mundo
-Hola muñeca, soy Carlos. No sé cómo haríais las cosas en el otro barco, pero en este barco, todo es de todos, así que te vamos a compartir, no te parece mal ¿no pequeña?-dijo el capitán
-No, haced conmigo lo que queráis-dijo Blanca sin levantar la mirada del suelo, estaba llorando
-Así me gusta, y no me lloriquees, que te va a gustar-dijo el pirata sacándose el rabo
Era un rabo tremendamente largo, no estaba segura de que le fuera a caber, pero lo chupó para no irritar al pirata, era asqueroso, casi prefería al capitán que la había forzado a follar con ella, no sabía donde estaba, tal vez muerto, aquel pene era asqueroso, le daban arcadas. Los demás piratas empezaron a tocarla el culo y a pasar las manos por sus piernas y su coño velludo por la falta de depilación
-Mira como chorrea por aquí-dijo uno de los piratas
Sin obtener respuesta del capitán se dedicó a lamer el coño de Blanca mientras los demás le tocaban los pechos descaradamente y los mordían, ella no podía más, estaba pendiente de la mamada al capitán, la lamida de coño y los toqueteos de tetas y culo
-Me vengo-dijo el capitán
Por lo menos era rápido, no había estado ni 3 minutos, esperó que los demás se cansaran también de toquetearla, pero se equivocó al pensar que el capitán había acabado. Tras un momento de descanso, el capitán volvió manos a la carga y le atacó al coño, sintió como aquel trozo de 20 cm entraba en su interior y la destrozaba, el glande chocaba con su útero
-Para, para-gritó ella
-No princesa, ahora viene lo bueno-dijo el capitán
2 pollas más entraron en su cuerpo, una por el culo y la otra por la boca, sin lubricante, aquello le dolió, estaba tirada de costado en el suelo, con una polla penetrandole el coño, otra por el culo y una tercera por la boca, los demás piratas la tocaban o se masturbaban encima de ella. Los tres piratas que la follaban se corrieron (dentro obviamente, cómo se van a salir) y la dejaron allí tirada en el suelo
El capitán subió las escaleras hasta el timón
-Todo aquel que quiera puede disfrutar de nuestra putilla las 24 h del día-anunció
Hubo aplausos y varios silbidos y ella misma continuó llorando, aquello era su fin. Le costaba reconocerlo porque no tenía nada con lo que compararlo, pero en aquel mismo momento prefería 1000 veces al otro capitán, que por lo menos era amable, servicial y la follaba en la intimidad del camarote
Se despertó en una isla, el sol le quemaba la piel y sentía su cuerpo cubierto de arena y sal, miró hacia abajo y se horrorizó, le faltaba una pierna, aquel hijo puta le había cortado la pierna, no había ni rastro de su barco, pero había un bote volcado cerca de él, entonces recordó, estaba follandose a Blanca en su camarote cuando avisaron de que venían enemigos, rápidamente se armó con una espada y salió a cubierta, allí vio a su némesis,Carlos, aquel pirata que en más de una ocasión le había arrebatado lo que era suyo
-Esta vez no-gritó mientras se lanzaba a por él
La lucha estuvo igualada entre ambos piratas antes de que Carlos le cortara la pierna, empezó con un tajo, él tropezó hacia atrás con un barril y cayó al suelo, entonces Carlos aprovechó para cortarle la pierna, aquello le doiló tanto que se quedó dormido, cuando despertó estaba hundido hasta la barbilla en el agua, su barco se hundía y él aún estaba ahí, qué poco se equivocaba el que dijo que el capitán es el último en abandonar el barco cuando se hunde. Se arrastró hasta uno de los botes que había abandonados en cubierta y se subió en él, con la ropa que tenía se hizo un torniquete allí donde el malvado capitán había cortado su pierna, el agua no tardó en dejarlos por encima de cubierta y pronto observó el puesto de vigía hundirse a cm de distancia, consiguió llegar a una isla y tumbarse allí sobre la arena.
Un barco de la armada británica se acercaba ¿qué iba a decir? Los soldados se bajaron de los botes y se dirigieron a él, rifles en mano
-¿De dónde vienes pirata?-preguntó un oficial
-No soy pirata mi señor, soy marinero-respondió él
-De un barco pirata-respondió el oficial
-No mi señor, del barco de don Gonzalo, hace 2 semanas nos abordaron unos piratas y mataron a mi capitán llevándose a mi señora presa a su barco, yo estoy desde entonces en esta isla esperando que alguien tenga compasión y me saque, por cierto, soy Nicolás-respondió el capitán, más listo que el hambre
-Perseguimos a dichos piratas señor, no sabrá donde podemos encontrarlos ¿no?-preguntó el oficial
-De yo saberlo hubiera partido de inmediato en mi bote para allá-respondió el capitán
-Traiganle a este hombre un vaso de agua-dijo el oficial
5 semanas después encontraron el barco, era de día por lo que los vieron fácilmente y abrieron fuego, pero Nicolás se sumergió en el agua y fue nadando hasta el barco, vestía ropas nuevas y tenía una pierna de palo, llegó a la parte posterior del barco y se quedó debajo mientras los piratas hundían el barco británico, él se las apañó para subir por las cuerdas y desembocar en cubierta, la lucha ya había comenzado, pero los piratas se habían trasladado al otro barco mayoritariamente, dejando a unos pocos en el barco pirata, mató a los piratas que allí había y también a algunos oficiales británicos, finalmente entró en el camarote del capitán. Ahí estaba su putilla, pero estaba diferente a como él la había conocido, tenía el cuerpo repleto de marcas de golpes, su hermoso cabello había sido mal cortado hasta los hombros y lloraba desconsoladamente
-Querida, ya estoy aquí-dijo tomándole la cara
-Estáis aquí-dijo una voz a su espalda
Allí estaba el pirata que le había cortado la pierna, Carlos
Desenvainó la espada y se lanzó en combate a por el malvado capitán, hubiera perdido de no ser por Blanca, quien cogió una botella de la mesa y se la partió en la cabeza a Carlos, Nicolás aprovechó para clavarle la espada en la cabeza
-Capitán, que gusto volver a verle-dijo ella
Se lanzó a sus brazos y le abrazó fuertemente, había sido sometida a vejaciones en aquel barco, prefería estar con Nicolás
-Ya está querida, vámonos de aquí-respondió Nicolás
Salieron del camarote y observaron que en el barco británico la lucha continuaba, sin que ninguno de los bandos se diera cuenta cogieron un bote y se alejaron de allí, no se sabe adonde. Llegaron a una isla pedregosa y se tumbaron en la arena que había, allí se quedaron dormidos uno sobre el otro.
A la mañana siguiente exploraron la isla y descubrieron un lago, allí Blanca se quitó la chaqueta del capitán (Nicolás le había dejado la suya por que iba desnuda cuando salieron del barco) y se sumergió en el agua, después de lavarse se besaron, ella le contó lo mal que lo había pasado con los piratas y él se dispuso a consolarla, le besó despacio desde la boca hasta los dedos de los pies, le pasó la mano por la barriga de embarazada (no sabemos de quién, si de Nicolás cuando la sometió la primera vez o de los piratas que la follaron salvajemente) y detuvo la polla en el coño de Blanca, su coño ahora lucía velludo, al igual que el resto del cuerpo de la mujer
-Ahí no tenía navaja para afeitarme-dijo ella excusándose
-Da igual, eres preciosa incluso velluda-dijo él metiendosela de golpe
Aquella fue la primera vez que Blanca disfrutó de una follada, el capitán atendió a todas sus peticiones y se hizo lo que la mujer quiso, incluso cuando ella quiso explorar el ano del capitán, él le aconsejó que no lo hiciera, que estaba sucio, pero ella no atendió a razones y se lo chupó haciendo que la polla del hombre diera una bote, entonces la cogió con la mano derecha y la pajeó mientras con la lengua chupaba el culo del capitán, cuando el capitán se corrió lo hizo sobre las tetas de Blanca.
Siguieron disfrutando del sexo los dos hasta que los rescataron unos días después. Blanca tenía que volver a España a hacerse cargo de los negocios de su difunto marido, pero se trajo a Nicolás con ella, aunque él renegó ya que era hombre de mar, pero fue tanta la insistencia de la mujer que acabó cediendo, allí se casaron y tuvieron a su hijo.
FIN