pipo el perrito que me enseño a gozar su lengua.
El calor atípico, contribuyo a que pipo me diera una rica mamada de sexo.
Aquella noche de primavera, mi vida estaba por cambiar por completo, mis papás asistirían a una fiesta, yo decidí quedarme en casa, al salir me recomendaron cerrar bien puertas y ventanas, era la primera vez que me quedaba a solas en casa, el calor era sofocante, subí a mi recamara y me puse una batita transparente, sin sostén, solo llevaba la panti de algodón, miraba una película de terror, por algo que no puedo explicarme, sentí miedo, decidí cambiar de canal y mirar algo más tranquilo, sin embargo estaba intranquila, como asustada, sin dudarlo Salí al patio trasero de la casa, y corrí a soltar a “pipo” un perro de raza Alaska, corrió por el jardín moviendo la cola, yo por mi parte entre a la casa, y el perro entro tras de mí, su presencia me dio la tranquilidad que necesitaba; me acomode en el sillón y “pipo” se tiro a mis pies, su pelambre quedo sobre mis pies, yo inicie algo que más tarde no podría parar.
Mientras miraba el televisor, con mis pies acariciaba el cuerpo de “pipo” la suavidad de su pelaje me hacía sentir una deliciosa sensación, no me di cuenta del momento que pipo aproximo la cabeza a mi entrepierna y olfateaba, sin dar importancia al asunto seguí mirando el televisor, por fin después de un buen rato y con la tranquilidad que pipo me daba, decidí ir a la cama, le di una caricia y antes de subir las escaleras, nuevamente sentí como olfateaba mi entrepierna.
El intenso calor que se sentía, me despertó, Salí en busca de un vaso de agua y al regresar mire a pipo echado a los pies de la cama, decidí dejarlo ahí, sin imaginar lo que estaba por suceder.
Me recosté sin cubrirme en cuestión de minutos me quede dormida, de pronto desperté al sentir una caricia en mi sexo, ¡por dios pipo! ¿Qué haces? Perritoooooo, no hagas esooooooo… aaaaaaaaaaaa, dios mío, que ricooooooo, extendí la mano y encendí la lámpara de meza, “pipo” estaba dando lengüetazos a mi sexo, su saliva había dejado empapado mi panti, sentí miedo a lo desconocido y le di la orden tajante…sal de aquí “pipo” el perrito se alejo con la cabeza agachada, me apresure a quitarme el panti y comprobé que estaba saliendo liquido vaginal de mi sexo, me fui a bañar y mientras lo hacía, sentí el irrefrenable deseo de sentir nuevamente esa lengua, con sentimientos encontrados, Salí del baño.
Totalmente desnuda, me asome y mire al perrito echado en un rincón, sentí pena por él, y camine hasta donde estaba, me puse en cuclillas y le acaricie la cabeza, nuevamente olfateo mi sexo, me puse de pie y regrese a mi cama, la excitación me hizo tomar una decisión rápida.
Acomode unas almohadas en el piso, sobre la alfombra, me recosté y separe las piernas tanto como me fue posible, espere unos minutos, con la ilusión de que él solito llegase a mi lado a continuar con lo que había iniciado…pero nada, “pipo no llegaba”
Frustrada me levante y camine a donde estaba echado, me quede de pie a su lado, separe las piernas y él lo tomo como una invitación, aproximo el hocico y olfateo, dio un lengüetazo que recorrió mi sexo y alcanzo a rozar mi ano. Aaaaa perrito lindooooooo, ven sígueme.
“pipo” camino a mi lado, me miro tirarme al suelo y abrir las piernas, de inmediato paso la lengua tocando mi sexo, apenas tocaba mi clítoris, y esa caricia me hizo gemir como una perra en celo.
Hayyyyyyy pipo, sigueeeeeeee, no te detengas por favorrrrrrrrr…asiiiiiiiiii ayyyyyyyyy que ricoooooo.
Sentí como entraba su lengua en mi rajita, me estremecí antes de tener el primer orgasmo, pipo chupo con desesperación, no dejo una sola gota de mi leche, ahora pipo buscaba con desesperación mi ano, su lengua acaricio mi culito, jamás sentí algo igual, me di la vuelta y me puse en posición de cuatro, separe las piernas y mi culito quedo a su disposición, el acaricio a su antojo y placer, mientras yo lloriqueaba de gusto.
Con una fuerza que me sorprendió, se aferro a mi cintura y en ese momento me di cuenta que pipo, tenía su pene enrojecido, hinchado y que estaba a punto de cogerme como a una perra, con mi mano le ayude a dirigir su pene a mi sexo, sin piedad me empujo su pene, parecía un pedazo de carne al rojo vivo, aferrado a mí, bombeo con desesperación, los minutos me parecieron una eternidad de interminable placer.
Sentí un escurrimiento, como lava hirviendo deslizarse por mi sexo, con desesperación y temor a lo desconocido, logre zafarme de pipo, quien me miro interrogante, mire como se lengüeteaba el mismo su pene, me apresure a bañarme y me sentí culpable de algo que no sabía que era.
Después de aquella noche nada fue igual, “pipo” se convirtió en mi amante y con ansiedad esperaba cada viernes, pues ese día mis padres acostumbran salir de casa a divertirse, y pipo y yo damos rienda suelta a nuestra relación.
Sé que es un relato muy corto, pero así fue mi inicio, ahora estoy por iniciarme en este fantástico mundo de la zoofilia, espero poder contarles algo más amplio.