Pinche vieja mal cogida! (Diego, el joven mesero
El nuevo mesero de 20 años, acaba dándome una rica y dura cogida por mis dos hoyitos, en la cava, durante un evento.
Esta experiencia es de cuando trabajaba en una empresa de eventos aquí en Toluca.
Estaba en pleno evento, cuando fui a buscar un par de botellas de vino a la pequeña cava en la que teníamos los vinos de mesa especiales –un pequeño cuarto debajo de la bodega en la que guardamos botellas extras de diferentes bebidas y que vendemos a los clientes cuando se les acaba su bebida o quieren algo especial- cuando de pronto empecé a escuchar voces en la bodega; tomé las botellas y al subir puse más atención a lo que decían y quiénes eran. A veces una oye cosas interesantes.
Hugo – Sí, no mames, es bien pinche enojona.
Diego – Es que es una pinche vieja mal cogida; y mira que está bien buena la cabrona –reconocí que eran dos de los meseros, Hugo y Diego, un chavo de 20 años que acababa de entrar a trabajar al Rancho-.
Hugo – A esa vieja se la cogen el gerente, el chef y el jefe –se refería a David, el capitán de meseros-.
Diego – Jajajaja no mames!! Así de puta!?
Hugo – Sí, güey! Pinche Ingrid, es bien ponedora; afloja la muy puta.
Diego – Ya te la cogiste?
Hugo – Jajajaja nel, nomás se las da a esos güeyes; es una calientahuevos. Nada más anda enseñando nalgas y tetas. Sobre todo en los eventos; como hoy, ahí anda parando vergas.
Diego – Sí, pinche culote, no mames…y tetas. Y se ve re buena con ese puti vestidito.
Hugo – Sí, seguro se va a ir a coger con algún cabrón después.
Diego – Seguro! Esa vieja necesita una verga joven que le dé batalla.
Hugo – Pues chíngatela!
Diego – A güevo que me la voy a tirar; a esa vieja me cae que le gusta que se la cojan duro y tupido; necesita una verga grande y le va a encantar mi vergota. Pinche perra, se le ve lo puta en la cara. Te la imaginas diciéndote: cógeme duro, papi, dame tus mecos en la cara jajaja No chingues, ya se me paró jajaja.
Hugo – Sí, no mames; dile al David –el chef- o al jefe que te enseñen las fotos que tienen de ella, güey. No mames, culote, de la muy puta.
Tuve sentimientos encontrados, por un lado, no me gustaba que hablaran de mi los meseros, pero por otro me excitó que lo hicieran. Me gusta que me deseen, me excita, me pone hot que digan esas cosas. Sobre todo me calentó la seguridad y “agresividad” de Diego; tenía apenas veinte años, pero hablaba muy seguro de sí y de su verga. Se me antojó.
Al poco rato, una media hora después, Diego me dijo que las mesas de los papás de los novios –era una boda- le habían pedido 3 botellas más de vino, así que le dije que me acompañara a la cava para que me ayudara con las botellas. Todo el camino sentía la mirada de Diego clavada en mis nalgas; la verdad yo me movía un poco exageradamente para deleitarlo jejeje. Al entrar a la bodega, él cerró la puerta –eso me extrañó un poco, ya que sólo íbamos por las botellas de vino- y me siguió, bajando las escaleras a la cava. Me agaché para agarrar las botellas y en ese momento sentí cómo Diego me agarraba las nalgas apretándomelas; pegué un brinco!
Yo – Ay!! –me di la vuelta de inmediato- Oye, qué te pasa? Qué carajo haces??!!
Diego – No aguanté las ganas, jefa; está buenísima.
Yo – Oye, pero qué..? –él estaba pegadito a mi, arrinconándome en el pequeño refri para vinos que teníamos en la cava, mientras me acariciaba las piernas por la apertura de mi vestido, acercándose al costado de mis nalgas-.
Diego – Le gustó lo que escuchó hace rato? Se calentó? –me sorprendió, cómo supo que había escuchado?-
Yo – Hay que llevar el vino, Diego –sonrió burlonamente-.
Diego – No pidieron nada, nomás quería traerla para estar solitos, jefa –me acarició las nalgas debajo del vestido- está bien rica.
Yo – Vámonos, Diego.
Diego – Se calentó, verdad? –con su otra mano me acarició los hombros, empezó a mover el tirante de mis vestido para bajarlo- le calentó oír que me la quiero coger?
Yo – No sé de qué hablas? –murmuré tímidamente, él se apoderó del momento por completo; eso me calentó mucho, este muchachito me estaba dominando-.
Diego – La vi entrar aquí, por eso vine con Hugo y me puse a hablar de usted, sabía que nos estaba escuchando…
Yo – No, no oí nada.
Diego – Claro que sí…y se calentó –me agarró fuerte las nalgas, me bajó un tirante del vestido- se calentó porque aunque se la andan cogiendo estos cabrones, usted sabe que necesita una verga joven, aguantadora y grandota, como la mía…seguro se mojó.
Yo – No –cuando dijo eso me bajó el brassiere, me pellizcó el pezón y movió su mano de mis nalgas a mi entrepierna ya muy mojada; mi conchita estaba empapada y palpitando, él tenía razón-.
Diego – Desde que la conocí moría por agarrarle las tetas –yo estaba súper hot- tiene la panocha empapada, jefa; ya ve, le calentó lo que escuchó; quiere que me la coja, verdad? Se le antojó mi verga –me susurró; yo negué con la cabeza; él metió la mano en mi calzoncito por un costado para tocarme la conchita- uy, la tiene bien depiladita, jefa, qué rico! Se ve que es bien cogelona mmmmmm–empezó a besarme, no pude negarme, me besaba el cuello y me comía las tetas, mientras me cogía con sus dedos; me bajó el otro tirante y el brassiere, mis tetas quedaron al aire-.
Yo – No, Diego, por favor…ya párale…-me miró a los ojos-.
Diego – Tiene una carita de puta deliciosa…está bien caliente, jefa…su mirada dice que quiere verga –me tomó la mano y la puso en su paquete- y se la voy a dar; le gusta?
Yo – No me cojas, Diego…-se sentía durísima su verga y grande, moría porque me cogiera, porque me la metiera duro- por favor –me agarró fuerte del cabello y seguía metiéndome los dedos en mi conchita, yo me excité muchísimo y no pude evitar venirme- mmmmmmmmmmmmmmmmm...ya Diego…
Diego – Te gusta, verdad, pinche putita? Es lo que necesitas, jefa.
Yo – Ya, Diego, por favor…vámonos, puedo venir alguien.
Diego – Ya cállate, puta, y sácamela –en ese momento escuchamos cómo entraban a la bodega a buscar botellas, yo me asusté, qué pasaría si bajaban por vinos y nos encontraban así? No creerían que él me obligaba a hacer eso- ssshhh cállate y sácamela, puta –me susurró y le obedecí- ahora jálamela –luego de unas pocas jaladas me dijo- quiero probar esa boquita de puta, jefa…mámamela –entonces me hinqué y se la mamé un poco- qué rico te la comes…ándale, babéamela…así, así…
Yo – Mmmmmmm…mmmmmmmmm…mmmmmmmm…mmmmmmmm –entonces me levantó, me quitó mi calzoncito y me sentó en el pequeño refri para vinos- no me cojas, te la mamo y vente en mi boquita, sí?
Diego – Bien que quieres verga, puta, tienes la panocha babeando, mira nada más…se ve deliciosa bien rasuradita…pinche jefa puta –me golpeteó la conchita con su verga, embarró su cabeza en la entrada de mi conchita y luego me la metió de una embestida; yo ahogué mi grito por si alguien seguía en la bodega; poco después no pude más y empecé a gemir- te gusta, verdad puta?
Yo – M-hm –asentí; ahí estaba yo a medio vestir, sin calzones, con mis tetas al aire, subida en un refri y siendo cogida por un jovencito de 20 años que me estaba haciendo lo que quería, apenas lo conocía y me estaba cogiendo, me estaba diciendo puta y yo estaba súper caliente, súper hot; me embestía y me comía las tetas, les pegaba y me pellizcaba los pezones, entonces tuve mi segundo orgasmo- puta madre, me voy a venir otra vez, no mames…aaaahhhh…mmmmmmmmmm…
Diego – Sí, putita, vente rico…ándale…báñame la verga…uy, qué rico…qué rica jeta de puta pone, jefa…cara de puta insaciable jajajaja –me acostó en el refri, me levantó las piernas y me la estuvo metiendo duro, se escuchaba cómo chocaban nuestros cuerpos y cómo entraba y salía su verga de mi conchita; yo estaba empapada, mis fluidos escurrían hacia mi culito-.
Yo – Ya, Diego…por favor…ya tengo que regresar.
Diego – Ya casi –me la sacó- nada más le doy lo que necesita para relajarse y no ser tan mamona, jefa.
Yo – No, qué vas a hacer?!
Diego – Darle verga por donde necesita –entonces acomodó su verga en la entrada de mi culito y empezó a metérmela poco a poco-.
Yo – No, Diego! –pocas veces dejo que me den por ahí, pero no le importó- ay, cabrón!
Diego – Qué apretadito culo, jefa…se ve que la falta uso, eh –se escupió la verga para que resbalara más al entrar-.
Yo – Ay, no mames, qué rico…síguele, papi…métemela en el culito.
Diego – Te gusta, verdad?
Yo – Sí, Diego…me coges bien rico, no mames.
Diego – jajaja Sabía que eras bien puta, Ingrid…me encanta que lo tengas apretado.
Yo – Sí, papi, dame…dame…métemela…ay, no mames!
Diego – Así hay que cogerse a las viejas mamonas como tú, como pinches putas y duro, cabrona…te gusta, verdad?
Yo – Sí, Diego…me encanta…dame tu lechita, quiero sentirla en mi, ándale.
Diego – Ahora también vas a ser mi puta, Ingrid…también vas a coger con nosotros, perrita, para que se te quite lo mamona.
Yo – Sí, papi, sí…ay, qué rica verga tienes! –así estuvimos un par de minutos más-.
Diego – Pídeme mis mecos, puta.
Yo – Vente, papi, vente en mi.
Diego – Pídeme mis mecos, Ingrid puta…jefa zorra…mis mecos.
Yo – Échame tus mecos, Diego…quiero tus mecos…quiero tu semen, por favor.
Diego – Así mero, puta –entonces me la sacó del culito, se la jaló y se vino en mi conchita y en mis culo, embarrándome mucho- aaaaahhhhh.
Yo – Ay qué rico…-me vine otra vez- mmmmmmmm…no mames, qué delicia!
Diego – Estás bien pinche buena, jefa y se deja coger de poca madre; así hay que tratarla, así hay que cogerla –me estuvo embarrando su semen con su verga en mi conchita y mi culito-.
Yo – Ya hay que irnos, nos desaparecimos mucho –me fui levantado- pásame mi ropa interior o algo para limpiarme.
Diego – No, así quédate, jefa.
Yo – Cómo crees? Claro que no! Se me va a notar.
Diego – Eso quiero, que te quedes bien embarrada y sin calzones; quiero que te vean así y que sientas mis mecos hasta que llegues a tu casa… o a donde vayas, jefa.
Así me quedé el resto del evento. Al acabar la boda, David, el capitán de meseros me llevó a mi casa, en el camino quiso que se la mamara, él me acarició las nalgas y se dio cuenta de que yo no traía calzones.
David – Ay, pinche, Ingrid, andas encueradita…pero así no estabas, cabrona…a quién se los diste, canija?
Yo – Mmmmmmmm…mmmmmmmmmm…mmmmmmm…me cogió uno de tus meseros…mmmmmmmmm…mmmmmmmmmm…
David – Hija de la chingada! A quién se las diste ahora? –empezó a dedearme la conchita-.
Yo – Mmmmmmmmm…el chavo nuevo…mmmmmmm…
David – Ah, qué cabrona! No dejas muñeco con cabeza jajaja; y te cogió rico, putita?
Yo – M-hm…mmmmmmmmmmm…mmmmmmmmm…
David – Pero quieres más verga, verdad, Ingrid? –asentí- ahorita que lleguemos a tu casa te voy a dar una buena cogida, mami.