Pillé a mi vecina recién divorciada muy caliente 4
Mi calenturienta vecina me había prometido que al volver a casa tendría novedades pero no la creo. Es más estoy convencido de que mi esposa se negará de plano a compartirme con ella. Aún así, al volver, estoy ilusionado.
Al llegar a casa, las dos me hicieron saber que querían descansar y por eso mientras ellas se quedaban viendo la tele, decidí irme a dar una vuelta por el pueblo. Esa huida era para darles la oportunidad de hablar entre ellas sin tenerme a mí merodeando por la casa. Por eso, antes de salir, cogí por banda a Paloma y le pedí que tratara de sonsacar a mi mujer sin ser muy directa.
-Deja eso de mi cuenta- respondió mientras aprovechaba para dar un buen magreo a mi paquete con sus manos.
Descojonado, la dejé hacer y cuando ya tenía una erección entre sus dedos, le di un azote mientras le decía:
-A mí no hace falta que me persuadas. Es a María a quien debes de convencer .
Mi “orden” le hizo gracia y poniendo cara de puta, contestó:
-Cuando vuelvas, te tendré una sorpresa.
La lujuria de su mirada al despedirse de mí me hizo saber que tenía una estrategia planeada y conociéndolo de antemano, eso no sé si me dio confianza o miedo.
«¿Qué se traerá entre manos?», pensé ya en la acera.
No tenía duda que esa mujer era inteligente, pero, aun así, me fui cabizbajo a tomarme una copa. Tras la barra del bar donde me metí, mis dudas solo hicieron más que crecer y por eso cuando a la hora creí que era el momento de volver, pensé que me encontraría en una situación bastante desagradable. Lo extraño fue que no estaban en la casa y eso me puso todavía más nervioso.
«¿Dónde se habrán metido?», mascullé entre dientes cuando con el paso de las horas no volvían.
Eran cerca de la nueve cuando recibí una llamada de mi esposa avisando que estaban esperando que les terminaran de preparar un pedido en el chino de la esquina y me pidió que fuera poniendo la mesa mientras tanto. El buen humor con el que me habló y las risas de Paloma que pude oír por detrás me confirmaron que todo había ido bien.
Deseando que llegaran, coloqué los platos, abrí un buen vino y esperé. En cuanto las vi entrar me percaté que habían bebido. Su tono desenfadado y el volumen de su conversación eran el de alguien con unas copas y por eso les pregunté que celebraban.
-Pronto lo sabrás- me soltó María y sin importarle la presencia de su amiga, me besó con lujuria.
La manera en que con su lengua forzó mis labios y el modo en que restregó su sexo contra el mío me anticiparon que esa noche iba a dormir poco, pero lo que confirmó que iba a ser así fue cuando uniéndose a nosotros, Paloma unió sus labios a los nuestros. Durante un minuto, dejé que mi lengua fuera de la boca de mi mujer a la de mi vecina mientras ellas no paraban de reír hasta que contagiado de su alegría, pregunté a que se debía tal saludo:
-He hablado con Paloma y hemos llegado a un acuerdo.
Sabiendo el contenido de ese trato, tuve que disimular y preguntar de qué hablaban. Fue entonces cuando mi vecina soltando una carcajada, me soltó:
-Como sabrás estoy divorciada y hace mucho que no hago el amor. Al contarle a tu mujer que soy bisexual y que me siento atraído por ella, me ha explicado que nunca sería capaz de ponerte los cuernos.
-Y ¿qué tengo que ver yo en eso?
Interviniendo, María hizo un puchero y con tono inocente, me dijo:
-Si participamos los dos, ¡no serían cuernos!
Alucinado por su descaro, insistí:
- ¿Me estáis proponiendo un trio?
En vez de contestarme las dos al unísono se arrodillaron frente a mí y sin darme posibilidad de opinar, me bajaron la bragueta. Mi pene reaccionó al instante y por eso cuando mi mujer metiendo la mano lo sacó de su encierro, este apareció ya totalmente erecto.
Mientras me pajeaba, Paloma comentó:
-Se ve que tu pajarito está de acuerdo- para acto seguido acercar su boca y sacando su lengua, darme un lametazo.
Aunque María fue la que me informó de ese trato, aun así, busqué con la mirada su reacción y en sus ojos descubrí que lejos de enfadarse, mi mujer estaba excitada. La calentura que sintió al ver mi miembro en la boca de su amiga la hizo levantarse y desnudarse para acto seguido poniendo uno de sus pechos en mis labios, preguntar:
- ¿Te gusta la sorpresa?
Sin contestar, mi lengua recorrió el inicio del pezón que puso a mi disposición y al hacerlo, pegó un gemido mientras su areola se retraía claramente excitada. Paloma al verlo, incrementó su mamada embutiéndose mi falo hasta el fondo de su garganta. Pero entonces, María pidió que siguiéramos en la cama, nuestra vecina a desgana se sacó mi verga de su boca y se quejó diciendo:
- ¿No podías haber esperado a que se corriera?
María ayudándola a levantarse, la consoló diciendo:
- ¿No prefieres ser la primera en ser follada?
La carcajada de Paloma evidenció que el cambio le gustaba y quitándose la ropa, nos guio ya desnuda hasta nuestra habitación. Al llegar a mi cama, las atraje con mis manos y alternando de una a otra, me puse a mamar de sus pechos. El saber que disfrutaría de esos dos cuerpos me hizo avanzar en mis caricias y les pedí que se acostaran junto a mí. Fue entonces cuando escuché que Maria me decía:
-Tranquilo, machote. ¡Tú relájate y déjanos hacer!
La mirada cómplice que descubrí en mi vecina me hizo suponer que ya lo tenía planeado y por eso cuando entre las dos me terminaron de quitar el pantalón, supe que debía de quedarme quieto.
Paloma fue la que tomó la iniciativa y deslizándose por mi cuerpo, hizo que su lengua fuera dejando un húmedo rastro al ir recorriendo mi cuello y mi pecho rumbo a su meta. Cuando su boca llegó a mi ombligo, sonriendo me miró y al ver que en ese momento estaba mamando de los pechos de mi mujer, pegó un gemido y con sus manos comenzó a acariciar mi entrepierna.
- ¿Te gusta que seamos tan putas? - preguntó mi esposa al sentir mis dientes mordiendo sus pezones.
-Mucho- respondí más interesado en sentir que en hablar, porque en ese instante mi vecina se había agachado entre mis piernas.
Al disfrutar de la humedad de su boca alrededor de mi pene, gemí anticipando el placer que ellas me iban a otorgar. Mi gemido fue la señal que esperaba mi esposa para unirse a la otra y compartiendo mi pene con su amiga, besó mi glande mientras la morena se apoderaba de mis huevos, introduciéndoselos en la boca.
Su coordinado ataque me terminó de excitar y chillando les grité que se tocaran entre ellas. Curiosamente fue María la que tomó la iniciativa y mientras seguía lamiendo mi polla, llevó una de sus manos hasta el trasero de Paloma. Nuestra vecina se agitó nerviosa al sentir una mano de mujer recorriendo su culo y tras un momento de indecisión, imitó a Maria usando sus dedos para recorrer los pliegues del coño de mi mujer.
Las dos mujeres compitieron entre sí a ver cuál era la que conseguía llevar a la otra al éxtasis mientras se coordinaban para entre las dos apoderarse de mi falo con sus bocas. Alucinado me percaté que sin buscarlo mi esposa y su amiga se estaban besando a través de mi miembro. Sin darse apenas cuenta, los labios de ambas se tocaban mientras sus lenguas jugaban sobre mi piel.
La visión de esa escena y el convencimiento que esas dos me iban a regalar muchas y nuevas experiencias, aceleraron mi excitación y tanto María como Paloma al notarlo buscaron con un extraño frenesí ser cada una de ellas la receptora de mi placer. Os confieso que era tal el maremágnum caricias que no pude distinguir quien era la dueña de la lengua que me acariciaba, ni la que con sus dientes mordisqueaba la cabeza de mi pene hasta que ejerciendo su autoridad María se apoderó de mi pene para ser ella primera en disfrutar de mi simiente.
- ¡Yo también quiero! - protestó nuestra vecina.
Compadeciéndose de ella, mi esposa dejó que ambas esperaran con la boca abierta mi explosión, de forma que al eyacular fueron dos lenguas las que disfrutaron de su sabor y ansiosas fueron dos manos las que asieron mi extensión para ordeñar mi miembro y obligarlo a expeler todo el contenido de mis huevos. La lujuria de ambas era tan enorme que no dejaron de exprimir mi pene y de repartirse su cosecha como buenas amigas.
Os confieso que jamás disfruté tanto como cuando ellas iban devorando mi semen recién salido hasta que convencidas que habían sacado hasta la última gota, me preguntaron que si me había gustado.
-Ha sido la mejor mamada que nunca me han hecho- respondí sin mentir en absoluto.
Al oírme alabar sus maniobras, sonriendo se tumbaron a mi lado y se abrazaron besándose. La pasión que demostraron y el modo en que entrelazaron sus piernas me hizo saber que no habían tenido suficiente y que querían amarse entre ellas. Sobre todo, me sorprendió el modo en que mi esposa se comió con los ojos los pechos de nuestra vecina y viendo su indecisión decidí ayudarla:
- ¿No te apetece darle una probadita? - pregunté mientras pellizcaba los pezones de Paloma.
María se estremeció al verme masajeando esas dos tetas y sin poder aguantar más las ganas que la consumían se acercó y metió una de sus areolas en su boca mientras con su mano recorría el cuerpo de esa mujer.
- ¡Qué gozada! -, gimió Paloma al notar que mi mujer iniciaba el descenso hacia su vulva.
María, al comprobar que su amiga separaba sus rodillas para facilitar sus maniobras, no se hizo de rogar y separando con los dedos los labios inferiores de nuestra vecina, acercó la lengua a su botón de placer. Ella al sentir su respiración cerca de su sexo, sollozó de placer y por eso cuando notó el primer dedo dentro de su vagina, pegó un grito y le rogó que no parara.
¡Pídemelo! ¡Putita! – respondió mi mujer al tiempo que usaba sus yemas para torturar el botón erecto de su amiga.
¡Fóllame! - rogó Paloma ya completamente excitada.
Su confesión fue el inicio de una sutil tortura y bajando entre sus muslos, sacó la lengua para saborear por vez primera del fruto de su coño. La humedad inicial que lucía ya se transformó en un torrente que empapó la cara de mi mujer, la cual habiendo dado el paso se recreó lamiendo y mordiendo su clítoris. Al hacerlo, su trasero quedó a mi disposición y sin pensármelo dos veces, cogí mi miembro entre mis manos y la ensarté metiendo en su interior toda mi extensión.
Esa postura me permitió usar a María mientras ella seguía devorando con mayor celeridad el chocho de Paloma, la cual me sonrió al ver como empalaba a mi mujer. Metiendo y sacando mi pene lentamente me permitió notar cada uno de sus pliegues al ir desapareciendo en su interior y disfrutar de como mi capullo rozaba la pared de su vagina al llenarla por completo. Nuestra vecina al verla así ensartada y sentir su boca comiendo de su coño, no pudo reprimir un chillido y llevando las manos hasta las tetas de mi mujer, le pegó un pellizco mientras le decía al oído:
-Eres tan puta como yo.
Al oírlo, María bajó la mano a su propia entrepierna y empezó a masturbarse al tiempo que respondía:
-Lo sé- mientras totalmente excitada por ese doble estímulo me pedía que acelerara el ritmo de mis penetraciones.
Al obedecerla e incrementar el compás de mis caderas, gimió pidiendo que no parara para acto seguido desplomarse presa de un gigantesco orgasmo. Paloma al comprobar que mi mujer había obtenido su parte de placer y mientras todo su cuerpo se retorcía como poseído por un espíritu, me obligó a sacársela y actuando como posesa, sustituyó mi polla por su boca.
María al notar el cambio, unió un orgasmo con el siguiente mientras Paloma me pedía que me la follara sin parar de zamparse el coño de su amiga. Demasiado excitado por la escena, la agarré de los hombros y de un solo empujón acuchillé su vagina. No llevaba ni medio minuto zambullido en mi vecina cuando mi pene estalló sembrándola con mi blanca simiente.
- ¡No me jodas! - protestó al comprobar que me había corrido y buscando obtener su placer antes que mi pene hubiese perdido su erección, me obligó a tumbarme y saltando sobre mí, se empaló totalmente insatisfecha.
Menos mal que mi mujer acudió en mi ayuda y mientras con los dedos la masturbaba, se puso a mamar de sus pechos hasta que pegando un aullido obtuvo su dosis. Agotada cayó sobre mí y con sus últimas fuerzas, rompió el silencio diciendo:
- ¡No me lo puedo creer! ¡Me habéis dejado caliente insatisfecha como una mona!
Sabiendo que era parcialmente mentira, María soltando una carcajada la besó diciendo:
-Tranquila, tenemos un mes para recompensarte.
Paloma, sonriendo, aceptó sus besos mientras me guiñaba un ojo.
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Como os prometí voy a terminar las historias inconclusas que escribí.
Y NUEVAMENTE, os informo que he publicado, en AMAZON, UNA NUEVA NOVELA TOTALMENTE INÉDITA. SE LLAMA:
“HERENCIA ENVENENADA”
Sinopsis:
No quería saber nada del hombre que me había dado la vida, lo odiaba. Nos había dejado a mi madre y a mí cuando era un niño. Por eso cuando me informaron que había muerto, no lo sentí. Me daba igual, Ricardo Almeida nunca fue parte de mi vida y una vez fallecido menos.
O al menos eso quería porque fue imposible. Si bien en un principio cuando me enteré que ese grano en el culo al morir me había dejado toda su fortuna la rechacé, al explicarme mi abogado que si hacia eso mi mayor enemigo se haría con mi empresa tuve que aceptar, sin saber que irremediablemente unidas a su dinero venían cuatro científicas tan inteligentes y bellas como raras.
Si queréis leerla, podéis hacerlo en el siguiente link: