Pillado

Un desliz en el trabajo me pone en una situacion bastante vergonzosa.

Cuando la nueva jefa de ventas me pillo falseando mis cuentas no me imaginaba lo que me iba a costar,

A cambio de su silencio decidió que debía trabajar para ella, y yo como no tenía otro remedio pues acepte,

Me presente el sábado en su casa dispuesto a hacerle el trabajo que tuviese pensado.

-Hombre, el chorizo. Me saludo al abrirme.

Lo pase por alto y entre, ella se dirigió al salón y se sentó yo fui ha hacerlo también.

-Quien te ha invitado a sentarte, quédate ahí de pie mientras te explico tus tareas.

Asi que allí me quede, ante aquella mujer que por que no decirlo me estaba poniendo a cien, llevaba un ceñido vestido negro que al sentarse dejaba parte de sus bonitas piernas al aire.

-Adriana, nuestra sirvienta, se ha tenido que ir, asi que tú ocuparas su lugar, creo que tenéis la misma talla asi que su ropa te valdrá.

  • ¡¡Como!! Grite sorprendido

-Bueno a lo mejor prefieres que llame a la policía.

-No, déjalo. Conteste

  • No ama, a partir de ahora para ti ¿entendido?

-Si ama.

-Muy bien vamos al cuarto de Adriana y te vistes.

La seguí hasta una habitación y me hizo pasar, todo estaba encima de la cama, y desde luego me ahorre el preguntar, ella se quedo en la puerta mirando para mayor humillación mía,

Me puse unas braguitas blancas, sujetador del mismo color, medias y liguero con encaje del mismo color, sobre todo ello un corto vestido de doncella francesa y asi me llevo a la cocina.

-Bueno Adriana, tus tareas serán las propias de una sirvienta y algunas otras que ya veras, debes saber que somos partidarios de los castigos corporales para corregir los errores.

-¿Somos ama?

  • Ah si tu no sabes que estoy casada luego vendrá mi marido, el es mi esclavo pero con respecto a ti como si fuera yo misma, ¿entendido?

  • Si ama

Empecé a limpiar la cocina, me sentía ridículo asi vestido, recogí la colada y la señora me indico donde tenderla, ella iba apartando las prendas mas delicadas, sus braguitas, sujetadores, ligueros, etc.

--Esto lo tenderemos aparte Adriana, ven conmigo

Me llevo al jardín de atrás y me ordeno desnudarme, luego fue colgando todas estas prendas de mi cuerpo, usando pinzas colgó braguitas de mi pollita, de mis huevos, sujetadores de los pezones y asi hasta que lo hubo tendido todo,

Me dejo allí avisándome de que no me moviera hasta que estuviese todo seco

a la media hora o asi entro un hombre en el jardín.

-Vaya pero si es la putita nueva, ¿ya te ha dicho tu señora como tienes que tratarme?

-Si amo. Conteste avergonzado.

Acerco una escalera de mano y se subió de forma que su entrepierna quedo a la altura de mi cara, despacio se saco la polla.

-Pues hala chupa golfa.

Con un asco infinito me la metí en la boca y chupe como pude aquel miembro mientras el dolor de las pinzas se me hacia casi insoportable, estuvo asi un buen rato hasta que la voz de la señora le reclamo dentro.

-Luego te acabare cerda.

Cuando todo estuvo seco lo recogí con cuidado, me puse la ropa de criada y me fui para dentro.

Ella estaba sentada en su sillón y nada mas verme me dijo

-Ya me ha contado mi marido que no has sabido satisfacerle, eso merece un castigo.

Su marido estaba sentado en otro sillón y allí entre sus piernas me hizo arrodillar mi ama.

-Ahora sácale la polla y le haces una mamada.

Torpemente le desabroche la bragueta y saque el miembro fuera, estaba fláccido y me lo metí en la boca para chuparlo como si fuera un caramelo, notaba como crecía en mi boca hasta llenarla y entonces empecé a recorrerlo arriba y abajo como había visto hacer en las películas porno,

De repente note como mi ama me alzaba la faldita y la echaba sobre mi espalda, me bajaba las braguitas hasta medio muslo y sin solución de continuidad apretaba contra mi ano algo que me penetro causándome un gran dolor, intente gritar pero la polla me llenaba la boca impidiéndomelo, mientras me estaban violando el hombre exploto llenándome la cara de su semen, mi ama se retiro dejándome a cuatro patas, con la falda arriba, las bragas bajadas, mostrándoles el culo.

-Vamos que es hora de comer, y has de servirnos, por cierto no te limpies la cara así estas más guapa cerda.

Me pase la comida sirviéndoles y entre plato y plato debía meterme debajo de la mesa y lamerle los pies a mi ama, al menos ahí mi humillación no era visible,

Después de los postres ella se encendió un cigarrillo y me llamo. –Adriana, ven saca la lengua.

Me ordeno inclinarme hasta que mi boca estuvo a la altura de la mesa

, tuve que hacerlo sin doblarlas rodillas con lo que la faldita se me subió dejándome el culo al aire,

Así serví de cenicero a mi ama que despreocupadamente depositaba la ceniza en mi lengua mientras charlaba con su marido

Cuando ellos abandonaron la cocina yo por supuesto me quede recogiéndolo todo, al cabo de un rato oí que mi ama me llamaba desde el salón,

Ella estaba sentada en su trono y el enfrente había empezado a desnudarse

-Ven aquí Adriana que este perro necesita donde dejar su ropita.

Asombrado vi. como el también llevaba debajo de su traje ropa interior femenina.

-Bájate las bragas cerdita. Me dijo

Asi lo hice y entonces colgó con una pinza el sujetador que se acababa de quitar de mi pollita, procedió a sacarse las medias que también fueron a parar allí con otras dos pinzas de tender.

-Saca la lengua puta. Me ordeno

Y ahí en la misma punta me prendió de la misma forma las delicadas braguitas de encaje que llevaba bajo el pantalón, aun quedaba el liguero que fue a parar a uno de mis pezones por el mismo sistema.

Lo tumbo sobre sus rodillas y la azotaina que recibió fue bastante curiosa, yo no podía evitar sentir una intima satisfacción, aunque sospechaba que a la larga se volvería contra mi.

Al acabar se incorporo el azotado y vino a recoger su ropita, no se molestaba en abrir las pinzas, sencillamente tiraba de ellas y me las arrancaba con el consiguiente dolor.

-Sigue con lo tuyo, cerda

Fui a subirme las bragas pero me corto en seco.

-No vete asi, me gusta verte andar como una puta ridícula.

Y asi era como andaba, procurando que no se me bajaran mas mientras ellos se burlaban de mi.

Pase media tarde haciendo mis labores mientras ellos salían al jardín,

En un momento dado me llamaron, cuando me acercaba sus risitas no presagiaban nada bueno para mi,

-Adriana, quítate las bragas y el sujetador y ponlo aquí. Dijo mi ama señalando un lugar en el suelo ante ella,

Asi lo hice avergonzado, ella lentamente se agacho y comenzó a orinarse sobre mi ropa interior, al acabar se acerco a mi y amarrándome de la cabeza me condujo entre sus piernas donde hube de asearla convenientemente,

Mientras el también se había acercado a mi ropa y bajándose los pantalones y las braguitas se agacho como otra señorita y se meo a su vez,

Se incorporo y cuando se dirigió a mi ya supe lo que debía hacer, empecé a lamerle el capullo hasta dejarlo completamente limpio de restos y luego con mis manos se lo seque totalmente,

-Hala Adriana vístete que pareces una puta y sigue con lo tuyo.

Me puse las bragas empapadas y el sujetador en el mismo estado, ya se habían enfriado y su contacto era asqueroso pero hube de hacer tripas corazón y seguir con lo Mio asi "vestida"

Al rato me encontré con mi ama en la escalera y descuidadamente tropecé con ella no fue nada pero estoy seguro que buscaba un motivo para castigarme.

-¡¡Que te pasa imbecil!! No sabes andar derecha ven conmigo.

La seguí hasta la cocina donde me coloco delante de la encimera.

-Dame tus bragas. Asi lo hice, estaba cogiendo mucha practica en quitarme las bragas.

-Abre la boca cerda.

Empapadas en orina como estaban me las metió en la boca hasta que me la lleno, me daban arcadas pero eso a ella le daba igual.

-Inclínate sobre la encimera y súbete la faldita Adriana.

Asi lo hice ofreciendo de esa manera yo mismo el culo para el castigo.

Vi como Cojia una ancha paleta de madera delante de mis narices, ese iba a ser el instrumento de mi castigo,

-Cada vez que te de un azote lo cuentas y me lo agradeces Adriana.

El primero me pillo de sorpresa

-Uno ama, gracias.

Asi hasta veinte, cuando me dejo sentía el culo ardiendo y la cara también por la vergüenza pasada, y todo por unos miserables billetes.