Pillada con el monitor de Aquagym en el Camping

Ana, después de follarse al mejor amigo de su hijo en un concierto de rock, es pillada follándose al monitor de Aquagym en el camping durante las vacaciones

Hola a todos, soy Ana, tengo 53 años, casada con Javier, mi novio de toda la vida y tengo un hijo de 23 años que se llama Jaume.

Lo que paso a relatar sucedió éste mes de junio, cuando disfrutábamos de nuestras vacaciones de verano en el camping de Tarragona.

Como recordaréis de mi relato anterior, mi vida sexual con Javier ya no es lo que era y tras tantos años de matrimonio hemos entrado en una rutina desesperante para mí.

Tras el concierto en el que me follé a Daniel el mejor amigo de mi hijo, mi vida cambió totalmente. Siempre me ha gustado cuidarme y mantenerme en forma y me encanta ser deseada por el sexo masculino. Pero como he dicho antes, la follada que me pegó Daniel en el concierto fue un antes y un después en mi manera de ver el sexo y la pareja, y había roto una barrera hasta ahora inquebrantable y ya no tenía límites.

En el mes de junio, fuimos de camping como todos los años a Tarragona, pero éste año en lugar de dejar a nuestro hijo Jaume en casa, le convencí para que se viniera con nosotros y se trajera también a Daniel, efectivamente con muy malas intenciones por mi parte.

Cada día que bajábamos a la playa mi marido babeaba con las chavalas jóvenes y sus espléndidos pechos al aire, pero eso ya no me importaba, ahora yo tenía a mi voyeur favorito que no me quitaba ojo de encima. Hasta ahora únicamente había hecho topless cuando estábamos en familia, pero ésta vez di un paso más, y a pesar de que estaba Dani con nosotros, dejé que mis pechos gozaran del sol y por supuesto que Dani, también gozara de mi cuerpo.

Como ya sabéis a mis 53 años me conservo bastante bien gracias a mis largas horas en el gimnasio y por su puesto a mi estricta dieta, así que, sin poder competir con esas chavalas de 25 años, creo que tengo unos pechos aún bastante firmes y sobre todo unos muslos bastante torneados y definidos.

En el camping, todas las noches había un espectáculo diferente, y los monitores era siempre los mismos, pero cambiaban de personajes. El grupo era dirigido por Romualdo, al que todos llamaban Romu, un mulato cubano, de 1,90 metros de alto, ancho de espaldas que era un verdadero artista. Igual salía haciendo piruetas de circo, que bailaba, que cantaba, era un todo terreno. Aunque casi siempre iba vestido de cintura para arriba, cuando actuaba sin camiseta, su cuerpo llamaba la atención por sus músculos bien definidos. Romualdo tenía aproximadamente 25 o 27 años y unos dientes blanquísimos que mostraba con su permanente sonrisa. Los niños estaban encantados con él y como me di cuenta a medida que pasaron los días, las MAMIS de esos niños también lo estaban.

Las mañanas se me comenzaron a hacer largas y aburridas, así que me las ingenié para buscar alguna actividad extra en el camping y al acudir a información me percaté que por la mañana había AQUAGYM, actividad que nunca había probado así que intenté inscribirme. Cuando acudí a información para apuntarme a las clases, la recepcionista me informó que las clases de AQUAGYM estaban casi siempre completas y que lo veía muy difícil. Me pareció muy extraño ya que para ser un mes de junio el camping no estaba muy lleno, pero cuando me enteré de quién era el monitor, no tuve ninguna duda de cuál era el motivo de la aglomeración de MAMIS para hacer ésta actividad. Si, efectivamente, Romualdo era el monitor.

A partir de ese momento, yo ya no tenía otros ojos que para fijarme en Romu, ¡!cómo se movía!!, ¡!cómo bailaba!!, ¡!cómo se dirigía a sus alumnas siempre con su sonrisa en la cara!!. Mi obsesión fue tal que, por las mañanas, aunque no tenía plaza para acudir a las clases dentro de la piscina, me quedaba fuera para no quitarle ojo de encima a mi Romu.

Mi implicación con las clases fue tal, que hasta fuera de la piscina era capaz de moverme y seguir los pasos de Romu y admirar al mismo tiempo su cuerpo, hasta que sin quererlo por su puesto capté su atención. Resulta que me involucré tanto en sus clases que, dando un paso en falso hacia la izquierda, me tropecé con una hamaca y me pequé un tortazo de espanto. Romu de inmediato acudió hacia dónde estaba para preocuparse por mi estado y me hizo una revisión completa, tanto con la mirada como con sus manos.

Romu que de cerca parecía más alto y grande aún, no paraba de sonreír y comenzó a preguntarme cosas que yo ni siquiera entendía. Yo estaba encandilada con aquel cuerpo y aquellas manos, que no sé ni como pero ya tenían mi tobillo en alto y haciendo movimientos de exploración. Y allí estaba yo, con mis muslos semi abiertos, con una pierna en alto y con las manos de Romu subiendo por mi pantorrilla. Su exploración fue todo un éxito, mi tobillo seguía igual de mal, pero mi sexo ya estaba totalmente húmedo. Ver aquella mole de músculos, pero con una cara de niño entre mis muslos abrió por completo mi grifo y mis jugos comenzaron a salir de mi coñito.

Romu hizo lo que pudo en ese momento, pero me advirtió que también era FISIO y que por las tardes atendía en una sala junto al gimnasio que si lo necesitaba me podía acercar. Joder con el niño, además de bailar, cantar y moverse como un verdadero artista es también FISIO, una verdadera joyita.

Por supuesto que no lo dudé ni un instante, al día siguiente estaba malísima del tobillo, bueno, en realidad me dolía un poco y ni siquiera se me había hinchado, pero el resto hasta malísima lo puse yo con mi cuento. Pedí hora en recepción y esa misma tarde a las 16 horas me planté junto al gimnasio para que mi Romu me diera un vistazo a mi tobillo inflamado.

Javier mi marido ni siquiera me acompañó, más bien apenas se preocupó de cómo estaba y se echó a dormir la siesta, así que allí estaba yo, con un calor sofocante y una humedad insoportable que me calaba toda la ropa.

Romualdo me recibió con su eterna sonrisa en la boca, sus dientes blancos, alto, corpulento y su tez morena que resaltaba al ir totalmente vestido de color blanco. Me hizo pasar a la salita y al entrar me envolvió un aroma embriagador, olía a él, a Romualdo.

Yo iba vestida con una camiseta holgada y sin sujetador por supuesto y una faldita corta como la de las jugadoras de tenis, me subí a la camilla y me coloqué como él me indicó. Se sentó en un pequeño banquito y sus manos quedaron a la altura de la camilla y mis piernas estiradas. Me dobló la pierna afectada y allí quedé otra vez con las piernas semi abiertas y a disposición de su mirada.

Comenzó a tocarme la parte medio hinchada del tobillo y se untó las manos con una crema blanquecina empezándome a masajearme el pie. El contraste de su piel ébano con el color blanco leche de mi piel era más que notable. Y así lo tuve, entre mis piernas durante unos 15 minutos, en los que yo no le quitaba ojo de encima. Cada movimiento que hacía sobre mi pierna, era una gotita de flujo íntimo que notaba que iba cayendo por mi interior hasta que la braguita no pudo ocultarlo más y la traspasó.

Romualdo abrió un poco más mis piernas, me miró a los ojos y volvió a concentrarse en su trabajo, pero de repente todo cambió, sus manos ahora subían por mi pantorrilla, dándome un masaje muy agradable desde abajo hasta arriba.

Yo hasta el momento me encontraba medio incorporada, pero no pude resistir más la posición y mi espalda cayó hasta quedarme totalmente acostada. Sin embargo, mis piernas aún permanecían dobladas y abiertas, dejando a su total disposición la visión de mis braguitas totalmente empapadas.

Romualdo comenzó a subir ahora su masaje (aunque yo calificaría de caricias), muslo arriba, subiéndome hasta la cintura la faldita negra que llevaba puesto. Por su puesto que no me opuse en absoluto, es más, levanté un poco el culito para que no le molestara y pudiera trabajar aún mejor.

De pronto aquellas manos grandes y fuertes, llegaron al punto más íntimo de mi cuerpo, uno de sus dedos rozó apenas con mi rajita, y un gemido se escapó de mi boca. El roce se repitió una vez más, y otra, y otra, y me tuve que llevar mi mano a la boca para que no se me escapara un pequeño gritito de placer. Romualdo me volvió a mirar con su cara de niño travieso sonriendo y se zambulló entre mis muslos hasta que noté cómo su nariz se pegaba a mi coñito, realizó una inspiración profunda como si quisiera llevarse para sí todo el olor a sexo húmedo y caliente que emanaba de mi ser.

Metió sus manos debajo de mi culito y me quitó las braguitas llevándoselas a su nariz para darle un último repaso antes de guardárselas en el bolsillo.

-        Sabía que eras una mujer muy caliente desde que te vi en la piscina.

Se puso cómodo y se volvió a zambullir entre mis muslos. Ahora no eran sus dedos lo que notaba, eran sus labios, sus dientes, su barbilla y su lengua que se metió profundamente en mi sexo comenzando a jugar con mi clítoris cada vez más redondo e hinchado.

Sus manos fuertes y grandes me cogieron por las caderas y su boca cada vez empujaba con más fuerza como si se quisiera meter todo dentro mío. Era un maestro comiéndome el coñito, me daba golpecitos con su lengua, intercalados con un movimiento profundo hacia dentro que me estaba llevando hasta las estrellas y más allá.

-        Romuuuuu, cariñoooooooooo no aguanto mássssssss me voy a correrrrrrr neneeeeeeeeee

Y allí se fue todo mi ser, tuve un orgasmo como hacía años que no experimentaba y mis manos cogieron esa cabecita y la apretaban contra mi coño abierto y mojado para que no se perdiera ni una gota de mi corrida.

Buffff, no sé cuánto tiempo estuve convulsionando y mis piernas temblando, pero cuando todo acabó volvió a aparecer delante de mi sonriendo con su cara de niño malo entre aquellos hombros grandes y fuertes, diciéndome. –Uhmmm eres una Mami MUY MALA

De repente rodeo la camilla y se puso delante de mí y empezó a subirme la camiseta hasta que me la quitó totalmente apareciendo mis pechos talla 95 que lo dejaron boquiabiertos. Empezó a masajearlos y mis pezones se pusieron duros como dos garbanzos. Su pubis que quedaba a la altura de la camilla y por supuesto mi cabeza se comenzó a acercar, y comenzó a hacer movimientos circulares como si estuviera bailando.

Mis manos que aún estaban libres acudieron de inmediato a su búsqueda, y cogiendo su culito por detrás, me lo arrimaron aún más, notando en mi cabeza lo que comenzaba a ser una verga en estado casi duro.

A continuación, y aún boca arriba, le desabroché la bragueta y le saqué aquel pedazo de carne de color chocolate con leche que me dejó boquiabierta. El tamaño de aquel miembro estaba de acuerdo a cómo era él, INMENSO.

Se la saqué en su totalidad y Romu haciendo un movimiento muy hábil, me dejó aquel vergón encima de mi cara, debía ser como el tamaño de mi antebrazo, aunque un poco más grueso.

El seguía masajeando mis pechos y de vez en cuando mi sexo y mi lengua comenzó a recorrer todo el largo de su pene desde el principio hasta el fin hasta que nuevamente con otro movimiento hábil, me metió su cabeza gorda y de color rosa dentro de mi boca.

Comencé pues a succionar con suavidad, intentando absorber los primeros jugos que salían de aquella cabezona grande y dura.

-        Uhmmm siiiii Ana.. ahhhhh sigue chupando eres una diosa… cómo noto tu lengua dándome golpecitos.

Romualdo me tenía a su entera disposición, continuaba masajeando mis pechos, dándoles lametones y girando un poco la cabeza hacia la ventana que había en aquel cuarto, vio que había asomado un hombre de aproximadamente mi edad que no paraba de mirarnos. Romu ni se molestó en decirle nada y se arrojó sobre mis pechos comenzando a morderlos y a lamerlos provocándome un placer desbordante.

Se apartó al momento de mí, se quitó los pantalones y la camiseta, y por fin pude observar aquel cuerpazo atlético, fuerte, fibroso y que brillaba por el sudor que comenzaba a recorrerlo. Me bajó de la camilla, me puso de rodillas sobre unas toallas que tiró al suelo y ahora sí que pude devorar aquella polla gorda, grande y venosa que apenas me cabía en la boca por su grosor. De vez en cuando me daba golpecitos en la boca y en el cachete como si de un juguete se tratara y mi coño continuaba emanando jugos sin parar.

Romu seguía a lo suyo sin pensar en aquel hombre que continuaba mirando por la ventana mientras disfrutaba de mí y yo de él, aunque la posición del cuerpo de aquel espía había cambiado y ahora una de sus manos hacía movimientos repetitivos y constantes, como si se estuviera masturbando.

La verga de Romualdo no paraba de crecer en grosor y en dureza y de su boca salían pequeños gemidos al paso de mi lengua, hasta que decidió cogerme por debajo de los brazos y levantándome como una pluma me colocó sentada en la camilla con mi rajita a su entera disposición. Se acercó a una cajonera que tenía detrás suyo y se colocó un condón extra grande supongo, porque aquella polla no era lo normal a lo que yo estaba acostumbrada. Con su soldadito mirando hacia arriba, en dos pasos ya lo tenía entre mis piernas y me eché hacia atrás para darle mayor facilidad a la penetración. Me la colocó despacio, jugando con mis labios vaginales, lubricándose poco a poco su miembro para que la penetración fuera más placentera.

-        Ahhhh… joderrrrr neneeee cómo te notoooooooooo

Me cogió de los hombros y con tres empujones ya la notaba toda dentro, nunca había notado nada igual, ni siquiera con un consolador. Me rellenaba todos los rincones de mi sexo, no dejaba ni un solo trocito por rozar con su pene, cada milímetro de mi coñito estaba notando aquella barra de carne entrar y salir.

Pero mi excitación era tal, que no podía quedarme así, le empujé fuera, lo cual a él le sorprendió al principio y pidiéndome disculpas por si me estaba haciendo daño. Ahora la que sonreía era yo, y mirándole a los ojos, me incorporé llevando mis manos a su verga y de un tirón le quité el condón que me impedía notar todo el tacto de su piel venosa.

-        Ahora sí cariño, dámelo todo Romu, quiero notar esa vergota grande y fuerte que tienes dentro de todo mi ser uhmmm.

Y Romu dando un golpe de riñones fuerte y lanzando un gran gemido me la metió sin piedad para que la pudiera notar en todo su esplendor.

¡¡Cómo se movía aquel chico!! No paraba de entrar y salir haciendo movimientos circulares con sus caderas, la notaba a izquierdas y a derechas, como si estuviera bailando dentro de mí.

Mi excitación iba en aumento con cada penetración y sabía que no iba a aguantar mucho más, y mi segundo orgasmo empezó hacerme temblar desde la punta de los dedos del pie hasta el último pelo de mi cabeza.

-        Aghhhh  Romuuuuu, como te notooooo cielooooooo. Cómo me llenas…me viene yaaaaaaaa, me viene cariño….aghhhhhh me corro neneeeeeee, me corroooooooooo.

Y mi coñito empezó a contraerse sobre su verga enhiesta como si lo quisiera ordeñar, y Romu continuaba empujando y empujando sin parar.

Me quedé extasiada y desecha por aquella convulsión tan fuerte que acababa de tener, pero mi niño no paraba de empujar y empujar dándome más y más placer.

Tras tomarme unos minutos de descanso, le miré a los ojos y levantando el culito para que la penetración fuera más profunda y placentera me concentré en apretar con mis paredes vaginales su polla para que me diera por fin mi premio.

Me abracé a su cuello, rodeé con mis piernas su estrecha cintura y a cada vaivén de sus caderas, yo le correspondía con un empujón de las mías, para que llegara bien dentro mío. Lancé una mirada hacia mi coñito y vi como su verga entraba y salía cada vez más húmeda. Notaba cómo de dentro de mí salían chorros y chorros de líquido fruto de mi excitación y también de la suya.

-        Fóllame así nene, no pares, no pares hasta darme tu leche.

-        Diosssss Ana cómo te noto, sigue apretándome así con tu coñitooo

-        Cómo te notoooooooo Romuuuuuu, sigueeeeeeeee sigueeeeeee, dámelo todooooo

-        Mamiiiii… me corrooooo, me corrooooooo, te voy a llenar todaaaaaaaa

-        Aghhhhh Romuuuuuu, me viene otra vezzzzzzz, no sé qué me hacesssss me estoy corriendo otra vezzzzzzz Ufffffffffff.

-        Anaaaaa.. tomaaaaaaaa mi lechitaaaaaaaaaa…. Aghhhhhhhhhhhhhh

En ese momento me abracé a su cuerpo, mi cabeza se metió entre su cuello y hombro y le apreté lo más fuerte que pude contra mí. Mis ojos permanecían cerrados por el placer que me estaba dando y notaba su esperma salir a borbotones de su polla y cómo me estaba llenando mi sexo.

En un momento dado, abrí mis ojos y tomando una bocanada de aire, giré mi cabeza y pude ver a aquel individuo frente a la ventana, con la polla en mano masturbándose viendo nuestro espectáculo.

Joderrrrr era Javier, mi marido, que, con los ojos cerrados también, estaba teniendo una corrida casi tan fuerte como la mía.

Al momento los abrió, me miró, nos miramos y algo en mi interior más fuerte que yo, me llevó a volver a abrazar a Romualdo que con sus últimos empujones me estaba llenando de su esperma.

Continuamos abrazados unos minutos, nuestros labios y lengua continuaban jugando mientras recuperábamos la respiración. Nuevamente la sonrisa de niño malo volvía a aparecer en aquel cuerpo de hombre y para mi sorpresa, aquella enorme polla joven aún continuaba dentro mío sin perder la mínima fuerza.

Se salió dentro de mí, tiesa y mirando hacia arriba y no pude evitar arrodillarme nuevamente delante de él, para llevármela a la boca limpiando y absorbiendo la mezcla de mis flujos y su esperma.

Me puse en pie, le besé en los labios y al girar hacia la ventana ya no había nadie.

Me vestí como pude, estaba agotada y con mi cuerpo dolorido por el esfuerzo de mis tres orgasmos.

Durante el camino, sólo hacía que pensar que ésta nueva etapa de mi vida sólo acababa de empezar y lo mejor de todo, al voyeur de mi marido parece que también le va a gustar.

GRACIAS por vuestros comentarios constructivos que me animan a continuar escribiendo y aprendiendo.