Pilar. Último día en Alemania
Final de este viaje con mi amadísima Pilar
Último día de Formación
Una noche de sexo salvaje con Pilar. Estaba recordándolo todo mientras ella dormía abrazada a mi cuerpo.
La habitación impregnada del olor del sexo, del sudor, de nuestras pieles frotándose, de los gemidos de placer, del perfume de estas dos mujeres, Pilar y Mayrelis, dos hembras entregadas para mi placer.
Lentamente ella despierta, abre los ojos, me mira y sonríe para situarse entre mis piernas para darme los buenos días con su mamada matutina.
Mientras estaba atrapado en sus ojos y sintiendo su boca en mi pene, mi mente recordaba la imagen de la pantalla de su teléfono móvil, las 5 llamadas perdidas de su marido. En mitad de este pensamiento y a punto de correrme, sonó su móvil.
Lo tomé de la mesilla y vi que era su marido, me aparté y le entregué el teléfono para levantarme y encaminarme a la ducha para refrescarme, bajar mi calentura y dejarla a solas con su llamada.
Me vestí en silencio mientras la vi sentada en la cama envuelta en la sábana, continuaba hablando por teléfono.
Bajé al bar para el desayuno, necesitaba reponer fuerzas tras esa noche. Enseguida vino a mí Mayrelis que, sentándose a mi lado, me susurró al oído que quería repetir la noche y lo que había disfrutado.
Me la quedé mirándola y le entregué una de mis tarjetas de visita “Cuando quieras pasar unas vacaciones en España, mi casa es tu casa y…mi cama es la tuya” le dije
Ella tomó la tarjeta, la miró y me dijo “¿Aquí se termina?” “No”, le contesté. “Termina aquí porque quiero estar y dedicarme a Pilar, pero te repito la invitación, cuando quieras ir me avisas y …” dejé la frase sin terminar para analizar su reacción. Me sonrió, sopesó mis palabras y dijo “respeto y agradezco tus palabras, Pilar no sabe la suerte que tiene”
“Y la que tendrás tú cuando estés y seas para mí” sentencié sin más mientras continuamos con el desayuno.
Llegó Pilar, espléndida. Vestida con unos tejanos súper ajustados, botines de tacón, una camisa blanca semitransparente y abotonada por delante, la transparencia dejaba intuir el sujetador de encaje y los botones desabrochados hasta el punto de enseñar el canalillo de sus pechos. Todo rematado en su cuello donde vi su gargantilla, al collar que compramos el día anterior.
Dándome un beso en la mejilla me entregó el mando del huevo vibrador, lo llevaba puesto. Sonrió y saludo a Mayrelis sentándose con nosotros.
Risas y comentarios varios entre ellas, complicidad mientras yo era espectador. Confesiones de ambas
Pilar “es que mi marido…” “¿estás casada?” se interesó Mayrelis
Sí, y con dos hijos, respondió a lo que Mayrelis le dijo “pues yo ya por el segundo matrimonio, sin hijos del primero pero con tres de este segundo”
“Veo que este lo has aprovechado” solté con carcajadas de los tres. Yo seguía disfrutando del espectáculo de estas dos bellezas mientras pensaba….
“Casadas las dos, parece mi especialidad descubrirles lo que pueden llegar a ser y descubrirlas a ellas mismas…”
En esto me suena el móvil, lo miro y me aparto de la mesa para responderle, era G. el marido de Pilar
“Hola compañero ¿cómo va todo?” me suelta a modo de saludo. Yo tragando saliva e intentando aparentar naturalidad… “bien, ya sabes el coñazo de estas reuniones, me has acompañado a varias..” para continuar respondiéndole ya cercano a la mesa y con intencionalidad de que se me oyera.. “la verdad que poco, si te la estamos cuidando. Bueno, más Uwe y Wolfgang que yo, como han unificado la formación con reunión de delegaciones…no coincidimos casi en ningún momento del día…” dije mientras miraba a Pilar que enseguida lo entendió.
“Bueno, bueno, ya te queda poco sin ella, mañana la tendrás allí”
“Que sí, tranquilo, la cuidaré. Un abrazo” y colgué el teléfono mientras la miraba, sonreímos y continuamos con el desayuno.
La mañana no fue nada tediosa, me dedicaba a poner en marcha el vibrador de rato en rato viendo la transformación en el cuerpo de Pilar. Cómo se erizaban sus pezones, como se cruzaba de piernas, cómo se pasaba los dedos por el canalillo…
En varias ocasiones me indicó “si continuas voy a tenerlo aquí mismo y no sé si podré disimular..”
En el momento de la pausa ya no aguantaba más y con una mirada cómplice me la dirigí a los servicios. Al momento entró Pilar y nos enganchamos en un pasional y húmedo beso mientras la arrastraba hacia dentro de la cabina para cerrar la puerta tras de ella.
Me desabrochó los pantalones con furia y, mientras me sentaba en la taza, se arrodilló y empezó a lamer y chupar mi pene erecto como ella sabe que me gusta, golosamente y mirándome a los ojos. En eso tomé el mando del vibrador y lo puse al máximo mientras la sujetada a ella de los cabellos.
De pronto paró de chupármela y cerró los ojos encogiéndose y manteniendo la respiración hasta que, con visibles espasmos llegó su orgasmo. Los latigazos del placer sacudían su cuerpo visiblemente mientras yo jugaba con la intensidad del dispositivo.
Ella desesperada se lanzó nuevamente a chupármela como si la vida le fuera en ello y mi eyaculación llegó con su segundo orgasmo. Lo tragó todo.
Tras recomponernos salimos para volver a la reunión justo a tiempo. En la puerta de la sala nos esperaba Mayrelis que, con una sonrisa pícara le dijo a Pilar “que envidia me das..”
Continué con el juego de conectar y desconectar el dispositivo para mantener su estado de excitación al más alto nivel hasta la hora de la comida. Lo desconecté para dejarla descansar, mantenerla toda la mañana al borde del orgasmo sin conseguirlo, puede ser frustrante y agotador y mi interés era mantenerla ansiosa.
Tras la comida terminamos rápido pues era la última noche y nos ofrecían una cena de despedida.
Como quería mantener fuerzas para una noche especial, nuestro paso por la habitación se limitó a charlar un rato, ducharnos (me encanta enjabonar con mis manos todo su cuerpo), ella realizar la llamada a su marido para tranquilizarlo y arreglarnos.
Yo bajé primero para reunirme con Uwe y Wolfgang, compartir unas cervezas y charlar. Poco a poco fueron llegando el resto. La llegada de Mayrelis fue provocativa, zapatillas de tacón alto, minifalda de cuero negra (ajustadísima) y una camiseta también negra de gran escote delantero y media espalda abierta. Quedaba claro la ausencia de sujetador.
Besos, comentarios y miradas insinuantes mientras compartíamos otra cerveza. En un momento de descuido Mayrelis me susurra al oído “todo esto y más tendrás en España cuando llegue para que me disfrutes” y me dedicó una sonrisa cómplice que nuestros dos anfitriones entendieron.
“Perdón por ser la última” escuchamos que dijo Pilar a lo que Uwe se lanzó a decir “Realmente la espera ha valido la pena” con su acento germano-hispánico.
Realmente era así. Pilar se presentó con zapatillas negras de tacón y un traje muy corto también negro (el color de la noche) de punto muy ajustado. Con un escote en la espalda que llegaba hasta su cintura y delante recogido en un tirante único al hombro derecho. Sus pezones marcadísimos en la fina tela y en su cuello su gargantilla-collar de entrega.
Miradas de todo tipo, comentarios y yo el hombre más feliz de Alemania al estar entre estas dos bellezas y siendo envidia de anfitriones, compañeros, personal del hotel y resto de comensales en el restaurante.
En el bolsillo de mi pantalón estaba el mando a distancia del vibrador, lo palpé con mis dedos y mirando a Pilar lo conecté. Al ver cómo se tensó su cuerpo y la reacción inmediata de sus pezones, supe que lo tenía dentro, lo desconecté.
Tras una opípara cena regada con cervezas de varios tipos y vinos del Rin, estaba todo el mundo muy, pero que muy animado y la sala de baile enseguida se llenó mientras yo me dirigía a la barra del bar. Ver desde allí a todos mis compañeros moviéndose a los ritmos que sonaban era de lo más divertido y entretenido.
Pilar es una enamorada de la música y el baile y tras un beso en la mejilla, allí se dirigió ocupando el centro de la pequeña pista. Inmediatamente se vio rodeada de compañeros que intentaban seguirle el ritmo. Mayrelis, a mi lado, me comentaba “No sabes cuánto me gustaría estar contigo esta noche, pero aceptó la invitación a tu país, a tu casa, y a tu cama”
“¿Con todas las consecuencias?” le dije. “Si. Lo acepto todo y seré tu esclava personal y obediente además de tu puta caliente. Lo único que te pido es ser tratada como la tratas a ella, Quiero sentir todo ese placer”
“Así será, no tengas dudas” y me incliné para morderle los labios suavemente.
Desde mi posición vi los sensuales movimientos de Pilar en la pista y como Uwe, bailando a su lado, no dejaba de admirarla e insinuarse. Diablillo que soy, tomo el mando en mis manos y lo enciendo a velocidad media y me quedo contemplando. Pilar que desde la pista me mira, sonríe y cierra los ojos mientras se mueve cadenciosamente para que yo la contemple. El momento de su silencioso orgasmo lo intuyo cuando se muerde el labio, suspira para después abrir los ojos y mirarme. Todo sin dejar de moverse en la pista. Atrapo la rodilla de Mayrelis, sentada a mi lado en un taburete alto, me inclino para decirle algo al oído mientras mi mano sube por su muslo…
“Esto es un adelanto” le digo cuando mis dedos llegan a la tela de su tanga y empiezo a recorrer su vulva de arriba abajo para después centrarme en su clítoris y frotarlo con fuerza.
Su orgasmo llega al minuto, ansiosa de sexo noto las contracciones de su coño en mis dedos, el flujo que sale, los espasmos callados mientras se lanza a morderme el cuello.
“Gracias” me dice cuando retiro mi mano y nos miramos.
Voy a la pista y tomo a Pilar de la cintura para bailar con ella, muy pegados y de forma sensual, casi marcando una lambada por los movimientos de nuestras caderas. Uwe nos mira, me sonríe y con una palmada en mi espalda, se gira para seguir bailando en otro lado de la pista.
Mientras marcábamos este ritmo volví a conectar el vibrador, lo subía de potencia, lo bajaba…en un juego morboso compartido por ambos.
Cuando ya no aguantaba más, la tomé de la mano y ante todos, me la llevé en dirección al ascensor. Por las miradas de todos estaba ya entendida la situación. Dentro del ascensor volví a poner en marcha el vibrador mientras nos comíamos a besos. Al llegar a la planta y salir al pasillo, la despojé del vestido llevándola desnuda hasta la puerta de la habitación. Tomados de la mano ella paseó su cuerpo sólo cubierto por las zapatillas, la tanga negra y su collar de perra entregada.
En la habitación me ayudó a desnudarme y se arrodilló para meterse toda la dureza de mi pene en su boca. Puse el vibrador al máximo y cuando intuí que estaba a punto de correrse, lo paré y se la saqué de la boca. La tomé de la mano llevándola hasta el balconcillo que teníamos, salimos y la apoyé en la barandilla, de espaldas a mí y sus manos en la baranda, separé sus piernas y contemplé como se erizaba su piel con el frio aire de la noche.
Puse nuevamente el vibrador en marcha suave mientras me arrodillaba entre sus nalgas, las besé, las lamí, las separé, las mordisqueé hasta que mi lengua se dirigió hasta su ano para lamerlo viendo como reaccionaba.
Los jadeos de Pilar eran audibles desde la calle cuando me incorporé y penetré su ano ya dilatado y lubricado. En ese momento puse al máximo el vibrador. Sentía en mi pene la estrechez de su ano, deliciosa sensación acompañada de las vibraciones transmitidas por el artefacto que aún estaba dentro de ella. Creo que fue demasiado ya que empezó a contraerse, a agitarse y con un grito desgarrador, tuvo uno de los mayores orgasmos que he visto. En ese momento me vacié en sus entrañas abandonándome a la visión de su cuerpo.
Cuando se recuperó ella misma se desacopló para girarse y besarme con pasión. La tomé del collar y tiré de ella hacia la cama donde la tendí para colocarme encima y volver a penetrarla a más clásico estilo misionero. Ella entregada al máximo rodeaba mi cuerpo con sus piernas y su boca buscaba la mía ansiosamente para besarla con furia.
Salí y me tendía en la cama para que ella me cabalgara y vaya si lo hizo. Como ansiosa amazona penetrada salvajemente por mi pene. Este orgasmo la dejó rendida y recostada sobre mi pecho.
De madrugada me despertó su lengua en mi pene, nuevamente dispuesta a que la usara.
“¿Quién soy?” le dije
“Mi dueño, mi amo y señor. La persona a la que pertenezco en cuerpo y alma”
“¿Qué eres?” volví a preguntar
“Tu amante, tu esclava más entregada y complaciente, tu puta más caliente” y dicho esto dejó de chuparme para colocarse a cuatro dándome su retaguardia, su sexo y su ano a mi disposición.
La tomé de las caderas para penetrar su sexo
“¿Qué quieres?” dije mientras la penetraba
“Servirte como amante, como sumisa esclava, como puta caliente. Mi cuerpo te pertenece y estoy dispuesta para ti. Haz conmigo lo que te plazca. Hazme tuya, fóllame, te pertenezco”
Dicho esto saqué mi pene de su sexo y lo introduje hasta el fondo de su ano para continuar poseyéndola, haciéndola mía.
Su tercer orgasmo coincidió con mi eyaculación en sus intestinos. Caímos nuevamente dormidos en la cama, abrazados en uno al otro.
Como cada mañana mi despertar fue con su boca y para mi asombro, con la reacción de mi pene que creía ya muerto. Su buen hacer, lo delicioso de las sensaciones y el morbo de todo lo vivido hizo que reaccionara. Esta vez tiré de ella colocándola encima de mí y girándola para un 69 perfecto, yo también quería mi desayuno y lo tuve, un orgasmo delicioso por su parte sintiendo las contracciones de su cuerpo con el orgasmo vespertino mientras saboreaba sus flujos.
Tras las batallas de la noche anterior me encontraba con capacidad, fuerzas y aguante por lo que contuve mi orgasmo. Me incorporé dirigiéndome a la silla mientras tiraba de ella conmigo. No hizo falta decirle nada. Yo sentado mientras ella toma mi pene y, sentándose sobre mi cuerpo, se lo encajaba hasta el fondo. El movimiento de sus caderas mientras nos besábamos, mis manos en sus nalgas, sus gemidos, sus jadeos, mis lamidas en sus pezones, su explosión en otro orgasmo, su cuerpo relajándose en mis brazos, su boca abierta en busca de aire.
Se incorpora y tomándome de la mano, me lleva nuevamente a la cama donde ella se sitúa a cuatro, mirando al espejo y me dice “reviéntame, revienta a tu amante, a tu esclava, a tu puta…”
La tomo de las caderas mientras nos miramos en el espejo y de una sola embestida, vuelvo a penetrar su ano. No llevo la cuenta de las veces que lo he penetrado en este viaje, si sé que quiero complacerla en su petición.
Con furia salvaje la penetro una y otra vez, follo su ano con desesperación mientras nos miramos en el espejo. La tomo de los cabellos tirando hacia mí para obligarla a arquear su espalda. La veo cabecear en cada embestida, sus pechos balanceándose con los pezones durísimos. Su cara transformada por el placer mientras el sudor baña nuestros cuerpos. Sus puños golpeando el colchón cuando llega su orgasmo y como acelera el movimiento de su cuerpo, como ella misma toma el ritmo para una follada más intensa mientras me suplica con la mirada.
Me corro dentro de ella con un orgasmo increíble mientras la sigo manteniendo sujeta de las caderas
“Así” dice ella “así...córrete en el cuerpo de tu sumisa, baña con tu esencia a tu esclava, usa a tu puta” dice mientras seguimos mirándonos en el espejo.
Tras esto un rato para reponernos, mirar el reloj y comenzar a toda prisa nuestra preparación, ducha, vestimenta, cierre de maletas y….el móvil que suena
Nuevamente su marido… “Siiii, no te preocupes, ahora no puedo hablar que se me hace tarde”
“¿No querrás que me quede aquí?...pues cuelga ya, pesado”
Nuestras miradas cómplices mientras bajábamos en el ascensor. Despedidas de los compañeros y un taxi en dirección aeropuerto.
El vuelo de regreso lo hicimos como dos enamorados, sentados mientras charlábamos, tomándonos de las manos, besándonos con pasión, acariciando con determinación aun estando a la vista de todos en el avión.
Llegada y retirada de maletas, nuestros últimos momentos en este viaje, un beso húmedo e intenso y salimos de la terminal cómo dos compañeros más.
Allí le esperaba su marido para llevarla a casa.
“¿Qué tal ha estado todo?” saludaba mientras nos estrechábamos las manos
“Bien, como te dije agotador pero muy bien” Le dije. “En lo que respecta a Pilar ha estado fantástica, no sólo por su simpatía, sino que les ha mostrado gran dominio en el sistema y quieren que asista a un par de formaciones más este año para su capacitación y certificación”
Dije todo esto sin pensármelo y sin mirarla. Tragué saliva por si había metido la pata mientras la escuchaba decir… “es verdad G. Pero tranquilo, aunque son viajes agotadores… es el trabajo y si hay que hacerlo…lo haré. Un pequeño sacrificio”
Al escuchar esto estuve a punto de soltar una carcajada.
Me despedí de ellos ya que yo entraba de nuevo en otro avión que me llevaría a mi destino final. Pero me giré para verlos salir, una pareja como otra, un matrimonio más, ella abrazada a él. Él tirando de la maleta.
“Esa mujer es tu esposa y madre de tus hijos G., pero es mía, mi amante, mi sumisa, mi esclava sexual, mi puta particular” pensé yo mientras los seguía con la mirada.
Me giré y entré de nuevo en la terminal.