Pilar IV (primer día de formación)
Sigo recomendando leer los anteriores para poder seguir la cronología de acontecimientos.
Una sensación extraña tuve mientras intentaba despertarme.
Dormir plácidamente al lado de Pilar, acariciando su cuerpo, sintiéndolo, me relajó hasta el punto de dejarme llevar un rato más en la cama abandonando mi costumbre de madrugar.
Con los ojos cerrados analizaba la sensación que tenía y enseguida me di cuenta. Lentamente fui abriendo los ojos para encontrarme la mejor imagen con la que puede despertar un hombre.
Pilar entre mis piernas, lamiendo y chupando mi pene mientras me miraba. Que despertar ¡
Me dejé ir y disfruté de sus manipulaciones, de las sensaciones de su boca en mi miembro cada vez más duro. Tras un rato en esta situación, la tomé del cabello anunciándole el fin inminente, mi corrida directa en su boca que chupó y trago golosamente. Una vez terminado siguió lamiendo hasta dejarla reluciente.
“Uhmm, quiero desayunar así cada día” me dijo con una sonrisa
“Eres una gatita caliente y vas a tener esto y más” le dije mientras acariciaba sus mejillas.
Saltamos los dos prestos a la ducha para vestirnos e irnos a la formación.
Me adelanté y ya estaba desayunando cuando llegó ella, colgada al móvil y hablando con su marido sobre su viaje
“Si gordi, no me puedo quejar, me tratan bien y aunque es un poco pesado todo esto…piensa que son pocos días”….”si mucho”….. ”Yo también te echo de menos”…
Mientras escuchaba estos comentarios no podía dejar de mirarla. Pilar, compañera de trabajo, amante esposa de mi amigo, madre ejemplar, un bellezón encaprichada en satisfacerme, mi amante, mi juguete sexual, mi puta personal y particular….
En el desayuno me convertí en la persona más envidiada del hotel y del grupo, flanqueado por Pilar (a mi derecha) y por Mayrelis (a mi derecha) las dos en un juego de caza y marcado de territorio. Roces de rodillas, frases a medias, chistes pícaros, insinuaciones….
Con todo esto en mi cabeza entramos en el curso de formación y en la distribución de asientos volví a verme sorprendido al lado de Mayrelis mientras Pilar tuvo que sentarse delante de mí.
Estas jornadas suelen ser muy intensas, con temario muy concentrado y tanto Uwe como Wolfgang, muy centrados en sus papeles, dando todo tipo de detalles formativos. Definitivamente un muermo que sumado al estricto horario germánico lo hace insufrible.
Con todo esto, los ataques de Mayrelis no paraban, pequeños comentarios al oído, roca de manos, de rodillas, definitivamente esta mujer sabe cómo llamar la atención de alguien.
11:00 am, hora de un café y, siguiendo el horario germánico, sólo 15 minutos de reloj para las visitas al aseo, café con pastas y fuera del edificio, los más necesitados, momento nicotínico de un pitillo.
Marabunta de gente que sale en todas direcciones, Pilar ya café en mano sale a por su pitillo mientras yo entro en el servicio para desahogar mi vejiga. Una vez terminado y a punto de salir, la puerta que se abre y cierra rápidamente, miro y…Mayrelis apoyada en la misma.
Me mira y sonríe, camina hacia dónde me encuentro y me empuja hacia una de las cabinas cerrando la puerta tras de ella. Toma mi pene que aún no estaba encerrado y, arrodillándose, me mira y me dice “vengo a por la leche para mi café, me gusta cremoso y calentito” y de un solo movimiento la mete en su boca.
Yo estoy que no me lo creo, dos hermosas mujeres me la maman en la misma mañana.
Tras unos segundos de incertidumbre, me empuja para sentarme en el inodoro. Ella sube la falda de su traje de ejecutiva y se sienta sobre de mí encajándosela en lo más profundo de su sexo.
Empieza a moverse de forma cadenciosa mientras me dice “esto es sólo la muestra de lo que te puedo dar. Si ella es buena yo puedo ser mejor. Si ella es tu puta puedo superarla…tú decides bombón, pero date prisa…solo estaremos aquí unos días”
Dicho esto incrementó sus acometidas de caderas hasta correrse dos veces y llevarme a mí a mi segundo orgasmo del día.
Resoplando se desacopló de mi pene, se lanzó a chupármelo hasta dejarlo inmaculado, me ayudó a recomponer mi vestimenta, recompuso la de ella y salió del aseo antes de que yo lo hiciera segundos después.
Regresamos a la formación a tiempo del inicio de la misma y ante la mirada de Pilar que analizó la situación y me dedicó una mueca de desaprobación.
El resto de la jornada bien, sin la mayor trascendencia de toda la información que estábamos recibiendo.
Lo bueno de estos cursos es que suelen terminar temprano (por la tarde) y dejar tiempo libre antes de la cena. Tiempo que Pilar y yo pensamos aprovechar.
Agarrado a su cuerpo iniciamos un paseo por el singular pueblo. Eran las 6 pm y hasta las 8pm no vendrían a buscarnos para la cena. Recorrimos la margen del rio, nos deleitamos con paisajes y parques y, de repente, nos vemos en el final de la zona comercial, parados en la acera donde, del otro lado de la calle, las luces y el escaparate de un gigantesco Sex Shop nos llamó la atención.
Nos miramos y le dije “no es lugar para una mujer casada”…
Schhhh… me silenció poniendo los dedos de su mano en mis labios mientras me decía “aquí y ahora…siempre contigo, tu amante, tu puta” y dándome un tirón del brazo nos encaminamos a la puerta de entrada del local.
Más grande por dentro de lo que aparentaba por fuera lo primero que hice fue centrarme en el lugar, posicionarme. Estanterías de productos de todo tipo, juguetes sexuales, ayudas, zona de lencería, video club (cabinas de visionado y venta de películas) y al fondo, el peep show con una batería de cabinas dispuestas en círculo.
Pero lo que más analicé era los clientes que allí había. Tres o cuatro hombres de mediana edad, uno calvo, dos con pintas de profesores. Otro atlético y muy cachas (horas de gym) y los dos últimos con pinta de camioneros. Estos dos daban miedo, gigantescos, sin afeitar y con cara de muy necesitados.
Por supuesto todos se quedaron perplejos ante la presencia de Pilar, las miradas violaban su cuerpo mientras ella, seguía agarrada a mi mano, mirando las estanterías y haciéndome comentarios.
Vimos un huevo vibrador, escogimos uno para nuestros juegos así como un par de muñequeras preparadas para sujetar, tobilleras de la misma forma, un conjunto de lencería, un traje de látex muy corto y ajustado y descubrí, en una estantería, un collar de cuero a modo de gargantilla que se ajustaba perfectamente a su cuello. Muy trabajado parecía una pieza fina de peletería, adornado con unas cadenillas muy finas en imitación oro que salían de derecha e izquierda del collar para convergir en el centro, a la altura de la nuez donde se fusionaban en una argolla.
La puse esta gargantilla en su cuello y vi un brillo en sus ojos.
Lo llevé todo a caja para separarlo y seguir revisando por si comprábamos algo más. Así iniciamos nuestro set particular de accesorios, un set que me encargaría de usar con ella para el placer de los dos.
A Pilar le dio curiosidad por las cabinas y me preguntó, yo sin decirle nada, la llevé a una de ellas y entramos.
Cabinas orientadas a un pequeño escenario central giratorio y del que te separa una pared de cristal. Cabinas pequeñas, oscuras y donde una vez puestas las monedas correspondientes, ese cristal se descubría para dejarte ver el espectáculo de la rubia preciosa que nos deleitaba con su juego, un juego en el que se metía varios vibradores de diferentes tamaños por todos sus agujeros, cambiando de posiciones.
Me fijé que el resto de cabinas se llenaban, allí estaban los profesores, una mujer sola y en las dos cabinas frontales, los camioneros que, lejos de mirar el espectáculo de la rubia, no dejaban de mirar a Pilar
Ella estaba hipnotizada, recreándose con el espectáculo, mientras yo la coloqué casi pegada al cristal tomando sus manos y apoyándolas en el mismo, quería que fuera visible el momento en que desabotoné su blusa dejando sus pechos visibles y apresados en el sujetador. Los pezones acariciados y pellizcados ya despuntaban erectos y duros.
Mientras veía a los camioneros ya masturbándose mientras la contemplaban, pasé a desabrocharle el pantalón tirando de él hasta dejarlo en sus tobillos.
Desde mi posición detrás de Pilar, podía maniobrar en su cuerpo y no perderme el espectáculo de las otras cabinas. Una de mis manos viajó hasta su boca para que chupara y lamiera dos dedos, los humedeciera para llevarlos después hasta su sexo ardiente ya y atrapado por su tanga blanca. Empecé a frotarle el clítoris mientras ella jadeaba.
A estas alturas ya nadie se fijaba en la rubia de los dildos, todas las cabinas miraban a Pilar mientras yo la masturbaba. Uno de los camioneros ya se la meneaba descaradamente mientras la miraba y pasaba la lengua por el cristal.
Mientras este camionero ya hacía movimientos muy obscenos, aparté la tanga para penetrar profundamente a Pilar. Sexo salvaje, fuerte, todo su cuerpo se balanceaba en cada embestida mía. Su cara de placer contemplada por desconocidos, nuestros jadeos ahogados en la cabina, sus pechos colgando, nuestros espectadores ya sin pudor haciéndole comentarios que no escuchábamos. El primer orgasmo de Pilar, el segundo más intenso aún y con un giro, se agacha para recibir mi corrida en su boca, tragándolo todo.
Cuando terminamos la incorporé y la giré nuevamente para que la contemplaran nuestros vecinos de cabinas. Mientras desde atrás la vestía ella los miraba y ellos realizaban toda clase de gestos.
Una vez recompuestos, salimos de la cabina dirigiéndome rápidamente a la caja para abonar nuestra compra y rápidamente salimos del local
“Ha sido increíble” me dijo mientras me abrazaba en plena calle y me besaba intensamente
“Has estado fabulosa” le dije mientras apretaba sus nalgas con mis manos y respondía a su beso
“Convéncete, tu amante y tu puta dispuesta para lo que desees” dijo Pilar mientras me mordía el cuello
“Así te siento, y en eso terminaré de convertirte” dije mientras me quedé mirando el otro lado de la calle.
Allí, mirando con cara de cómplice pícara estaba Mayrelis.