Pilar III (su confirmación como mi puta)
Recomendado leer las dos entregas iniciales
Salimos de la ducha y como dos enamorados no parábamos de darnos arrumacos, besos y caricias.
Un rato haciendo zapping con el mando por los diferentes canales (todos en Alemán, por lo que no entendíamos nada) frescos, limpios y abrazados encima de la cama.
“Pilar, sé que esto no está bien y que puede traerte muchas complicaciones.
No quiero forzar nada ni que te sientas mal, si así lo quieres paramos ya y aquí no ha pasado nada”
Dije sin que ella se lo esperara, ni mis palabras ni la verdad que en ellas se encerraban.
“Mira cari, no voy a decirte que dejaría a mi marido por ti. No pondré en peligro mi casa, mi familia ni se me ocurriría abandonarlos. Estoy enamorada de él y jamás le haría eso, pero…
Lo nuestro es diferente.”
Meditó unos instantes antes de continuar…
“Una mujer siempre tiene fantasías, siempre está a la espera de que llegue esa hora de sentir, de poder ser y a mí me llegó contigo. No sé qué me has dado, pero no puedo resistirme a ti. Contigo soy más que mujer, soy hembra, tu hembra…me siento tu amante y quiero ser tu puta. Eso jamás lo seré con él.
Con él soy su mujer, la madre de sus hijos…muy diferente que contigo”
Cuando intenté decir algo, cerró mis labios con su mano para continuar…
“Recuerda, eso soy contigo y para ti. Para nadie más. Si lo nuestro termina…volveré a mi papel anterior de amante esposa y madre, pero contigo quiero seguir siendo lo que soy y sentirme como me siento”
El silencio reinó en la habitación unos segundos hasta que sentencié…
“Lo eres y lo seguirás siendo, mi amante, mi juguete, la mujer de mi amigo y mi puta particular. Es lo que eres y serás para mí y así te haré sentir..”
Dicho esto me levanté y empecé a vestirme ya que nos estarían esperando para recibirnos e irnos a cenar.
Como terminé antes que Pilar, bajé a la cafetería del hotel diciéndola que la esperaba abajo.
Efectivamente ya nos esperaban compañeros de otros países, de otras delegaciones así como los organizadores de la formación. Rato de saludos, alguna presentación (una que me impactó fue la de Mayrelis, la delegada de México. Toda una bomba de mujer que prometía en muchos aspectos), risas y cervezas.
Wolfang y Uwe (los organizadores de la formación) me preguntaron por mi compañero y les dije que era compañera, que ya bajaba. En esto se abrió el ascensor y apareció Pilar para deleite de todos.
Vestía un traje muy ceñido de algodón color negro y corto. Este por encima de medio muslo. Con generoso escote delantero (dejando visible su canalillo) y espalda cubierta. Zapatillas de medio tacón negras también.
En seguida me fijé que no llevaba sujetador, la dureza marcada de sus pezones en la tela del traje así lo evidenciaban.
Inicié la ronda de presentaciones (me llamó la atención la mirada fugazmente mortal entre ella y Mayrelis al saludarse) y los últimos Wolfgang y Uwe que enseguida hicieron corro con ella para atenderla.
La cena fue de lo más ligera (típico en aquellas tierras) en el restaurante del hotel que, al modo de los hoteles de la zona, eran un espacio compartido, el único espacio lúdico del local
Zona de restaurante, tres pistas de bolos, dos dianas para dardos y una pequeña barra de bar. Estaba claro que allí pasaríamos el resto de la noche.
La cena de lo más dicharachera y cordial. No dejaba de admirar como pilar se los “metía en el bolsillo” con su simpatía y feminidad. Mientras le miraba no dejaba de pensar en la hembra caliente, entregada y ansiosa que era para mí. Si ellos supieran…
Tras la cena las ganas de juerga de los asistentes hizo que Uwe hablara con el encargado y nos pusieran algo de música para bailar, en el mismo recinto.
Y cómo no, tras tantos litros de cerveza la gente hace lo que sea. Unos bailando, otros jugando a los dardos y las demandas centradas en Pilar para sacarla a la pista improvisada de baile.
Mientras la contemplaba alegre y picarona con nuestros anfitriones una voz me sacó de mis ensoñaciones. Mayrelis me dice ¿sólo?
No, con esta maravillosa cerveza y ahora contigo, le respondo.
Dicho esto se sentó a mi lado en la barra cruzando sus hermosas piernas y haciendo que su rodilla entrara en contacto con la mía.
Varias cervezas después, yo no dejaba de contemplar a Pilar mientras mantenía la conversación con Mayrelis. Una conversación inerte en el inicio que, poco a poco, pasó a pícara y más tarde insinuante y sensual. Llena de carga erótica en los comentarios y, con su mano en mi muslo, con una invitación directa.
“Me encantaría mucho, de verdad que sería un sueño, pero tengo ….” Y sin terminar la frase miré a Pilar. Mayrelis me siguió con la mirada y me dijo “lo entiendo, pero que sepas que no me rindo”
Tragué el último sorbo de mi cerveza y me fui a la pista a bailar con Pilar.
Movimientos sensuales y sonrisas compartidas hasta que, tomándola de la cintura le dije “nos vamos”
Sin mediar palabra con nadie la tome de la mano y la arrastré hasta el ascensor. Los tres pisos de ascenso fueron una lucha de lenguas, la de cada uno quería ganar terreno en la boca del otro.
Llegada a nuestro piso y mis manos levantaban su traje para acariciar sus nalgas, besos tropezones, caricias hasta que llegamos a la puerta de nuestra habitación donde la apoyé. Su espalda en la puerta, su traje levantado hasta la cintura y yo arrodillado ante ella, acariciando sus muslos, lamiéndolos, subiendo por ellos con mi lengua en la búsqueda de su sexo, caliente y mojado. Aparté la tela de la tanga y me lancé a comerme aquel manjar que me pertenecía.
Tras un par de minutos en los que Pilar cabeceaba, no se pudo contener más y se corrió mientras se mordía una mano para acallar sus gritos y yo bebía afanosamente de sus flujos.
Abrí la puerta y entramos, terminé de desvestirla mientras la arrastraba al centro de la habitación.
“Desnúdame” le ordené y desesperadamente me quitó la camisa para pasar a lamer mi pecho, besarlo mientras manipulaba el cinturón.
Se arrodilló para quitarme los pantalones y los zapatos y, mientras no dejaba de mirarme, empezó a lamer mi pene por encima del bóxer. Sus manos lo deslizaron por mis muslos hasta quitármelos y, tomándome de las nalgas, se la metió en la boca tragándosela con glotonería.
Me encanta verla así, entregada a mis pies, mirándome a los ojos mientras su boca está llena con mi pene. Escuchando el sonido de sus lametones, de sus chupadas húmedas, de sus jadeos.
Tomándola del cabello la aparto mientras con mi otra mano le acaricio la cara. Así me gusta Pilar.
Tomo una silla y la coloco delante del espejo, encarándolo y sentándome en ella. La miro y le digo “fóllame, Pilar”
Veo como se dirige a mí y pasando una pierna a cada lado de la silla. Toma mi pene en su mano llevándolo a su sexo. La otra mano apoyada en mi hombro y poco a poco se deja caer para clavársela hasta el fondo.
Una exclamación gutural sale de su garganta al sentirse penetrada. Mis manos sujetándole las nalgas mientras miro en el espejo la imagen de su espalda. Su cuerpo sentado sobre mi regazo mientras ella agita sus caderas penetrándose, realizando la orden que le di, follándome.
Ritmo a veces cadencioso, otras veces rápido y furioso, pero acompañado siempre de sus jadeos, de sus besos y caricias, de sus palabras…”recuerda, cari…tu amante.,…tu juguete…soy tu puta”
Esto último en los estertores de su tercer orgasmo.
La tomo de la cintura y se la saco de golpe.
En brazos la llevo hasta la cama y, sin decirle nada, se coloca en cuatro dejándome ver sus nalgas ansiosas. “Todo tuyo cari, márcame…hazme sentirte…”
De un solo golpe de caderas penetro su ano, lento y buscando la mayor profundidad, dilatándola hasta hacerla gritar de placer. Movimientos suaves al inicio que se incrementan ya sólo buscando mí placer
“Dámela cari, rómpeme…márcame…” me dice una y otra vez hasta que siente mis contracciones y se abandona para que su orgasmo coincida con el mío mientras la lleno con mi leche.
El descanso del primer día llega a estas horas de la noche con el cuerpo de Pilar entre mis brazos. Follada por todos sus agujeros. En el conocimiento de que se entrega a mí para ser mi amante y puta.
Con todos estos pensamientos…me venció el sueño reparador que ambos necesitábamos.