PIlar, esposa de mi compañero y mi puta

El comienzo de mi historia con Pilar, mujer de mi amigo y ahora mi puta

PILAR… la mujer de mi compañero, ahora mi puta

Mi trabajo en una empresa a nivel nacional me obligaba a estar constantemente de visita en las diferentes delegaciones del país y haciendo seguimiento a los distribuidores.

A mis 45 años me sentía realizado en el campo laboral. En el personal todo marchaba como se podía esperar en mi situación. Un matrimonio haciendo aguas por mis largas ausencias, y una fama de mujeriego que no era real, sólo el fetiche de mi forma de vida saltando siempre de ciudad en ciudad, de hotel en hotel.

Físicamente me cuido, hago el deporte que puedo y cuando puedo pero, por encima de todo, creo que tengo una genética bastante buena que hace que nadie imagine la edad que tengo.

Para no desviarme mucho de la historia os comentaré que todo comenzó con el nombramiento de una nueva secretaria en una de las delegaciones. Esta secretaria además resultaba ser la mujer del delegado de zona (amigo mío)

El día que la conocí me llevé una gran sorpresa. Aunque solía hablar mucho con mi amigo y tras las largas charlas profesionales siempre había tiempo para apuntes personales, lo que me había dicho de su mujer no me hizo imaginar lo que me encontraría.

Pilar es una de esas mujeres prototipo de muchos hombres. Estatura de 1,60 que ayudada de los tacones la hacía más llamativa, cuerpo muy bien proporcionado, las curvas en su sitio, buenos y firmes pechos que se adivinaban con unos pezones duros y sensibles, muslos torneados que se dejaban ver en la falda a medio muslo de cuero marrón que llevaba. Manos delicadas con uñas muy arregladas sonrisa abierta y directa. Ojos color miel que destacaban en su melena de color castaño claro con mechas.

El resumen sería de una mujer femenina y muy sensual, como dije, el prototipo de mujer que, al menos, a mí me atrapa.

En mis muchas visitas a la delegación se intensificó el contacto con Pilar. Por la amistad con su marido yo intentaba mantener las formas pero me podía aquella belleza de mujer. Estaba claro que existía química porque a ella se lo notaba, en nuestras charlas, en comentarios, en las confidencias que compartíamos, en el tono cada vez más pícaro y picante de nuestros comentarios, en los roces de nuestras manos o de nuestras rodillas cuando me acompañaba a comer algo rápido cerca de la oficina.

Pilar se estaba convirtiendo en la imagen de un deseo sexual que me podía.

Todo comenzó una tarde de verano en la que me encontraba en la zona. Las muchas reuniones y el calor sofocante que hacía me tenían de mal humor. Terminé tarde las últimas gestiones y me dirigí a la delegación a sabiendas de que, al ser verano, no encontraría a nadie en aquellas horas pues sólo se trabajaba hasta las 15 horas.

Eran casi las 18h cuando, entrando en la oficina, me vi sorprendido al encontrarme a Pilar tras una montaña de papeles.

Una falda larga blanca de corte Ibicenco, unas zapatillas veraniegas de medio tacón y un top también blanco que realzaba sus pechos, dibujaba el mejor “canalillo” que he visto y me descubría un vientre plano, de piel morena y con un ombligo deseoso de juego.

Tras nuestros saludos iniciales y las quejas por tener que estar trabajando en aquellas condiciones, cada uno se centró en sus labores.

Mi mente no me dejaba concentrarme pues, a través de la pared de cristal de mi despacho, no dejaba de ver a Pilar, su cuerpo moviéndose por toda la oficina, sus nalgas marcadas en la falda, sus pechos balanceándose cada vez que se agachaba para colocar algo.

Estaba yo en estas ensoñaciones cuando la veo dirigirse hacia la puerta del despacho abriéndola y entrando con una coca cola en la mano

¿Un descansito? Me dice con una sonrisa mientras se acercaba a la mesa.

Claro, creo que lo necesitamos y nos lo merecemos, dije. Ella da la vuelta a la mesa para medio sentarse en el borde de mi lado, mirándonos a los ojos mientras me tendía su coca cola para que bebiera.

Mientras lo hacía mis ojos hicieron un repaso por su cuerpo, repaso que ella aceptó.

Mantuvimos esas posiciones mientras charlábamos amigablemente, comentando temas lúdicos que, como siempre en nuestras últimas conversaciones, derivaron a los pícaros y morbosos. Uno de esos temas era una actriz que me fascina, Salma Hayeck y de la que siempre le comenté era casi mi prototipo de mujer.

Pilar reía diciendo que ella, si se lo propusiera, sería más mi tipo de mujer que Salma. En esta conversación estábamos mientras buscaba en mi pc imágenes de Salma y las veíamos, las comentábamos, Salma vestida, salma en bañador, Salma en biquini….

Sin darnos cuenta, mientras hablábamos, nuestros cuerpos se fueron aproximando y, entre risas y comentarios, mi mano descansaba ya en la dureza de su muslo. Nada dijimos y nada cambiamos, seguimos mirando y comentando hasta que Pilar, para ver mejor, se giró y apoyó sus manos en la mesa mientras yo sentado, tenía una visión perfecta de sus nalgas.

No me pude contener y empecé a acariciárselas. Se hizo el silencio, ninguno de los dos se movía ni dijo nada, sólo mi mano acariciando sus nalgas por encima de la tela. En esto que veo que ella deja caer para atrás su cabeza y se le escapa un suspiro. Me incorporo sin dejar la caricia y me sitúo detrás de ella para con mi otra mano tomarla de la cintura mientras mi boca busca su cuello para besarlo.

En su respiración noto el abandono total y mi boca pasar de besar su cuello, a lamerlo, morderlo notando como su piel se erizaba. Mis manos ansiosas dibujando su figura para rodearla con mis brazos mientras pegaba la dureza de mi erección a sus nalgas.

Pilar se incorpora pegándose más a mí y, aun de espaldas, alza sus brazos para acariciarme la cabeza, la nuca y en un movimiento lento y meditado, girarse para encararse a mí. Nos miramos y nuestras bocas se buscaron, nuestras lenguas luchaban la una con la otra para profundizar más en el otro.

A estas alturas ya todo era desesperado por la excitación, ella me quitó con furia la corbata, la camisa y lamia y besaba mi pecho mientras mis manos liberaron su cinturilla y le quité la falda.

El espectáculo de su cuerpo era fascinante, delicioso, y su entrega y deseo sexual me podían. Pilar se apartó un momento para serenarse, respiraba profundamente mientras me miraba directamente a los ojos trasmitiéndome deseo y lascivia contenida. Con una sonrisa en sus labios se dirigió a mí, se pegó a mi cuerpo y contemplé como se arrodillaba para desabrocharme el pantalón y quitármelo. Mientras nuestras miradas se cruzaban y se mantenía, la veo lamer mi pene por encima del bóxer, mordisquear juguetonamente mientras sus manos me liberaban del bóxer. La veo mirar asombrada la extensión y dureza de mi pene mientras valora, medita, saca la lengua para lamerlo y finalmente, empieza a tragárselo.

Yo contemplo la escena con el deleite de tener esta hembra deseada a mi entera disposición, con excitación de su cuerpo, de la situación en la oficina, de saberla compañera de trabajo, con el morbo de ser la mujer del delegado, de mi amigo

Todo esto endurecía más mi pene, alimentaba más mi deseo y mi necesidad de ella.

Las sensaciones de su lengua en mi capullo, verla tragar y chupar, sentirlo, oírla me tenían loco. Recuperando un poco el sentido mi mano la tomó de la nuca para indicarla que se incorporara y ponerla de pie para besarla y acariciar su cuerpo liberándola ya del corpiño y tener sus pechos a mi disposición. Pezones durísimos que sentí entre mis dientes, que acaricié con mi lengua acompañado de los jadeos de Pilar.

La tomé en brazos para tenderla en la mesa y tirar de sus tangas para quitárselas, separar sus muslos mientras miraba absorto lo espléndido de su vulva, los carnosos labios de su sexo húmedos, empapados del deseo.

Mi lengua dibujaba caminos hacia su coño y en el momento de atrapar su clítoris en mi boca, se deshizo en un potente y sonoro orgasmo que convulsionó su cuerpo. No paré, seguí bebiendo de la fuente de su placer, pasando mi lengua por su coño, lamiendo su clítoris hasta su segundo orgasmo que llegó más sonoro y convulso que el primero.

Me separé un poco para ver su cuerpo desecho por el placer y tomándola de la mano, la ayudé a incorporarse para besarla y decirle…

“Eres mía Pilar, a partir de ahora eres mía, me perteneces….eres y serás mi hembra dispuesta. Te daré el placer que no conoces y quiero tu entrega total…”

“Soy tuya, soy tu hembra, tu puta, hazme lo que desees…pero hazlo ya¡¡. Lo necesito…te necesito”…dijo ella entre lamidas y besos

Me senté de nuevo en mi silla y la atraje hasta mí y separando las piernas mientras me mantenía la mirada, se dejó caer lentamente sobre mi pene erecto. La sensación de la punta de mi capullo entrando en su coño fue deliciosa. Más cuando yo miraba cómo se mordía los labios y como, premeditadamente, ralentizaba el movimiento para alargarlo al máximo.

Hubo un momento que no pudo más y se dejó caer hasta clavársela del todo mientras soltaba un sonoro quejido. Una vez repuesta, sus caderas comenzaron a moverse en una cadencia que se incrementaba a la par que aumentaban sus quejidos, sus jadeos.

Mis manos tomaban fuertemente sus nalgas para aumentar e incrementar esa secuencia mientras mi boca viajaba de la suya a los pezones duros que mordía y lamia alternativamente.

Otra explosión, otro orgasmo suyo mientras yo me recreaba en analizar sus reacciones y le decía al oído “amante esposa…pero mi puta personal”

Diciendo esto la tomé en brazos mientras me incorporaba para colocarla nuevamente en la mesa, boca abajo, su culo y sus nalgas dispuestas y a mi antojo, sus pechos aplastados y sus pezones doloridos.

La visión de ese cuerpo ansioso y entregado, de sus nalgas dispuestas para mí, me enloqueció y tomándola de la cintura se la clavé hasta el fondo de su coño de un solo golpe.

Ahora la cadencia de la follada la marcaba yo mientras ella sólo se dejaba hacer. Unas veces enérgica, otras veces cadente y lenta, pero en todo momento buscando el placer compartido, viendo a una hembra entregada y dispuesta a la que, ahora, yo le negaba su orgasmo.

En un momento me detuve y valorando la situación, me incliné para decirle al oído…

“Ahora Pilar…me lo vas a pedir…quiero oírlo, quiero saber quién eres, qué eres….ahora está en tus manos que esto continúe…convénceme…”

Dicho esto sólo la punta de mi capullo se alojaba en su coño, sin moverme y manteniéndola totalmente sujeta, aunque ella intentaba penetrarse moviendo sus caderas, no se lo permitía.

El aumento de su necesidad y su entrega se manifestó en sus palabras…

“Tu puta…soy tu puta…me entrego a ti para lo que quieras…cómo quieras y cuando quieras… hazme tuya…”

“Falta algo…” le dije

“Por favor…rómpeme el culo, márcame, córrete y lléname….deja tu huella en mí, tu amante, tu puta…”

Dicho esto pasé mi polla entre sus nalgas y lubricada como estaba de corridas y flujos, lentamente empecé a introducirla en su ano.

Enseguida noté que era la primera vez y decidí ser delicado. A partir de ahora gozaría de ese cuerpo en cada viaje…y me follaría este culo cada vez que me apeteciera y Pilar lo disfrutaría tanto como yo

Cuando ya estaba relajada, dilatada y comenzando a disfrutarlo, fue cuando la tomé de las caderas y realmente empecé a follarla. Mis acometidas eran acompañadas de mis palabras…

“Recuerda…mi hembra…mi puta…me perteneces…. Y ahora….te voy a marcar…”

Y dicho esto tuve una de las mayores corridas que recuerdo. Chorros de leche caliente y espesa fueron a parar al fondo de su culo, llenándole el ano de mí, marcándola mientras ella se retorcía con otro demoledor orgasmo.

¿Continuará?...sólo si lo queréis os contaré la continuación de nuestra relación que comenzó así.