Pies bonitos. Verga inmensa

Sandrita pajeó a un cliente con los pies... pero que pedazo!

Sandrita entró en mi departamento apurada y llamándome. Mi bunker ya convertido en el centro de operaciones de la Banda, como nos habíamos bautizado las once chicas y yo, con Gina a la cabeza, que eran mis amigas y proveedoras de sus pies para mi vida fetichista. Todas, trabajadoras de la noche, con autonomía, cada cual con sus clientes, pero unidas y separando las cosas, el trabajo, la amistad y el placer.

Yo estaba en el dormitorio, acostado sobre el vientre, y gozando de comerme los deditos de los piecitos pequeños de la rubia Marilú, mientras Gina sentada en mis nalgas me masajeaba la espalda con sus pies descalzos.

Le contesté que estábamos en el dormitorio y que se uniera a la fiesta, entró, nos dio un beso en la mejilla a cada uno, se sentó en la cama y nos dijo:

  • Les tengo que contar !!!!

  • ¿Qué cosa dijo Marilú?

  • Apareció uno y le hice como Fabi.

  • ¿Qué?, ¿cómo es la cosa? No te entiendo Sandrita, le dije yo.

  • Bueno, tenés razón, hoy me llamó un tipo, concertamos cita, arancel y fui a hotel.

  • Bien, hasta ahí todo bien, ¿que fue lo especial? preguntó Gina

  • El pito, qué digo pito, el pedazo de pija que ese burro tenía !!!!! explicó Sandrita

  • Bien, que pasó, ¿te hizo mal? ¿porqué decís algo como Fabi? preguntó Marilú,

sin sacar los deditos de sus pies de entre mis manos.

Gina seguía sentada, desnuda, sobre mis nalgas, con los talones apoyados en mi

espalda y con las manos en sus rodillas.

Sandrita se descalzó y se sentó en la cama con las piernas cruzadas a lo india. Y nos contó.

  • Llegué al hotel, el conserje ya nos conoce, me dio la llave de la habitación desde donde me habían llamado. Subí y entré. Me encontré con un tipo de unos cuarenta

años, de contextura normal y muy amable, educado y caballero.

Me dijo que se llamaba Raimundo y que necesitaba un servicio especial.

  • ¿Tus pies? Pregunté

  • Nop, dijo Sandrita

  • Me dijo que era muy dotado, pero al extremo, y que las mujeres no lo aguantaban, así que quería convenir un nuevo arancel, que pusiera yo el precio, para hacerle la paja, porque no entraba en ninguna mujer, de grande que la tenía.

Quiso ponerse seria, pero al ver nuestras caras, soltó una carcajada, al tiempo que hacía con las manos los ademanes correspondientes para ejemplificar un gran tamaño de miembro viril...

  • Puedo decir chicos, que las he visto grandes, chiquitas, torcidas, derechas, o tan lindas como la tuya Fabi, pero como ESO que el tipo tenía colgando, J-A-M-Á-S.
  • ....?????

  • Era algo monstruoso. Dame tu pierna Gina.

Gina levantó una pierna de mi espalda y se giró hacia Sandrita, que tomó el tobillo de Gina, y dijo:

  • Así de gruesa, más o menos..., sí, sí. Dame tu muñeca Fabi.

Levanté unos de mis brazos, hago gimnasio, no soy un atleta, pero tengo buenos músculos. - Así, así, como la muñeca de Fabi o el tobillo de Gina.

  • A la mierda, que pedazo, dijo Marilú.

  • ¿Así de grande?, se sorprendió Gina.

  • Sí chicas, no les miento, así.

  • Nunca vi una así, ni la quiero ver, y mucho menos sentir, dijo Gina.

  • Es más grande que yo, se rió Marilú

  • La mierda, dije yo. Unos 35 cm de largo y 4 de diámetro…Uuuhhhh!!!!!

  • ¿Y qué es lo que fue como con Fabi, Sandra? dijo Marilú

  • Ah, cierto. Bueno, este buen señor se acostó en la cama y me dispuse a hacerle la mejor paja que pudiera, agarrándosela con las dos manos, creanmé que cuando el acaricié la cabeza me dio escalofríos. Pensé que si me la metía me partía en cuatro. Bueno, subí y bajé mis manos por esa bestia y se terminó de parar, ahí me senté en la cama con los pies contra sus piernas y se me ocurrió algo. Lo dejé, y le pedí que se acostara en el suelo, paralelo a la cama. El tipo lo hizo, y le pregunté si podía hacérsela con los pies. Que así podía trabajársela mejor, y que con una buena técnica era mejor que con las manos. Agarró viaje y me dijo que sí.

  • Bueno, la verdad es que si hiciste eso es porque te inspiraste en mí, dije, chistoso.

  • Si tesoro nuestro, dijo la chica de los más lindos pies que hay, y me acercó uno para que se lo besara.

Así lo hice, rápidamente, porque quería que nos terminara de contar.

  • Dejá de molestar, dijo Gina, pegándome con el talón en la espalda, después te damos todo que quieras, pero no doy más de la curiosidad. Dale Sandri, seguí, y no le des bola a este fetichista degenerado.

Nos reímos y Sandrita continuó:

  • Bien, gracias amiga, tenés razón, se aprovecha de mi candidez. Al final se acostó en el suelo, y les juro, que sostenida, porque del peso se inclinaba para su vientre, parada vertical llegaba hasta la misma altura que la cama. Me acomodé, y la agarré entre los pies, y empecé a pajearlo de arriba abajo, cuando me cansaba, se la apoyaba en el vientre y movía los dos pies desde las bolas hasta la cabeza, era interminable de larga. Además cuando la abrazaba con las plantas de los pies, era como tener algo vivo, caliente, no sé, me parecía una víbora, nunca toqué una, sólo que caliente. Y pensaba en la de Fabi, que cualquiera de nosotras la puede agarrar entre los dedos de los dos pies. Incluso Regina, con los dedos largos que tiene en los pies, no podría abrazarla toda de gorda que era.

Las chicas la miraban asombradas, y entonces les dijo Sandrita, prueben con las muñecas de Fabi o los tobillos de Gina, y era más o menos así.

Estiré los brazos, y Marilú y Gina me tomaron una muñeca cada una entre los pies, y ambas dijeron:

  • A la mierda, que sensación, qué pedazo de verga !!!! Seguí, seguí Sandri...!!!

  • Bueno. El tipo le encontró el gusto y cuando le pregunté si lo estaba trabajando bien, me dijo que sí, que era muy satisfactorio. Nunca se lo habían hecho, pero que estaba bárbaro, y que tenía unos pies muy suaves y bonitos. Y que era mejor que con las manos, porque como las mías eran pequeñas, no lo abarcaba bien, como al él le gustaba. Y seguí dándole bomba con los pies, hasta que noté que suspiraba cada vez más profundo, y cuando me dí cuenta que se ya acababa, me agaché, le escupí en la punta y le trabajé con los dedos la cabeza, y ahí vino la inundación... ¡¡¡¡¡ Qué manera de salir leche !!!!! Acorde con el tamaño de verga y bolas, no digo un vaso, pero una tacita de café llena, seguro. Pero le gustó mucho, porque se arqueó y se tensó y acabó como una bestia, suspiraba, gemía, hasta que al final se relajó, aunque el monstruito tardó un rato en ablandarse, aunque por el tamaño se la tenés que tener porque parada derecha no quedaba nunca.

  • ¿Te pagó bien?

  • Mil, y rebién pagos, si no estuve ni media hora.

  • Está bien, dijo Marilú, por un domicilio y con cosas grandes, está súperbien.

  • Además, dijo Sandrita, es un especial, porque con los pies es otro precio...

  • Seguro nena, dije yo, más por la calidad de servicio que dan, de tanto practicar con el jefe.

Se rió y me dijo:

  • Callate, jefe, si sos un muñequito entre los pies de una mujer, puro macho, puro macho, pero una se descalza y te babeás, pidiendo por favor besar un dedito...

  • Sí, machote las pelotas, dijo Gina, pegándome con el talón en la espalda.

Marilú me empujaba con los pies para darme vuelta, y yo le agarré los deliciosos piecitos para hacerle cosquillas, hasta que me pidió por favor que parara. No le hice caso y seguí, mientras que Gina acudía en su defensa y me pegaba talonazos en la espalda, con esos pies que tanto me gustan, y las bellezas de deditos de Sandrita me hacían cosquillas en las axilas, hasta que me revolqué de la risa, y aprovecharon las tres para montarse sobre mí, pero la agarré a Marilú y metiendo mi cabeza entre sus piernas, le empecé a lamer la suave y tersa vagina, a lo que primero se resistió, aunque luego accedió gustosa, y las chicas...,

bueno, va para otra historia, y de pies, muchos pies de mujer.