Piensa en frío... él alteró mi mundo (29)

La mano de Santiago se aferra a mi brazo con fuerza, lo siento temblar, yo no tiemblo, más bien no puedo moverme, cuando voy a hablar llega el primer grito seguido de una serie de insultos que no me interesa repetir...

hOLA HOLA querubines!

antes que nada, diablos! lo siento mucho, se que tarde mucho mas de lo que había dicho pero no sé porque, o quizas sí lo sé, este capitulo se complico un poquito, debe ser esa mala costumbre de dormir el día completo lo que no me ayudo mucho a escribir, pero bueno, aqui estoy! :D me quedo con un gusto extraño porque quería agregar algo a este capítulo pero no se bien porqué decidí dejarlo hasta aqui, tenía pensado dejar el final para el capítulo 30, ahora lo veo un poco difícil o quizas no, por eso no quise anunciar este como el "penúltimo" capítulo, aunque no lo tengo muy claro, ya veremos que pasa D: como siempre, gracias a los que comentan aquí y en mi mail , a todos les envío todo el cariño posible en el capítulo anterior no respondí sus comentarios, no recuerdo muy bien porqué pero que quede claro que los leí todos eh y me alegraron mucho mucho.

No los aburro mas, disfrutenlo, comenten denme sus opiniones, por favor d todo tipo , comentar no cuesta nada y lo mejor es que es gratis y bonito, un beso a tod@s, si olvido algo lo comentaré despues

Cariños

Pauli.-

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Santiago

Abro los ojos y la habitación está en penumbras, muevo una de mis manos buscando mi teléfono y cuando doy con el que no es el mío, si no con el teléfono de Fernando noto como ha pasado todo el día, me cuesta creer que ya sean casi las diez de la noche y yo recién comienzo a abrir los ojos.

Por un momento pienso que he imaginado todo lo de la noche anterior al no encontrar a Fernando a mi lado, pero el aparato en mi mano me hace confirmar lo que creo que paso la noche anterior, tengo una ola de ideas e imágenes en la cabeza que me confunden a ratos, vuelvo a recostar mi cabeza en la almohada intentando aclarar la película en mi mente, el teléfono en mi mano comienza a vibrar, lo miro por unos segundos y en la pantalla veo la foto de Bárbara, la llamada es insistente y supongo que Fernando no ha dado señales de vida y ella debe estar preocupada, pienso en contestar la llamada pero los nervios, extraños nervios se apoderan de mí y cuando aún estoy decidiendo si contestar o no, la llamada se corta.

Con un extraño dolor en el cuerpo, una gran y horrible sensación de cansancio que no logro explicarme después de todo lo que he dormido, salgo de la habitación tambaleándome. Cierro los ojos y aspiro con fuerza el olor a café que se siente al bajar la escalera, sigo el aroma y en la cocina me encuentro a Fernando sentado en una de las sillas al lado de la mesa mientras tiene su cabeza apoyada en esta, frente a él hay una taza de café humeante, me acerco a él y voy a tocarlo, pero me arrepiento, no sé por qué.

-hace mucho que estas despierto?- le pregunto cuando ya llevo un par de minutos sentado frente a él en silencio sin que note mi presencia, sonrío a notar el sobresalto en su cuerpo cuando me escucha

-no mucho, no quise despertarte- sus ojos, oscuros, ese color que tanto amo me intimidan por un momento, tengo dudas, grandes y espantosas dudas del estado de su ánimo- quise dejar que durmieras un poco más, no tuviste una buena noche –la seriedad en su mirada se aleja muy poco y el semblante en su rostro cambia por una milésima de segundo, casi imperceptible, pero yo lo noto

-me siento cansado –le digo apartando mi mirada de la suya, esto es extraño

-debes estarlo, tienes pesadillas cierto? –siento mi cuerpo paralizarse, un escalofrío me recorre la espalda y la sensación incluso llega a ser dolorosa, claro que tengo pesadillas demonios, no dejo de tenerlas, pero no quiero que él lo sepa, no quiero que nadie lo sepa, ni mucho menos quiero que sepan el motivo, aunque debe tener una idea de cuál es- no tienes que contarme si no quieres hacerlo- al escucharlo vuelvo a respirar y no sé en qué momento se ha levantado de su sitio, pero está a mi lado mientras toma mis manos entre las suyas y cuando vuelvo a mirarlo me encuentro una vez más con Fernando… con mi Fernando, el mismo que hace que mi piel se erice con una caricia o que por momentos mi cerebro deje de funcionar si lo tengo cerca, tomo aire con fuerza y el olor de su perfume me atrae, me llama, y lo quiero cerca, él lo sabe, siempre lo sabe, sabe lo que provoca en mí y me aferra a su cuerpo, uno de mis brazos rodea su cuello y con el otro, apoyando la palma de mi mano en su pecho siento como este sube y baja acoplado al mío, la sensación es embriagadora… Dios… extrañaba esto, lo extrañaba a ÉL.

Rodrigo

Es extraño, incluso… es estúpido, pero a pesar de la hora no he logrado salir de la habitación, de mí habitación, no quiero caminar por el departamento, no me atrevo a hacerlo, no logre dormir en toda la noche, ni por la mañana, no he cerrado los ojos ni por un minuto, sé que aún está en el departamento, no he sentido la puerta de entrada cerrarse.

Recuerdo tan bien la expresión en su rostro cuando le enseñé la habitación vacía al lado de la mía, sí, en el departamento hay una habitación para “invitados” que pocas veces he usado, habitación que jamás pensé que usaría Tomas, siempre lo quise durmiendo a mi lado, soy un idiota, lo sé.

Estoy sentado en la cama, después de siete intentos de levantarme y salir campantemente como si nada importante hubiera pasado, pero no lo logré, ni siquiera logro poner un pie en el suelo, me siento como un imbécil o quizás como si fuera un niño con miedo a saber lo que hay detrás de la puerta, imagino a Tomás caminando por el living, quizás en la cocina, o tal vez aún recostado en la cama, quizás está dormido, me pregunto cómo estarán las heridas en su rostro, me pregunto si sentirá mucho dolor, quizás no ha usado la crema que le entregue para aliviar el dolor, o… o quizás ya se marchó, no lo sé y tengo miedo de saberlo.

Si se fue… ¿A dónde habrá ido? ¿Qué pensará hacer ahora? ¿Tiene donde quedarse? … no debería lo sé, pero me preocupa, diablos me preocupa.

Luego del tercer golpe en la puerta reacciono al fin y dejo atrás las preguntas de mi cabeza, inevitablemente respiro aliviado, aún está aquí.

No respondo al llamado, no porque no quiera hacerlo, si no que cuando quiero hablar no me salen las palabras, carraspeo intentando aclarar mi garganta y la puerta se abre un par de centímetros.

-si te desperté lo siento, solo quería avisarte que me voy- solo siento su voz, por alguna razón no asoma su rostro por la puerta entonces no lo veo, diablos no lo veo, quiero responderle, pero aun no puedo hacerlo, él debe creer que no quiero hablarle y sin decir más cierra la puerta del cuarto y siento sus pasos hacia la salida

Mis piernas se doblan porque están dormidas aún, pero ignoro el dolor cuando bajo de la cama apresurado y abro la puerta para alcanzar a Tomas cuando está tomando su chaqueta para irse

-a dónde vas?- mi voz se escucha chillona y desagradable, incluso a mí me molesta

-me voy- eso no contesta mi pregunta, ni siquiera me da una idea

-pero a dónde? Vas a tu casa? – esta de espaldas a mí, no me mira… demonios mírame!

-quizás, no lo sé, necesito ropa limpia y sacar algunas cosas, sí, creo que iré a casa de mis padres –“sacar algunas cosas” “iré a casa de mis padres”… su hermana dijo que su padre lo había corrido de casa

-quizás tu padre ya está más tranquilo, podrás hablar con él y estará todo bien- no sé porque digo eso si ni siquiera yo lo creo, Tomás ríe y me duele que lo haga

-Rodrigo- mi nombre en su boca se escucha tan bien…- no sé porque sabes algunas cosas, en realidad no deberías saber nada y no voy a preguntarte porque te enteraste, solo voy a agradecerte por lo de anoche- camina hacia la puerta aún sin mirarme, No…No te vayas…

-estaba con Santiago cuando tu hermana apareció preguntando por ti- detiene su caminar, entonces sigo hablando- dijo que llevaba días buscándote y quería que Santiago le ayudara, supongo que tenía la esperanza de que estuvieras con él- decir esto me molesta- dijo lo de tu padre, algo de una pelea pero que ahora él estaría arrepentido, que lo que dijo solo fue por la rabia del momento- no dejo de hablar porque no logro pensar en algo más para que se quede- dijo que había revisado tu e-mail, que había encontrado una par de mensajes extraños de un tal Alex –nombrarlo hace que mi estómago se retuerza –decía algo de que quizás querías volver a España y me preocupe- por un momento me callo- por… por eso… por eso comencé a… a buscarte –mi voz tiembla y no sé cuál es la razón

Tomás se mantiene de pie, de espalda a mí, inmóvil, abrazo mi pecho y mi garganta duele, siento que no puedo hablar más, cierro los ojos y espero… espero… espero… espero escuchar su voz, una palabra, lo que sea…

-mi hermana siempre está dando problemas y hablado más de la cuenta –abro los ojos y lo veo, al fin lo veo, pero mi corazón se oprime al ver las marcas en su rostro –siempre exagera todo- sonríe… si, sonríe y yo también lo hago

-se veía muy preocupada –él pone sus ojos en blanco

-supongo que si

El silencio es incómodo, muy incómodo, pero no me siento capaz de abrir la boca para nada, Tomás me mira también en silencio, su cabeza ladeada parece estarme examinando, es incómodo, inquietante, quizás qué diablos está pensando, yo al menos, mientras lo miro, tengo recuerdos fugaces, de todo, diablos de todo lo que he pasado con él o más bien por él.

-duele?- sonríe después de mi pregunta, me inquieta saber si eso no le costará trabajo hacerlo teniendo el labio inferior roto

-tu amigo golpea bien

-sigo sin entender porque no te defendiste –una mueca chistosa aparece en su rostro

-lo tenía merecido

-aun así ¿eres masoquista?- me molesta la carcajada que da, no entiendo cómo logra reírse

-puede que tenga algo de eso

-diablos- suspiro y me dejo caer en el sillón- estás loco

-todos lo estamos un poco

-pero tú te excedes

-quizás no debería, pero quiero pedirte algo –no entiendo el por qué pero mi corazón se acelera –ten cuidado con, con el novio de Santiago, se puso un poco agresivo contigo y no sería bueno que te dejara como a mí

-solo tengo que hablar con él cuando este más tranquilo – Tomás camina hacia una silla que esta frente a mí y me mira mientras tuerce la boca, no sé si el gesto es de dolor o es que está pensando en algo

-yo puedo decirle que no tuviste nada que ver en lo que hice –dice sin mirarme- así podría ahorrarte un problema, uno al menos

-ni lo pienses- me mira sorprendido y yo mismo me sorprendo al ver que me he puesto de pie frente a él- ¿quieres que te mate? Ni lo pienses, no quiero que te acerques a él, al menos no hasta que decidas defenderte si alguien quiere golpearte –dudo de lo que estoy haciendo pero camino alrededor del sillón y encuentro la crema en uno de los costados, definitivamente no la uso, me acerco a él y toco la herida en su labio, un pequeño quejido se escapa de su boca y yo suspiro sonoramente

-no la usaste cierto? –no contesta, solo me mira en silencio, pongo la manos en sus hombros y quito la chaqueta que se ha puesto minutos antes, también la camisa que lleva un par de manchas de sangre, mis manos se mueven con rapidez, imagino que en cualquier momento querrá apartarme, tiene marcas, horribles marcas en sus brazos y también en el pecho, pongo crema en mis manos y masajeo las heridas, lo veo cerrar sus ojos, tengo ideas extrañas que me hacen sonrojar, pero las ahuyento con rapidez de mi cabeza. Cuando dejo de tocarlo doy un paso atrás, estoy pensando en que lo mejor será que use una de mis camisas, la suya esta ensangrentada

-me odias?- su mano toma mi muñeca y me obliga a detenerme cuando pienso alejarme, lo miro y es la primera vez que lo veo así, por primera vez lo veo triste, y no sé qué responderle porque no logro procesar su pregunta –claro que me odias, razones tienes de sobra, lo entiendo yo…

-no- le interrumpo- no te odio –me mira y la expresión en su rostro es como si algo le doliera, supongo que son las heridas- sé que lo dije, pero era mentira, fue la rabia del momento supongo, no traías novedades agradables- tuerzo la boca al recordar ese día- quizás debería hacerlo, sí, claro que debería, pero no lo hago, no te odio

-hazlo, tienes que hacerlo, demonios Rodrigo hazlo

-no me digas lo que debo hacer

-eres terco- me mira molesto

-tu eres un idiota- no puedo evitar sorprenderme de haberle dicho eso, pero Tomás sonríe

-sí, lo soy

Aun siento el roce de su mano en mi muñeca, es agradable, es como una caricia, y son tan pocas las que él me ha dado que esta es infinitamente agradable, si… claro que debería odiarlo.

Pero rompe el contacto, ya no sonríe, suelta mi muñeca y se pone de pie, toma la camisa a su lado y comienza a vestirse

-no tienes que irte – le insisto

-es mejor

-diablos quieres que te ruegue? –me mira por un segundo

-claro que no

-entonces porqué lo haces

-porque debe ser así

-porque ahora pretender hacer lo correcto, ¿A dónde iras?

-ya te lo dije, necesito ropa limpia

-y si tu padre no te deja entrar a la casa –me golpeo mentalmente, se supone que pensara que todo estaría bien

-ya veremos qué pasa

-donde iras después?

-Rodrigo que demonios quieres!? –está molesto… que se joda, yo también lo estoy

-que hagas lo correcto!

-pero si me reclamas si quiero hacerlo!

-es que está mal!

-no me grites!

-pues tu tampoco me grites a mí! –diablos, parecemos niños

-esto es inútil –susurra

Me rindo, no puedo retenerlo a la fuerza, o quizás podría, pero no… no lo haré

-volverás? –Vuelve su mirada a mí y lo veo contrariado, como si no supiera cual es la respuesta correcta- puedes volver, si quieres- digo como si no me importara, pero mi actuación es un asco

Tomas me mira en silencio, ya tiene puesta su camisa, me examina, odio cuando lo hace, pasa una mano por su cabello exasperado, noto que ha crecido, me pregunto cómo se sentirá acariciarlo…

-dilo- me despierta de la fantasía en la que estoy- di lo que quieres, fuerte y claro, y lo haré, lo que tú quieras, pero dilo de una vez, sin rodeos- me paralizo, no sé lo que quiero, diablos no sé lo que quiero, demonios! ¿Qué quiero?... ¿quiero que se largue? ¿Qué se quede? ¿Para qué? ¿Conmigo? ¿Lo quiero conmigo? O solo quiero que esté bien, pero lejos de mí… no lo sé, diablos no lo sé… -dilo- insiste

-por qué me preguntas eso?

-sin rodeos –insiste

-es que – tartamudeo- Tomas yo…

-solo dilo y ya –sigue insistiendo

-no… no lo sé –mi respiración se acelera y él cierra los ojo mientras suspira, vuelve a pasar la mano por su cabello y retrocede para tomar su chaqueta… mierda… mierda… no sé lo que quiero –esto es injusto- le digo

-ya te lo pregunté

-ni siquiera sé lo que quieres tu

-lo que yo quiera no importa

-acaso lo tienes claro? –me rio

-sí, lo tengo claro – su mirada hace que me sonroje y no me explico el porqué

-y que es lo que quieres?

-ya te lo dije, no importa

-es injusto- refunfuño, escucho su risa, mi cuerpo completo se estremece al sentir una de sus manos acariciando mi mejilla

-así es esta mierda nene- lo miro – nada es justo –me guiña un ojo y se aparta

Camina a la puerta con la chaqueta en su mano y sin volver a mirar atrás desaparece ante mis ojos, me quedo de pie, en el mismo sitio donde me ha dejado, siento mi cuerpo arder y estremecerse a la vez, me maldigo, me maldigo mil veces, ahora sé lo que quiero, quizás no sea lo mismo que querré en un mes más, pero ahora, en este momento… quiero que vuelva.

Fernando

Santiago sigue en silencio  mientras Pablo y Annie hablan animadamente de alguna trivialidad sin importancia, por un momento pienso en lo extraño que es verlos juntos, tan campantes y despreocupados, no sé si hay algo entre ellos, algo me dice que sí, pero lo dudo si pienso en el poco tiempo desde que se conocen, en realidad solo son un par de días.

-y bien? Vienen con nosotros? –Annie insiste en salir a comer los cuatro

-eh, no lo sé –Santiago parece distraído

-no- les digo y Annie frunce el ceño- no me mires así, Santiago y yo iremos a otra parte

-donde? –Pablo mira a Santiago

-no lo sé- le dice este perdido- donde?- me pregunta

-Rodrigo

Cuando escucha su nombre Santiago tensa su mandíbula, la noche anterior le di un millón de vueltas a este tema, pensé en hablar primero con Rodrigo a solas, después de todo somos amigos hace años o al menos eso pensaba yo, pero el tema que tengo que tratar con él gira en torno a Santiago y es inevitable su presencia.

Pablo y Annie no insisten y caminan en dirección opuesta a nosotros.

-no sé si quiero hablar con Rodrigo –Santiago se ve molesto

-sería mejor aclarar todo esto de una vez

-Lucas dijo que había cambiado

-él sabe de Tomás?

-no, no tendría por qué saberlo

-porque no me cuentas lo que sabes? –le pregunto porque simplificaría mucho las cosas

-no es mucho lo que sé- comenta distraído- Rodrigo y Lucas se conocen hace años, se que estuvieron juntos pero se terminó porque Rodrigo siempre quiso mantenerlo en secreto, ante todo el mundo solo eran buenos amigos, Lucas se aburrió y no terminaron en buenos términos

-es lo que piensas que pasaría con nosotros- le digo recordando peleas pasadas

-sí, en algún momento lo pensé

Esta mini conversación la hemos tenido en la entrada de mi casa, donde Pablo y Annie se han separado de nosotros.

-vas conmigo? –le pregunto, no puedo esperar para aclarar las cosas con Rodrigo

-está bien- suspira y camina a mi lado.

Aparco el auto frente al edificio de Rodrigo y no sé si Santiago lo nota, creo que no porque mantiene su mirada baja, pero veo a Tomas salir del edificio caminando apresurado, Rodrigo tiene demasiadas cosas que explicar

-no creo que ganemos mucho de esto

-porque lo dices

-en que cambiarían las cosas si Rodrigo nos dice que él sabía lo que Tomas quería hacer o incluso si es que le hubiera ayudado además la verdad es que dudo que sea así, ese día no vi a Rodrigo, no creo que él haya ayudado en algo

-veamos que nos dice –bajo del auto apresurado y siento a Santiago suspirar sonoramente.

El departamento de Rodrigo está en el cuarto piso del edificio, mientras vamos escaleras arriba pienso en el tiempo que lo conozco, hace años que somos amigos y la verdad es que se muy poco de él, jamás he visto a sus padres ni a nadie de su familia, jamás habla de ellos y la verdad es que yo tampoco pregunté, he conocido un par de chicas que han sido sus novias, no puedo juzgarlo por ello si yo mismo después de tener novia me enamoré de un hombre.

En la puerta del departamento Santiago me mira expectante.

-quizás debí esperar abajo- dice

-porque?

-se sentirá atacado, quizás acorralado, no lo sé, no quiero pelear, ni siquiera discutir, no sé en que ayudará esto ni para que estamos aquí –no puedo evitar acercarlo a mí y besar sus labios por un segundo

-te necesito aquí- le digo antes de volver a besarlo, Santiago suspira contra mis labios

-Dios! Lo que hago por ti –frunce el ceño como si estuviera molesto pero sonríe y sin más toca el timbre a un costado de la  puerta

La imagen de Rodrigo me sorprende un poco, pareciera que no ha dormido, lo noto cansado, agotado, cuando abre la puerta pareciera que hubiera corrido en cuento escucho el sonido del timbre, pienso en Tomas saliendo del edificio a paso rápido, quizás pensó que sería él, pero su semblante se endurece y se nota sorprendido cuando nos ve a Santiago y a mi parados frente a él esperando que diga algo

-supuse que tenía que hablar con ustedes, pero no pensé  que sería tan rápido –se aparta de la puerta y con su mano nos invita a entrar, examino el departamento y veo a un costado del sillón lo que parecen implementos para curar alguna herida, es obvio que Tomás paso la noche aquí –quieren algo de beber? –yo niego pero Santiago parece necesitar beber algo, lo noto pálido, Rodrigo desaparece hacia la cocina y yo me acerco a Santiago

-estas bien?

-si, si, solo… esto me pone nervioso y por favor, Fernando por favor, contrólate- sonrío y Rodrigo vuelve a aparecer

-bien, por donde empezamos

-dejaste que pasara la noche aquí? –me mira sorprendido y Santiago un poco perdido- cuando llegamos lo vi salir de aquí

-si, Tomás paso la noche aquí –la mueca de desagrado en el rostro de Santiago no pasa desapercibida para ninguno de los dos

-por qué se conocen?- es Santiago quien le pregunta y Rodrigo lo mira sonriendo

-por ti –le dice- estaba con ustedes un día que él apareció, tú nos presentaste, y un par de días después lo encontré en un bar por casualidad, de hecho, en el mismo bar de anoche

-que tienes tu que ver con él, sabías lo que quería con Santiago cierto- ahora soy yo quien habla, y no es un pregunta, algo me dice que la respuesta es obvia

-hagamos esto, dejen que les cuente mi parte de la historia, no me interrumpan, así saldremos de esto mucho antes

-bien – Santiago camina hacia el sillón y acomoda mientras extiende una mano hacia mí, Rodrigo nos mira cuando me acerco a él y ambos estamos esperando que comience a hablar

Toma aire y comienza a hablar…

-la parte de mi historia con Lucas no es algo que tenga que interesarles por lo que no se las contaré, en todo caso supongo que tu Santiago ya lo sabes- Santiago asiente en silencio y Rodrigo continúa- bien, me ahorras una parte extensa, como lo mío con Lucas no termino bien, cuando los vi juntos me molesté- ríe- sí, lo sé , fue una idiotez pero me molestó y por eso comencé a hostigarte, cuando conocí a Tomás pensé que acercarme a él sería una buena manera de joderte, más bien de joderlos a los dos –esta vez me mira- que estuvieras con Santiago significaba que también te detestaba, porque sí, siempre supe lo de ustedes, era tan similar a lo mío con Lucas que pensé que sería sencillo molestarlos, y lo fue, estoy seguro de que ocasione más de alguna pelea entre ustedes –el recuerdo hace que me moleste, mi cuerpo se tensa pero siento la mano de Santiago acariciar la mía- la verdad es que al principio pensé que Tomás solo quería recuperarte o algo así pero después me di cuenta de que no tiene idea de lo que quiere, Santiago…-calló por un momento- no pretendo justificarlo ni mucho menos, pero está mal, por un millón de razones

-es verdad que se está drogando?- Santiago ignora la parte en donde quedamos en no interrumpirlo, pero Rodrigo continúa

-sí, es verdad

-sabes desde cuándo? Por qué?

-esa parte no me corresponde contarla, y no lo haré, la verdad es que creo que Tomás se da cuenta muy tarde del daño que es capaz de hacer y como ya está hecho, no le importa, por eso no es capaz de disculparse ni mucho menos de pedir perdón, voy a ser sincero y espero que lo crean porque es la verdad, sabía que Tomás quería  hacer algo contra ustedes pero no me preocupe, no le di importancia, porque lo veía bien, pensé que estaban tan bien que cualquier cosa que tomas quisiera hacer sería una pérdida de tiempo, la verdad es que jamás pensé que llegaría tan lejos

-sabes lo que hizo? –le pregunto y Rodrigo asiente

-él me lo contó, al día siguiente

-por eso decías que tenía que esperar a ver lo que Santiago tenía que decir

-pensé que lo entenderías cuando estuvieras más tranquilo o que se yo, la verdad es que no espere nunca que llegara a tanto, en verdad lo siento Santiago y no puedo decirte que Tomás está arrepentido porque no creo que lo esté, solo- se calló por un segundo- solo quiero que sepas que no está bien, no piensa las cosas antes de hacerlas

-que tienes tú con él –le pregunta Santiago, Rodrigo ríe de manera melancólica

-ya les dije todo lo que tenía que contarles, lo que les incumbe, el resto no tiene que ver con ustedes

-que quiere decir eso? Que pasa entre ustedes dos? –miro extrañado a Santiago, lo que dice Rodrigo es cierto, esa parte de la historia no nos incumbe a ninguno de los dos, pero sus palabras toman un giro inesperado- si sabes lo mal que está y como actúa no deberías alejarte de él, Rodrigo, saldrás lastimado- Rodrigo sonrió luego de escuchar a Santiago, algo me dice que es algo que tiene muy asumido y tampoco me agrada la idea de saber que Tomás pueda lastimarlo, asumo que todos los cambios de ánimo y la extraña forma de comportarse que ha tenido en el último tiempo es por Tomás

-es mejor que se vallan, no hay nada más que tenga que decirles

-nos estas corriendo?- le pregunto

-sí, algo así, necesito dormir un poco –dice sonriendo

Sin decir más Santiago y yo nos ponemos de pie y caminamos en silencio hacia la puerta, Santiago intercambia una pequeña mirada con Rodrigo y entiendo que está conforme con lo que nos ha contado, supongo que yo también lo estoy y antes de salir cuando Santiago ya comienza el caminar escaleras abajo no puedo evitar mirar a Rodrigo y de alguna manera intento decirle que cuente conmigo, que de alguna manera, lo entiendo.

-quizás esto cambie las cosas entre nosotros, supongo que debes odiarme y puede que tengas razones para hacerlo, pero espero que en algún momento te convenzas de que yo no quería esto

-lo sé, sé que es cierto, tranquilo –me acerco a él y creo que es la primera vez que le doy un abrazo- cuídate y piensa lo que haces- no hay necesidad de entrar en detalles del porqué le pido que se cuide, a pesar de todo, es obvio que él también ha salido perjudicado con todo esto.

Santiago está de pie junto al auto, pensativo y con la mirada perdida, me acerco a él y antes de que reaccione lo abrazo

-estas bien?-le pregunto mientras aferro su cuerpo al mío

-tu? –envuelve sus brazos en mi cuello y entierro mis rostro en su piel –tranquilo?

-me porte bien –ríe

-muy muy bien –sonrío – y ahora? Algo más que quieras aclarar?

-algunas cosas sí, pero pueden esperar un poco –me mira sin entender- ahora, lo que quiero

es a ti-sonríe

-aún hay cosas que tenemos que hablar –acaricia mi mejilla –pero te extraño demasiado como para esperar a aclararlas

Sonrío y solo pienso en la inmensa necesidad de volver a estar con él, de volver a tenerlo, de repetir que lo amo y también de pedir perdón, ninguno de los dos debió pasar por esto, mucho menos él y es inevitable sentir culpa, pero no más, nunca más, es mío, está conmigo y me ama tanto como yo lo amo a él.

Santiago

Me sorprende ver en la entrada de casa el auto de mis padres, no esperaba su regreso aun y mucho menos en este preciso momento, miro a Fernando por un momento y supongo que él tampoco esperaba su retorno aún, me rio de su expresión.

Pero las sorpresas no terminan, al entrar encuentro a Pablo y Annie hablando muy animadamente con mi madre, ríen a carcajadas mientras siento la voz de mi padre en la otra habitación que parece estar hablado con alguien al teléfono.

Resulto ser que el retorno de mis padres se produjo mucho antes de lo que ellos esperaban y no quisieron esperar hasta el día siguiente para volver a casa, preguntaron varias veces porqué mi teléfono permaneció apagado toda la noche y me cuentan que al llegar a casa y no encontrarme, optaron por llamar a Pablo, suponiendo que estaba con él, Annie y Pablo llegaron a casa hace un par de horas, mi amigo se acerca a mí en un momento y me cuenta que prefirieron esperar que termináramos con el asunto de Rodrigo pero que luego se le olvido avisar que ya estaban en casa

Después de hablar por un rato con mis padres y escuchar las buenas noticias de su trabajo, Annie y mi madre se adentran en la cocina para preparar algo para todos, al poco rato aparece también Diana, la miro extrañado porque en el último tiempo la he notado muy extraña, no hablamos mucho, al principio pensé que era por todo lo de Tomás pero pensándolo bien ni siquiera la he visto seguido en la universidad, lo que es extraño, por su mirada y un par de gestos entiendo que pretendía encontrarme solo en casa pero sonríe y solo dice “tengo mucho que hablar contigo, pero cuando estemos solos” – luego se aparta, saluda a mis padres y se une a mi madre y Annie en la cocina. En el living de la casa mi padre y Pablo hablan sobre deportes, tema que a mí no me importa y me aparto por un momento para subir a mi cuarto y respirar un poco más tranquilo, tengo la impresión de que en un par de horas he tenido que digerir demasiada información y pensar en ello marea.

-deberías descansar –estoy sobre la cama, abro los ojos y me encuentro con Fernando que me observa desde la puerta de la habitación

-es raro

-es mucho, demasiada información

-lo sientes también? –sonríe, da un paso adelante y cierra la puerta tras de sí

-el qué?- pregunta- la desagradable sensación de no entender lo que pasa?

-sí, eso y el mareo por el exceso de información, cuesta procesar todo esto

-no tienes que hacerlo entonces- lo observo y me extraña verlo tan tranquilo, pero me gusta

-como lo haces? Como estas tan tranquilo? –pregunto y él sonríe amargamente

-no lo estoy, no estoy tranquilo –lo observo en silencio- tengo un millón de sensaciones pero ninguna de ellas se acerca a la tranquilidad

-que sientes? –no contesta- que quieres? –sonríe

-te quiero a ti –mi corazón se oprime y me falta el aire por un segundo que se me hace eterno- y no sé como pero, quiero que olvides –sus ojos se humedecen y siento que ocurre lo mismo en mí, lo veo ponerse de pie y caminar hacia la puerta, pienso que se marcha pero sonrío cuando noto que solo ha puesto el seguro –quiero que descanses, que estés tranquilo, que quieras estar conmigo y que vuelvas a decir que me amas, quiero que no tengas más pesadillas y si por mi fuera me quedo contigo cada noche…

La cabeza me da vueltas y no escucho más de lo que dice, no necesito escuchar más, deseo lo mismo, quiero que esté conmigo cada noche y por la mañana despertar con su mirada. Me aferro a su cuerpo con fuerza y me abandono al calor de sus caricias, mis labios buscan los suyos con ansias, lo anhelo tanto que mi respiración se agita en su boca, con manos firmes pero suaves y delicadas arranca mi ropa y el tacto de su piel en la mía es delirante, imito sus gestos y busco tenerlo sin nada que obstaculice el contacto entre los dos…

Pero escucho una fuerte carcajada proveniente del primer piso y abro los ojos de golpe, Fernando no parece haberlo notado y continúa sumido en el tacto de sus manos por mi cuerpo, el sentido común y el pudor me obligan a detenerlo

-aquí no, no ahora, no estamos solos –sonríe, una sensual y seductora sonrisa que me derrite en una milésima de segundo

-entonces no hagamos mucho ruido –cuando quiero protestar y entre risas intento convencerlo de que piense con la cabeza fría el peso de su cuerpo sobre el mío y su beso me callan por completo, entonces mi sentido común se va al diablo y busco sus labios con las mismas ansias del principio, lo quiero tanto, lo quiero aquí y ahora, en este momento y no me importa que alguien pueda notar nuestra ausencia, lo necesito y él a mí.

Pero no es posible…

Golpes en la puerta me hacen despertar, comienzo a escuchar el sonido de la voz de Pablo que está del otro lado, parece molesto y cuando ya ha logrado sacarme del trance en el que me encuentro noto que Fernando se resiste a abandonar nuestro reencuentro.

Pero Pablo es insistente… muy insistente…

-siempre lo hace, siempre lo hace, porque demonios tiene que hacerlo? –lo miro a los ojos y se ve frustrado, aunque yo también lo estoy no puedo evitar reír de su expresión, él lo nota y frunce el ceño pero se queda en silencio, los golpes en la puerta han cesado, quizás Pablo decidió darnos un rato más a solas, pero me equivoco, el ruido retorna, lo maldigo, si… maldigo a mi amigo, como muy pocas veces lo he hecho- no es justo – Fernando se resigna y aparta su cuerpo del mío, me observa mientras intento arreglar mi ropa, él no parece tener ninguna intención de imitarme, pero al final opta por la cordura y vuelve a vestir su camisa. Cuando me acerco a la puerta Fernando se mueve hacia la ventana, me río, está molesto.

-cuál es la urgencia? –le pregunto a Pablo que yace inmóvil frente a mí y con los ojos desorbitados

-no lo creo- me mira con espanto, me sonrojo y lo maldigo más aún- han perdido la vergüenza, par de indecentes, que tienen en la cabeza al menos aguanten hasta estar solos, Santiago!- me reprende y me rio de su expresión, cuando nota que ninguno de los dos pretende contestar a sus acusaciones, ciertas por lo demás, suspira sonoramente- la comida esta lista y tus padres están preguntando qué demonios están haciendo aquí arriba, intenta arreglar tu rostro y sobre todo la ropa-  miro mi ropa y veo que me he puesto la camisa al revés- dense prisa –da una mirada de reproche y se aleja de la puerta.

Me vuelvo hacia Fernando y lo observo de pie junto a la ventana, me acerco a él y me abrazo a su espalda

-te la debo –él ríe

-no me debes nada

-no me molesta pagar mi deuda –siento mis mejillas arder, me mira sonriendo y mis mejillas sonrojadas reciben sus caricias

-soy yo quien tiene deuda contigo- y con dos palabras de su parte y una sonrisa estoy de vuelta en la burbuja que lleva nuestro nombre, nuestra burbuja, siento mi pecho rebosar no sé si es de alegría o es que aun logra ponerme nervioso, en el fondo creo que es un poco de las dos cosas

-no creo que sea necesario repetirlo- le digo –pero Te Amo tanto –beso sus labios un segundo

-es bueno escucharlo – dice mientras rodea mi cintura con su brazo atrayendo mi cuerpo a él y vuelvo a rodear su cuello con mis brazos, me besa tierna pero apasionadamente y cuando vuelvo a sentir ese calor que se apodera del cuerpo, escucho el grito

-oh Mierda!!  -la voz de Pablo me sobresalta y me aparto de Fernando – demonios no quiero ver esto, ustedes perdieron el pudor que les pasa!! –habla espantado y como un niño avergonzado se tapa los ojos con una de sus manos, mueve la cabeza en desaprobación y entre reproches escucho sus pasos bajando la escalera.

No digo más y camino hacia la puerta- otra vez afuera de la burbuja…

Tomás

Salgo de casa con el dinero que tengo ahorrado, a pesar de todo aún tengo dinero, tomo un bolso y pongo algo de ropa limpia en él, tengo suerte y no hay nadie de mi familia en casa, una nota sobre mi cama con la letra de mi hermana diciendo que han salido a buscarme, supongo que la dejo por si volvía, agradezco que no se haya quedado, tomo una ducha y mientras arreglo las cosas que quiero llevarme encuentro también una fotografía, los primeros días en España, mis padres felices por la gran oportunidad que estaba teniendo mi padre en su trabajo, mi hermana ilusionada por la nueva vida en un país tan distinto al nuestro y yo, la verdad es que a mí no me importó mucho el cambio, ni siquiera me costó tanto separarme de Santiago, llevábamos un par de años juntos y la verdad es que contrario a lo que pensé, la separación no fue difícil, al menos no lo fue para mí, quise que siguiéramos en contacto al menos como amigos, pero por decisión de él dejamos de hablar, cuando eso pasó yo ya había conocido a Alex y mis intereses era muy distintos a los que tenía cuando estaba con Santiago.

Pienso en dejar una nota en casa para despedirme o algo así, pero esas cosas no se me dan bien y la verdad creo que les estoy haciendo un favor, podrán olvidarse de todos los problemas que han tenido por mi culpa, si, les estoy haciendo un favor, tomo las cosas que he guardado en el bolso y mis documentos, también el pasaporte y vuelvo a pensar en la idea de volver a España.

Encuentro un hotel donde puedo quedarme tranquilo, no es costoso pero tampoco es una mugre, pago el valor de tres noches por adelantado y  pido que no me molesten por nada, la habitación es pequeña, hay un televisor frente a la cama y una pequeña mesa al costado, miro las puertas del closet sin interés porque no pretendo sacar la ropa del bolso, dejo las cosas sobre la cama y salgo del edificio a un local cercano, compro un par de botellas y vuelvo a la habitación, me recuesto sobre la cama y trato de aclarar toda la mierda que hay en mi cabeza, mi teléfono suena en alguna parte de la habitación, me niego a contestar porque puede ser alguien de mi familia, pero no es tan insistente, solo una llamada y luego se escucha el sonido de aviso de un nuevo mensaje…

“Fernando y Santiago vinieron a verme, poco después de que te fuiste, ya saben que no fui parte de lo que hiciste, no sé si las cosas estén bien o no con ellos la verdad no me importa, espero que hayas podido quedarte en casa de tus padres, no sé qué será lo que pretendes hacer ahora solo voy a pedirte que te cuides y que pienses bien las cosas, lo pensé mucho y me dí cuenta quizás muy tarde, pero cuando te fuiste me di cuenta de que lo que quería era que volvieras

Rodrigo.”

No me importa… lo repito en mi cabeza… no me importa lo que quiera Rodrigo, no me puede importar lo que quiera, dejo de lado el teléfono y vuelvo a tomar una de las botellas, no pretendo salir de aquí, no pretendo salir de este cuarto hasta decidir qué demonios haré…

Me recuesto y al apoyar uno de los brazos en la cama siento el dolor, diablos… después de todo, el novio de Santiago me dio una buena paliza.

Dejo pasar las horas y trato de dormir, pero es imposible, no sé si es el dolor o la necesidad de salir a buscar algo que me calme, intento mantenerme firme en la idea de no salir, si no lo hago sé que terminaré en la puerta de su departamento y tengo que dejarlo tranquilo, si de verdad me importa tengo que dejarlo tranquilo, y me importa demasiado, apago el teléfono y cierro los ojos obligándome a dormir, incluso sabiendo que por la noche tendré las mismas pesadillas de cada día, una vez más me atormentaran los recuerdos pero no me importa, no si de esta forma me aseguro de no seguir lastimándolo a él, ahora que está todo aclarado con Santiago y su novio, ahora que ellos saben que Rodrigo no tuvo nada que ver en lo que hice, ahora es el momento de alejarme definitivamente de él y dejar de darle problemas.

Santiago

Miro a Fernando a la distancia, sentado a un lado de Rodrigo en una de las mesas de la cafetería, Diana y Pablo hablan sobre algo relacionado con un viaje, no les presto demasiada atención y contesto con monosílabos cada vez que piden mi opinión de algo, pero notan mi desinterés y se olvidan de mí.

Mis ojos se encuentran con los de Fernando, a la vez noto como él también mira a Rodrigo, debe ser extraño para el haberse enterado de tanto en una sola tarde y ahora intentar hacer como si nada pasara, dudo que Rodrigo quiera volver a hablar del tema con Fernando, pero yo, yo aún tengo algunas cosas que decirle.

Paso el resto de la tarde en clases, al final de la tarde le envió un mensaje a Fernando pidiéndole que me dé el número de teléfono de Rodrigo, sé que ya no está en la universidad y quiero hablar con él, dudoso y después de un par de preguntas acepta y se ofrece para acompañarme, no es necesario y quedamos de vernos por la noche.

Rodrigo me espera en una cafetería cerca de su departamento, ha sido él quien ha dicho el lugar, mi idea era verlo en su casa, pero cuando se lo dije se negó y la verdad yo no le di importancia… ahora entro en la cafetería y lo encuentro en una de las mesas junto a la ventana, mira su teléfono como si esperara alguna llamada importante, supongo que no es una llamada mía la que espera, cuando me ve guarda el teléfono en uno de sus bolsillos y me mira expectante, al acercarme noto que ha pedido dos cafés y uno de los vasos yace frente al suyo esperándome

-gracias- le digo tomando el café y sentándome frente a él

-te escucho- pareciera estar molesto- no tengo mucho tiempo

-no voy a tardar

-porque no vino Fernando contigo?

-porque soy yo quien quería hablar, no él

-creyó lo que les conté? – lo miro por un segundo- lo creíste tu?- no respondo –supongo que no- afirma- lo entiendo pero es la verdad y espero que lo crean

-porque encubres a Tomás? –el ríe

-yo no encubro a nadie Santiago, hablas como si Tomas fuera un asesino o un delincuente –frunzo el ceño, yo podría denunciarlo, él entiende mi pregunta y su semblante cambia, ya no ríe

-vas a denunciarlo?- no está molesto, diablos… está preocupado

-te importa?

-lo harás?- claro que le importa, su expresión me lo dice

-no, no lo haré, aunque debería –se relaja y toma aire –lo has visto? Sabes dónde está?

Pienso que Tomás quizás se está quedando en su departamento, tal vez esa fue la razón por la que no quiso que nos viéramos allí, Marcela ha vuelto a buscarme, dijo que Tomas tomo algo de ropa, sus documentos y desapareció de casa cuando no había nadie en ella..

-lo vi el día que Fernando y tu estuvieron en mi departamento, no he sabido nada más de él- parece triste, claro que está triste, de seguro es esa la llamada que tanto espera

-es peligroso –ríe

-no, no lo es

-te das cuenta de lo que es capaz?

-Santiago, tú no tienes idea de lo que es capaz

-que es lo que tú sabes?- le pregunto, sé que Rodrigo está muy informado de todo, pero no quiero contarlo

-sé que está mal, que está enfermo, sé que necesita ayuda –pasa las manos por su cabellos y vuelve a mirar por la ventana- pero no quiere ayuda

-y tú quieres ayudarle –no contesta, no es necesario, siento pena, a pesar de todo, siento pena de verlo así, y algo me dice que Tomás está igual o incluso peor, lo vi el día que Fernando lo golpeó, Tomás no se defendió ni siquiera se movió hasta que Fernando increpo a Rodrigo, solo entonces Tomas reaccionó, lo vi sonreír cuando Rodrigo apareció y recargar su cuerpo en él cuando se marchaban…

-tu- Rodrigo me mira expectante- tienes alguna idea de él, de donde está?

-no, su hermana me busco ayer, dijo que de la casa desapareció algo de ropa y sus documentos

-el pasaporte? –pregunta espantado

-no lo sé, creo que si, dijo que se había llevado todos sus documentos- Rodrigo tiembla- al parecer entro cuando no había nadie en casa y salió antes de que alguien lo viera

-imbécil- Rodrigo muerde su labio y cubre su rostro con las manos

-piensas que va a volver a España? –Pregunto pero no me contesta- es allí donde comenzó a meterse en problemas cierto –él solo asiente- supongo que tú conoces toda la historia

-solo algunas cosas

-cosas que su familia no sabe- apuesto y Rodrigo asiente –Rodrigo, lamento que estés involucrado en esto

-no lo lamentes, yo podría haberme hecho a un lado hace mucho pero no lo hice

-porque? Porque sigues con él?- le pregunto molesto pero el solo me mira y lo entiendo, claro que lo entiendo- lo quieres –sonríe amargamente y ya no sé qué más decirle, la idea de esta conversación era convencerlo de que se mantuviera alejado de Tomás o quizás el también terminaría metido en problemas, pero ante esto no soy quien para decirle absolutamente nada, como le digo que se haga a un lado si no me escuchara, si sé que mientras está sentado frente a mí no deja de pensar en él y no puedo criticarlo, ni mucho menos podría juzgarlo.

Sin decir más Rodrigo se pone de pie, vuelve a tomar su teléfono y mira la pantalla expectante pero tuerce la boca y lo guarda nuevamente, me mira por un segundo y sonríe amargamente

-me alegra que Fernando y tu estén juntos otra vez –me sonrojo por su sonrisa- antes de que lo digas y porque estoy seguro de que te lo has preguntado, Lucas no sabe nada de esto, no sabe la parte que te involucra a ti, o al menos yo no le conté nada de eso- y claro que lo había pensado, me pregunte como es que Lucas no se había dado cuenta de que algo andaba mal con Rodrigo, pero claro que lo sabía, solo que no tenía por qué contármelo, cuando nos vimos dijo que Rodrigo necesitaba su apoyo en algo importante pero nada más, ahora lo entiendo

-cuídate Rodrigo –le pido antes de que se valla- y si Tomás vuelve a aparecer, intenta pensar con la cabeza fría- me mira por un segundo y luego camina hacia la puerta.

Minutos después salgo de la cafetería y mi teléfono suena, es Fernando que pregunta si todo está bien, definitivamente no todo está bien, al menos no para Rodrigo, le pido que nos veamos y quedamos en que voy a su casa, tomo un taxi para estar junto a él cuanto antes.

Cuando llego está de pie en la entrada de la casa, me mira expectante y pareciera estar preocupado por algo, me acerco a él y me estrecha en sus brazos, el olor de su perfume y el tacto de sus manos acariciando mi espalda me hacen flotar, lo siento tenso y sonrío al imaginarlo preocupado o expectante por saber qué fue lo que hable con su amigo, porque si, sé que Fernando lo quiere y que entenderá que Rodrigo no puede tomar partido ni por él ni por Tomás, o si lo hiciera, sería Fernando quien saldría perdiendo, sé que lo entenderá.

-me tenías preocupado- besa mi cuello y con sus palabras siendo un suave susurro en mi oído, me estremezco

-no tenías que preocuparte

-vas a contarme?

-sí, pero vas a escucharme sin interrumpir, ok?- me aparto un poco y miro su expresión, frunce el ceño pero al mismo tiempo está sonriendo

-como ordenes –acaricio su mejilla y enredo una de mis manos en su cabello, siento el impulso de besarlo, estoy seguro de que él lo sabe, pero me contengo porque estamos en la puerta de su casa, cuando voy a apartarme, me toma con fuerza y me obliga a seguir junto a él, siento el calor subir a mis mejillas y me pierdo en el verde oscuro de sus ojos, lo siento tan cerca, tan pegado a mí, no siento nada alrededor, ni ruido ni nada, aspiro su aroma una vez más y termino rindiéndome a lo que él quiere, siempre es así y a mí no me molesta en absoluto. Sus labios, ansiosos buscan y juegan con los míos mientras mi cuerpo completo tiembla, me toma con fuerza, acaricia mi espalda y me estremezco ahogando un gemido en su boca, me sumerjo en el deseo y las ansias de tenerlo conmigo, a ratos sus besos son más apasionados y ansiosos pero luego es delicado y cariñoso, como si se cuidara de no romperme, pero cuando me aparto un milímetro aprisiona mi labio inferior y muerde juguetonamente, pienso en responder su juego pero la marca de una herida en su labio me lo impide, refunfuño en su boca y él ríe.

Siento el ruido de un auto a mis espaldas, algo me dice que preste atención pero mi concentración dura tan poco que lo ignoro una vez más, él también lo hace pero nuestro juego es interrumpido por un gruñido conocido, una voz maldiciendo en gritos y ese tono tan amenazador y desafiante tras de mí, la voz nos insulta a ambos, mantiene su atención en Fernando y ruego a Dios que sea una mala ilusión, miro a mi novio y sus ojos están fijos en quien está gritando, aun así, no me suelta y mantiene su brazo alrededor de mi cintura aferrándome a su cuerpo con fuerza, desvío la mirada levemente y me encuentro con el rostro furioso del hombre que conocí hace unos meses y que me insulto sin razón alguna, el hombre que miro con desprecio a su hijo por tener un “amigo maricón” el mismo que gritaba mientras Fernando lo increpaba frente al resto de su familia, ese mismo hombre ahora parado frente a mí mira a mi novio con un odio que ningún padre debiera tener contra su hijo, pero este hombre si lo hace, él si odia a su hijo y por consiguiente, también me odia a mí.

Rodrigo

Salgo del departamento porque no puedo estar bien en él, porque cada movimiento que hago dentro de él me recuerda el porque me muevo como si estuviera en una jaula, siento una ansiedad tan grande que ni siquiera soy capaz de sentarme o tratar de dormir, no dejo de pensar en lo que dijo Santiago, no dejo de pensar en Tomas y el no saber dónde está, no saber ni siquiera si sigue aun en el país o es que fue tan idiota de marcharse, mi sentido común grita que no debo preocuparme, que no debe importarme, después de todo, que Tomas volviera a España significaría que me estaría librando de él y todo el peso que lleva consigo, estaría tranquilo

Jodida mentira.

No quiero que se valla, no quiero que vuelva a donde solo terminará peor de lo que está ahora, pienso en su familia, como es posible que sea yo quien esté preocupado por él y no sean ellos quienes no puedan dormir por no saber dónde está, pero algo me dice que tienen innumerables razones para estar hartos de todo esto, yo también las  tengo y aun así me preocupa.

Idiota

Fernando

La mirada de mi padre podría espantar o incluso aterrar a cualquiera, pero no a mí, no después de que lo vi mil veces de la misma forma.

Fueron segundos, segundos en los que mantuve su mirada y no agache la cabeza ante su odio, una nube de recuerdos se apodera de mi memoria y me doy cuenta de que no es la primera vez que me mira así, con odio, aunque esta vez hay algo nuevo, asco.

La mano de Santiago se aferra a mi brazo con fuerza, lo siento temblar, yo no tiemblo, más bien no puedo moverme, cuando voy a hablar llega el primer grito seguido de una serie de insultos que no me interesa repetir y que tampoco me afectaron.

-porque no me esperas dentro de la casa?- desvío la mirada de mi padre y me concentro en Santiago

-no voy a dejarte solo- susurra y sonrío levemente, pero preferiría que él no presenciara esto

-contesta mierda!!! –Santiago tiembla con el grito de mi padre yo solo vuelvo a mirarlo

-no tengo que darte explicaciones a ti

-quien te crees que eres pequeño imbécil, ya he aguantado mucho tus idioteces, pero Esto! Esto sobrepaso cualquier límite

-no me importa lo que creas- intento mantenerme calmado, más que nada porque no quiero que Santiago se sienta mal y porque sé cómo esto terminará

Eduardo, mi padre… calla por un momento, su expresión, la tensión en su rostro, y la postura de su cuerpo, las manos hechas un puño fuerte y contraído, la piel parece luchar por no romperse de tanta tensión y el rojo de sus ojos, el mismo rojo que tenía años atrás cuando me enfrentaba a él para que no tocara a mi madre, la furia y el odio que siente por mí se intensifican tanto que incluso yo, que lo conozco, logro sorprenderme…

-Santiago- digo sin mirarlo- entra

-no- … demonios… muevo su cuerpo porque esta entre Eduardo y yo, presiona con su mano libre mi hombro con la misma fuerza que se aferra a mi brazo

-tú lo que necesitabas era que te diera una buena paliza –Eduardo no grita, ya no, pero su voz es ronca y cargada de odio

-lárgate –mantengo su mirada aunque dudo ser capaz de odiar tanto a alguien, ni siquiera a él- no tienes nada que hacer aquí, lárgate

-bastardo insolente!- extiende su brazo y sé que sentiré el golpe…

Pero en vez de eso escucho la voz de mi madre…

-Eduardo!- grita y él se detiene- no vas a tocarlo! –después de tantos años, es la primera vez que veo a mi madre enfrentarse así al hombre que la maltrató por años

-yo no crie un maricon!! – le grita a mi madre que se ha puesto entre ambos –no tendré un hijo maricon!!- repite y cuando quiero responder Santiago me toma con más fuerza

-tu no me criaste –alcanzo a decir antes de que mi madre hable

-si tengo que corregirte a golpes lo hare, no lo dudes y tu- le dice a mi madre- mira en lo que se ha convertido tu querido hijo, es un asqueroso enfermo!

Mil veces intenté imaginar cómo sería el día que lograra decírselo a mi madre, intente imaginar cuál sería su reacción, rogaba que fuera similar a la de Bárbara, aunque quizás con un poco menos de euforia, siempre supe que tendría que escuchar a alguien tratarme así, lo esperaba, pero supongo que escucharlo es muy distinto a imaginarlo, una caricia en mi mano me estremece, me pierdo un segundo en la expresión de Santiago, pienso en cuantas veces él habrá escuchado lo mismo, yo fui uno de quienes se lo dijo, aunque el dolor me asquea espero haber sido el único, porque no soporto la idea de alguien atacándolo como lo está haciendo mi padre ahora conmigo, cuando vuelvo la mirada a ellos que discuten me encuentro con Bárbara en la puerta llorando y mirando a nuestro padre como la muchachita asustada que lo veía golpear a mamá, prometí que no dejaría que volviera a asustarla

-vete al infierno!- le grito- si no quieres tener un hijo maricon entonces desaparece y ya! Será un alivio tener que dejar de escuchar todas tus mierdas –una vez más extiende la mano con la intensión de dejar caer un golpe en mí, pero antes de eso es mi madre quien lo abofetea, nunca antes lo hizo, mientras veo la escena perplejo, no soy capaz de escuchar ni distinguir lo que dicen ambos, solo veo a Eduardo mirarme con asco por última vez antes de subir al auto y marcharse tan rápido como comenzó todo

-todos adentro –Bárbara es la primera en moverse al interior de la casa, mi madre da una leve mirada hacia mí y no logro distinguir su expresión, luego su atención se posa en Santiago y la veo sonreír, respiro tranquilo –adentro los dos –dice hacia nosotros y la veo entrar en la casa en silencio

-Fernando –la voz de Santiago me llama –Fernando… mi amor… mírame –lo miro y me encuentro con sus ojos humedecidos –lo siento tanto, esto no podía pasar, yo, yo debí… no debimos estar aquí así a vista de cualquiera… yo…

-estas bien?

-como me preguntas si yo estoy bien, Dios! Eres tu quien tiene que decirme si está bien

-lo estoy –contesto seguro

-maldición tu padre…

-olvídalo

-cómo piensas que voy a olvidar

-yo ya lo hice, no me importa lo que él diga, nada de lo que piense me importa

Santiago me mira por un segundo hasta respirar sonoramente y aferrarse a mi pecho en un fuerte abrazo, acaricio sus brazos y envuelvo mi brazo en su cintura, lo siento sollozar en mi hombro pero beso su cabello para calmarlo

-vamos adentro –le digo- tengo que hablar con mi madre

-está bien –limpia sus ojos con la palma de su mano y acaricio su mejilla con mis dedos.

Bárbara y mamá están sentadas una junto a la otra en el sillón grande del living, mi hermana ha dejado de llorar y mi madre parece estar mirando un punto fijo en la pared, en silencio Santiago y yo nos acercamos a ella y antes de que comience a hablar mi madre se adelanta

-Bárbara y yo estábamos preparando algo para comer- mira a Santiago sonriendo – querido, porque no ayudas a mi hija a terminar de preparar todo - Santiago asiente en silencio y Bárbara se pone de pie sonriendo, antes de salir Santiago me mira y aprieto su mano

Mi madre permanece en silencio, ha vuelto a concentrarse en el mismo punto de antes, cuando quiero hablar me mira y palmea el sillón a su lado para que me acerque, hago lo que quiere y toma mi mano sin mirarme…

-cuando eras niño, muchas veces encaraste a tu padre para que no me golpeara, debías tener unos diez años y tenías mucho más carácter del que yo tenía en ese entonces- hace una pausa para  mirarme- eso no va a repetirse, en gran parte gracias a ti, pero ahora soy yo quien no va a dejar que te toquen

-mamá yo…

-voy a hablar con Eduardo cuando este más tranquilo, quizás lo llame a su teléfono porque dudo que podamos tener una conversación civilizada y eso de dar bofetadas no va conmigo, tú lo sabes

-lamento que hayas tenido que hacerlo

-lo tenía muy merecido

Sonrío, jamás he golpeado a mi padre, nuestras peleas nunca llegaron a los golpes, pero no habría dudado en hacerlo si el espectáculo continuaba.

Mi madre gira su cuerpo para estar frente a mí y mantiene mis manos entre las suyas.

-desde cuándo?

-mamá yo…

-quiero saberlo cariño, desde cuándo?

-no me odias? –ignoro su pregunta y suelto lo que me da tanto temor

-quizás también deba darte una bofetada a ti, como puedes pensar algo así, por supuesto que no! Fernando, mi pequeño, él te hace feliz no es así? -Pregunta sonriendo y yo siento mis mejillas sonrojarse –no tienes que decirlo, eso se nota

-no quería que te enteraras así

-si, no fue la mejor manera, pero tengo que reconocer que no me sorprende para nada –la miro impactado, yo si estoy sorprendido- oh cariño… con él sonríes como no lo has hecho nunca antes por nadie más, al principio pensé que serían muy buenos amigos y cuando ocurrió el desagradable incidente con tu padre en el cumpleaños de Bárbara quedé con algunas dudas respecto a ustedes dos

-nunca preguntaste

-claro que no! si lo hacía y resultaba estar equivocada te habrías puesto de muy mal humor

-iba a contártelo

-eso es lo que me molesta –su expresión ahora es seria- que no hayas confiado en mí, me quieres decir cómo es que tu hermana lo sabe y yo no –no me extraña que Bárbara se lo haya dicho antes de que entráramos a la casa

-nos vio, se dio cuenta sola

-me extraña que no hayas confiado en nosotras

-tenía miedo de que lo tomaran mal, sabes que lo que diga él no me importa, pero ustedes dos, además siempre han sido tan cariñosas con Santiago, temí que lo trataran mal

-cariño me ofendes

-lo sé- ahora me doy cuenta de mi idiotez- los siento mucho

-hace cuanto que lo sabes? –no comprendo y ella lo nota- antes de él tuviste novias, me cuesta creer que solo hayan sido para ocultar esto, antes de él…

-no- le interrumpo- antes de él nada, jamás me fije en un hombre, las novias que tuve no fueron para ocultar nada, Santiago es el único –mi madre sonríe y sus ojos se humedecen

-siempre quise verte enamorado, que sea de un chico no es problema, te veo feliz, te veo contento y por Dios! Santiago te mira de la misma forma que tú a él, y yo estoy feliz por los dos- ríe- además él me agrada mucho y eso solo hace que me guste más

Sonríe con fuerza y yo me aferro a ella para abrazarla, recuesto mi cabeza sobre sus piernas y acaricia mi rostro mientras desordena mi cabello.

-vamos a comer, muero de hambre –se levanta con una sonrisa y camina hacia la cocina en silencio.

Me quedo unos minutos en silencio, en el mismo lugar donde mi madre ha roto todas mis inseguridades y los miedos infundados de un posible rechazo de su parte, como pude ser tan idiota de pensar algo así, me río de mí mismo y escucho el sonido de la risa de mi hermana provenir de la cocina, camino hacia dónde estás y me encuentro a mi madre, Bárbara y Santiago sentados a la mesa riendo, no pregunto el motivo de su buen humor, solo me instalo al lado de mi novio y por debajo de la mesa busco una sus manos, presiona con fuerza la mía, sonríe y yo hago lo mismo.