PGM4- GangBang

Una nueva prueba, otra vuelta de tuerca en su adiestramiento, en su caída al abismo. Se portó bien el otro día. El joven y el vagabundo del parque sirvieron para alargar más sus límites.

  • Tenemos que dejarla llenita de leche

  • ¿Rellena como un pavo? jajaja

  • Sí, su amo quiere que no le dejemos ni un solo agujero vacio, que le chorree, jejeje

  • Podemos quitarle el antifaz ¿no? a mí me gusta que me miren a los ojos mientras me la chupan

  • Cada cual a su bola… eso sí que no se desperdicie ni una gota de leche

  • Ostias, ¿la follamos a pelo?

  • Claro. Si alguien quiere condón después se lo dais a beber, si os correis en su cara, se lo recogeis con la cucharita… bueno, puta gorda, ya sabes cual es tu sitio, de rodillas y boca abierta.

Una nueva prueba, otra vuelta de tuerca en su adiestramiento, en su caida al abismo. Se portó bien el otro día. El joven y el vagabundo del parque sirvieron para alargar más sus límites. El chaval se portó bien, ni siquiera pudo follarsela porque se corrió en su boca… jejeje, me divierten esas sorpresas, hasta que Carmen se la engulló entera el tipo parecía estar buscando la cámara oculta. Ha mejorado mucho las mamadas, pero aún puede hacerlo mejor.

El viejo fue más duro, probó todos sus agujeros, la tuvo desnuda en medio del camino mientras se la comía… incluso la ofrecía a los paseantes “¿os gusta la puta? Si quereis cuando acabe os la paso” Nadie se atrevió a aceptar la oferta.

Después la empotró contra un árbol, Carmen abrazaba el árbol mientras el la enculaba, los embistes le dejaron marcas en las tetas, en los muslos… y para correrse eligió su coño. La arrodilló de nuevo para que se la comiera pero me cansé de esperar que se le recuperara y acabé la sesión. El tipo hizo el amago de protestar pero… había tenido demasiada suerte, ¡a saber cuanto hacía que no follaba! O si alguna vez había tenido una mujer tan ofrecida.

Leo también quiso probar su culo, la hizo levantarse y encularse sola, pero la posición era complicada así que la extendió boca abajo en el suelo y fue el quien tomó las riendas, literal casi porque tomaba su pelo como si fuese la crin de un caballo… las quejas las liquidó de inmediato con un “¡cierra tu puta boca!”

No cambió de agujero para correrse y quedó tumbado sobre ella

  • Jo, es más mullida que mi sofá. Con razón dicen que de los cerdos se aprovecha todo, jajaja

Leo es el que lleva la voz cantante en el gangbang, el que inauguró sus agujeros. Como no le gustaba el ritmo de la mamada, la cogió del pelo para marcarlo él.

  • Con las manos en la espalda es mejor, si se apoya en el suelo que pierde agilidad

Fue el detonante, su forma de tratarla abrió la veda (“pero nada de golpes, ¿eh?”) escupitajos, mordiscos, la polla esa que le hizo vomitar… y le hicieron restregar la cara por el vómito hasta que lo lamió todo (“ni una gota de leche desperdiciada”)

Uno trajo el cubo de la Sala Romana, la de la cama redonda, habían más de diez condones usados que le hicieron beber (“ha de alimentarse bien, tiene mucha noche por delante”)

El corsé le sentaba bien. Bueno, imposible ocultar su gordura pero la mantenía firme, las tetas elevadas, del pezón arriba las tetas libres. Las cintas y anillas también eran útiles, para engancharle manos y brazos según conviniera o como asidero en folladas y enculadas.

Se espantó cuando le dije que antes de entrar al coche debía dejar la gabardina en el maletero.

  • Pero ¡voy desnuda!

No, llevaba el corsé, las medias… Sabía que era inútil negarse, allí delante de su casa se quitó la gabardina. Pero aún quedaba la puntilla. No le había puesto el collar en casa. No, no fue un despiste, claro. La hice arrodillarse frente la puerta del conductor para colocársela. A sus espaldas las ventanas del edificio iluminadas, comenzaba a oscurecer. No quiso saber si alguien la había visto, rodeó el coche y se sentó a mi lado. El cinturón separaba sus pechos. Hube de reñirla:

  • Levanta la cabeza. La mirada al frente. Si alguien te mira le sonries.

Atravesé el parking del Pub Liberal tirando de su collar, caminaba despacio, las manos en la espalda y el antifaz tapando su visión no dan mucha estabilidad.

No creo que la música le permitiera oir mi conversación con Leo, pese a que estaba cerca.

El tirón de la correa, acompañado de perder el contacto con mi brazo le hizo volverse hacia mí, o hacia donde suponía que yo estaba. Intentó decir algo pero me adelanté, tomándola de la barbilla y hablándole bajito

  • Vamos putita, no me decepciones. Se que puedes. Si me llaman diciendo que han tenido problemas no volveré a por tí… y lo más probable es que te echen a la puta calle en bolas ¿verdad que te vas a portar bien?

  • Oink

  • Buena chica

Me despedí con un beso, se fue rodeada de cinco tipos, el que tiraba de la correa y otros que iban sobando todo su cuerpo.

Quedé en volver tres horas después, pero lo hice media hora antes, quería asistir al final de la “fiesta”, orgulloso de que no me hubieran llamado antes.

La noticia del depósito de semen se extendió rápidamente por el Club, no solo comió pollas, al menos tres coños pasaron por su lengua y un enorme strapon le rompió el culo. Literalmente pues le rajó y sangró un poco… por suerte ya ninguna otra polla lo usó, era casi el final de la party. Su amo fue el único que permitieron estar presente esas lesbianas cuando quisieron usarla.

Carmen intentaba quejarse de esa brutal enculada pero la otra le agarraba fuertemente el pelo para que no separa la boca de su coño.

Tres horas da para mucho. Dos veces pasó por la ducha porque estaba impresentable de pringada. Semen, escupitajos… y meadas colectivas: Leo acomodó su cabeza entre dos urinarios y estuvo tragando orina más de un cuarto de hora … y bañándose en ella, y lamiéndola del suelo antes de pasar a la ducha.

Tres horas dan para mucho. Esa noche el Club hizo una buena caja. Hubo quienes llamaban a sus amigos para que vinieran a probarla. Con la entrada al Pub se incluía copas y una tía donde vaciarse cuantas veces pudieras, una ganga… más de cincuenta corridas entraron en Carmen, la mayoría en su boca. La hacían agacharse para vaciar su coño y culo y dárselo a beber.

Inmortalizaron algunas escenas. Leo era el encargado del reportaje, el único autorizado por el amo para sacar fotos o videos, como de ese momento épico con sus tres agujeros ocupados y sus manos intentando pajear sendas pollas mientras otras manos tiraban de sus pezones.

La sesión no acabó en el Club, sino en el parking. Su amo la arrodilló frente al coche, iluminandola con los faros, por lo que muchos aprovecharon para la última mamada o meada antes de volver a casa.

  • ¿Cuando nos la traes de nuevo?

Leo y los dueños del Club insistieron pero no hay caso

  • Creo que nunca

  • No jodas! Esta tía es una mina. Preparando el tema con un poco más de tiempo lo llenamos a tope, sacamos una pasta… poned una cifra.

  • No. Si ella quiere ya vendrá, pero a mí ya me vale.

Mi propósito estaba cumplido. Carmen había respondido mejor de lo que esperaba… aunque aún faltaba alguna fase. La próxima sería, quizás, la más contundente.

Mil preguntas. Supongo que la cabeza de Carmen hervía de dudas y quejas, pero no se atrevió a abrir la boca hasta que la dejé sobre su cama.

  • ¿Porqué…?

  • De nuevo, la preguntita… Tranquila. No te comas la cabeza. Ya sabes que ahora yo decido por tí. Descansa, te hace falta.

La intención de insistir no superó su agotamiento, iba cediendo poco a poco al sueño, una ducha relajante, un poco de masaje con trombocid en las partes mas sufridas y una mullida cama entre sabanas limpias…

  • Buenas noches, volveré en unos días…

Ya no me oyó.

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