Pgm-3

Nicolás alucinaba… más cuando vio acercarse a Gloria a cuatro patas. Ella intentó levantarse pero mi mano en su hombro fue decisiva para que entendiera lo que esperaba de ella. - No, no hace falta… - Dejala hacer, a ver si relajamos un poco la tensión

  • Me van a echar de aquí

Seguramente es la frase que menos me esperaba salir de esa boca que aún conserva restos de la corrida que le he metido.

El relax de la situación se fue a la porra.

  • ¿Y los 500€?

  • No… no llega me faltan algunos meses

  • ¿algunos?

  • 2… 3...

Su semblante avergonzado logró irritarme… ¿de qué coño iba?

  • ¿2 ó 3?

  • Tre… tres

Mierda. Lo dicho, el relax de la corrida a la porra. Me levanté poniéndome los calzoncillos y fui a la cocina. La nevera un páramo ¿por qué mantenerla enchufada para lo que contenía? Un gasto inútil… los armarios tampoco eran para echar cohetes, solo cacharros y algunas latas

  • ¿Te alimentas solo de espagueti con atún? No me explico porqué estás tan gorda.

Cabizbaja, se arrodilló ante mí, en esa postura de sumisión que ya tenía tan asumida.

  • No, levanta.

La tomé de la barbilla intentando mirarle a los ojos, pero los mantenía esquivos, abajo, al lado… las mejillas iban tomando el color rojo

  • Jeje… el primer día me dijiste que vivías con una compañera

  • Yo… no….

  • No sirves ni para embustes ¿Cuánto es el alquiler?

  • Cuatro… cuatrocientas, más luz y…

  • Y supongo que esto es lo que has podido comprar después de pagar un mes... ¿cuánto tiempo llevas así?

Silencio. No se atrevía a quitar la cabeza de mi mano, pero su mirada seguía evitándose, intentando ocultar las lágrimas que comenzaban a brotar en ellos.

  • Eres estúpida. ¿Eso buscabas? ¿un tipo que te mantuviera? ¿por eso tragas con todo lo que te haga? ¿a ver si me hago cargo de tus gastos?

Un apenas audible “no” salió de sus temblorosos labios, mientras sus lágrimas ya caían libres por su rostro… mi cabeza se debatía entre darle de hostias enfadado o abrazarla para calmar su angustia… Ni una cosa, ni la otra. Me fui al salón a ponerme los pantalones. Ella permanecía en el centro de la cocina sin volverse, cabeza gacha, hombros y brazos caídos.

Me senté. Quizás esperaba que me hubiese ido, pero pasó mucho tiempo sin oír la puerta. Finalmente giró su cabeza, tímidamente… nuestras miradas se cruzaron

  • Ven

Caminaba despacio, sin que su cabeza y brazos abandonaran su posición… llegó ante mí y quedó inmóvil, sin atreverse a nada.

  • De rodillas.

Obedeció de inmediato. Esta chica ha visto muchas fotos de sumisión, apoyando su culo sobre las piernas y cogiéndose las manos en la espalda.

  • Mírame

Sus ojos rojos, brillantes de las lágrimas que aún no surcaban su rostro. Los labios cerrados.

  • Estoy en un tris de largarme y olvidar toda esta mierda.

  • Per… perdón

  • Estúpida. ¿Me pides perdón? ¿Me tomas el pelo?

  • Yo… lo siento

  • A ver, gilipollas… ¿de verdad esperabas encontrar un amante que te ponga un piso? ¿Eres tan imbécil?

  • Yo… yo no te he pedido… nada. No quiero nada. No he dicho…

  • Va calla… deja que piense

Volvió a agachar la cabeza. No lloraba pero sus pechos mostraban la alteración que sufría… las rodillas también debían hacerle bastante daño, las movía discretamente intentando inútilmente conseguir una posición más cómoda.

Mi mirada recorrió todo su cuerpo mil veces, esos labios que habían perdido el color, sus tetas caídas, los pezones, las rodillas temblorosas, ese ombligo hundido…

  • Vale. Llama a tu casero

  • ¿Qué?

Me miró con sorpresa, no se cuantas cosas pasaron por su cabeza en ese instante, seguramente ninguna coherente ¿qué pretendía? ¿decirle que era una puta y que le pagaría el alquiler a polvos?

  • Llámalo y dile que pase esta tarde a cobrar

  • Son… son tres meses… más…

  • Más la luz, agua… ya se de qué va eso. Llamale. Quiero hablar con él… y pagarle

Su desconcierto aumentaba ¿iba a poner yo el dinero o a ordenarle que se lo follara?

  • ¿Cómo? Yo no tengo… no quiero que…

  • Tu calla. No la cagues más. Solo llamale a ver si puede venir esta tarde

Se levantó, cogió su móvil… la conversación fue breve “¿Nicolás?... que si puede venir esta tarde…”

A las cinco, faltan casi cuatro horas. Llamé a mi mujer, no llegaré a comer, un compromiso de última hora, nos vemos a la noche.

  • Vístete, nos vamos

  • ¿Do… donde?

  • A comer. Ya va siendo hora que tomes algo decente

  • No. Por favor… no es necesario…

  • Hazte el puto favor de callar. Tu boca solo sirve para…

  • ...comer pollas.

  • Eso es… y hoy para tomar algo más nutritivo. Vístete.

  • ¿Que… qué me pongo?

  • ¿Quieres ir a un restaurante vestida de puta?

  • No… no, por favor…

  • Pues algo más discreto pero sin sujetador… y falda, no me gusta verte con pantalones.

Discreta e informal… metí dos dedos en su coño cuando íbamos en el ascensor para comprobar que tampoco llevaba bragas. No estaba muy húmeda pero entraron con facilidad. No dijo nada, se limitó a mirar como los números del ascensor iban cambiando. Cuando paró se puso tensa, se abría la puerta. Por suerte no había nadie esperando pues no saqué mis dedos hasta que salimos del ascensor.

La comida fue normal. No tiene nada de morbo ver comer con tanta ansia… de vez en cuando paraba, avergonzada de ver que yo apenas comía, me limitaba a verla. Ni siquiera supo contestarme cuándo fue la última vez que había probado un pescado que no fuese atún de lata.

El camarero se dió un festín visual, el escote desde arriba dejaba un amplio panorama de sus pechos, no se como se aclaraba para entender las notas pues escribía sin mirar la libreta.

No hubo postre, debo ir acostumbrándose a ciertos hábitos: eliminar dulces, comida basura, cena… va a ser difícil pero el sacrificio es suyo

Su agradecimiento lo recibí con indiferencia. La vuelta a casa fue casi en silencio, apenas un comentario sobre el tiempo, ni nos tocamos… al llegar le dije que se echara la siesta. Le desconcertó sin duda. Seguramente esperaba una sesión de sexo, que le pidiese una mamada…

Aproveché el rato en liquidar unas llamadas pendientes, una de ellas a mi esposa para comentar el aburrimiento de la velada (mmm…) y revisar mis cuentas en whatsapp y facebook. El tiempo con esas tonterías pasa rápido, sin enterarnos. Que eran las cuatro me lo dijo ella, ya se había levantado. Me lo dijo desde el lateral del sofá, semblante serio, vestida solo con la camisa que llevaba puesta en la comida.

  • ¿Estás enfadado?

  • ¿Porqué?

  • No se…

  • ¿Porqué lo piensas?

  • Estás serio, no me miras

  • Tampoco eres ninguna belleza

Eso la rompió. Noté como sus ojos se humedecieron y calló

  • Me joden las sorpresas, pero no te preocupes, ya te he dije que me haría cargo de tí mientras me hagas caso

  • Pe...perdona

  • Ahora me pides perdón ¿estás gilipollas?

Me levanté y tomé su cara para enfrentarla a la mía. Me encantan las lágrimas. Siempre me ha gustado ver ese semblante de que algo se ha roto por dentro, que su espacio de confort se ha derrumbado. Su autoestima está por los suelos.

  • Vale, vístete, tu casero puede llegar en cualquier momento

  • Qué… qué me pongo?

  • ¿También he de ser tu estilista?. Vale, ya sabes que me gusta: un vestido ligero, corto, escotado… sin ropa interior, claro

Se volvió sobre sí misma para irse

  • No olvides el collar

  • No… por favor

  • Me cansas… que no lo hayas llevado para ir al restaurante no significa que no debas llevarlo puesto siempre que estés conmigo

  • Por favor… puede pensar que

Había que cortar este absurdo diálogo cuanto antes, así que le respondí con cara de pocos amigos:

  • ¡Me importa una puta mierda lo que pueda pensar tu casero, o tú o perico de los palotes… la próxima vez no te dejaré salir de casa sin él, a ver si se te acaba la tontería!

Volvió el llanto… pero 15 minutos después estaba frente a mí, mirándome. No le hice ni puto caso, me limité a tontear con el móvil hasta que sonó el timbre. Se había adelantado bastante el casero, faltaban casi 20 minutos para las 5

Le abrió Gloria, acompañándolo hasta el salón. Un apretón de manos y se sentó frente a mí. Gloria hizo ademán de acercar una silla pero mi mirada fulminante la detuvo. No sabía qué hacer, así que se quedó de pie junto mi sillón.

  • Bueno, seré breve, Gloria me ha dicho que le debe unos meses

  • Si, cuatro

  • ¿Cuatro? Según ella son tres…

  • Bueno, la semana que viene serán cuatro

  • La semana próxima aún no ha llegado… resumiendo: voy a hacerme cargo de la deuda pero con una condición

  • ¿Cual?

  • La más lógica. Si lo pago yo quiero que el contrato esté a mi nombre

La sorpresa de Nicolás era palpable. Su mirada se trasladaba frecuente de mi a Gloria, intentando entender…

  • No se si será posible

  • Vamos a ver. Seamos sensatos. Ella no va a poder pagarte, puedo buscar otro piso para ella hoy mismo. Como es insolvente tendrás que dar por perdida la deuda.

No veía la cara de Gloria pero podía imaginarme que la sorpresa.

  • Pero, como prefieras - proseguí - si lo prefieres buscamos otro piso de picadero.

  • ¿Es tú…?

  • ¿Mi qué? No, ni pareja, ni novia, ni amante,... no te líes. Ya ves que no es ningún bombón pero cada vez la chupa mejor y su culo está de vicio…

  • ¡¡Carlos!!

Su grito no diría que me pilló por sorpresa pero… debía poner orden.

  • ¡¿Quien coño te ha dicho que hables?!

  • No… no puedes…

  • ¡¡Que no puedo qué!! ¡¡Calla la puta boca o lárgate si no puedes hacerlo!!

Silencio… Faltaba la puntilla.

  • ¡Ven aquí y arrodíllate!

Ojos como platos, el pecho se le disparó en un vaivén imparable…

  • ¡De rodillas! - insistí señalando el suelo junto a mí

Fueron unos segundos tensos. Un silencio absoluto. Nicolás la miraba alucinado, expectante… yo intentando mantener la cara de rabia más convincente que podía.

...Pero lo hizo. Cabeza gacha se acercó y se arrodilló junto a mis piernas. No levantó la mirada en ningún momento.

  • No se el tiempo que la mantendré “adoptada”, mientras me obedezca y no me de problemas…

Aproveché la situación de tenerla arrodillada junto a mí para acariciarle el pelo, como se haría con cualquier mascota… la mejor muestra de la sensación que produjo en Nicolás estaba en el bulto de su pantalón. Entendí que era complicado continuar la conversación.

  • En resúmen ¿hay acuerdo?

  • Si… bueno… he de pensarlo.

  • Creo que te puedo ayudar a decidirte…  Gloria, cómele la polla

Fue como una bomba. Los dos abrieron los ojos como platos mirándome asombrados.

  • Vamos, chica, has tenido al pobre hombre preocupado por no pagarle… algo podrías hacer por compensarle estos meses que te ha dej…

  • No… no, por favor...

Su voz y su mirada suplicantes me emocionaban. Ni un atisbo de rebeldía, ni el más mínimo gesto de querer salir corriendo. Estaba en mis manos, esperando mi decisión, implorando…

  • Bueno, si Nicolás quiere, claro… su polla ya veo que está animada, no se si él…

  • No, no es necesario - se miraba e intentaba tapar el bulto cruzando las muñecas sobre él.

  • Carlos, no...

Le cogí por el pelo de la nuca y la encaré a mí,

  • Escuchame, gilipollas, no quiero oírte. Ya te he dicho. Chúpale la polla o largate… mejor dicho, me largo yo. Sino eres capaz de obedecer no me interesa seguir aquí.

Nicolás alucinaba… más cuando vio acercarse a Gloria a cuatro patas. Ella intentó levantarse pero mi mano en su hombro fue decisiva para que entendiera lo que esperaba de ella.

  • No, no hace falta… - Nicolás intentaba sin mucho énfasis excusarse, detener lo que se le avecinaba

  • Dejala hacer, a ver si relajamos un poco la tensión

Su polla saltó como un resorte en cuanto Gloria la liberó de su escondite… ya no pude ver nada más pues la cabeza de ella ocultaba el área de su entrepierna. Más tarde lo vería. la cámara de la estantería me reveló su cara de asco, quizás el olor, el líquido preseminal… se entretuvo lamiéndola alrededor hasta que debió comprender que mejor acabar cuanto antes.

  • Mírame

¡Qué sencillo es tomar las riendas cuando una mujer se te ofrece tan sumisamente! Da igual el motivo, tener el dominio de la situación te envalentona. Hasta cierto punto pues mi miró como pìdiendo permiso al acercar sus manos a la cabeza de la felatriz… asentí con la cabeza. Me gustó que recordara mis instrucciones: “si te toman por la cabeza, las manos en la espalda”. Se cogió las muñecas y dejó que Nicolás manejara el ritmo de la mamada

  • Si llego a saber que eras tan puta hubiésemos arreglado antes lo del alquiler

Otro que parece “malfollao”. Desde que te da la extremaunción el cura “yo os declaro marido y mujer” el sexo puede convertirse en una rutina. Estar unidos por contrato mata la pasión, ya no has de mantener contento al otro… no se con cuantas putas se habrá juntado este tipo pero tener a una a su entera disposición, sin “taxímetro”, seguro que le agradaba mucho mas.

  • ¿Puedo correrme en su boca”?

  • Claro, es posible que sea lo único que cene esta noche

Mi consentimiento fue demoledor. Los espasmos no necesitaban interpretación alguna. Aprisionando la cabeza contra su entrepierna se podía casi descubrir los lechazos que entraban en esa garganta por los movimientos del tipo: 5, 6, 7…

  • Traga, puta

Siguió manteniendo su cabeza firmemente apretada pese los intentos de Gloria de apartarse con las manos presionando sus rodillas. Cuando cedió su presión y pudo por fín separarse quedó acurrucada a su lado. tosiendo, mirándome lastimeramente de vez en cuando… su ojos rojos habían dejado escapar varias lágrimas que surcaban su rostro.

  • Más relajado, ¿no?

  • Uff!... podíamos llegar a un acuerdo para reducir la deuda

  • NO

  • Hombre, es…

  • No es una puta… y si lo fuese es MI puta. No entra en mis planes alquilarla. Por ahora, claro… pero bueno, si ella quiere cambiar de amo

Mantenía la cabeza gacha pero la agitó a derecha e izquierda al oirme

  • Parece que quiere seguir bajo mi tutela por ahora.

  • Pero… algún día podría…

  • ¿Follártela? No digo que no, pero hoy no. ¿Eso significa que estamos de acuerdo?

  • Bueno… es que…

  • Decídete ya por si hemos de buscar otro pi…

  • Vale, vale… dame unos días para rehacer el contrato. Necesitaré tus datos

  • Deja ese espacio en blanco. Los pondré yo mismo cuando lo firmemos. No quiero sorpresas

  • ¿De que? ¿No te fías…?

  • Nunca. Y ahora si nos disculpas. La escenita me ha levantado el “ánimo” y prefiero no tener espectadores… Cuando lo tengas llama a Gloria y nos vemos aquí.

-

Se levantó abrochándose el pantalón y sin dejar de mirarla. Ella buscó mi mirada interrogante pero interpretó que no quería que le acompañara a la puerta y Nicolás con un seco “hasta pronto” se despidió, rozando con su mano la cabeza de Gloria que la apartó al instante.

Con el ruido de la puerta al cerrarse llegó la pregunta

  • ¿Porqué?

  • Porque quiero y porque puedo. Creo que ya te lo he dicho mil veces. Pero tú decides. Si quieres me largo. A ver qué haces.

Cabeza gacha. Más lágrimas

  • Ya veo que no. Callas y aceptas. Sabes que tu vida es una mierda. No tienes nada que ofrecer, nada que te pueda sacar de esta miseria. Un curso de administrativa que solo te ha servido para estar en una call-center de telefonía. Una ruina. Ni siquiera de puta. Eres un saco de grasa ¿quién querría verte desnuda? solo vales tus tres agujeros y para tipos muy desesperados… ven, encúlate

Mi polla se alzaba altiva

  • Aún me duele

  • ¿Crees que me importa? Mejor. Tu cara de dolor, tus lágrimas me ponen más. Eres mía… ¡ENCÚLATE!

Se levantó. Puso su piernas a mi alrededor y comenzó a bajar con cara de disgusto. Puse mis manos en sus muslos cuando note que mi prepucio había encontrado la entrada

  • De golpe!

Se dejó caer. Se mordía los labios, los ojos cerrados seguían expulsando lágrimas… pero solo un murmullo, no gritó

  • Vamos, muévete, puta gorda de mierda.

Dolor, rabia… su cara era una mezcla de expresiones, solo abrió la boca cuando entre mis manos cogí su teta para llevarmela a la boca y morder el pezón… fuerte, cada vez más fuerte… pero no dijo nada, movía sus caderas más deprisa…

Cayó sobre mí en cuanto notó que mi polla no expulsaba más leche, sus sollozos resonaban más teniendo su cabeza en mi hombro. Es una mierda. Después de correrme me vuelvo más débil, más sentimental. Le acaricié la cabeza, la espalda, me apoyé en su nuca… ¿debería calmarla o volver a joderle ese momento de ternura? Mejor lo segundo

  • Levanta. Pesas mucho

Se incorporó. Me miraba mientras yo me subía y abrochaba el pantalón.

  • Eres… ¿que esperas de mí? ¿porqué…?

  • Por lo pronto que te calles. Mira idiota, tus sentimientos no te ayudarán a levantar cabeza. Eres una mierda. Para mí eres como un juego, voy a intentar hacer de tí un ser humano, pero si no te crees capaz de seguirme, ya sabes…

  • Pero… no es necesario ser tan

  • ¿Cabrón? Vuelvo a preguntarte: aparte de tus tres agujeros ¿hay algo más en tí que sea útil en este mundo de mierda?... Anda, déjate de estupideces y ponte la correa, nos vamos de paseo.

  • ¿Qué?

  • ¿Además de tonta, sorda? No me ha gustado que no quisieras ponerte el collar para recibir a tu casero… ahora vas a lucirlo en la calle. Y con correa.

  • No, por favor… los vecinos

  • ¿No quieres que sepan que eres mi perra? Yo sí. Y me tienes hasta los cojones con tus “porfavores”. Si te digo algo obedeces y punto. Si quiero que vayas desnuda a por el pan te pones en bolas y bajas a la panadería… y si vas sin dinero le propones al panadero pagarle follando… ¿hay algo que no acabe de entender esa cabeza de chorlito que tienes?

El vestido no era transparente pero marcaba sus pezones y la ligera brisa que lo movía también insinuaba de vez en cuando que o usaba un tanga de hilo fino o no había nada de eso entre sus piernas… varias veces intentó con sus manos proteger la breve falda de esa brisa, pero sabía que no podía hacerlo. Pero no hizo falta, ese viento no lograba levantar su faldón lo suficiente.

En cualquier caso la gente miraba más su collar y, sobretodo, la correa que pendía de él, que sus piernas. Alguna vez le tomé de la correa para cambiarle de rumbo mientras paseábamos por el parque, pero normalmente quedaba suelta, con el extremo balanceándose entre sus piernas. También hube de levantarle la cabeza en varias ocasiones… lo que no logré que cruzara sus miradas con quienes también paseaban a esas horas por el parque, su atención (o desatención) se enfocaba a un frente infinito.

  • Vamos a sentarnos.

Indecisa. Hasta que no golpee el banco con mi mano no supo si debía sentarse o arrodillarse sobre las piedras.

  • Es un buen sitio. No se ven niños

Inútil su esfuerzo por mantener las rodillas juntas. Con mi mano las separé los justo en lo que daba desde mi pulgar al meñique. Lo justo para que los caminantes no viesen más allá, pero perfectamente ofrecido a las miradas de quien se sentase en el banco de enfrente.

  • Bien. Elige a quien va a follarte.