Pétalos
No siempre estás cuando quiero, pero si para cuando te necesito.
En el espejo de la entrada me dejaste una nota, la cual todavía guardo, donde me pedías que siguiera los pétalos de rosas y margaritas blancas completamente desnuda, descalza, sintiendo la suavidad de estos a mi paso.
Un pequeño camino se adentraba hacía el salón, un inmenso ramo de rosas, y otra nota, en la cual me decías que estaba preciosa, que parecía una diosa, pero que no me detuviera, que siguiera el camino.
Y así lo hice, seguí los pétalos que se cortaban por la puerta del baño, abrí poco a poco la puerta, el intenso aroma de rosas inundo mi ser, y la luz de miles de pequeñas velas alumbraban el baño, parecían estrellas caídas del cielo, me acerque al cristal y una nueva nota en el centro de un corazón de carmín, me pedía que me metiera en la bañera, abrí las cortinas de estás y cientos de pétalos rojos y blancos de rosas flotaban por ella, poco a poco fui introduciéndome, la tibia agua humedeció totalmente mi piel, apoye mi cabeza en el borde, mirando hacía el techo y otra nueva nota, no puede evitar soltar una carcajada, sabías cada gesto de mi persona, me levante y la cogí.
" Te amo"
Me estiré de nuevo en el agua, pensando que yo también te amaba(y te sigo amando) que ahora me tocaba a mi ser la que te sorprendiera y tras un buen rato en la bañera, salí de esta, cuide cada detalle de mi cuerpo, intentando llegar hacerlo perfecto, suave, dulce, apetitoso.
Me vestí con un ligero vestido negro de seda, dejando mi melena caer por mis hombros y dando un toque de maquillaje natural a mi rostro.
Fui a la cocina y preparé algo de marisco con un buen vino blanco espumoso, un par de velas, un suave mantel color blanco roto y buena música.
Tras media hora oí las llaves en el paño de casa, fui a tu búsqueda, nada más verme me cogiste de la cintura y con una sonrisa encantadora me besaste los labios, creí derretirme entre tus brazos, pero logre separarme de ti y despojarte de tus ropas, te guíe hacía el baño y como si de un niño pequeño se tratara te pedí que te metieras en la bañera, te enjabone cada poro de tu piel, mientras tus manos buscaban mis nalgas y tus labios mi cuello y mis hombros, me separe de ti, para no perder el control y meterme contigo en la bañera, te aclare y te seque tu preciso cuerpo, tu suave piel olía a rosas, te deseaba con todas mis fuerzas, pero prefería esperar, hiciste el gesto de ir a buscar ropa pero te pedí que permanecieras desnudo, me sonreíste y las yemas de tus dedos deslizaron las tiras de mi vestido por mis hombros para poco a poco ir quitándomelo.
Ahora estabamos ambos desnudos, contemplando nuestros cuerpos, nuestro deseo se perdía entre nuestras miradas, nos sentamos en la mesa y serviste el vino, me agradeciste la cena y te respondí que todavía quedaba parte de ella, entre miradas nos comimos, parte del vino se derramo por mi canalillo intencionadamente y mientras te observaba me lleve un dedo a la boca para humedecerlo y más tarde pasarlo por mi pecho en busca de esas gotas, te mordiste el labio inferior, a la vez que un suspiro salía de tus labios, te mire y otro salió de los míos, mis pezones se endurecieron al ver tu gesto, pero seguimos comiendo.
Ahora eras tu quien intencionadamente dejaba caer esas gotas pero sin detenerlas, dejando que se perdieran por tus abdominales en busca de tu sexo, el cual se alzaba palpitante, duro y erecto.
Te mire a los ojos fijamente, me miraste y las yemas de tus dedos bajaron en busca de ellas, pasaste tus dedos suavemente por tu tronco mientras cerrabas tus ojos y no pude resistirme y acercarme a ti sigilosamente para rozar con la punta de mi lengua esas doradas gotas. Al contacto de mi lengua con tu glande, tu cuerpo se erizo, y tus ojos se abrieron en busca de los míos, busque tu aprobación para continuar y un gemido me la dio.
Estaba totalmente excitada, la humedad de mis sexo me inundaba, el calor, el deseo de sentirte, todo era una mezcla lujuriosa que me trastornaba deseando aveces hacerte el amor salvajemente y otras esperando, deleitándome con tu cuerpo, con tus sensaciones, con tu respiración, con tus gemidos .
Tu sexo en mi boca fue una explosión de sensaciones, lamía, succionaba y chupaba su forma, su longitud como si en ello me fuera la vida, la deseaba, te deseaba, baje mis labios hacía tus testículos y los lamí, los bese, y los chupe, sintiendo la reacción de mis caricias en tu ser, mmmm su dureza, mis manos masajearon tus muslos, mientras que tus manos acariciaban mi cabello, mi rostro y el gesto de tu cara era un poema.
Me cogiste el rostro y me alzaste hasta tus labios, pasaste la punta de tu lengua por mis labios, humedeciéndolos, a la vez que mi lengua salía en busca de la tuya para entrelazarse en baile sin pausa, tus manos acariciaron mis pechos y temblé de emoción, sentir tu calor en mi piel, me calentó más de lo que estaba, deseando que me hicieras tuya, pero preferiste hacerme sufrir algo más, tu rostro bajo entre mis tetas, besándolas, lamiéndolas, succionándolas, hasta el punto de creer que mis pezones te cortarían los labios por su dureza, mientras que mi cuerpo se arqueaba buscándote, seguiste bajando por mi vientre y separándome las piernas encima de la mesa te adentraste por el interior de mis muslos, tu aliento acaricio mi intimidad y yo creí morirme.
Tus labios en mis ingles, jugueteando con ellas, rozando alguna vez descuidada mi sexo, bebiendo la humedad y el sabor de mi sexo, extasiado, por tu lengua, deseoso de que lo besaras como tu sólo sabes hacerlo, y por fin tu lengua en mi raja, explorándola, acariciándola, besándola, no hicieron falta más de cuatro lametones, para caer temblorosa y excitada en la mesa, hundí mis dedos en tu cabello y gemí de placer, poco a poco fuiste subiendo con una enorme sonrisa besando todo mi cuerpo, acariciándolo con la yema de tus dedos, subiste hasta mi altura y me diste a probar mis propios jugos y el calor de tus labios, entre susurros te rogué que me hicieras tuya, que deseaba sentirte, estar completamente unida a ti, y sin más deleite, te ofreciste a mí, lentamente, poco a poco, me bajaste la mano hasta agarrar tu verga con ella y susurrarme que era toda mía que hiciera con ella lo que quisiera, e impaciente acerque tu glande a mi entrada, rozándolo, acariciando mi clítoris para seguidamente ir introduciéndolo poco a poco en mi, en mi interior, en mi calentura, apresándolo entre mis músculos, apretando contra mi tus nalgas, haciendo que se adentra más y más, hasta el fondo, hasta su totalidad y sentirme llena de ti, amándote como si fuera la última vez, mezclando nuestros sudores, nuestras respiraciones, nuestros latidos, sintiendo tus envestidas en mi, nuestro vaivén y me abrace a ti, para saber que realmente no era un sueño.
Con un enorme orgasmo caímos temblorosos de nuevo en la mesa, estirados, tu cuerpo sobre el mío, tu pecho presionando el mío, tus manos en mis glúteos y las mías en tu espalda, acariciándola, nos miramos, nos sonreímos y casi sin fuerzas, nos abandonamos a nuestra habitación, aquella que tantas veces había sido testigo de nuestros deseos, nos cubrimos entre las sábanas, y estirados uno al lado del otro, nos abrazamos para quedarnos dormidos.
Dedicado a : " De aquí a la eternidad, te amo princesa .dejaré de quererte el día que mi cuerpo deje de proyectar su sombra. después empezaré a amarte"