Pesadilla tropical

Verónica, una niña bien, está de vacaciones en Cuba con sus padres y va a sufrir un pequeño encontronazo con las autoridades locales. Tendrá que colaborar con los agentes si no quiere acabar en prisión y sufrir las terribles consecuencias. Una aventurilla en un paraiso tropical...

Corría el mes de agosto de hace tres años y yo estaba en La Habana con mis padres visitando al tío Miguel; colaborador, como ingeniero de telecomunicaciones, en un programa de ayuda al desarrollo cubano, y que nos había invitado a pasar unos días en su casa de la costa.

Mi nombre es Verónica y por aquél entonces acababa de cumplir los diecinueve, soy rubia, ojos azul claro y estatura media. Disfrutaba en aquel tiempo de una constitución atlética, gracias a las prácticas de natación y equitación en el club de mis padres, y del tono de piel canela propio de los bronceados integrales de los rayos uva. Todas las mañanas visitaba el gimnasio con mis amigas y gracias al aeróbic y la sauna contaba con una musculatura tonificada que se notaba sobre todo en un culito y unos pechos muy firmes y bien moldeados; mis senos eran medianos y pezones sonrosados con pequeñas aureolas que hacían las delicias de mis novios. Hablo en pasado porque después de lo que voy a contar todo cambio radicalmente…

Era una noche del veinte de agosto y el bochorno del verano tropical hacía estragos en mí. Volvía en un todoterreno alquilado a la casa de mis tíos después de pasar el día en la ciudad, iba sola pues mis padres habían visitado con el tío Miguel su lugar de trabajo y a mi me dieron libertad para pasar el día.

Serían sobre las once de la noche cuando ya circulaba por una carretera secundaria hacia la costa, llevaba unas chanclas unos shorts deportivos y una camiseta, el calor era insufrible y la humedad me había cubierto de sudor; tenía ganas de llegar, despegarme de aquellos trapos y darme una buena ducha. En esto pensaba cuando de repente oí un claxon a mis espaldas y un vehículo policial que me hacía luces con la aparente intención de hacerme parar, aminoré y me detuve sobre el arcén un tanto nerviosa, ya que nunca había tenido que tratar con la policía y sentía gran respeto por la autoridad.

Del otro coche bajaron dos agentes con una linterna, rodearon mi auto y el de mi lado golpeó con los nudillos la ventanilla deslumbrándome con su linterna. Baje el cristal y me dijo suavemente y de forma educada, como si notara mi tensión y quisiera calmarme:

-          Buenas noches señorita, la venimos siguiendo desde hace un rato por exceso de velocidad y circular con una luz trasera fundida, si es tan amable, muéstreme los papeles del vehículo y baje un momento.

El coche no era mío y no tenía ni idea de qué papeles querían y dónde estarían, así que le di todo lo que encontré en la guantera y bajé, mientras no dejaba de enfocarme de forma que no le veía el rostro.

-          Aquí tiene, el coche es alquilado y son todos los papeles que hay…

-          De acuerdo, gracias, y su identificación y permiso de conducir?

-          No los llevo encima, soy española y mis cosas las tiene mi madre. Si quieren, acompáñenme hasta casa y hablen con mis padres, ya queda cerca.

-          Ya… entiendo, pero verás… cómo te llamas pequeña?

-          Verónica

-          Verónica, el caso es que en este país es un delito grave circular sin el permiso y, además, no llevar la tarjeta de identidad. Creo que en España también es una falta de cierta gravedad, no es cierto?

-          No sé… puede… yo no pensé en esto… lo siento agente, no volverá a suceder.

-          En fin, pareces una buena chica, pero sin nada que te identifique no me puedo fiar, hay bandas de delincuentes que utilizan ganchos como tú para sus actividades… una niña de cara bonita que atrae a sus víctimas como corderos al matadero… sabes de lo que hablo?

-          Sí, pero no es mi caso, se lo juro.

-          Seguro… no obstante, dadas las circunstancias, debemos registrar el vehículo, te importa?

-          No, en absoluto, por favor, no quiero problemas.

El compañero, que se había mantenido al margen durante toda la conversación, entró por el lado del copiloto y empezó un registro, a los pocos minutos salió y se acercó a nosotros con algo en la mano, parecía una bolsa de plástico; no iba a tardar en saber de que se trataba y ello iba a marcar un punto y a parte en mi vida.

-          Vaya, que tenemos aquí, cocaína! Vaya con la mocosa, y parecías una niña muerta… que decepción… las manos sobre el coche y piernas abiertas! Tu estancia en Cuba se va a alargar unos años, por posesión de drogas te pueden caer hasta 15 años, niña monina.

-          Por favor, no sé de dónde ha salido eso, les juro que jamás he tomado drogas, ni las he visto, por dios! Si  ni siquiera fumo ni bebo, debe creerme, hablen con mis padres.

-          Cállate y haz lo que te digamos! No estás en condiciones de negociar nada, ahora mismo eres sospechosa de tráfico y a los traficantes se los encierra, y las prisiones de este país son de verdad, no los centros de recreo de España, aquí compartirás celda con otras de tu calaña pero menos afortunadas, que seguro agradecerán el regalito que les vamos a hacer; te van a violar en cuanto cruces la puerta, te van a dejar ese coñito de pija como una entrada de metro, van a hacer cola para follarte lo peor de las chabolas de este país. Para ellas eres una fantasía hecha realidad, a las niñas ricas como tú os tienen unas ganas que no te puedes ni imaginar; toxicómanas, gordas, viejas y funcionarias, van a hacer cola para destrozarte cada centímetro de tu jodido cuerpo… me oyes bien? Niña tonta, tienes un grave problema.

Todo esto me lo decía tirando de mi cabeza hacia atrás por el pelo, yo estaba con las manos sobre el coche, las piernas abiertas y temblando por el estado de shock; no creía lo que me estaba pasando, no podía pensar y solo deseaba despertar de aquella pesadilla e irme a casa, pero era real, la respiración se me aceleraba, sudaba de terror y no sabía que hacer, solo alcance a musitar:

-          Por favor, quiero irme a casa, no he hecho nada, por favor, mis padres.

-          Calla! Vamos a registrarte, estate quieta.

Al instante sentí sus manos palpando mis piernas, subiendo hasta mis shorts y apretando mi culito con violencia, siguió ascendiendo por encima de la camiseta y se recreo con mis pechos, no llevaba sujetador y estaba empapada de sudor, así que sólo había un fino trapo entre sus manos y mis tetas, me sentía morir… y empecé a llorar.

-          Por favor, déjenme… no me hagan daño, quiero irme a casa…

-          Bien, parece que aún no lo entiendes, si no haces ahora lo que te digamos iras a la cárcel y será mucho peor, estás en nuestras manos, de ti depende, colabora y podrás irte a casa.

-          Vale, lo siento, qué quieren, haré lo que sea?

-          Buena chica… date la vuelta y quítate toda la ropa.

-          Qué??

-          Que te desnudes totalmente, vamos!! Desnúdate!

Solo llevaba los shorts, la camiseta y unas chanclas, así que acabé rápido; llevaba unas braguitas blancas de algodón que, ante mi indecisión, fueron bajadas con violencia por el mismo agente, que las olió y las tiró lejos de allí. Así que me quede descalza y desnuda sobre el asfalto delante de aquellos hombres, apenas podía tapar con mis manos mis pechos y mi pobre coñito, depilado y con un pequeño bigotillo sobre el monte de venus.

-          No te tapes, estúpida, vas a hacer lo que te digamos o iras a la cárcel. Brazos en cruz, y no te muevas, estas muy buena zorra y vamos a gozar contigo, niña rica, vas a recordar este día…

Hice lo que me ordenó y ambos se abalanzaron sobre mí, cada uno a un pezón, los apretaban succionaban con violencia, los estiraban con sus dientes y me arrancaban gritos de dolor. Al mismo tiempo, sentía sus manos por todas partes; uno me follaba el coño seco con violencia con sus dedos peludos, mientras otro azotaba, estrujaba mi culito y empezaba a hacer fuerza para entrar en mi ano. Mis gritos se perdían en la solitaria oscuridad de aquella noche y mis lágrimas solo excitaba más a aquellas bestias. De repente, me levantaron en volandas y me tumbaron boca arriba sobre el capó de su coche; sentí unas manos que mantenían abiertos mis muslos mientras una boca se comía mi coño casi literalmente, podía sentir su lengua dentro de mí y sus dientes sobre los labios vaginales, al tiempo que el otro seguía babeándome todo el cuerpo.

-          Qué buena estás, zorra!! Vamos a llenarte de leche, toma esto y trágatelo entero, esta es de verdad, de un hombre, degústala con cuidado y trágatelo todo, me la vas a limpiar con esa boquita de puta que tienes, te vamos a follar la boca.

Yo no podía más que obedecer, así que me incliné y adapte mis labios a aquellos gruesos pedazos de carne, les deje follarme la boca y que se corrieran uno detrás de otro en mi garganta; procure no morderles y complacerles para acabar rápido, sentí sus densos chorros de semen caliente golpeando con fuerza en mi paladar y me lo trague todo, procurando dejarles unas pollas bien limpias con mi lengua.

-          Muy bien, zorra, ahora vamos a ver si hay suerte y te preñamos…

Mientras decía esto, me la clavaba hasta el fondo, me sentía como electrizada, desgarrada; sentía su verga de piedra llenando mi vagina y yo gemía espasmódicamente, así hasta que eyaculaba dentro de mí y esperaba una rato, meneando su polla en círculos contra el fondo de mi vagina, como para asegurarse de que no se escapase una gota; le siguió el compañero con un miembro igual de empalmado pero aún más grande, yo ya estaba casi insensibilizada, pero sentí como también se corría dentro de mí, sobre la leche de su compañero. Yo tenía el periodo y era muy probable que los cabrones me estuviesen preñando.

-          Muy bien, cielito, lo estas haciendo muy bien, esto acabará pronto y podrás irte a casa, ahora date la vuelta porque vamos a follarte ese culito tuyo. Te rompemos el culo y a casa.

-          Por favor… no se lo diré a nadie… déjenme ir.

-          Pues claro… solo un trámite más…

Me dieron la vuelta sobre el charco de sudor, me abrieron las nalgas y me la metió hasta los huevos, podía sentir como el esfínter se tensaba provocando una descarga eléctrica que atravesaba todo mi cuerpo, sentía sus pollas en mis intestinos y no pararon hasta llenarme también ese agujero.

-          Excelente, ahora límpianos bien, pija de mierda, abre la boca y límpianos tu mierda.

Yo ya estaba ida y actuaba como un autómata, solo quería acabar. Cogí con delicadeza cada una entre mis labios y mi lengua limpio todo resto de semen y heces… Entonces se apartaron, me dejaron gimoteando sobre el capó, se vistieron, se abrocharon los cinturones y me dijo amablemente…

-          Muy bien, Vero… ahora descansa, vístete y pon las manos a la espalda, estás detenida.

Continuará…