Pervirtiendo a una lesbiana

¿A que estarías dispuesta por cumplir una fantasía?

Pervirtiendo a una lesbiana

Llevaba mala racha en casa con mi marido. Seguramente esa fuera la razón principal por la que un día encendiera el ordenador y comenzara a chatear con otras personas. Quiero pensar que necesitaba desahogarme, descargar toda esa tensión que día a día se iba acumulando, y que en muchas ocasiones me llevaba al agotamiento físico y mental.

No es fácil criar a dos hijos mientras tienes una vida laboral que compaginar. Si a eso le añadimos que el trabajo de mi pareja no le concedía muchas horas para estar en familia, se convertía en un cóctel que solía terminar explotando en el momento más inesperado.

Dicen que, de media, una mujer necesita hablar de tres a cuatro veces más que un hombre. Nosotras necesitamos expresar nuestros sentimientos y miedos, necesitamos exteriorizar todas esas emociones que a menudo nos desbordan, y la fórmula que utilizamos es charlando, hablando y conversando…

Los hombres son diferentes. Cuando tienen hambre dicen que tienen hambre. Cuando tienen sed, dirán que tienen sed y cuando quieren sexo, todas sabemos que dirán… sin embargo, nosotras somos sutiles, somos emocionales y damos muchísima importancia a los detalles y matices que nos rodean. Si unimos las diferencias que nos separan, al hecho de llevar más de 12 años juntos, el resultado suele ser la monotonía y el silencio.

Los primeros chats a los que entré tenían una temática relacionada con la amistad. Mi única intención era conocer a alguien interesante con quien hablar. Necesitaba una persona a la que poder contar mis miedos y anhelos, necesitaba saber que estaba allí, y que siempre correría a socorrerme con sus palabras comprensivas. Por desgracia para mí, esos chats que dicen buscar amistad, estaban lejos de ofrecerte nada que no fuera sexo...

Mi paciencia terminó agotándose cuando, tras dos días de búsqueda de personas equilibradas, lo único que encontré fueron tíos salidos con el cerebro como un cacahuete. Terminé cansándome de esa gente que desconocía las más mínimas reglas de ortografía, cuyo único interés era el sexo y opté por otro tipo de chat…

Siempre he tenido clara mi condición sexual, y a día de hoy, me sigo considerando una mujer “hetero”, pero en ese momento tan solo quería conocer a alguien. Necesitaba una amiga, una confidente, una persona en la que apoyarme y reír, pero lo que no podía imaginar esos días era que lo que encontraría sería una amante…

No era fácil encontrar a una chica maja con la que poder charlar y compartir un momento agradable. La mayoría de las personas que te hablaban eran tíos camuflados que, una vez hechas las primeras presentaciones, se lanzaban a todo tipo de proposiciones sexuales. No estaban menos salidas ciertas lesbianas… me recordaban mucho el comportamiento de los tíos, ya que a la primera de cambio te pedían el teléfono e intentaban tener sexo telefónico.

Era complicado, pero de vez en cuando podías hablar y mantener una conversación agradable. A pesar de que la posibilidad de encontrar a alguien medianamente normal, era de cinco a una, en alguna ocasión aparecía… y solo por eso merecía la pena entrar al chat.

En una de esas ocasiones en las que la probabilidad se alió con la suerte, apareció Candela… la primera vez que charlamos no entramos en demasiados detalles, me dijo que era canaria, tenía 43 años y era lesbiana al cien por cien. Pareció no importarle el hecho de que yo no lo fuera. A ese primer día le siguieron otros en los que nuestra confianza fue en aumento. Día a día las conversaciones se hicieron más íntimas y personales, siendo raro el día que no hablábamos

Dicen que, “ quien ha naufragado tiembla incluso ante olas tranquilas” y eso mismo le pasaba a Candela... me contó que había tenido una relación con una chica casada, y había terminado mal por los celos compulsivos de ella. Tras ello, había sido engañada por alguna chica que había conocido en el chat, y seguramente por esa razón solía tener un carácter celoso y posesivo.

Mi intención no era centrarme en una sola chica. Para mí, el chat era una vía de escape en la que poder conocer personas, y cuantas más personas conociera de las que valían la pena, mejor que mejor. Así que a menudo, cuando entraba al chat y yo hablaba con alguna otra chica, se despedía con rapidez diciendo que me dejaba con la “culona”, luego al día siguiente la notaba más tensa y cortante de lo normal y, aunque no lo reconociera, sabía que estaba celosa…

No soy para nada celosa, creo que los celos no están relacionados con el amante que sufre, sino más bien con el amo que se enfada. Están mas relacionados con tus propias inseguridades que, con la posibilidad de perder a la otra persona. Por esa razón, siempre la animaba a conocer otras chicas con las que hablar, mujeres reales con las que pudiera entablar una relación real y de pareja.

Había días que se enfadaba y estaba varios días sin entrar, pero cuando lo hacía, volvía con el deseo a flor de piel, hablábamos durante horas y terminábamos pajeándonos y gimiendo como perritas en celo.

Con ella aprendí todo tipo de perversiones lésbicas. En cierta ocasión, reconoció que tenía varios juguetes sexuales para usar sola o en compañía. Uno de ellos era el arnés… era una polla de goma que te colocabas con unas correas, y que podías utilizar para follarte a la otra chica como si fueras un tío. Fue la primera vez que oía hablar acerca de ello, y al imaginar la escena… me pareció súper morboso.

Recuerdo un día en el que ambas hablábamos a cerca de nuestras fantasías y pequeñas perversiones… Candela me dijo que su sueño erótico era ser ella la primera chica en “follarme”. Sabía que esa primera vez con una mujer me marcaría para toda la vida, y por esa razón le producía un morbo increíble desvirgarme. Pero a mí me sucedía lo contrario… sabía que era lesbiana de pura cepa y me excitaba muchísimo pensar que, solo por satisfacerme, sería capaz de hacer un trío en el que participara un hombre, y que ese mismo hombre, la follaría a ella mientras yo lo observaba.

—Eres una pervertidora de mujeres casadas… primero pervertiste a tu ex y ahora quieres pervertirme a mi…

—Estaría pervirtiéndote si no lo estuvieras deseando… pero vas de modosita y eres un zorrón…—tenía razón.

—Ja, ja, ja… reconozco me encanta que me perviertas, pero casi me pone más pervertirte a ti.—estas solían ser parte de nuestras conversaciones.

Durante días fantaseamos con la idea de cumplir nuestras perversas fantasías. Ella vive en Canarias y estaba dispuesta a venir a la península. De vez en cuando me lo dejaba caer… no sabía si lo decía en serio, o simplemente me ponía a prueba para conocer mi reacción ante sus palabras. Con forme pasaban las semanas su insistencia se hacía mayor, y a mí, eso me agobiaba… una cosa era fantasear, y otra muy diferente era hacerla realidad.

Mi vida en pareja se había vuelto monótona y aburrida. Hacía tiempo que mi cuerpo no vibraba cuando mi marido me hacía el amor, y las mariposas en el estómago estaban desaparecidas en combate, pero la infidelidad era un paso difícil, un paso que tenía muchas implicaciones peligrosas, sabía que era un salto al vacío que me costaría mucho dar. Creo que, ser infiel a tu pareja se asemeja a tener una mala mano de póker… “ si te plantas pierdes y si pides te pasas” cualquier decisión que tomes va a ser complicada, y llevará aparejada consigo problemas y a la larga dolor.

Hacía años que tenía una afición secreta que muy pocas personas conocían… me encantaba escribir relatos eróticos. Me imagino que al escribir y plasmar sobre un texto Word, todos los deseos y fantasías que tu mente ocultaba, te llevaba a realizarlos de alguna forma, y eso me liberaba.

Al principio esas historias tenían una temática “hetero”. Eran comunes en mis relatos los tríos, intercambios de parejas e infidelidades. Todos estos relatos eran la válvula de escape de mis fantasías más inconfesables. Pero casi sin ser consciente de ello, un día comenzaron a estimularme los relatos con temática lésbica. A menudo mi mente me trasladaba y me hacía protagonista de sus escenas. Era yo quien recibía aquellos besos y caricias. Era yo quien escuchaba los jadeos y gemidos ahogados, era quien sentía el suave contacto femenino en mi piel erizada. Escribir me liberaba, me trasladaba a un mundo fascinante, un mundo lleno de sensualidad y erotismo, y también por qué no decirlo… se convertía en un viaje en cuyo destino siempre había unas bragas mojadas.

A Candela le encantaban mis relatos, le encantaba contarme sus vivencias para que yo las relatase después. Casi sin pensarlo se convirtió en la protagonista principal de esos relatos. Al principio contaba la historia que a ella le gustaba, plasmaba lo que ella me contaba y por ende lo que a ella le ponía. Con el paso del tiempo, su personaje en el relato fue cambiando… pasó de ser una chica lesbiana con historias lésbicas, a convertirse en una lesbiana a la que hacía enfrentarse a todo tipo de perversiones y fantasías morbosas, fantasías que mi imaginación creaba. En mis historias me encantaba llevarla al límite, hacerle vivir lo prohibido para una lesbiana, y para mi sorpresa parecía gustarle…

Había escrito mi último relato… en el las dos estábamos siendo tomadas por varios hombres. Estos nos devoraban como una manada de leones hambrientos despedazando a su presa. La imagen de varios desconocidos poseyendo mí cuerpo, formaba parte de mis fantasías inconfesables. En mi mente varios hombres recorrían mi piel desnuda con sus caricias y besos. Sus manos se colaban invadiendo mis rincones más íntimos y sus labios creaban caminos de saliva en mi piel. Uno tras otro se turnaban para follarme, mientras, el resto me magreaba de manera impúdica. Al final terminaba sobre la cama exhausta y jadeando, con mi coño y mi cuerpo lleno de sus fluidos.

Para mi sorpresa, la historia le encantó…

— ¿Que te ha parecido el relato?—realmente pensaba que no te habría gustado.

— Me ha encantado… ha sido muy excitante—me sorprendió mucho escuchar sus palabras.

— Me lo dices por quedar bien.  Eres lesbiana… ¿cómo es posible que a una lesbiana le guste una historia en la que varios tíos nos follan?— había descrito mis fantasías y perversiones, pensando que en esta ocasión le habría desagradado, pero no fue así…

— Me excita porque estabas tú… tu eres mi fantasía, y si para estar contigo me tiene que follar uno o varios tíos, lo haría. —me sentí muy halagada con sus palabras. Saber que una lesbiana haría lo que fuera, incluso renunciar a su esencia por cumplir mis fantasías, me excitaba muchísimo, reconozco que tras escucharla mi menté comenzó a volar…

— ¿Pero lo haces por mí? Quiero decir… ¿lo haces porque es una fantasía mía o porque a ti también te pone?—No quería que fuera mi sumisa, necesitaba saber si dentro de ella se despertaban los mismos instintos morbosos que se despertaban en mi interior.

—Te lo digo de verdad… me pone muchísimo la idea, de lo contrario no te diría nada.

— En ese caso, yo te pervertiría a ti y tú lo harías conmigo.—mientras hablaba mi mente no dejaba de fantasear…

—Te voy a contar un secreto… ayer cuando terminé de leer tu relato, estaba muy cachonda y comencé a buscar videos guarros en os que apareciera un tío…

— ¿Pero buscaste video en los que varios tíos se follaban a una chica

— Nooo… tampoco voy tan rápido, busque videos de tríos en los que había dos chicas y un chico. Hacía mucho que no me hacía a la idea de lo que era estar con un tío y estoy oxidada.

— ¿No has estado nunca con un tío?

— No… nunca me lo había planteado la verdad…—podía entender su fascinación y deseo por ser ella la primera mujer en desvirgarme… seguramente esa misma atracción, ese mismo deseo morboso era el que yo sentía imaginando como varios tíos la tomaban a ella por vez primera.

— Entonces… ¿serías capaz de que varios tíos te follaran solo por estar conmigo y que yo disfrutara?

— Si claro… lo haría sin lugar a dudas. Pero el problema no soy yo… el problema eres tú—tenía razón, había un gran trecho entre imaginar una fantasía y hacerla realidad…

Un día mi marido apareció en casa con una sonrisa de oreja a oreja. Llevaba tres entradas en la mano para el partido del Atlético de la semana siguiente. A mi pareja y mis hijos les encanta el futbol y son los colchoneros nº 1, pero yo me sentí dolida porque no habían contado conmigo… no me gusta el futbol, pero no me parecía bien que planearan su escapada sin contar conmigo, y aunque tenía razón cuando decía que, si hubiera cogido entradas para mí no hubiera ido, prefería ser yo la que me excluyera de los planes y no él.

Ese día en el chat surgió…

Y, si un día te dijera que me acompañaras a un local como el de la historia... ¿vendrías?

— Si fuéramos juntas iría…

— Dentro de ocho días mi marido y mis hijos se van a pasar una noche a Madrid… ¿vendrías a Barcelona?—nada más terminar la proposición, mi corazón comenzó a latir con fuerza dentro de mi pecho.

— ¿Lo dices en serio?  Claro que iría—me parecía una auténtica locura, pero hablar del tema era como un anclaje emocional, y después juro que no podía dejar de pensar en ello.

Ese día nos despedimos, pero mi mente siguió maquinando… al día siguiente no pude evitar la tentación de empezar a documentarme sobre los locales de intercambio… eran lugares para personas sin tabús, donde el único límite lo ponía tu fantasía y donde al contrario de lo que pensaba, la educación y el respeto eran la norma fundamental.

Apunté varios en Barcelona y comencé a investigar… por lo visto era norma general ir en pareja, y en alguno no estaba permitida la entrada de hombres sin una pareja femenina. No decía nada de dos chicas, por lo que entendí que no había ningún problema. A demás en la mayoría las mujeres pagaban bastante menos.

Esa noche se lo comenté…

— He estado mirando locales para que podamos ir las dos juntas… —lo dije sin pensar las consecuencias.

— Si… ¿vendrías conmigo?—ya me había arrepentido de decirlo…

— Me encantaría… si fuera un poco más valiente.

Me encantaba ponerle el caramelo en la boca. Hablar de ello me provocaba una agitación constante. Las pulsaciones se revolucionan y las mariposas resucitaban en mi estómago, aunque por desgracia para las dos, al final siempre me echaba para atrás.

¿ Podrías ir a Barcelona dentro de dos sábados?la rabia de sentirme excluida me había espoleado y aunque me arrepentiría cien veces, lo solté…

— ¿Lo dices en serio? —realmente yo misma no sabía si lo decía en serio, pero la frase estaba escrita y no estaba de broma

— Podríamos estar solo una noche… mi marido y mis hijos se van a ir a Madrid a ver un partido y me quedo sola…—el corazón palpitaba con fuerza mientras mis dedos montaban la frase sobre el teclado.

— Miro vuelos… y si no los hay… iré nadando—me sentía halagada por su insistencia, y me preguntaba si al final con tantas expectativas, ella se sentiría defraudada.

Los días previos los dediqué a reservar la habitación y a conocer cómo funcionaba el local al que iríamos… era solo una noche, así que tiré la casa por la ventana y reservé en el hotel W Barcelona. Es el hotel que se encuentra en la playa y tiene forma de vela. Siempre me ha parecido un hotel precioso con unas vistas increíbles, y ya que Candela iba a gastarse “una pasta” en un vuelo, quise que todo fuera especial.

El tema del local fue un poco más complicado, por lo visto para poder acceder era necesario que un socio te invitase… nosotras no conocíamos a nadie y es por eso que mande un correo para preguntar si sería posible que dos chicas pudiéramos entrar el sábado. A los dos días contestaron mandando una invitación que debíamos imprimir. Por lo visto cuando se trataba de hombres ponían más pegas, pero en el caso de las chicas no había mucho problema.

Me quedaban un par de horas de viaje cuando me llegó un mensaje de Candela con la foto de la habitación… en ella aparecía la cama con las vistas al mar en la que decía… “te quiero aquí conmigo ” Sentí como la sangre se amotinaba en mi interior y comenzaba a recorrer mis venas al compás de mi acelerado corazón.

Ya en el hotel mi imagen se reflejaba en el espejo del ascensor que me llevaba a la habitación… era a principios de junio, me había puesto un vestido sin mangas estampado y escote en v. Lo acompañaba con unas sandalias y un bolso a juego. A pesar de haber cumplido ya los cuarenta me mantenía en forma y mis pechos y glúteos estaban tonificados. No era muy alta, pero tenía la figura por la que muchas de 30 matarían. En ese momento de mi vida me sentía sexi, aunque en mi rostro se dibujaba la ansiedad del momento.

La habitación se encontraba en uno de los pisos más altos. Una vez en la planta, localicé el número y me situé con mi pequeña maleta de viaje frente a la puerta. Suspiré, dejé pasar unos instantes... sabía que en el momento que entrara no habría vuelta atrás. Dudé al igual que el paracaidista que está a punto de saltar al vacío, y por fin… golpeé la puerta con los nudillos.

No habían pasado ni dos segundos cuando me abrió… las dos nos miramos y sonreímos, después Candela salió y me abrazó con fuerza. Sentí su cuerpo estrujarse con el mío mientras me susurraba lo mucho que había deseado ese momento…

— Eres súper guapa tía… eres más guapa todavía de lo que imaginaba. con Candela era difícil no sentirse halagada… sabía eliminar de un plumazo las dudas e inseguridades que pudiera tener.

— Tú también estas muy bien—lo dije por educación, pero era verdad.  Era una chica más o menos de mi altura y peso, con el pelocastaño y liso, algo más corto que el mío, unos ojos color miel muy expresivos y cuando se dio la vuelta para llevarme la maleta al entrar en la habitación, me fijé tenía un culito respingón y sexi.

La habitación era espectacular… tenía una cama gigante y unos ventanales que ocupaban toda una pared que daban a la playa. El baño era precioso y la bañera se encontraba fuera. Era luminosa y pintada de blanco con una alfombra acogedora que ocupaba gran parte del suelo. A demás todo estaba decorado a estilo minimalista.

Me encontraba muy nerviosa, me situé frente a la ventana para disfrutar de las vistas, me costaba enfrentarme a su mirada cara a cara… ella se situó tras de mí a la vez que posaba sus manos en mis caderas. Sentía el corazón golpear, lo hacía con tanta fuerza que pensé que podría escucharlo. Mi respiración se aceleró cuando sentí su aliento en mi oído y comenzó a susurrarme…

— Me muero por follarte…—sentí sus palabras resbalar en mi oído, después sus manos estrujaron con impunidad mis pechos y su cuerpo se aferró a mi…

Suspiré, mi respiración se aceleró al instante, pero el remordimiento aún era fuerte e intenté zafarme de ella. Me di la vuelta e intenté salir de allí, intenté poner espacio entre las dos, pero ella sabía lo que quería y lo iba a tomar. Me sujetó con fuerza y me empujó contra el ventanal.

— Espera, por favor —dentro de mí se libraba una batalla a muerte entre la razón y el deseo.

— Te deseo, quiero follarte aquí y ahora… —mientras susurraba en mi oído, sus manos se colaban bajo el vestido y magreaban con ansia mis muslos. Mi respiración era un continuo resuello y el tacto de sus manos tibias invadiendo mi intimidad no ayudaba a aplacarla.

Tras los primeros momentos de inútil resistencia, me di por vencida, arqueé mi cuello hacia atrás, este quedó expuesto y desnudo ante ella. La imagen que sus ojos presenciaban era una auténtica invitación al festín. Sus colmillos se clavaron con ansia en mi cuello desnudo y rasgaron con delicadeza la suave piel. Lo mordisqueó con ansia desmedida, una vez tras otra, sus dientes se clavaban en mi garganta y su presión no tardó en erizarme la piel.

Durante unos instantes se detuvo para observarme, clavó su mirada en mí rostro para disfrutar de la tensión sexual, acto seguido sentí sus dedos posarse en mi sexo… gemí de puro gusto al sentir la presión y el roce. Mi cuello se ladeo a la vez que me mordía el labio inferior. Mi cuerpo se retorció de placer al sentir ese primer contacto que me desarmaba, ese roce lascivo que me derrotaba y me entregaba a sus deseos. Mientras, ella seguía mirándome, disfrutando con la imagen de mi rostro extasiado.

Descompuesta por el deseo jadeé… ella atrapó mis jadeos con su boca y se los comió. Sentí por vez primera los suaves labios de una mujer fundirse con los míos. Sentí su lengua húmeda y cálida entrar en mi boca e iniciar ese lascivo baile que solo las lenguas conocen. Era tan diferente… su tacto era suave, dulce, sensual, cálido y maravillosamente erótico.

Uno a uno solté los botones de su camisa con impaciente ansiedad. No llevaba sujetador y al abrirla sus pechos se presentaron ante mí. No dudé en estrujarlos con delicadeza. Mis manos se posaron sobre ellos y sentí su dureza y tersura, sentí como las aureolas se tornaban rugosas y los pezones crecían al contacto con mi piel.

Esto espoleó su deseo que ya era imparable. Comenzó a morder mi cuello mientras sus manos alcanzaban mi tanga de puntilla que de un fuerte tirón fue arrancado de mi cuerpo. La fuerza de la gravedad lo hizo caer y sentí el aire acariciar mi coñito húmedo. Sus dedos volvieron a colarse bajo mi falda para alcanzar mi rajita expuesta. La acariciaron, se abrieron paso entre los labios vaginales a la vez que se impregnan de mis fluidos… yo gemía como una perrita en celo, mis manos se aferraban a ella con fuerza mientras levantaba una pierna para colocarla sobre el brazo del sofá.

Me tenía frente a ella… expuesta, entregada, jadeando de deseo. Me observaba, se recreaba con mi imagen, y eso la volvía loca. Sus dedos se movían en círculos sobre mi clítoris con una tortuosa cadencia, la presión que ejercía su roce me castigaba y mis gemidos ahora eran continuos y desesperados.

Sin dejar de torturarme se acercó a mi oído…

— Te voy a follar…—de nuevo sentí la tortura de sus palabras resbalar en mi oído— hoy eres mi puta y te voy a follar como no te ha follado nadie…sus palabras vulgares me excitaban y activaban. En ese momento solo quería ser eso. Su puta.

— Si, por favor… fóllame . —me moría por sentirla, por entregarme a ella y dejarme llevar hasta el final.

Sin dejar de mirarme, desabrochó los botones de su pantalón y los bajó unos centímetros, en ese momento hizo su aparición el arnés que llevaba colocado… al igual que la escena de la película “Below her mouth” Candela lo llevaba puesto… este asomaba erecto y desafiante frente a mí. Sonrió con pícara malicia al observar mi reacción, su mano sujetó la mía y la guio hasta la polla de goma que me apuntaba amenazante. Sentí el tacto del látex suave y rugoso. Mi mano la situó en la entrada de mi coñito y comencé a frotarme con ella…

Cerré los ojos mientras mi cabeza se arqueaba hacia atrás. La sentí recorrer mi intimidad, abrirse paso entre los pliegues de mi sexo, y terminar presionando el clítoris. Jadeaba de gusto. Mi respiración era trabajosa y me moría por sentirla.

Lo sabía, ella sabía que lo necesitaba y no se hizo esperar… colocó el pollón de goma en la entrada de mi vagina y de una fuerte embestida me penetró… lancé un gemido ahogado al sentirlo entrar abriéndose paso en mis entrañas. Las paredes de mi vagina cedieron y su presión lo llenó todo a su paso.

Después de esa primera embestida se detuvo por unos instantes mientras me observaba. Sus manos se aferraron con fuerza a mi culo y tomó carrerilla para una nueva acometida que me atravesó, esta vez no se detuvo y continuó con un continuo y tortuoso movimiento de bombeo. Lo sentía, sentía en mis entrañas su maravillosa presión y roce. Las paredes de mi vagina se acoplaban a la forma del pene y lo cubrían y abrazaban. En la habitación los jadeos se entremezclaban con el chasquido de los cuerpos chocando.

Sus manos levantaron por completo mi vestido y sentí el frio tacto del cristal de la ventana refrescando mi culo. Mientras sus caderas empujaban contra mí golpeando mi pubis, sus manos bajaron con ansia el vestido arrastrando a su vez el sujetador. Mis tetitas quedaron al descubierto y ella las sujetó para adsorber los pezones y lamerlos con fruición.

Nunca me lo habían hecho así… sentía el ansia y la locura del deseo en cada movimiento y jadeo. Pero ella quería más… se detuvo por un momento y me situó a horcajadas con el culito en pompa sobre el brazo del sofá, obedecí sumisa y arqueé mi trasero dispuesta a recibirla. Me sentía como una perra en celo en busca de su alivio.

Volví a sentirla entrar, me penetró con facilidad y sus manos se amarraron a mis caderas para ayudarse a empujar. Noté como me atravesaba, mi vagina se contraría con cada embestida y sentía como lo succionaba. Lo abrazaba. Lo atrapaba. Sus caderas chocaban contra mi culo mientras mi rostro se hundía en el cojín del sofá.

No podía más…las embestidas se volvieron más secas y posesivas. Estaba llegando al punto de no retorno, y al sentir sus dedos colarse por delante y presionar mi clítoris me derramé… me corrí como nunca me había corrido. Mi cuerpo comenzó a tensarse y convulsionar entre latigazos de placer, mientras, ella no dejaba de martillearme con sus embestidas.

Tras unos segundos de delirio, mi cuerpo quedó desmadejado sobre el sofá como una muñeca de trapo. Sentía el corazón golpear con fuerza contra mi pecho y la respiración continuaba acelerada. Candela se acercó a mi oído para susurrarme palabras dulces. En ese momento nos miramos y reímos, era una sonrisa de felicidad, Las dos sabíamos que habíamos tenido el momento más erótico e intenso de nuestras vidas.

Seguido las dos fuimos a la ducha… allí fui yo la que disfruté de ella, degusté el momento y disfruté de su cuerpo. Mi lengua saqueo sus rincones más ocultos y termino corriéndose con mi rostro entre sus piernas.

Era la hora de comer y tras ponernos algo cómodo bajamos a la zona del puerto. Después de dar un paseo, encontramos un restaurante pequeño y coqueto no muy lejos de allí y nos sentamos. Hablamos y reímos, las dos confesamos como habíamos experimentado todo desde el principio de conocernos hasta hacía unas horas.

Y a la hora del café hablamos de nuestra visita al club…

— ¿Segura que quieres ir? Si me dices que no, lo entenderé—bajo ninguna circunstancia quería que se sintiera obligada .

— De verdad que si… me apetece un montón.

— No quisiera que te vieras obligada.me costaba creer que sería capaz de hacer algo así. Por alguna razón mi mente siempre había pensado que las lesbianas sentían repulsión por los hombres.

— No soy un bicho raro, a mí también me pueden llegar a gustar esas cosas…

— Vale, solo quiero que sepas que, si en algún momento quieres que lo dejemos, puedes decirlo sin problemas. Reconozco que a mí me va a costar mucho también—ese día ya había cometido la mayor locura de mi vida y no sabía si sería capaz de cometer una segunda.

— No te preocupes y no le des más vueltas… disfruta del momento que pasa enseguida. Ahora vamos a la playa a tomar un poquito el sol que estás muy blanca.

Subimos al hotel para cambiarnos, y a la media hora ya estábamos las dos de nuevo abajo dispuestas a pasar una tarde agradable de playa.

Elegimos un sitio separado del bullicio y nos tumbamos al sol. Candela estaba acostumbrada a hacer topless, pero no era ese mi caso…

— ¿No te quitas lo de arriba? Te va a hacer marca.

— No he hecho nunca topless… en el interior estamos menos acostumbradas que vosotras a hacerlo.

— Anda quítatelo… aquí no te va a conocer nadie. No seas tonta.

— Me daba una vergüenza horrible porque pensaba que todo el mundo me miraba, pero después de lo que había sucedido en la habitación, eso parecía peccata minuta. —una vez más le hice caso y mis blancos pechos quedaron al descubierto bajo su atenta mirada.

— Tienes que darte bien de crema… esas tetas no están acostumbradas a ver la luz del sol, son tetitas vampíricas je, je, je.

— Eres tonta

— ¿Me dejas que te dé yo?

— ¡Que dices! ¿estás boba? Cualquiera nos puede ver…

— Que más te da, si no te conocen… anda déjame que te dé yo.—mientras lo decía me quitaba la crema de las manos y me hacía tumbarme boca arriba.

Se situó a mi lado y echó un chorrito de crema en el espacio que separaba las dos tetitas, acto seguido sentí el tacto tibio de sus manos posarse de nuevo con delicadeza y comenzar a esparcirla… noté la suavidad de sus yemas recorrer mi delicada piel. Se deleitaba acariciando mis pechos haciendo un uso del tiempo mucho mayor de lo políticamente correcto. Sus manos siguieron magreando provocando que mi pezón se filtrara entre sus dedos, y de forma disimulada lo pellizcaba, provocando pequeño respingo disimulado…

— Vale ya loca, nos van a ver…

— Espera, te ha quedado un poco de crema aquí…—de nuevo sentí sus manos acariciar mi estómago, sus uñas hacían pequeños surcos en la piel, estas hacían un tortuoso recorrido que terminaba de forma deliberada sobre mi monte de Venus.

Sentía calor, mucho calor. Me dejé hacer incapaz de resistir la dulce tentación de sus dedos lascivos.

Por unos segundos me dejé llevar… cerré los ojos mientras sentía el embriagador roce de sus uñas pasando por mi pequeño montículo. Fue un breve y exquisito lapso que duró el tiempo que me costó despertar al aquí y al ahora.

— ¡Vale ya loca! Eres una pervierte casadas.

— Y lo que te gusta…

— No sé cuándo se te va a meter en la cabeza que soy una señora formal y decente, ja, ja, ja

— Si, súper formal y súper decente…

Pasamos la tarde en la playa hablando y riendo. Me llegaron varios mensajes de mi marido con fotografías de los tres entrando en el estadio. Se sentía culpable y me hacía la pelota. Ver las fotos en el móvil me despertaban del sueño en el que estaba instalada, y me creaba un sentimiento de culpabilidad, un sentimiento que Candela se encargaba de contrarrestar con sus continuas insinuaciones y tocamientos.

— ¿Sabes que me llama mucho la atención de algunas lesbianas?

— Dime…

— No se… algunas a veces se comportan como tíos… van muy a saco.

— Pero eso seguramente serán tíos que se hacen pasar por chicas…

— No, hay muchas lesbianas que van a saco y eso te lo digo yo

— Me imagino que con el anonimato todo el mundo muestra su lado más oculto y oscuro, olvidamos los convencionalismos impuestos por la sociedad, y recurrimos a nuestros instintos más primitivos.

— Antes… te has dejado llevar por esos instintos me imagino…

— ¿Tanto se ha notado?

— Pues si… solo un poquito —las dos reímos al recordar lo que había pasado unas horas antes en aquella habitación con vistas.

Cuando la tarde tocaba a su fin recogimos todo y subimos al hotel a cambiarnos. Cenaríamos algo ligero y saldríamos por una de las zonas de copas de Barcelona, después de tomar algo iríamos al club…

En el correo que recibí del club me decía que era aconsejable que vistiéramos de forma atrevida y sexi, a los clientes que acudían allí les gustaba mucho la provocación y era habitual las fiestas de máscaras y disfraces.

Nos duchamos las dos juntas, ambas nos exploramos y besamos. El agua cálida resbaló por nuestra piel desnuda. Mis dedos exploraron sus rincones y recovecos y sus dedos asaltaron los míos. Terminamos jadeando de placer una frente a la otra.

Dejé que Candela se cambiara primero y aproveché para llamar a mi marido… no se oía apenas, estaban en pleno partido y había un ruido de fondo ensordecedor. Hablamos poco y cuando colgué me volví a sentir culpable…

Después de media hora Candela salió… llevaba el pelo suelto y un vestido rojo de tirantes con cuello en v con la espalda desnuda, el vestido tenía la falda sobre las rodillas y también llevaba puestos unos tacones altísimos que le hacían unas piernas estilizadas y sexis.

— ¡Estas espectacular!—estaba tremendamente sexi.

Gracias… lo compré para una boda y no me lo había vuelto a poner… me parece demasiado provocativo.

Para nada pareces una lesbiana…

Ja, ja, ja, y… ¿cómo debemos de ser las lesbianas?

Bueno… no pienses mal… quizás menos femenina… estas muy sexi. De verdad.

— Ya ves… las lesbianas también podemos ser femeninas y sexis…

Entre tras ella para arreglarme, me hice un recogido con varios mechones que caían sobre mí rostro. Me maquillé lo justo, me pinté los labios y me di un poco de rímel en los ojos. Me puse una tanguita de puntilla negro con el sujetador a juego, y el vestido que me había comprado para la ocasión, era negro con tirantes ajustado y corto, y lo acompañé con unos tacones que me levantaban casi 10 cm de suelo.

Cuando salí ella estaba de espaldas con la mirada perdida en las vistas de la ciudad iluminada. Me situé tras de ella y al darse la vuelta sus ojos se abrieron como platos…

— Mmm… ¿no prefieres que nos quedemos aquí las dos solitas?—mientras lo decía sus manos se posaban en mi culo y me acercaba con ansias a ella.

— Eres una pervierte casadas…

— ¿Te atreves a ser un poco traviesa? —se acercó a mi oído para susurrarme a la vez que me magreaba el culo.

— ¿Que se te ha ocurrido?—noté como el corazón aumentaba su cadencia al escuchar sus palabras en mi oído.

— Podríamos salir sin braguitas… ¿te atreves?

— ¡Estás loca! me siento incómoda sin nada de bajo…—mientras hablaba hacía caso omiso a mis palabras y, en un visto y no visto se sacaba la tanguita a juego con el vestido y la dejaba sobre la cama.

— Reí nerviosa, pero la imité, me saqué mi tanguita negra y lo deposité al lado del suyo sobre la cama. Pude imaginar el calor y la excitación que reflejaría mi rostro.

Recogió mi tanga y lo acercó a su rostro para olerlo…

— Me encanta tu olor… hueles a pecado.— en su rostro se reflejaba la lujuria.

En ese instante Candela volvió a recortar el espacio que nos separaba, y tras aferrarse de nuevo a mi culo, me besó… sentí su lengua acariciar mi labio inferior y mi lengua salió a su encuentro. Ambas lenguas se presentaron rozándose con delicadeza para después entrar en mi boca para saquearla. Me encantaba su tacto, tersura, dulzura y suavidad, era una sensación embriagadora que me hacía levitar.

Mientras su lengua exploraba mi boca, sus manos hacían lo propio con mi culo, colándose después bajo mi faldita a través del muslo interno. Cuando alcanzan su destino final, no puedo dejar de emitir un gemido ahogado al sentir sus dedos rozan mi coñito desnudo y expuesto.

— Mmm… me encanta sentirte mojadita…—dicho esto, se apartó de mí, dejándome con la respiración acelerada y completamente acalorada.

A eso de las ocho salíamos para ir a cenar algo ligero, después tomamos unos combinados por una de las zonas de copas de la ciudad. Al principio me sentía observada, a pesar que nadie podía sospechar nada, en mi interior sentía esa sensación de adolescente cuando creías que todo el mundo estaba pendiente de ti. Fue un sentimiento que no duró mucho, tan solo el tiempo que tardó en hacer efecto el segundo combinado.

Fue Candela la que a eso de las once me lo recordó…

— Tenemos entradas para un sito…

— Pensaba que ya no te acordarías… ¿estás segura?

— Si vienes tu conmigo… claro que estoy segura.—mientras lo decía el corazón palpitaba con fuerza queriendo salir.

Cogimos un taxi y nos montamos. Durante el camino de ida una amalgama de sensaciones se apoderó de mí. Por un lado… los nervios y la ansiedad recorrían mi ser, por el otro, el morbo y la excitación luchaban por abrirse paso en mi interior. Todos ellos se fusionaban en el laboratorio que en esos momentos era mi mente.

A la llegada al lugar nos bajamos del coche y entramos. Al ser nuestra primera vez una chica muy sexi nos hizo de guía. A la vez que nos hacía la visita por las distintas estancias, iba explicando las normas que en un principio ya conocía porque había estado informándome por internet. Nos comentó que, si alguien nos incomodaba, tan solo teníamos que hacer un gesto negativo con la cabeza y él o ella se apartaría.

Tras pasar la recepción y un pasillo, llegamos a un pub espacioso con una barra amplia y luz tenue de neón que lo hacían acogedor y erótico. Había diferentes salas con amplias zonas con colchones de colores, en las que parejas y dobles parejas hablaban animadamente y nos observaban al pasar. También contaba con una sala para las prácticas sado y habitaciones más pequeñas con puerta. El final del recorrido estaba reservado para la piscina y jacuzzi que en ese momento permanecían vacías.

Ángela que así se llamaba la chica, se despidió con una amplia sonrisa y los mejores deseos y nos fuimos directas a la barra. El pub ya había aumentado la clientela en el rato que habíamos estado de “tourné”, y nos colocamos una frente a la otra sobre las banquetas en una esquina de la barra. Pedimos un combinado que venía gratis con la entrada y comenzamos a cuchichear y reír por lo bajini…

— ¿Que te ha parecido?

— No se… parece un lugar con mucha clase. El sitio es muy chulo.

— ¿Te has fijado como nos miraban?—desde que habíamos entrado sentía las miradas desnudándonos.

Claro… soy lesbiana pero no soy ciega.

— ¿No te pone sentirte deseada? En estos momentos somos como dos caramelos en la puerta de un cole.

— A mí la que me pones eres tu…me susurró al oído a la vez que introducía su mano entre el hueco que dejaban mis piernas sobre la banqueta.

Me estremecí al sentir su mano resbalar por el muslo interno con dirección ascendente. Mi mano se posó sobre la suya y la detuve justo a tiempo de que alcanzara mi rincón de placer.

Para no sigas… me pones nerviosa.

— ¿ No dices que te pone que te miren? pues ahora tienes la oportunidad…

— Y… ¿a ti te pone que te miren?

— A mí me pone ponerte…

Candela se levantó de su banqueta encajando su cuerpo entre mis piernas, acortó la distancia que nos separaba y comenzó a susurrarme al oído…

En estos momentos nos están mirando los que están tras de ti… seguro que están deseando follarte ahí dentro… ¿no quieres que los calentemos? — mientras sus palabras resbalaban en mi oído, su mano se volvía a colar bajo mi falda.

Vale… no sigas… —su mano entró hasta dentro y sentí su caricia en mi ingle.

Los labios redujeron espacio con mi cuello y comenzaron a besarlo mientras sus dientes lo rasgaban con ansia. Sus caderas se encontraban entre mis piernas y me impedían cerrarlas. Era un movimiento premeditado que sin duda le facilitaba las cosas…

Vale… estate quieta…la sangre se amotinaba en mi interior. Mi respiración se desbocaba. Calor, sentía mucho calor…

Sentí su mano alcanzarme… su roce me hizo estremecer, gemí disimuladamente al sentir mi intimidad invadida por sus dedos ágiles…

Ahora vas a hacer lo que te diga…mientras sus palabras resonaban en mi oído, sus dedos se hundían en mi coñito impregnándose de fluidos.

No contesté, lo único que emanó de mi boca fue el resuello ahogado de mi respiración.

Abre las piernas, quiero que las abras bien…—obedecí sumisa y las abrí, lo hice mientras cerraba los ojos y me concentraba en dulce la invasión de sus dedos bajo mi falda.

En ese momento giró la banqueta conmigo encima y, me mostró con las piernas abiertas al resto de clientes que allí se encontraba. El corazón me dio un vuelco y cerré las piernas de forma instintiva al verme frente al resto del local expuesta. Candela se situó tras de mí y volvió a susurrarme al oído mientras subía mi falda.

— Abre las piernas… quiero que te vean—calor… de nuevo una llamarada se apoderaba de mí al sentir sus miradas devorarme. Sumisa obedecí… abrí las piernas dejando mi coñito expuesto ante el resto del local.

La sensación de sentirme deseada era embriagadora. Saberme el centro de atención de la sala me hacía palpitar de puro morbo. Sentir sus miradas lascivas me trasladan en el expreso con destino al pecado.

Tras unos segundos de tortuosa locura dio la vuelta a la banqueta de nuevo y se acercó a mi oído para susurrarme…

Has puesto a todo el mundo cardiaco… eres una zorrita.

¡Te voy a matar!—no me podía creer lo que acababa de hacer… para pasar el trago, Candela pidió otro combinado que ya me hacía sobrepasar con creces mi límite de tolerancia al alcohol.

Estábamos con el nuevo cubata en la mano cuando se acercó un chico moreno y guapísimo de unos treinta años a nuestro lado. Se llamaba Alex y quería invitarnos a tomar algo. Le dijimos que ya estábamos servidas, pero quedamos en vernos un poco más tarde.

Casi habíamos terminado la bebida y comenzó a sonar “ Una Propuesta Indecente ” de Romeo Santos que me encantaba. Él local tenía ahora más de gente que iba y venía, y le propuse a Candela bailar en una zona libre de mesas. Aceptó encantada y las dos nos pusimos a bailar con la mirada de la una anclada en la otra.

Nos movíamos de forma sinuosa y sensual, la una pegada con la otra, sentía su aliento en mi oído, las curvas de su cuerpo bajo mis manos. En los ojos de Candela se adivinaba la excitación y sentía el tacto de sus manos a través del vestido aferrándose a mi culo.

Pronto varias parejas nos imitaron y se pusieron a bailar a nuestro lado. Justo en el momento que la canción tocó a su fin, Candela acercó sus labios a los míos y su lengua saqueó mi boca con avidez. Mi lengua sentía el tacto suave de su lengua juguetona, y a la vez que sus labios se fundían con los míos, sus manos se aferraban a mi culo arrastrándome hacia ella con ansia. Me encontraba en mitad de aquel local besándome, magreándome con otra mujer y varias personas nos observaban… definitivamente me había vuelto loca.

Alex, el chico que se había acercado a nosotras hacía un rato, se situó tras de mí y posó sus manos en mi cintura mientras restregaba su paquete contra mi culo. Alno haber una negativa, aquel chico lo interpretó como un semáforo verde y comenzó a besarme el cuello mientras sentía en mi culo su dura erección. El calor se expandía por mi cuerpo y la excitación estaba a punto de hacerme perder la razón… a pesar de ello, mis labios se acercaron a su oído…

— Quiero que vayas con mi amiga…

Obedeció al instante y tras separarse de mí, se colocó tras Candela que no apartaba su mirada de mis ojos. Al igual que había hecho conmigo posó sus manos en sus caderas y comenzó a refrotar su entrepierna contra mi amiga. Ella se encontraba emparedada entre aquel chico y mi cuerpo. En la expresión de su rostro ya se dibujaba el deseo. Al igual que había hecho conmigo, Alex clavó sus labios en el cuello de Candela, mordisqueando y lamiéndolo con gula mientras sus manos recorrían sus curvas con dirección a los pechos.

Un segundo chico se situó tras de mí, y al igual que había hecho el primero acercó su paquete a mi culo… comenzó a restregarse mientras sentía en mi oído su respiración y en mi cuerpo el roce de sus manos. Incliné mi cabeza hacia él y le susurré al oído como lo había hecho con Alex…

— Quiero verte con ella…

Aquel nuevo chico se despegó de mí y se situó junto a Candela, lo hizo al tiempo que Alex se apartaba para dejarle espacio, al igual que el lobo deja un hueco al compañero para que devore la presa. Ella cerró los ojos al sentir a los dos hombres junto a ella invadiendo su cuerpo, profanando todo lo que hasta ahora le parecía cierto.

Los dos se restregaban contra ella mientras sus manos recorrían valles y montañas, Candela volvió a abrir los ojos para mirarme, se mordió él labio inferior mientras me observaba, sabía que disfrutaba, su mirada lo decía, su cuerpo lo expresaba.

Ahora estábamos a un metro de distancia, yo la miraba con curiosidad y deseo, ella bailaba mientras su cuerpo era saqueado por aquellos chavales. Uno de ellos hundía sus colmillos en su cuello mientras sus manos magreaban sus pechos por encima del vestido. El otro tenía una mano en su culito y la otra se colaba bajo su falda y acariciaba su muslo interno.

Tras unos minutos uno de los chicos le hizo un gesto a su compañero, ambos se llevaron a Candela con dirección a una de las habitaciones contiguas. Los seguí… al entrar en la sala vimos a las dos parejas que habíamos visto al hacer la visita, estaban follando… una pareja frente a la otra, las chicas sobre el sofá a cuatro mientras ellos bombeaban sobre ellas por detrás. Pensé que sería un intercambio y me pareció terriblemente morboso.

Pasaron a la siguiente sala en la que no había nadie. La mitad del lugar lo ocupaba un gran colchón sobre una repisa a modo de cama gigante de color rojo. Apenas se veía y tuve que acostumbrar mis ojos a la oscuridad. Uno de los chicos se quedó de pie frente a la repisa y situó a Candela junto a él, ella obedeció y yo me quede a distancia sin perder detalle de la escena. El otro chico abrió un pequeño cajón y saco un pañuelo de seda negro y vendó los ojos a mi amiga.

Desde el momento en el que la fina tela cubrió sus ojos, ella quedó expuesta y perdida a sus deseos. Uno de ellos bajó muy despacio la cremallera del vestido, y su cuerpo fue descubriéndose, el otro lo retiró dejando a Candela con el sujetador como única prenda. Alex lo soltó y este cayó también al suelo. Su imagen era una delicia…sus pechos, sus pezones rosados, sus sensuales caderas, su desnudez. Sentía mi coñito húmedo y mi corazón latía desbocado, me moría por unirme a ellos, pero antes quería disfrutar el morbo del momento.

Un tercer tipo se acercó y sentí su presencia tras de mí, poso sus manos en mis muslos y comenzó a besarme el cuello con avidez, un respingo de placer emanó de mi boca al notarlo de improvisto… no lo había visto venir y me sorprendido. Sus manos recorrieron mis caderas y comenzaron a colarse bajo mi falda, lo hacía pausadamente siguiendo el sinuoso camino por mis muslos. Quería dejarme llevar por mis instintos, quería entregarme a él, quería abrirme de piernas y dejar que me follara una y otra vez, pero aguanté la tentación para seguir de espectadora, me resistí a mi instinto básico para disfrutar de la imagen de Candela, gozar de su gozo y sentir su deseo.

A pesar de que mi coño suplicaba lo contrario, hice un gesto negativo con la cabeza. Aquel tipo que tendría unos cincuenta años y un cuerpo moldeado y moreno, se apartó de mi con una leve sonrisa, y como antes había pasado, se acercó al trio que teníamos al frente y se unió al banquete…

Este último se situó junto a ellos y se bajó los pantalones dejando expuesta y erguida una enorme polla recubierta de venas hinchadas. Hizo que Candela se agachara situándola en cuclillas frente a él, con una mano la atrajo hacia si agarrándola por la melena, mientras la otra guiaba el falo con dirección a su boca. Al sentirla ella acercó sus manos y la sujetó… sus labios la abrigaron y su cabeza comenzó a moverse haciendo que parte de ella apareciera y desapareciera dentro de su boca. Los dos chavales se desnudaron y se colocaron con sus pollas duras y tiesas rodeándola. El espectáculo es puro morbo, Candela se mantenía sobre los tacones completamente desnuda mientras mamaba sin parar la polla de aquel tipo. Los otros se pajeaban esperando su turno, y mientras, la espectadora que tenían en frente, no podía evitar meter su mano bajo el vestido y comprobar la tremenda humedad que la inundaba.

Tras el primer tipo fue Alex quien le metió la polla en la boca, mientras mamaba la mano que le quedaba libre pajeaba al tercero. El cuerpo de Alex se tensaba a la vez que sujetaba su cabeza empujándola hacia sí. Su miembro se hundía y emergiera una y otra vez. Tras este, un tercero follo la boca de Candela y de la misma forma que el resto, comenzó a mamarlo con sumisión mientras los otros acariciaban su cuerpo desnudo y expuesto.

Alex abrió un cajón que había junto a la pared, sacó unos grilletes y unas cintas que ató a unos ganchos, después guiaron a Candela que andaba a tientas hasta allí, esta ajena a todo se movió obediente, la hicieron recostarse sobre el colchón tumbada boca arriba, los dos chicos le ataron ambas manos y se situaron a sus lados, el tercero se situó frente a ella y abrió sus piernas empujando las rodillas hacia los laterales, se agachó y se humedeció los dedos para después restregarlos su rajita, Candela gimió y elevó sus caderas al sentir el roce, una vez se había asegurado de su humedad, hundió la lengua en su coñito… ella gimió de nuevo, su cuerpo se estremeció y sus caderas se removieron sobre si mismas al sentir la punta de la lengua saborear su rinconcito de placer.

La imagen era puro morbo, frente a mí se encontraba una lesbiana que por primera vez estaba siendo profanada por varios tíos. Al igual que los vampiros devoran a la virgen inocente, ellos bebían de ella con avidez. A ambos lados se encontraban los otros dos que habían tomado al salto un pecho cada uno, ahora absorbían y lamían sus pezones con gula, mordisqueando y tirando de ellos. Observaba la respiración de Candela que era un puro resuello. Sentir su deseo me hacía estremecer. Miré a mi alrededor, comprobé con sorpresa que había más personas en aquella habitación disfrutando con la escena… una pareja se encontraba un par de metros de mí magreándose y disfrutando del espectáculo, a mi izquierda un chico muy alto de unos cuarenta años me observaba… nuestras miradas se cruzaron y acto seguido sentí su presencia cercana… no podía más, necesitaba sentir sus caricias y besos, necesitaba aplacar toda esa tensión sexual y deseo que se acumulaba en mi interior. Reconozco que en esos momentos me hubiera entregado al primero que me lo hubiera pedido.

Lo noté acercarse, percibí su presencia tras de mí y mi coñito palpitó de deseo. Sentí sus manos cubrir mi cuerpo con sus caricias. Aquel tío hundió su nariz en mi cuello mientras paseaba sus manos por mi cuerpo. Tocó las caderas, los pechos, el monte de Venus. Oí su excitada respiración en mi oído mientras permanecía inmóvil y me dejaba invadir. Su duro paquete se refrotó contra mi culo y sus manos comenzaron a moverse bajo mi fino vestido. Gemí como una perrita en celo al percibir sus dedos hundirse en mi coñito… sus caricias eran una tortura y las piernas comenzaron a temblarme. Sus dedos hábiles bajaron la cremallera y me despojaron del bonito vestido que quedó bajo mis piernas.

Mi respiración era un resuello de jadeos continuos, sus manos se habían desecho de mi sujetador y ahora pellizcaba mis pezones mientras la otra mano profanaba mi coñito. Sentía calor, humedad y un deseo que me roía por dentro.

Se acercó a mi oído y me mordió con delicadeza el lóbulo de la oreja, para acto seguido sentir sus palabras resbalar…

— ¿Nos unimos a ellos guapa?

Había cerrado los ojos y al escuchar sus palabas los abrí… tan solo asentí y observé de nuevo a Candela que estaba a punto de ser follada por el tipo moreno. Este movía su enorme miembro frotándolo a la entrada de su coñito, mientras su mano izquierda abría una de las piernas. El tipo alto me arrastro hasta allí y preguntó si era posible que nos uniéramos a ellos… estos asintieron encantados y el que estaba a punto de follar a Candela soltó la pierna de mi amiga, sujeto mí rostro, me besó con posesión y su lengua saqueó mi boca con ansia.

Después me situé sobre Candela a horcajadas, esta se encontraba con los ojos vendados, ambas manos atadas y rodeada por ellos. Besé sus labios con dulzura y mi lengua lamió su labio superior para posteriormente rozar el inferior, ella reaccionó y sentí entonces su lengua fundirse con la mía… me situé sobre ella y dejé caer sobre sus pechos el peso de mis tetas, entonces me moví de forma sinuosa haciendo círculos sobre ella.

Sabía que era yo… antes de destapar los ojos supo que era yo la que estaba sobre ella. La retiré la venda mientras los chicos miraban, cuando la fina tela desapareció, su mirada se posó en mis ojos y sonrió pícaramente. El tipo que estaba tras nosotras comenzaba a encajar su polla en el coñito de Candela, tras unos instantes de tortuosa espera, la penetró con una fuerte embestida, ella gritó, su rostro se contrajo y su cuerpo se tensó al recibir su erección.

Sentí el cuerpo de aquel tipo chocar contra mi culo tras esa primera vez, Candela cerró los ojos y se dejó llevar mientras yo no apartaba mi mirada de su rostro. Volvió a bombear sobre ella a la vez que posaba su mano en mi culo que permanecía en pompa frente a él. Alex se acercó a besarme mientras el otro chico besaba a Candela, después ambos hicieron un cambio de cromos y fue el otro chico el que me besó a mí.

Estaba tan cachonda… me moría por que la follaban y por ser follada por ellos, me moría porque sus manos recorrieran cada centímetro de mi piel y porque sus labios se colaran en mis íntimos rincones. El chico alto se acercó entonces y situó su miembro erecto frente a mis labios, mi mano sujetó su dura erección y sumisa mi lengua comenzó a lamerlo, los labios lo abrazaron y abrigaron, comencé a chupar mientras este se movía y tensaba su cuerpo cada vez que entraba en mi boca.

El sonido de sus gruñidos se mezclaba con el chasquido de las embestidas del otro tipo al chochar contra las ingles de Candela.

Durante unos instantes me llené de su erección y mi lengua saboreó con gula aquel miembro que me follaba la boca. Los testículos quedaban frente a Candela y esta los lamio a la vez que mis labios abrazaban su glande. Pequeños hilos de saliva se escurrían e impregnaban su boca que se afanaba por lamerle los huevos. Mi lengua buscó su lengua y las dos comenzaron a jugar mientras ambas lamiamos al unísono aquella polla erecta.

Por un momento apartó la golosina que ambas degustábamos e hizo que me diera la vuelta sobre mí misma, entonces mi culo quedó en pompa donde antes estaba mi rostro. Sus manos fuertes se aferraron a mis caderas y la lengua de Candela aprovechó la cercanía para lamer mi rajita. Frente a mí la inmensa polla del otro hombre se hundía en Candela en un movimiento de bombeo constante.

La puntita de mi lengua se acercó a su clítoris y lo lamió con delicadeza, el roce de su lengua en mi sexo no se hizo esperar, gemí como una zorrita al sentir mi puntito de placer alcanzado por su dulce caricia. A la vez que nuestras lenguas probaban la fruta prohibida, la polla de otro tipo se acomodaba en la entrada de mi coñito húmedo y palpitante. Sabía que estaba dispuesto a hundirse en mí y arquee mi culito dispuesta a recibirlo. Me sentía como una putilla dispuesta a recibir su dosis de placer.

Grité al sentirlo abriéndose paso en mis entrañas, me penetró de una seca y posesiva embestida que me hizo temblar. Se sumergió en mi interior mientras mi cuerpo se estremecía y lo recibía ansioso. Me dejé llevar mientras me arqueaba hacia atrás y cerraba los ojos.

Sujetó mi pelo y tiró de mí hacia atrás, abrí mi boca buscando el aire, cada embestida suya es un jadeo de placer. Me penetraba, una…, dos…, tres…, entraba en mí con una cadencia feroz. Mi coñito se contraría con cada embestida, noté como mi vagina lo succiona. Lo atrapaba. Lo abrazaba.

Por un segundo abrí los ojos y miré hacia la sala, había varias personas viendo… dos parejas se tocaban y otro tipo se masturbaba mientras observaba la escena. Escuché el chasquido de cuerpos chocando que se entremezclaba con el sonido de jadeos y gemidos ahogados. Sabía que estaba a punto de llegar a un punto de no retorno.

Me corrí… mi cuerpo comenzó a convulsionar entre jadeos cuando el clímax me arrastró. A la maravillosa fricción de su miembro martilleando en mis entrañas, se le unió los labios de Candela que succionaban y lamían el clítoris de una forma tan maravillosamente erótica y sensual, que nunca hasta el momento había sentido

El tipo que estaba follando a Candela comenzó a moverse de forma más y más posesiva, noté como sus músculos se tensaban y como su cuerpo tocaba el techo del placer. En el momento del clímax sacó su polla gorda, brillante e impregnada de fluidos de mi amiga y descargó varios corros de semen que terminaron chocando contra mi rostro… sentí su olor y su calidez derramarse por mi cara, mientras, el tipo que me follaba comenzó a embestirme con más y más intensidad, aumentando la cadencia y también la potencia. Sentí sus manos aferrarse con fuerza a mis caderas y escuché varios gruñidos ininteligibles, al tiempo que extraía su polla de mi vagina y se derramaba sobre mi culo.

Hubo una tregua… una tregua que duró el tiempo justo para limpiar nuestros cuerpos de fluidos e intentar recuperar el aliento.

Tan pronto como las toallitas de papel habían cumplido su función, los dos chicos que permanecían con sus pollas apuntando como mástiles de banderas se acercaron de nuevo a nosotras… Alex, el chico que habíamos conocido en el pub, me pidió que me diera la vuelta y me situé al lado de Candela. Sus ojos se posaron el mí y los míos en ella… mis labios acortaron el espacio que nos separaba y nos fundimos en un cálido beso…

Soltaron los lazos que amarraban a Candela y esta posó sus manos sobre mi rostro a la vez que las dos nos fundíamos en otro beso infinito.

Los dos chicos abrieron nuestras piernas y comenzaron a rozar nuestras rajitas con sus glandes, estas seguían tremendamente sensibles a sus caricias y observé como Candela cerraba los ojos y su respiración se entrecortaba… me encantó observar su rostro congestionado por el placer y volví a lamer sus labios buscando su lengua juguetona.

Alex me colocó a cuatro y acto seguido el otro chico hizo lo propio con Candela, nos colocaron una frente a la otra… las dos nos mirábamos expectantes con el rostro congestionado por el deseo, una dulce espera que nos llevaría a un dulce castigo. En ese momento el chico que estaba tras Candela la empitonó… el pubis del chaval chocó contra el culo de Candela y esta se movió hacia delante a la vez que de su boca emanaba un gemido, acto seguido fue el otro el que me llenó de su erección y lo sentí penetrar en mi vagina hasta el fondo...

También gemí, también mi rostro se convulsionó ante la nueva acometida y también mi cuerpo y mis tetas te balancearon al chochar el cuerpo “fibrado” de Alex contra mi culo en pompa.

Lo sentía, sentía su movimiento de bombeo lento y tortuoso entrando y saliendo de mis entrañas, sentía el roce de su polla en el interior de mi vagina y la maravillosa presión cada vez que mi coñito lo abrazaba, Sentía sus manos en mis caderas atrayéndome hacia su dura erección para después recular.

Pero en mi mente estaba Candela… la observaba frente a mí. Abría la boca buscando el aire. Cada embestida de aquel chico era un jadeo de ella. Cada vez que sus cuerpos chocaban, ella temblaba y sus pechos se balanceaban como un péndulo.

Por un instante miré a mi lado… los voyeurs habían aumentado, había más personas disfrutando de la escena en la habitación… la pareja que anteriormente se magreaba, ahora se había convertido en trio y la chica jovencita se encontraba ahora entre dos fuegos, dos fuegos que la recorrían y devoraban. Era morboso sentirme observada, me ponía tremendamente cachonda, ser el oscuro objeto de deseo de aquellas personas

A la vez que el chico que montaba a Candela aumentaba su cadencia el mío lo imitaba. Las embestidas comenzaron a ser más y más posesivas y secas, Las dos jadeábamos y nuestros jadeos se mezclaban con el sonido de cuerpos chocando. Una…, dos…, tres…, cuatro…, una y otra vez los chicos nos castigaban con su bombeo y conforme aumentaba la cadencia, aumentaba el riesgo de derramarnos.

Observe su musculatura tensarse mientras gemía, extrajo su polla de Candela y varios chorros de semen se derramaron sobre su culo, al instante fue Alex quien tras varias acometidas que llegaron hasta mi útero, se corrió sobre mi trasero que al instante sintió la calidez del semen impregnando mi piel.

No hubo mucho romanticismo en aquellos chicos para los que tan solo habíamos sido un par de furcias con las que aliviarse. Las dos quedamos en aquel colchón abrazadas con el resuello todavía en nuestra respiración, intentando recobrar las fuerzas que nos habían arrebatado.

Cuando volvimos a mirar ya nadie observaba, la pareja joven que se había convertido en trio se encontraba a escasos metros sobre la cama, ahora eran ellos los que disfrutaban y ella la presa a la que devoraban.

Nos vestimos, una a una fuimos recogiendo las prendas que habían quedado desparramadas. Entre la excitación y la vergüenza abandonamos el club. Era tarde y volvimos al hotel, quedaban pocas horas de sueño, pero la tentación seguía ahí…. Aquella noche, sobre aquella cama, las dos exploramos y recorrimos valles y montañas, las dos nos besamos y caminos de saliva recorrieron nuestra piel desnuda. Aquella noche las dos cumplimos nuestras fantasías y las dos despertamos de ellas. Las dos descubrimos otras formas de vivir el deseo y de experimentar el morbo.

De vuelta a casa los pensamientos se agolparon en mi cabeza, la despedida había contado con lágrimas y tristeza, las dos sabíamos que seguramente esa sería la única y última vez que ocurriría. Pero en ese instante, cuando solo me restaban unos kilómetros para llegar a mi hogar, me vino a la mente aquella frase que escuché en cierta ocasión… “olvidara lo que hiciste, olvidara lo que dijiste, pero nunca olvidara lo que le hiciste sentir”

Y entonces al recordar, una sonrisa se dibujó en mis labios.