Pervirtiendo a Nuria 1

Inicio del proceso de seducción a Nuria y su primer encuentro

Mi nombre es José Mari, tengo 54 años y soy ejecutivo de una importante empresa multinacional, practico deporte de forma continuada e intensiva por lo que mi condición física es muy saludable al igual que la de Nuria, mi esposa, cuatro años más joven y cuyo tipazo sigue dejando sin respiración a todo aquel que pasa a su lado,  más acorde al de una  mujer en sus flamantes 40 que al de sus actuales 50 primaveras.  Como pareja siempre hemos mantenido una dinámica e intensa vida sexual, experimentando nuevas prácticas, eso sí, hasta ahora siempre sin escarceos ni aventuras extramaritales. Se puede decir que nos compenetramos muy bien.

Sin embargo,  el inexorable paso del tiempo está condicionando mi forma de entender el sexo. Utilizar  recursos como el porno ya me parecen insuficientes por lo que he urdido y consumado un morboso plan junto a mi amigo Miguel, fisioterapeuta y apuesto hombre de 41 años a quien  conocí hace tiempo en una de mis habituales carreras de montaña. Miguel podría definirse como un “follador integral”; soltero, moreno de ojos verdes, muy alto,  supera el 1,90,  y  a su colosal y escultural físico hay que añadirle el formidable tamaño de su miembro que  llega a acomplejarme cuando coincidimos cambiándonos en los vestuarios. Conoce  a Nuria de varias pruebas a las que ésta me ha acompañado y siempre resalta  su belleza,    encanto y sensualidad; por otra parte, no es desdeñable la atracción que Miguel ejerce sobre ella,  evidente  por los impostados  gestos y nerviosa actitud que  muestra  al verle, también por esos elocuentes silencios.

Hace unas semanas, mientras tomábamos unas cervezas, tras uno de nuestros exigentes  entrenamientos, planteé sin tapujos a Miguel mis retorcidas  intenciones proponiéndole  que me siguiera en esta aventura, es decir: ¿estaba dispuesto a seducir a Nuria y follársela cuantas veces pudiese y desease con la única condición de que me mantuviese diariamente informado visual y sonoramente de sus encuentros incluidos sus propios testimonios?.  Su respuesta fue taxativa, se trataba de  un reto lleno de morbo que le encantaría consumar, máxime si era yo quien se lo requería.

Ese mismo día acordamos que, para iniciar los contactos y naturalmente corriendo yo con todos  los gastos, Miguel se haría socio del gym al que pertenece Nuria, diferente al mío que está ubicado cerca  de mi despacho. A Miguel le informé detalladamente de las horas que ella frecuentaba el centro y sus actividades preferidas por lo que, al producirse el primer encuentro, Nuria mostró su  sorpresa pero también velada satisfacción ya que, insisto,  Miguel no dejaba indiferente a nadie, en especial a una mujer que,  pese a sus ya cumplidos 50,  era sabedora de su sensualidad y poderoso atractivo. Así, continuaron hablando de temas banales durante unos minutos, los suficientes para que  la atmósfera comenzara a caldearse gracias a las dotes persuasivas de él y la receptividad de ella; como colofón, Nuria le invitó  a asistir a la clase programada de Body Balance del siguiente día así que, sutilmente, se le ofreció a intercambiar  los  números de móvil con la débil excusa de reservar plaza por lo que esa misma noche le envió un WhatsApp donde se congratulaba de su encuentro y de la confirmación de la cita para la actividad, todo ello ilustrado con un emoticono de un beso lo que auguraba un “crescendo” de inequívoco desenlace.

Mi primera sorpresa cuando llegué a casa fue que mi mujer habló de su encuentro con Miguel sin efusividad, como algo fortuito, ocultándome su charla, pero lo más sorprendente fue su silencio en relación al  WhatsApp y que él me había reenviado   de modo inmediato.

En los  días sucesivos y como buen estratega, Miguel fue madurando la situación acercándose cada vez más a Nuria a quien, como profesional, corregía algunos de sus ejercicios con sus enormes pero  delicadas manos, provocando un erotismo y una  química indescriptible entre ambos.  Estos encuentros me eran ocultados por Nuria o, como mucho, comentados de manera esquiva y quitándoles importancia, como si no tuvieran el mínimo interés para ella.

Así fueron transcurriendo los días,  hasta que llegó la celebración del cumpleaños de Koke, uno de los monitores del gym con el que Nuria mantenía una excelente relación y al que me presentó una de las veces en las que acudí a recogerla. Sirviendo esta circunstancia,  decidimos dar un paso decisivo en  nuestro plan,  así  que aceptaron el convite programado para el viernes siguiente en un pub cercano al que también fui  invitado pero excusé mi asistencia debido a una reunión   urgente  que inventé para el sábado a primera hora en Barcelona por motivos profesionales.

Llegó el viernes y  encontré a Nuria algo nerviosa dedicando mucho tiempo  a acicalarse en el baño e intentando con disimulo  que no me percatase de ello. Pude también comprobar, aunque tuvo la precaución de recogerlo previamente,  que había utilizado su set  de depilación para arreglarse el  pubis, lo que me provocó una fulminante erección. Esa tarde estuve en casa escenificando la preparación de la  reunión del sábado y por ello trataba de parecer abstraído de los  movimientos de Nuria quien  eligió de su amplio repertorio de armario uno de sus vestidos más seductores y provocativos,  elección que trató de justificar por la agradable  temperatura de 25 grados que teníamos ese 14 de junio: liviano vestido de gasa azul,  cinco dedos por encima de la rodilla, tirantes y  vertiginoso escote que resaltaba  sus bonitos pechos,  todavía firmes y  sugerentes, sandalias con taconazos que estilizaban sus largas  y trabajadas  piernas y uñas recién pintadas de un rojo carmesí.  Su pelo se lo dejó recogido ofreciendo su cuello a los deseos más lascivos . Estaba realmente preciosa y así se lo hice ver apretando con fuerza sus pétreos glúteos sin que pudiese detectar el  finísimo tanga de hilo negro que llevaba para la ocasión. Le di un fuerte beso en los labios  deseándole que disfrutase de la fiesta mandándole recuerdos a Koke y sus amigas del gym advirtiéndole en tono de broma,   que tuviera mucho cuidado ya  que era una “codiciada presa” a la que rodearían numerosos depredadores, a lo que siguió una sonora carcajada. También le avisé que no la esperaría despierto ya que tenía que madrugar y seguir preparando la reunión del sábado durante unas horas. En el justo momento que salió por la puerta envié un WhatsApp a mi cómplice comentándole lo preciosa (y depilada) que se la enviaba además de recordarle que me mantuviese informado de cómo iba transcurriendo la noche. Mi excitación  estaba por las nubes por lo que tuve que masturbarme de inmediato eyectando el semen a una distancia impropia para un hombre de mi edad.

Según las puntuales informaciones que me llegaron a través de Miguel esto es lo que vino a ocurrir al llegar al lugar de encuentro:

Tras felicitar a Koke y saludarse varios de los asistentes comenzaron a tomar  las primeras copas. Nuria suele cuidarse bastante  y no bebe mucho alcohol pero  es propensa a desinhibirse  con facilidad ante determinadas circunstancias y esta era una de ellas lo que quedó reflejado en las primeras fotos que Miguel me mandó a través de su móvil cuando ya corría la  tercera o cuarta ronda a la que después siguieron otras tantas. Nuria, visiblemente afectada por el alcohol, se mostraba cada vez más desinhibida lo  que  aprovechó Miguel para ir  acercándose a ella sutilmente, cogerle  de la mano y rodear levemente su cintura con sus poderosos brazos lo que elevaba la tensión por momentos con miradas que hablaban por sí mismas y que traducidas al lenguaje verbal significaban algo así como:  “necesito que me poseas” “hazme tuya, por favor,”...

Una vez se fueron todos los invitados del cumpleaños y se quedaron completamente solos en el pub,  Miguel azuzado por su propia excitación cambió de estrategia comenzando a susurrarle comprometedoras palabras al oído:  “estás preciosa”, “vuelves loco a cualquiera con ese vestido” “me gustaría ver qué hay bajo esta tela ”..a lo que inmediatamente siguió una delicado e intenso beso en su cuello además de un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja para fundir, inmediatamente después sus lenguas en un prolongado beso simultáneo al fuerte apretón estrujando su magnífico culo

¡Vámonos a mi casa! Inquirió él enérgicamente a lo que no obtuvo respuesta pero sí una mirada cómplice y sumisa de aprobación  .

Tomaron un taxi donde en el corto trayecto hasta el  apartamento de Miguel éste le ordenó  que le diese sus bragas advirtiéndole que no tenía intención de devolvérselas por lo que sin pudor a causa del exceso de alcohol,  Nuria se contorneó en su asiento para sacárselas, deslizándolas por sus largas piernas, levantando con dificultad cada uno de sus pies y  se las entregó sumisamente manteniendo fija la mirada a sus bellos ojos verdes e inmediatamente después,  volvió a entregarle su boca  apasionadamente. Con cierto disimulo, esta vez sí, Miguel introdujo su mano derecha  entre sus piernas  comprobando cuán mojada y caliente estaba además de percibir la  hinchazón de sus labios vaginales que confirmaba su deseo para que fuese follada de forma implacable e inmediata. El taxista, miraba de soslayo por su retrovisor sin apenas disimular su asombro.

Al llegar a su casa,  Miguel  preparó dos copas  de  Ron, puso una agradable música chill out, dejando una tenue luz indirecta en el salón. Mientras Nuria fue al bañó, Miguel me envió una foto del   tanga que le había confiscado en el taxi, visiblemente empapado por los   efluvios vaginales de una mujer ya totalmente  a  merced de la situación y a la que, en esos momentos  no le importaba   nada  poner mácula a un matrimonio de más de 25 años. Además accionó el micrófono de su iPhone y su Go Pro,  estratégica y discretamente  colocada en el dormitorio. El único objetivo de Nuria en esos momentos era el de ser poseída de la forma más salvaje,  intensa y brutal por ese apuesto hombre que la había seducido como jamás lo había hecho nadie en su vida.

Miguel se desnudó , quedándose sólo con su pequeño y ajustado  Calvin  Klein, lo que afianzó más si cabe,  su escultural figura con  marcados abdominales  y largos y musculosos brazos; se sentó a su lado en el sofá con su indisimulada erección por lo que Nuria se las apañó para bajarle el slip  parsimoniosamente liberándolo de sus pies para inmediatamente después comenzar a besar y chupar su glande con una intensidad y pasión desconocida. Siguió durante un tiempo succionando el enhiesto y venoso miembro sujetándolo con ambas manos a la vez que lo  introducía vorazmente hasta el fondo de su garganta lo que en ocasiones le producía náuseas     contrarrestadas con el inmenso placer que sentía y que se consumó en un éxtasis al que sucederían nuevos orgasmos. Miguel no pudo contenerse y eyaculó con fuerza en la boca de Nuria quien sorprendentemente  siguió con su felación ingiriendo todo su semen,  hasta la última gota.  Se besaron, bailaron durante unos minutos y a la vez que  Miguel retiraba el  vestido a Nuria ésta le  imploró para que la follase cuanto antes por lo que se desplazaron al dormitorio y lanzándola de un pequeño pero enérgico empujón sobre la cama,  Nuria quedó a merced de Miguel con sus piernas abiertas para que este procediera a devorar con su lengua  su empapado coño provocándole nuevos y eléctricos orgasmos hasta que   Miguel, se reincorporó y comenzó a introducir lentamente su miembro hasta las entrañas de Nuria a la que regaló unas embestidas que le obligaron a proferir estruendosos gritos de placer llenándola nuevamente de semen y quedando finalmente exhaustos uno al lado del otro. Se había hecho muy tarde y Nuria se vistió para regresar rápidamente a casa eso sí, sin su tanga negro. Miguel pudo enviarme a tiempo todas las grabaciones haciéndome vivir unas sensaciones realmente únicas e inolvidables lo que me llevó a masturbarme varias veces más antes de la llegada de Nuria, algo realmente increíble.

Continuará