Pervertido y semental (Parte número 7).
Séptima parte de esta larga historia, con contenido escatológico, que confío en que sea del agrado de mis lectores más fieles y que, los que aún no hayan leído nada mío, la sigan con interés. Gracias a todos y para bien ó para mal, espero vuestros comentarios.
Mientras tanto mi padre vivía mucho más tranquilo con Blanca María que no debió de resultar tan estrecha y recatada como había imaginado puesto que, además de contraer matrimonio preñada y por aquello de ir a por el niño, le dio cuatro hijas, que se convirtieron en mis medio hermanas, durante sus primeros cinco años de matrimonio antes de que, después de parir a la última, optara por hacerse la ligadura de trompas para no tener más descendencia.
Por aquel entonces estaba cursando mis últimos cursos en el instituto en donde me convertí en el amigo más íntimo de María Montserrat ( Montse ), una esbelta, moderna y sensual compañera de estudios a la que la encantaba descargarme la “pistola” con su mano diariamente mientras lucía su ropa interior ante mí. Pero como el tiempo pasaba y lo más que había conseguido es que me sacara dos lechadas para que pudiera verme mear, lo que no parecía entusiasmarla tanto como verme echar la leche y que me dejara quitarla el sujetador para que la sobara y la mamara las tetas y que la tocara el culo a través de la braga, terminé liándome con Karina, una inmigrante de color dotada de unos abultados labios bucales y vaginales, que no tardó en demostrarme que era una autentica perrita en celo que siempre estaba dispuesta a abrirse de piernas y a ofrecerme su “arco del triunfo” para que la jodiera lo que, de nuevo, me obligó a usar condones y como no podía recurrir a Virginia para que me los suministrara, los tenía que comprar cada vez que me apetecía tirármela. Como mis deseos sexuales eran muchos mientras mi economía era deficitaria me veía obligado a recurrir a los más baratos que, al ser de mala cantidad, se rompían ó explotaban en el interior de la “seta” de la joven y luego, me resultaba costoso localizar y sacarla los trozos por lo que, al no darnos ninguna seguridad, decidimos que se la “clavara a pelo” con la condición de extraérsela en cuanto empezara a sentir que iba a descargar lo que no siempre hice puesto que, por apurar mientras disfrutaba del gusto previo, la solté un montón de veces los primeros chorros de leche dentro de la “almeja”.
Para evitar que la llegara a fecundar Karina me instó a que se la introdujera regularmente por el ojete lo que, aprovechando su magnífica dilatación anal y lo bien que “tragaba”, me llevó a “clavársela” por detrás, con intención de descargar en su interior, después de trajinármela vaginalmente y antes de que llegara a sentir que mi eyaculación era eminente.
El jugar a dos bandas ocasionó que, a pesar de la discreción de la inmigrante, Montse terminara por enterarse de que me estaba zumbando a Karina por lo que enfadó conmigo e insultándome y diciéndome que era un cabronazo cerdo y salido, rompió relaciones conmigo. No me importó puesto que pude continuar cepillándome a la joven de color con la que me encantaba retozar tanto al aire libre, en bancos situados en parques y plazas, como en ascensores, en cabinas telefónicas, en cajeros automáticos, en cuartos de baño de locales públicos y en rellanos de escaleras. Pero, al llegar el invierno, Karina se dio cuenta de que con el frío no obtenía el mismo rendimiento sexual de mí por lo que me propuso hacerlo en su domicilio que, aunque lo compartía con otras dos familias, era muy amplio y encerrados en su habitación nos podríamos “dar el lote” con más calor, comodidad e intimidad.
Durante varias semanas me la pude follar allí a mi antojo pero la tarde de un desapacible día de finales del mes de Enero la estaba dando por el culo y a punto de explotar en su interior, cuándo Venus, una de sus hermanas, nos sorprendió en plena acción. Del susto la “herramienta” se me quedó “a media asta” y eso sí que era de lo más novedoso en mí, aunque la muchacha, sentándose en el borde la cama, me animó a continuar dando tralla a su hermana mientras ella nos acariciaba y nos observaba. Volví a poseer por detrás a Karina mientras Venus, que se encontraba dotada de unos “morros” tan abultados como los de su hermana, me intentaba estimular con sus caricias y con sus palabras para que no tardara en descargar. Al cabo de un rato y viendo que estaba demasiado tenso para eyacular, Venus me hizo sacársela a Karina y en cuanto lo hice, me besó en la boca mientras me “cascaba” el “pito” con su mano realizándome unos movimientos de tornillo cada vez más rápidos. Después se lo metió en la boca y me lo chupó hasta que estuvo segura de que mi “instrumento” se encontraba en las condiciones más idóneas para dar una lechada momento en el que se acostó boca abajo y abriéndose el ojete con sus manos, me ofreció su trasero animándome a cubrirla y a “clavársela” por el orificio anal puesto que ella también quería sentir mi descomunal “lámpara mágica” en el interior de su culo. Su ojete dilató perfectamente por lo que se la enjereté de un solo envite mientras me iba echando sobre ella y como “tragaba” tan bien como el de Karina, la di unos buenos envites anales antes de culminar descargando un montón de leche y mi lluvia dorada en su interior. La chica quedó tan sumamente complacida que, aunque se negó a realizar tríos con su hermana y conmigo, me propuso que me tirara un día a Karina y al siguiente a ella diciéndome que, además de darla por el culo, se la podría introducir por vía vaginal siempre que quisiera y explotar libremente en su interior puesto que llevaba años tomando pastillas “anti babys”.
Me pude vaciar y muy a gusto, alternándome con las dos hermanas durante unos cuatro meses pero, mediada la primavera, Venus me empezó a coaccionar para que formalizara mi relación con Karina si pretendía seguir disfrutando de los encantos de las dos hermanas y como no me apetecía el verme obligado a adquirir ningún tipo de compromiso para poder echar unos polvos y consideraba que había obtenido el suficiente provecho sexual de aquellas dos cerdas, que seguían oponiéndose a que realizáramos tríos, decidí romper con ellas.
C o n t i n u a r á